El gozo de leer libros de solera
Desgraciadamente no tengo muchos, aunque sí algunos ejemplares curiosos e interesantes que llegaron a mis manos de unos viejos amigos que me los quisieron donar.
Suelo pasar la mañana de los miércoles en mi pueblo natal. Allá tengo la mayor parte de mi elemental biblioteca y es cuando de verdad pudo disfrutar de libros, papeles, recuerdos, documentos… Que no todo va a ser pasear a Socio, que también.
Muchos días aprovecho para tomar entre mis manos uno de los tomos del Año Cristiano de Croisset, una edición de 1818, que es una belleza. Una encuadernación en piel suave al tacto, amable. Ese papel de siglos. Los textos. Emocionante.
Ayer estuve leyendo la vida de San Francisco de Asís, era el día. Una belleza acudir a un castellano rancio, reencontrar la x tomando el lugar de la j, ya saben: exercicio de virtudes… Tengo vicio con ese Año Cristiano, que después se completó con unas reflexiones dominicales que no tienen precio.
Otro libro que leo mucho es el “Tesoro del sacerdote”, del P. Mach, en una edición creo que de 1863. Un auténtico tratado de espiritualidad sacerdotal y de vida pastoral que sigue siendo válido en muchas de sus consideraciones. Piel, con sus títulos en oro, adornado, cuidado. No me digan que no es una belleza.
Seguro que recuerdan eso de que un lo que desea es viejos amigos con quienes hablar, viejos libros para leer y viejos vinos para beber. Ya saben que servidor es internauta, tecnológico, amigo de teléfonos inteligentes, tables, e-books y ordenador. Pero les digo que allá en el pueblo, en la comodidad de mi cuartito de estar y la mesa camilla o el frescor del patio cuando el tiempo lo permite, tomar uno de esos viejos libros, abrirlo con respeto y devoción, pensar en las manos que lo abrieron antes que tú, los ojos que se deleitaron y el espíritu que se nutrió de sus enseñanzas, leer despacio sus páginas, es todo un regalo de Dios.
18 comentarios
"¡Qué descansada vida
la del que huye del mundanal ruido,
y sigue la escondida
senda, por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido... !".
Leer, meditar, aprender a conocer la sabiduría por medio del pensamiento y las obras de quienes nos han precedido, a parte de llenar el espíritu y de apagar por un momento el ruido y encender la soledad (aunque parezca una contradicción en este mundo) de nuestros actuales ámbitos de vida, hace renacer la confianza en el hombre y sobre todo, si uno sabe buscarlo, encontrarse con el Creador. Si Dios está en todas partes, en el silencio, y sin interrupciones, es más fácil encontrarle.
Que Él y la Virgen Santísima le animen y le ayuden para, como decía S. José María Rubio, "el apóstol de Madrid ": «Hacer lo que Dios quiere y querer lo que Dios hace».
Decía el rey Alfonso X el Sabio: «Quemad viejos leños, leed viejos libros, bebed viejos vinos, tened viejos amigos». Espero tener algún día la ocasión de quemar unos viejos troncos en la chimenea, para que pueda Vd. leer alguno de mis viejos libros, mientras acompaña a este su ya viejo amigo con un buen viejo vino. Saludos.
El placer que supone leer un libro antiguo con su firme impresión, su particular olor, su excelente encuadernación, sus notas manuscritas por manos que se convirtieron en polvo hace décadas o siglos, es difícil de explicar; sólo se puede sentir.
Tengo los libros que ha mencionado, y como curiosidad, le informo de que mi edición del "Tesoro" (del español José Mach nacido en la región catalana, cosa que él nunca tuvo ninguna duda) es de 1898 cuando iba ¡Por la 12ª edición!
Algo ha cambiado España desde entonces.
Todos tenemos tiempo suficiente; lo que pasa es que no lo empleamos bien. Por muchas tareas que tengamos, si dejamos de leer buenos libros estamos perdidos.
Sus aritméticas que no le cuadran, el Espíritu las casa a la perfección, otorgando a los que a Él se entregan tanto eficacia como solaz y enriquecimiento.
Pues será casualidad, pero cada vez que subo a Madrid intento pasar por la Iglesia de D. Jorge. y siempre me lo he encontrado al pie del cañon confesando. Será casualidad.
archive.org/details/7AnoCristianoJulioPadreJuanCroisset
con pocos, pero doctos libros juntos,
vivo en conversación con los difuntos,
y escucho con mis ojos a los muertos.
¡ENHORABUENA !
Saludos cordiales, ya sabes...
,
Pues puede darse un paseito por la "feria del libro viejo" que está todos estos días en el paseo de Recoletos.
Hay verdaderas joyas a precios muy buenos.
Un abrazo,
Tampoco a mi me cuadran las matemáticas del P.Jorge. A despecho de alistarme al bando de los fariseos, contaré mi jornada: Alarma a las 4,30 de la mañana; cuarto de aseo hasta las 5 h (horario cisterciense), oficio divino, laudes, meditacion, lectura espiritual y lo que caiga hasta el desayuno (frugal por supuesto). La mañana la paso como voluntario en diversas obras de tipo social. Rezo de la horas Sexta antes de la comida un ligero paseo y una hora de siesta antes de abrir de nuevo el DIURNAL para la Hora NONA (no soy del Cister, simple laico).Por la tarde siempre te cae alguna actividad parroquial o de otra indole hasta pasadas las 7 h que unido a mi mujer rezamos las Visperas, el Roario y la Santa Misa. La preceptiva cena y un rato de expansión paseando, viendo el Telediario y algunas noticias para estar al día y luego llevarlas a la oración hasta pasadas las 11 que libro en mano llamo al sueño que me recoge en su regazo casi de un tirón hasta las proximas 5 horas.¿queda claro? Esto en jornada normal en la extraordinaria ni contar
y escucho con mis ojos a los muertos"
Me ha encantado porque las personas tradicionales solemos conversar mucho con los muertos. Mi madre solía decirme que yo tenía tal número de amigos en la Gloria de Dios Padre que allí estarían esperándome, desde San Nicolás Owen, el hermano lego que construía los escondrijos para los sacerdotes-priest holes-en la Inglaterra Tudor y que quedó contrahecho por las posturas que tenía que adoptar para poder construirlos, hasta el P. Alfred Delp, al que ahorcaron los nazis. No son santos o personas ejemplares muy comunes pero a eso me dediqué mientras cuidaba a mi madre enferma y encontré muchísimos. ¡Hay gente p´a to, dijo con razón el torero!
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