La Sierra Norte también existe
Hoy ha sido un domingo gozoso. La llegada del verano hace que nuestros pequeños pueblos cobren algo de vida. Ayer tarde, en La Serna, asistí al inusual espectáculo de un grupo de chicos y chicas jugando en la plaza que hay delante de la iglesia. Incluso desde la casa parroquial llegué a escuchar gente que charlaba y reía.
El número de asistentes a la misa dominical se ha multiplicado. En Gascones y en La Serna, en torno a treinta personas en misa. En Braojos, bastante más, creo que en torno a sesenta. Hace ilusión incluso ver coches aparcados en las calles.
La Sierra Norte también existe, aunque muchos se piensen que Madrid acaba en la M-40 y, si acaso, en la gran corona metropolitana. Somos un total de 42 municipios, que sumamos 30.000 habitantes, entre ellos más de 20 que no superan los 300 y 10 que no llegan a los 100. Esta es nuestra realidad.
El diario ABC de hoy trata el tema. Les dejo algunos enlaces:
El «SOS» de la Sierra Norte de Madrid: un semidesierto cada vez más envejecido.
Los 37 municipios de Madrid con menos de 20 habitantes por kilómetro cuadrado. Tienen una densidad de población similar a Suecia o Finlandia.
Estos son los datos de mis tres pueblos a día de hoy:
Braojos. 208 habitantes. Densidad de 8,34 habitantes por kilómetro cuadrado. Media de edad de 41,13.
Gascones. 176 habitantes. Densidad de 8,78. Media de edad de 42.
La Serna del Monte. 73 habitantes. Densidad: 13,42. Media de edad de 47,86.
La Sierra Norte también existe. Un territorio con 42 municipios y apenas treinta mil habitantes. Pueblos que van experimentando un lento descenso de población, a la vez que sube inexorablemente la media de edad de los habitantes.
Pueblos que poco a poco han ido perdiendo todos los servicios que tuvieron. Ya no hay escuelas, salvo en los pueblos cabeceras de comarca. El médico acude dos veces por semana. En muchos casos los mismos alcaldes viven en Madrid o en otras poblaciones. Nada de comercios salvo unas baldas con productos de emergencia en el bar del pueblo. Lo que menos ha cambiado, lo que menos debe cambiar, es la presencia de la Iglesia.
Hoy está de moda, alguna vez he escrito de ello, la iglesia de las periferias, de los pobres, de los que nada tienen. No me cansaré de insistir que la periferia, el abandono, la nada, la frontera, no están hoy especialmente en las calles de Madrid con los sin techo, en la Cañada Real, en el drama de la gente sin vivienda o en los inmigrantes con una situación irregular. No tienen nada, y a la vez tienen repercusión mediática, su minuto de gloria en los noticiarios de la televisión, sus programas de Cáritas y la solidaridad de ONG sin número.
La Sierra Norte, apenas a una hora de coche de Madrid, no tiene ni eso. Y aquí también tenemos inmigrantes, y gente con necesidad, soledad, sensación de abandono. Gente que necesita una mañana entera para ir a su centro médico de referencia a hacerse unos análisis porque apenas hay un transporte público decente.
¿Y la Iglesia? Una Iglesia sencilla, unas comunidades pobres en número, que difícilmente conocerán la riqueza de unos grupos de jóvenes, chiquillos en catequesis, familias o un número mínimo se asistentes a misa. Cuántas veces he celebrado en domingo en asambleas con seis u ocho personas. Cuántos días laborables con uno, dos… o ninguno. ¿Qué queremos en un pueblo con 73 empadronados, de los cuales, en invierno, apenas llegaremos a cincuenta?
Nuestra pobreza y nuestra riqueza. En Madrid tenía todo: cientos de personas en misa, grupos, asociaciones, adoración perpetua, un economato de Cáritas, el despacho siempre abierto. Aquí, humanamente, nada. Y, sin embargo, aquí y ahora, soy el mayor privilegiado, porque Dios me ha llamado a estar con los últimos de la diócesis, tan últimos que ni en la foto salen.
Muchos compañeros sacerdotes, compañeros tremendamente sensibilizados con la causa de los últimos, se llevarían el susto de su vida si el obispo les invitara a incorporarse a la pastoral de estos pueblitos. No me extraña. En Madrid tanto lo pastoral como lo social – Cáritas- lo sacamos adelante siempre con otros. Aquí no tenemos ni otros apenas. Felices los que hemos recibido el regalo de poder servir a los últimos.
Desde La Serna, en esta tarde de domingo, solo puedo dar muchas gracias a Dios y recordarles su avemaría por nosotros. Dios se lo pague.
18 comentarios
Creo que eso es todo un síntoma de cómo anda la Iglesia oficial.
Pero bueno, esto es una página de religión y mucho me alegro que se preocupe de sus buenos feligreses, se alegre con los veraneantes, que los niños jueguen por el campo y que vaya más gente a misa. Ave, María...
Sea como fuere, es buena la revitalización de los pueblos en vías de extinción, aunque sólo sea estacionalmente. No entre en melancolía si ve que no puede hacer más de lo que hace, ni que por más que se esfuerce, la vida allí languidezca inevitablemente. Como profesional de la cosa, me permito indicarle también que esté atento a que no se multiplique el efecto de tristeza de lo que se va acabando con su propia decadencia como sacerdote y como hombre cada vez más cargado de años. Es cierto que es usted de pueblo desde sus orígenes, pero precisamente por ello recuerda mejor que nadie lo que fue y ya no es ni puede ser.
Ánimo en el Señor. Dios le quiere hacer pasar por esta experiencia, tal vez para que usted afronte la fase final de su vida (que ojalá sea tan larga como la de su casi centenaria madre) con toda serenidad y paz.
Mientras, haga lo que hace, sin sobrepujarse. No está en nosotros de forma individual, transformar la realidad por completo. Aceptarla no es poco, y muchas veces es más sencillo así que cuando te rodea gente con la que no quieres estar. Es cierto que en la capital hay de todo, pero precisamente es ese el problema: que hay de todo. Usted ya ha entrado en una dinámica de contar sólo con lo imprescindible y desechar los fuegos fatuos. Así vivido, ese entorno le puede ayudar espiritualmente en gran medida.
Que Dios se lo pague
Que Dios le bendiga D. Jorge por lo mucho que hace y lo que seguirá haciendo y que la Virgen Santísima le acompañe siempre y le de fuerzas en los posibles desalientos. Como ve Ud,. no está solo y tampoco sus parroquias y sus parroquianos.
Usted (junto a otros buenos sacerdotes, que los hay), si que es un creativo, artista pastoral de sus pueblos, porque lo que hace lo hace con amor. Y eso, amigo mío, es lo que cuenta para el Señor.
Ave Maria, gratia plena, Dominus tecum.
"LA SOLEDAD DEL ERMITAÑO ESPANTA.
PERO MÁS ESPANTOSA ES TODAVÍA,
LA SOLEDAD DE DOS EN COMPAÑÍA".-
Y de eso hay en MADRID y colaterales (como dicen los jovenes de ahora, MOGOLLÓN.-
Una vez más mi abrazo y todo mi afecto, tras haberle conocido en persona.-
PAZ Y BIEN.-
Dios te salve Maria......
La Sierra Norte tiene la suerte de tener un buen sacerdote, cuenta con pocos feligreses, pero tiene a multitud de seguidores en las redes virtuales, usted mejor que yo sabe la importancia de evangelizar en estos medios modernos, que de ninguna manera debemos desestimar.
Me gustaría visitarle, Socio seguro que disfruta muchísimo.
El Señor le bendiga y le guarde.
En fin... Aplaudo su determinación, Don Jorge. Mientras vemos el panorama, la Iglesia, impasible a éste, debe seguir llevando aliento católico y humano a estos pueblos dejados de la mano del país que construyeron.
Ave María, llena eres de gracia...
Leer esto al final del día ha sido un oasis en medio del desierto de noticias lamentables que se reciben desde el amanecer, y nos recuerda que el Dios de los ejércitos está en la Eucaristía, acudamos con fe, devoción y respeto ante su Presencia suplicando que salve a España y a toda la Hispanidad de las fauces del comunismo.
Gracias Padre, le pido que rece por todos sus lectores.
¡Ave María!
Capital, sin comillas.
Siempre las grandes empresas y las instituciones se han asentado en la Capital porque, entre otras cosas, tienen más cerca los negocios, los contactos, los ministros, al presidente y al Rey. Es de lógica.
Otra cosa es que se margine a los pueblos, que también tienen importancia y mucha. Estoy de acuerdo en que deberían mejorarse las comunicaciones y transportes de toda España, hasta que incluso el lugar más remoto sea 100% accesible, productivo y tenido en cuenta tanto en el ámbito político como en el social y religioso.
En el Siglo XXI las infraestructuras, viviendas, negocios, transportes, burocracia, vida social y crecimiento de los pueblos no debería de envidiar a ninguna Ciudad.
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