Frases solemnes rellenas de nada (III): Hay que vivir el presente
Es de esas frases que suenan magníficamente bien, que parece que responden al máximo de sensatez vital y madurez equilibrada, y que vamos repitiendo sin acabar de saber muy bien lo que decimos. Siento discrepar. Porque no sólo me parece una frase engañosa, sino además imposible y de un maquiavelismo solapado que asusta.
A un servidor le parece que es una frase terrible que supone no responsabilizarse del pasado ni comprometerse en el futuro. Vivamos el ahora mismo. “Comamos y bebamos que mañana moriremos”. No hay nada más terrible que esto.
Me ha salido una entrada larga. Mis disculpas.
¿Pasar del pasado?”
La historia se estudia por algo. No es sólo descripción caprichosa de algo que pasó. La historia cuenta qué pasó, por qué pasó y qué consecuencias tuvo. Estudiar la revolución francesa no es sólo el 14 de julio y la toma de la Bastilla. Es conocer los antecedentes, por qué se llegó ahí y qué consecuencias tuvo para Francia y para el mundo. De ese estudio se sacan conclusiones para el futuro, como debe ser.
Lo mismo ocurre con la vida de cada cual. Nuestras vidas están marcadas por decisiones y acontecimientos. Unas erradas, otras pleno acierto. Pues es bueno volver al pasado. Ya sabemos que no se pueden cambiar los acontecimientos, pero sí analizar lo que pasó, por qué, cómo y qué consecuencias tuvo. Y desde ahí aprender para el futuro. Eso se llama “revisión de vida”, “examen de conciencia” o como quiera cada cual. Es molesto, lo sé por propia experiencia.
Imaginemos una pareja en la que ha habido un problema de infidelidad. Lo maduro no es decir que como ya ha pasado no tiene importancia y que no merece la pena hablar de ello. Lo maduro es sentarse, hablar, analizar qué ha pasado y por qué, y asumir cada cual sus responsabilidades. Evidentemente a quien menos le apetece hablar es al más culpable. Normal. Y supongo que diría que lo importantes es vivir el momento presente. Pues sí, pero malamente viviremos el presente si no está bien clarificado el pasado.
Claro que importa el pasado, y mucho. Por eso se manipula tanto la historia, la universal, la de España y la de nuestro día a día. Y sin embargo no se puede vivir el presente, y mucho menos pensar en el futuro, si el pasado no quedó resuelto.
Cargarse el pasado es fantástico. Si no hay pasado, si no importa, no hay responsabilidades que asumir. Ni necesidad de hacer penitencia por los pecados, ni de pedir perdón, ni de arrepentirse de nada. Fabuloso. Tampoco hay que dar explicaciones de nada ni a nadie. Lo pasado, pasado. Vivamos el presente. Si no hay pasado, si no debe importarnos, fuera jueces y tribunales, abajo cárceles, lo pasado ya pasó.
Si no hay pasado no puede comprenderse el hoy y mucho menos juzgarlo. Vemos dos personas. Una que vive de manera acomodada. La otra en la miseria. Rápido decimos que no es justo. ¿Sabemos el pasado de esas dos personas? Porque pudiera suceder que el que lleva una vida acomodada haya trabajado y ahorrado toda su vida para gozar de una cierta tranquilidad pecuniaria, y el otro lleve toda la vida de vago y de taberna en taberna. O al revés. Que el rico ha sido un ladrón que expolió al pobre. Pero para distinguir hay que saber el pasado.
Hablar del pasado es duro, sobre todo de ciertas cosas del pasado. Aceptar que nos hemos equivocado, que no nos hemos portado bien con algunas personas, que hemos hecho daño, que nos hemos cargado la propia vida con decisiones equivocadas cuesta mucho. Reconocerlo y además pedir perdón por el daño hecho es aún más duro. Reconocernos incapaces de hacerlo durísimo. Por eso es genial eso de vivir el presente. Se acabaron los problemas.
Para un cristiano es más que claro. Por eso la iglesia recomienda, ha recomendado, siguiendo la Escritura y al mismo Jesús, la necesidad de la penitencia por los pecados –pasados, evidentemente-. Pero si no hay pasado… pues ni pedir perdón, ni confesión, ni penitencia, ni dar explicaciones… Es fantástico. Pero tan superficial, tan inmaduro…
Por eso decía al principio que esa frase tan bonita de “vivir el presente” puede encerrar el maquiavelismo de no querer responsabilizarse cada uno de su propio pasado. Y eso no es bueno. Eso es terrible.
Lo de vivir sin pensar en el futuro no es que sea una insensatez, sino que es directamente imposible.
Toda la literatura, tanto religiosa como profana, considera sensato al hombre previsor, al que piensa en el día de mañana. Necio, por el contrario, a quien no lo hace. Pensemos por ejemplo en la fábula de la cigarra y la hormiga. Pensemos en el evangelio. En todas las culturas se considera sabio al hombre previsor, necio al que no piensa en el futuro. Ese “comamos y bebamos (hoy) que mañana moriremos es la frase clave. En definitiva, vivamos el ahora, que el después quien sabe. Periandro, uno de los siete sabios de Grecia, decía: “sé previsor con todas las cosas”.
Lo curioso es que mientras hablamos así, constantemente tomamos opciones de futuro: votamos en las elecciones, cotizamos a la seguridad social para asegurar una pensión, tenemos seguro de casa y automóvil, nos ponemos la vacuna de la gripe, controlamos el colesterol… y hasta hacemos la compra de la semana. Eso son opciones de previsión de futuro.
Y podemos seguir con muchas más cosas. Cada contrato: laboral, de alquiler, de prestación de servicios, habla de lo que vendrá. Una pareja habla de su futuro, y malo si no lo hace: estamos bien y ya veremos. La gente va asumiendo compromisos, temporales o de por vida, compromisos que hablan de futuro.
Despreciar el futuro en aras de gozar del presente es simplemente una forma de hablar. Vivamos el presente. Perfecto. ¿Tienes seguro del hogar, del automóvil, cotizas a la seguridad social, haces revisiones médicas…? Pues ya sabes. Deja todo eso porque lo que importa es el aquí y ahora.
Negarse a mirar al futuro puede ser incluso una forma muy sibilina de eludir todo compromiso personal. ¿Nos casamos? Vivamos el presente. Fantástico. ¿Nos planteamos algún proyecto? Vivamos el presente. ¿Nos vemos mañana? Quién sabe… lo importante es el presente.
Negarse a mirar al futuro es jugar al avestruz. No hay futuro. No hay juicio. No hay infierno. No hay cielo. Avestruz.
Cuando sólo miramos el ahora mismo, y despreciamos las consecuencias futuras de nuestros actos, es cuando más abundantemente “metemos la pata”. ¿Pero es que no pensaste en? No… no se me ocurrió. Esa es la diferencia entre el sabio y el necio. El sabio mira más allá del momento, el necio se queda en el aquí y ahora. Luego pasa lo que pasa.
Por eso decía que eso de “vivir el momento presente” es una forma sibilina, maquiavélica, de no responsabilizarse del pasado ni comprometerse con el futuro. Pero además una engañifa. Porque el mismo que dice eso vota en las elecciones, tiene seguros varios, contrato de trabajo y cotiza para garantizarse una pensión en el futuro.
Claro que hay que vivir en el presente. Pero sabiendo que el presente es hijo de un pasado que ahí quedó y que nuestro presente lo vamos construyendo con la mirada puesta en el futuro. Pero claro, es un gran invento eso de “vivir el momento presente”, porque del pasado no tengo ni que pedir perdón ni que dar explicaciones y como el futuro nadie sabe, pues tampoco hago planes ni me comprometo a nada.
Pues nada, a por ello. Por cierto, ¿se va a dar de baja en los seguros? No ¿verdad? Ya me parecía a mí…
22 comentarios
Y según mi cuenta esta es la tercera frase solemne rellena de nada: 1.- Amigo de sus amigos 2.- Fiel a sí mismo. Muy buena esta sección! Y el blog también!
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Jorge:
Pues tiene toda la razón...
A mi la Providencia me ha dado oportunidades que, a primera vista, parecían desgracias, y de hecho lo fueron en los primeros tiempos, pero que vistas con posterioridad resultaron ser lo que más me convenía.
No siempre la Providencia actúa en el presente, puede actuar en el futuro y, si uno no sabe verlo, se equivoca irremediablemente.
Yo he salido de bastantes apuros a base de educación católica, sentido común y confianza en la Providencia, pero no inminentemente. Nada de "carpe diem", que es una expresión del poeta Horacio y Horacio era pagano. El que se enfrente a un proyecto cuyo final no conoce no puede guiarse por ese pensamiento.
1) Yo tuve que renunciar a los bonitos pisos de la constructora que me compró la casa porque mi madre necesitaba un hogar de inmediato, y los bonitos pisos tardarían como mínimo tres años. Solución inmediata.
2) Yo me comprometí a cuidar de mi madre mientras viviera y vivió diez años más. Solución a largo plazo.
En ambos casos la Providencia me ayudó porque encontré con rapidez la casa que necesitaba y porque Dios me permitió cuidar de mi madre hasta que murió.
Totalmente de acuerdo con el Padre Jorge de hacer planes para el futuro hay que hacerlos, pero también tenemos que recordar que las disminuciones vendrán en el futuro. Creo recordar un aforismo oriental (más o menos) que dice del hombre occidental al principio utiliza la salud para ganar dinero y al final pierde el dinero para recuperar la salud.
El refranero español que es muy sabio nos recuerda que en el tiempo presente "a lo hecho, pecho" que no sé si de alguna manera tiene relación con la expresión "hay que vivir el presente".
Presente menos pasado menos futuro, igual: Infantilismo separatista.
Presente mas pasado menos futuro, igual: Melancolía.
Presente menos pasado mas "futuro", igual : Comunismo podemita.
Pasado mas presente mas futuro, igual : Catolicismo.
Pasado a secas, igual : Colgao.
Futuro a secas, igual : Colgao.
Presente a secas, igual: Jilipoyuá.
(He querido escribirlo con signos matemáticos, pero no los encuentro en el teclado nuevo y abreviado, jolín)
¿Qué provecho saca quien trabaja de tanto afanarse? He visto la tarea que Dios ha impuesto al género humano para abrumarlo con ella. Dios hizo todo hermoso en su momento, y puso en la mente humana el sentido del tiempo, aun cuando el hombre no alcanza a comprender la obra que Dios realiza de principio a fin. (Eclesiastés 3,9-11)
Amén
Hablando de dichos sin sentido hay un destrabalenguas (diálogo) muy antiguo que dice: a. No me diga...b. Si le digo....c. Qué me dice.....d. Qué le digo......e. Le digo que no me diga.....
Y OLÉ
Merece la pena repasar el capítulo completo de Propósitos, escrito por alguien nada sospechoso de no pensar en el futuro ni de no hacer examen de conciencia.
A mi entender, no es tan drástico ese desprecio al presente, que es lo único que tenemos, y no podemos escudarnos ni en el pasado ni en el futuro para dejar de vivir correctamente cada momento presente, que es lo único que tenemos.
¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida?
¿Por qué os agobiáis por el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan. Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos. Pues, si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe? No andéis agobiados, pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Los gentiles se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre del cielo que tenéis necesidad de todo eso.
A. Burgess, escritor, compositor, bebedor y deficiente católico inglés.
Creo que se ha ido a un caso extremo, como es olvidarse exclusivamente del pasado sin sacar conclusiones del mismo que puedan ayudar a no repetir errores. La necedad de hacer esto es indiscutible. Sin embargo, también nos podemos ir a otro caso extremo, como es el de aquellas personas incapaces de dejar atrás su pasado debido a algún problema espiritual o psicológico. Para estas personas la frase "hay que vivir el presente" es un buen consejo.
Me parece que la frase que ha elegido hoy, a diferencia de las anteriores, no es en si misma una memez sino que su validez depende enormemente del contexto.
Un saludo
"Mi hijo no es creyente Ha dejado a su mujer y a los hijos y vive com una pareja pero lo importante es que sea buena persona"
El pasado es la inquisicion el franquismo, la caspa, la sopa avecrem de la abuela que the quema la lengua. El pasado es el IFone 1 y ya vamos por el IFone 10. Como vamos a perder el tiempo con esas cosas? Lo que importa es el presente. Un presente solidario y de paz que nos configura con una solidaridad planetaria y ecológica de paz y de conciliación, de diálogo y de paz. Bueno paz no que ya lo he dicho.
Es ese presente que construye un futuro donde el migrante se siente a salvo compartiendo nuestro pan y si hace falta, el coche y la hija. Acerquémonos al otro, al diferente al marginado con una mirada transformadora, para construir ese presente que anuncia futuro, que construye puentes de diálogo, que no va para acá sino para allá, que se abre y rompe barreras y es incluyente de las periferias y los descartados y que hace lio, que crea y difunde el espiritu solidario y transformador de identidades plurales y diversas.
Digo yo que:
Del mal vivir avergonzado mientras no es arrepentido y reparado, no es cosa de ingesta pasada sino de un presente mal digerido.
Limpie pues el racional su pasado y tendrá via libre a ese futuro, siempre, tan querido y codiciado.
Vamos don Jorge admitirá usted que me ha salido bien la cosa
Vive con la seguridad de que "la buena idea" te la dará en su momento indicado, y de que "la buena accion" la harás en el momento to perfecto. Porque Dios no falla, ni se tarda, las soluciones a los problemas llegan más fácil cuando hay tranquilidad
Dios es la luz, y nuestra duda es el humo que ponemos delante. Y las cosas malas que nos imaginamos son el verdadero diablo
Cualquier pensamiento que tengamos fue creado por nuestro creador, para confundirnos en nuestro propio juego, y mientras neguemos a Dios nos negamos a nosotros mismos.
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