Un ruego a obispos y vicarios episcopales
Desde ayer muchos estamos viviendo esta cumbre romana sobre el tema de los abusos con gran interés y una enorme expectación. Simplemente quería tocar, en este asunto, un aspecto que, como sacerdote, me preocupa y podría ser una de las claves en este asunto. Una clave, no la clave ni la única, ni la peor, mejor o regular. Simplemente un aspecto más. Me refiero a la soledad que viven muchos sacerdotes en su relación con el obispo o sus superiores.
Una de las preocupaciones más urgentes de los obispos y de sus vicarios es la provisión de parroquias. Algunas son deseadas y ambicionadas. Otras regulín regulán y otras para las que es difícil encontrar un sacerdote que las acepte y por múltiples razones. Quizá porque se trata de una parroquia de ciudad especialmente problemática o con antecedentes nada recomendables, o un puñadito de aldeas rurales lejos de la capital y perdidas en medio de la nada.
Pero también ahí alguien tiene que ir, y los sacerdotes, por más que llamados a la santidad, seguimos siendo humanos. En ocasiones a esas parroquias pueden acabar yendo sacerdotes de especial fragilidad que no tienen ni fuerza ni recomendaciones para estar en otro sitio. Piensen en un sacerdote que ha tenido problemas con diversos compañeros y al que se le dice: mira no puedo mandarte a otra parroquia de ciudad, lo único que te hagas cargo de las aldeas de… Es decir, un sacerdote con problemas de relación que se encuentra en la nada. O ese recién llegado de Hispanoamérica, por ejemplo, que aterriza en una diócesis en la que no conoce a nadie, ni tiene un compañero amigo cerca, y al que, como recién llegado, se le hace comenzar por los últimos lugares.
A esto me refiero con lo de la fragilidad. Sacerdotes especialmente vulnerables por choque social y cultural, por su propio carácter, por sus debilidades humanas, y que se encuentran en ocasiones en parroquias complicadas, poco gratificantes y solos. No nos extrañemos si se meten en redes sociales, se arriman más de la cuenta a una amistad o simplemente se dejan querer hasta llegar a traspasar límites como nunca hubieran llegado a imaginar.
Sacerdotes que quizá en algún momento se dirigieron al obispo exponiendo sus dificultades para estar en esas parroquias y que recibieron como respuesta la necesidad de rezar más, de ofrecer sus sacrificios al Señor y de tener paciencia, quizá porque es lo que necesitan, lo que se necesita, quizá porque para el obispo es un problema tener que buscar otro sacerdote para esas parroquias.
Con esto, lo único que quiero apuntar es que, en la cosa de los abusos, el quebranto de la castidad o el echarse a perder un cura en esto, en el alcohol o en su desidia, puede darse una parte de cuidado pastoral que tengo que poner en la responsabilidad del obispo. Me pregunto si de verdad los obispos y sus vicarios saben cómo estamos los sacerdotes, cómo vivimos, especialmente los más frágiles, es decir, enfermos, venidos de otras diócesis o de órdenes y congregaciones religiosas, sin familia, con, tal vez, un carácter especial o algunas manías propias. En esta situación de posible vulnerabilidad hay mayor facilidad para caer en comportamientos del todo inadecuados.
No es mi situación ni lo ha sido, para que no haya dudas, pero en caso de que me lea algún obispo, algún vicario, simplemente le pediría que se preguntara cuánto tiempo hace que no habla tranquilamente, personalmente con sus curas. Solo eso.
No digo que esta sea la causa de los abusos ni mucho menos. Simplemente, que también se piense en ello.
35 comentarios
Los Vicarios "no tienen tiempo" y el obispo ya ni le cuento.
Recemos por nuestros sacerdotes olvidados del mundo pero queridos por Dios
Con esto dicho, es de justicia que a nuestros sacerdotes se les trate de manera integral como persona, atendiendo a sus relaciones sociales o la ausencia de ellas si la hubiere.
Apoyo total a los sacerdotes de Cristo, son los únicos capacitados para administrar el perdón de Dios y a través de sus manos se realiza el Milagro de la Transubstanción.
Entiendo que en parte D. Jorge pide comprensión para el cura solo como la una, que por dejarse querer por una feligresa excesivamente cae en pecado contra el sexto.
" Quién esté libre de pecsdo, tire la primera piedra".
Dicho lo cual no se puede permitir en ningún católico, sea cura o seglar, relaciones sexuales contranatura. Ese pecado atenta contra la Esencia de Dios y es de extrema gravedad.
Si por debilidad alguien cae debe realizar una Confesión completa y exhaustiva y alejarse de toda tentación. Incluso cambiando de residencia o destino.
Dios todo lo perdona si hay arrepentimiento real.
Suscribo la petición de D. Jorge para que Obispos y Vicarios no dejen abandonados a los curas.
Considero que la falta de experiencia o juventud no es impedimento en un destino difícil si se lleva a Dios por dentro, más adelante contaré un caso reciente muy edificante que apoya esta tesis.
Podrían adquirirse casas o pisos lo suficientemente amplios para que vivan varios sacerdotes y que estén asistidos no solo en lo espiritual sino en lo material, que se alimenten bien... muchos no saben guisar y comer solo es aburrido, comer de restaurante a diario es caro y a veces está mal visto.
Muchos han tenido los padres cerca durante muchos años pero por ley de vida desaparecen antes y se quedan como los de Tudela en todos los sentidos.
No creo que seamos los laicos la primera opción de compañía por muchísimos motivos ni el hombro en quien llorar.
Ave Maria, gratia plena, Dominus tecum, benedicta tu in mulieribus, et benedictus fructus ventris tui, Iesus. Sancta Maria, Mater Dei, ora pro nobis peccatoribus, nunc et in hora mortis nostrae. Amen.
Esto que decís "No nos extrañemos si se meten en redes sociales, se arriman más de la cuenta a una amistad o simplemente se dejan querer hasta llegar a traspasar límites como nunca hubieran llegado a imaginar." es válido para todo ser humano aislado y solos, mas para un sacerdote.
Los abusos son multicausales, no monocausales. Como en tantos otros temas nuestra mente busca una causa única de explicación, pero la vida no es sencilla.
Como otros han dicho, quizás haya que diferenciar entre abusos y pecados contra la castidad con una mujer adulta. Entiendo que se pueda decir: El celibato es un bien tan grande para la Iglesia que estamos dispuestos a correr un cierto riesgo de que una minoría peque con una mujer adulta por mantener el celibato.
Ahora, decir lo mismo en cuanto a abusos es muy duro.
Abierto a escuchar opiniones. Estoy lejos de tener claro el tema.
Hay MULTIPLES CAUSAS, y una estrategia distinta para cada una.
Una causa es la soledad. Otra causa es las tendencias homosexuales fuertemente arraigadas. Otra causa son los pederastas. Otra causa -que se relaciona con la soledad- es lo que los viejos tratados de Teología Moral llamaban homosexualidad de circunstancias -presos, marinos, y tb docentes de seminarios y colegios de varones. Algunos son simple y llanamente enfermos pervertidos. Otros débiles frente al pecado. Para todo hay estrategias: no admitir homosexuales al sacerdocio, las precauciones que san Juan Bosco recomendaba tener en las relaciones entre sus curas y los alumnos y así. Y no, la eliminación del celibato no resuelve estos problemas.
Ahora bien, con ser comprensible la reclamación que hace el padre González Guadalix, que tira hacia arriba, porque siempre es desde arriba desde donde podemos sentirnos más fácilmente reconfortados, por el superior que nos atiende, el panorama queda incompleto sin tener en cuenta la otra dirección, hacia abajo, hacia la feligresía.
Esto tiene dos sentidos: por un lado, un cura, por maltrecho que venga, en una feligresía cristiana, es decir, donde la parroquia esté unida por lazos de amor, no tendría por qué sentirse solo ni aislado, su afecto le debería llegar como una tercera manta con la que se cobijaría por las noches. La soledad de un cura es, en primer lugar, indicio de la falta de amor entre los cristianos a su cargo, pues, como cristiano, el cura que llega también queda a cargo de su comunidad.
Y luego está también el sentido inverso: el verterse del cura hacia la parroquia: gestos como salir a la puerta de la iglesia después de la misa dominical, acercarse a charlar con los parroquianos a los que poco a poco va conociendo, bien en casa o donde se los encuentre, lo mismo que pide el padre González Guadalix respecto de los obispos, también les haría mucho bien a los curas (como se lo haría a esos obispos y vicarios episcopales). Muchas veces terminan reduciendo sus contactos y filtrando el mundo de la parroquia a lo que opinan los que tienen más tiempo que poner a disposición de la parroquia o los que tienen más afán de protagonismo, que de todo hay, y se aíslan del resto convencidos de que si no se acercan más es porque les tienen manía o cualquier otra cosa (y lo mismo, me temo, pasa en las curias episcopales).
Y también advierto, con respecto a los curas de antes, que los de ahora han dejado de participar en la vida del pueblo o del barrio como lo que son, curas, si no van rodeados de sus acólitos, cosa cada vez más rara: ya no hay curas cazadores, o agricultores o que simplemente se pasen por el bar a pastorear, quizá porque la Iglesia en general se ha feminizado (son las ya mujeres de cierta edad que, después de la misa, se van al bar de al lado, no sus maridos que ya han renegado) y, con eso, necesariamente también el tono amariconado de los curas jóvenes (dicho sea con todo el respeto y sin deseo de faltar), que parece que para ser curas no les enseñan antes a ser hombres. Es algo evidente a los que ya tenemos una edad, recordar a curas antiguos, hombres, y cuando los comparas con algunos curas jóvenes te parecen dos especies distintas, y no sólo por lo que predican. Y quizá también haya algo de esto último en el problema: sin hambre de cielo ni terror por el infierno quizá lo que termina instalándose es una especie de bizcocho que nunca termina de cuajar a disposición de cualquier viento.
Todo lo cual espero que se entienda dicho desde mi gratitud y admiración al oficio divino por antonomasia, sin el que, sencillamente, el mundo ya no sería.
Es conocer la realidad del sacerdocio y no las películas bucólicas que van contando por ahí.
Es muy peligroso que alguien frágil se haga cura. El problema no son los cambios de diócesis o de congregaciones, si no que nadie se pregunte cómo es que abundan tanto.
La vocación sacerdotal exige formación profunda, personalidad formada y conocimiento claro de lo que puede y no se puede soportar.
Hay puestos civiles que no son para todos. El ingeniero que tiene que irse al extranjero - no faltan los lugares inmundos - dejando a su familia durante meses. El militar que debe tomar decisiones muy duras en solitario. El cirujano del que dependen todas las semanas dos o tres vidas, e incluso el profesor que tiene que aguantar unos críos no pocas veces deplorables...todos los días.
Pues lo mismo ocurre con el sacerdocio. Si no se puede con las exigencias normales de la vocación, es mejor no entrar. El sacerdocio es para gente recia que sabe y quiere tirar de otros hacia Dios.
Mi experiencia me dice que al sacerdote que vive bien su entrega, no le faltan amigos ni compañía. Como son muy escasos, la gente suele ser muy agradecida con ellos. El que tiene una disponibilidad condicionada, el que cumple, pero no le pidas mucho más, el que siempre está ocupado en no se sabe qué... ese acaba teniendo problemas.
Eso que Vd. cuenta, D. Jorge NO son situaciones de vulnerabilidad. Son situaciones que se dan con cierta frecuencia en el sacerdocio. Situación de vulnerabilidad es cuando no se tiene qué comer, cuando no se tiene dónde dormir, cuando te quitan tu medio de vida, o se sufre una enfermedad grave.
Por otra parte, si el matrimonio fuera la solución para muchas cosas, no habría adulterios ni cosas semejantes.
No puedo opinar sobre lo que desconozco por completo, pero dada mi experiencia profesional y también personal, como cristiano de infantería, estoy completamente seguro que las realidades que describe son profundamente verdaderas.
Qué puedo decir. Atreviéndome a parafrasear al Señor, su inquietud por el débil, por las personas calladamente necesitadas, por las que sufren en silencio, "no son de este mundo". Como ya se ha dicho, no son sólo los sacerdotes los que viven en una situación muchas veces demasiado difícil y complicada. Lo feligreses de a pie no lo estamos menos, aunque no asumamos las enormes responsabilidades de un sacerdote. Los sacerdotes diocesanos viven mal que les pese (o no) en medio del mundo. Y vivir en medio de este mundo, para cualquier católico coherente, es un prueba perpetua.
Toda mi solidaridad a aquellos sacerdotes que en momentos de debilidad, y sin la menor de las ayudas humanas, caen en aquello en lo que son más vulnerables. También deseo que tengan el apoyo que usted menciona, como también se lo deseo a tantísimos catolicos anónimos no ordenados bastante dejados de la mano de la Iglesia. Acudir a misa y a los sacramentos es indispensable; pero también lo es el calor humano, un cierto interés genuino, demostrado siquiera en pequeñas cosas. Y eso ni siquiera se da en demasiadas ocasiones.
Y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, viendo la burda manipulación que El País ha hecho de la foto de los seminaristas de Getafe en Roma (aparte de la campaña de manual que lleva a cabo) os invito a que no entréis en este periódico. Con verdades, medias verdades, ocultamientos y alguna mentira... no se hace una verdad y (peor todavía) no se hace bien a ninguna víctima que son los que deben tener la prioridad en todo momento. Así lo que se hace es banalizar su causa que es muy seria...
Parece que el perfil es de sacerdote con cierto don de gentes, que se prodiga en grupos y actividades y que tiene carisma y es muy majete.
O los que viven en una comunidad de religiosos que están acompañados.
No se oye que un Don Críspulo de Villarriba ha abusado de un niño de 13 años.
En estos lugares rurales la vida es más masculina y menos tiquismiquis y eso se nota también en la parroquia.
Tiene razón en lo de la escucha de Vicarios y Obispos para esos casos, sobre todo opino que el sacerdote sea ejemplar, ahora a muchos los mandan a esos sitios porque por donde han pasado han dejado todo como un erial y allí donde los mandan es donde menos daño pueden hacer y eso ha pasado muy frecuentemente hasta que consiguen que en un pueblo donde casi todo el mundo iba el Domingo a misa no vaya por estar siempre con su praxis y por falta de adaptación a ese medio y suelen ser de líneas pastorales ya desfasadas de los 70 y 80, de edad avanzadilla o a punto de entrar en ella y cansos muy cansos que parece que lo único importante sea la homilía larguísima donde parece que lo único que le importa es lo que va a predicar y el resto de la Misa poco importa, corriendo, mal y nunca. De esos hay muchos, no cristianizan en la ciudad y destruyen lo que queda en el pueblo.
Duro comenrario de Millán, aunque no le falra parte de razón.
Sin embargo D. Jorge, el autor de este blog, era cura en la ciudad y ahora lleva tres parroquias rurales y una virtual y no creo que se le haya destinado a los pueblos por las razones que esgrime Millán, sino que supongo, aunque no lo sé, que ha sido precisamente por justo las que son completamente opuestas.
Otro comentarista esgrime el celibato como posible causa de soledad y algo más y deja abierto el comentario a otras opiniones:
Pues no, no creo que el celibato sea causa de ningún comportamiento raro. Creo que decidir ser cura es una decisión que se debe meditar y rezar mucho; No es ningún camino de rosas, sino que ellos, los buenos, son los que hacen florecer lo mejor de las personas.
Desde un punto de vista muy prosaico: lo de ser cura a mi manera, no vale en la Iglesia, para eso ya están los protestantes y varios más con sus pastores.
Existen muchas razones que avalan la necesidad y beneficio del celibato sacerdotal: Evangelio ( ... " y hay eunucos que se hicieron tales así por el Reino de los Cielos") de Tradición ( Desde la fundación de la Iglesia por Cristo N. S.) y sencillamente humanas: Si además de llevar una o varias parroquias los curasvhubieran de bregar con mujer e hijos, duraban vivos dos telediarios.
Por cierto: en algunos pastores protestantes se de el caso de que el pastor lee el sermón que le ha escrito la "pastora". 😃
Y quiero terminar con el caso de un joven sacerdote, que tras trabajar como coadjutor durante un buen tiempo en una parroquia de Majadahonda o Las Rozas se enteró de que una parroquia de Vallecas no tenía cura, lo solicitó al Obispo y este sevlo denegó por su bien: el cura era muy joven y la parroquia muy conflictiva.
Pero poco tiempo después le llamó porque ningún cura de los diponibles quería hacerse cargo de esa parroquia. Y el joven sacerdote aceptó encantado.
Allí le dijeron de todo menos bonito, pero todo lo sobrellevó por caridad, pensando en la Pasión y Calvario de N. S. Todo excepto blasfemias o sacrilegios, ahí se mostró completamente firme, serio y duro.
A día de hoy tiene la parroquia llena de personal mayoritariamente joven y además es bloguero también.
Creo que antes de entrar en el seminario se formaba con los neoocatecumenales o con los carismáticos, como me lo contaron: pero no lo leí, no lo recuerdo bien.
Es por ello que afirmo que si el cura lleva a Dios por dentro importan poco exoeriencia y edad.
¡ Feliz fin de semana a todos y Próspero Domingo!
Se trata de la dichosa soledad, y ciertamente es labor de los pastores mirar por las ovejas, antes de que se descarrien.
Un abrazo en el Señor
Esto es lo que yo percibo. Sacerdotes super ocupados y falta de comunidad.
Uno va a misa por rutina como quien va a otra cosa. Y en esto la culpa la tiene la Santa Iglesia que queriendo hacer el bien diciendo que es obligatorio asistir los Domingos y fiestas de guardar se le ha terminado por volver en su contra. Cuando termina la eucaristìa cada uno se va a su casa sin màs y falta ese sentido de comunidad.
Hace falta màs uniòn entre presbìteros y mostrar màs cercania con nuestros sacerdotes.
Porque ellos al final comparten nuestras alegrìas, tristezas, preocupaciones. Y quien se siente querido es agradecido. Oremos por nuestros sacerdotes.
Pero en la Iglesia real muchas veces las funciones pastorales son neutralizadas por las administrativas.
En este momento entiendo que es hora de los laicos, de los fieles, tener cercanía con el cura y colaborar en las cosas cotidianas, como con un vecino.
(Un cura muy amigo me decía que cuando lo invitaban a comer siempre aparecía algún idiota que le preguntaba "por qué los curas no se casan" en lugar de si era del Barza o si le gustaba ir a cine).
El derecho contiene un Canon específico "222 § 1. Los fieles tienen el deber de ayudar a la Iglesia en sus necesidades, de modo que disponga de lo necesario para el culto divino, las obras de apostolado y de caridad y el conveniente sustento de los ministros". Además del sostenimiento del culto existe el sostenimiento del ministro, justamente para que no esté aislado y solo y eso se logra con las actividades parroquiales no litúrgicas y con el acompañamiento personal.
Cristo se retiraba a orar pero también vivía entre la gente como el hijo del carpintero y hacía una vida humana normal.
No defendía lo mismo para los curas de las ordenes.
Tiene su sentido.
Uno se mete en una orden religiosa para vivir los Consejos Evangélicos.
Pero el diocesano no está obligado a ello.
¿Los hemos cuidado como comunidad?.
¿Los hemos amado como comunidad?.
Cuando hablamos de "comunidad", deberíamos pensar en comunidad de Comunión de los Santos.
Y hay tantas carencias en la Comunión de los Santos que se percibe en ciertos detalles...
Por ejemplo y hago examen de conciencia:
- El caso que varias veces me ha ocurrido, me presentan a un desconocido que me dice: Sí, te conozco, coincidimos desde hace quince años casi a diario en la misa de tal y tal... ¡pues vaya Comunión de los Santos la mía... ochocientas y pico de misas coincidiendo y ni idea de que existías!. Cierto que la misa no tiene como fin principal ser un "acto social".
Ave María gratia plena...
La crisis tiene sus raíces en el declive de la sociedad y su cultura, con la liberalización de casi todo lo malo. Estamos pues ante el relativismo como eje de la vida y único medio de comprensión del mundo. Y parece que no hay vuelta atrás
Decimos que nuestra religión es la religión del amor, y lo es. Pero es mentira que los que nos decimos cristianos amemos de verdad. A todo lo más que llegamos es a amarnos a nosotros mismos y a veces ni a eso, y la oración es de labios afuera pero no cala el alma.
Y esto es así al menos para una gran mayoría de nosotros. ¡Es mentira ese pretendido amor que decimos tener. No sabemos o no queremos amar.!
Una pregunta: a estas parroquias difíciles, ¿por qué no va el obispo y sus curiales?
¿Por qué no se rotan por turnos los curas?
Un sacerdote puede estar solo en Braojos por poner un ejemplo, pero además de Cristo debe sentir el contacto con su obispo en el que se transmite cordialidad y una información regular sobre la situación de la diocesis. A mi me parece elemental y si no se hace, consta en el debe del obispo que gestiona mal su diócesis descuidando algo esenciál como es el contacto con sus sacerdotes.
Me pase años pensando que era imposible vivir santamente si no era metiendose en un convento y pasarse la vida del claustro al coro.
Por fin fui entendiendo y aprendiendo que tenía que convertirme, cambiar mi manera de pensar, ser, querer, y dejarme llevar por el Espíritu Santo.
Siempre hablando de que Jesús dijo esto y lo otro sin caer en la cuenta de que, sabiendo el Señor que nos sería imposible,nos daba el Espíritu Santo para ayudarnos. ¡Me cambio la vida descubrir al Espíritu Santo! y eso que todos los días lo rezábamos en el colegio al empezar, pero no me había enterado de que era Cristo vivo ayudándonos en todo.
Cuento esto, porque ningun cristiano está solo, y menos si es sacerdote. Todo creyente tiene un jefe, asistente, proveedor, maestro, amigo...que acompaña y llena cada momento. Ni estamos solos, ni nos falta consuelo, ayuda ni alegria. Hay que salir de si mismo, abrirse a ser como el Señor espera de nosotros, relacionarnos sin recelos, ser generosos en la relación con los demás, sentir en todo momento que nuestro amigo invisible nos hace los deberes y en los exámenes nos deja copiar de El. Más facilidades no nos puede dar, ni más consuelo en los momentos duros. En vez de esperar que nos den compañía o recursos , demos compañía y compartamos recursos, acercarnos a los de arriba, a los de abajo, y a los de al lado. Es que somos muy nuestros y luego nos quejamos... No son opiniones esto que digo, lo veo a diario en todo, lo que va mal es cada uno la mayoría de las veces.
Algunos comentarios de este y otros blogs son despiadados. Es verdad que la vida es complicada y el mundo es de lo más hostil. Durante mis muchos años no he vivido aislada y todo se sabe y se publica. Así que nadie somos ingenuos, inocentes, ni ignorantes de lo que pasa.
Lo deprimente es que la buena noticia del evangelio, que ofrece esperanzas y una mejor manera de sobrevivir, parece que no se la creen ni incluso quienes la profesan y predican. Quiero decir que lo que se predica y enseña tiene éxito en que nos lo creemos muchos, pero fracasa en la manera de llevarlo a cabo. Si la institución eclesiástica está como está es porque todos decimos y creemos una cosa pero hacemos otra. Es un disparate esto. Una cosa es caer en pecado, arrepentirse, proponerse evitarlo y otra dar por hecho que los peores pecados son inevitables, así que no se puede hacer nada más que soportarlos. Poner los medios para mejorar como personas no es igual que darse por vencidos. Estamos ofendiendo a Dios Padre, no tenemos lealtad a Cristo y contristamos al Espíritu Santo.
Seguiremos presumiendo de que la iglesia dura 2018 años tal como Cristo la fundó.
Quizá si se promovieran estos espacios o foros de encuentro y comunicación, se daría menos el chisme clerical, el comentario entre pasillos, la queja amarga y la crítica que no va a ninguna parte. Pero que esta realidad, necesaria, se de, es cuestión de promoverla, pedirla, desde arriba y desde abajo; pero creo que hace falta. Es ponerse manos a la obra.
Iba a dar mi opinión y mis consejos, pero al final he pensado que para qué. No voy a conocer los problemas del clero rural mejor que un cura rural que además lleva años dando muestras de su sensatez con sus artículos.
Abrazos y oraciones
Me imagino que cuando se ha atrevido a proponerlo en estas circunstancias que no habrá hecho cuando no se sienta observado.
Nadie sabe nada de las tendencias sexuales del Nuncio, y si se sabe como se le deja seguir en el cargo. O la tolerancia cero con este tipo de comportamientos solo es aplicable a sacerdotes de a pie.
Soy un mal católico, pecador como el que mas, pero desde hace tiempo te tienes que abstraer de lo que es la Iglesia como institución y de ciertas maneras y comportamiento, sobre todo de sus altos representantes.
Leo sus comentarios porque me gusta saber que siguen existiendo los sacerdotes en los que se puede seguir confiando en lo que me enseñaron de pequeño. Perdóneme la forma de exponerlo pero me parece que las soluciones que han sacado en conclusión en Roma han sido puro maquillaje.
Lo que tu llamas comentarios despiadados, igual es que simplemente son una descripción de la realidad.
Es cierto que quien esta con Dios, nunca esta solo aunque este en un desierto, pero...es de primero de gestión de recursos humanos, el contacto con tus subordinados y la retroalimentación, porque somos humanos.
Habrá un sacerdote que funcione fenomenal, con el obispo cuanto mas lejos mejor. Pero si el obispo es mínimamente serio bueno y comprometido, cuanto mas cercano a sus sacerdotes mejor.
Igual es que estas tirando de ironía, y como el paisaje obispal es tan deprimente, lo que dices es que el obispo cuanto mas lejos y cuanto menos haga mejor.
No soy despiadado, pero en España sin ir mas lejos los obispos en su inmensísima mayoría, vamos el 99´9 % son como las fincas, manifiestamente mejorables. Parece que hacen un casting de ineptos o de cobardes, y el que es mas inútil o mas cobarde le nombran. No no soy despiadado, es que tengo ojos y veo. Si quieres empiezo a darte casos uno por uno, y datos, y no acabamos, pero es que entonces en vez de manifiestamente mejorables a muchos habría que llamarlos otra cosa.
La jerarquía como tu dices tiene mucho que hacer. Ciero, Justo lo contrario de lo que hace. Pierde el tiempo en cosas que o son inncesarias o son directamente inútiles, o son contraproducentes, y mientras como dice el refrán la casa sin barrer y los curas abandonados.
Cuando hice la mili oí decir a un teniente que no había malos soldados, sino malos mandos. Aquel teniente nos hacía trabajar, pero todos estábamos con el. Yo diría que no hay malos sacerdotes sino malos obispos.
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