Víspera de Corpus
Aún tengo el olor metido en las entrañas. Tomé posesiónde las parroquias de Guadalix de la Sierra y Navalafuente justo en la víspera del Corpus. Según la costumbre del lugar, la tarde anterior habían llenado toda la iglesia de cantueso. Olor a Corpus, a procesión, a víspera de algo grande.
Hoy es día de preparativos en la parroquia. Mañana es el Corpus, y, entre otras cosas, misa solemne a las 13 h. y procesión con el Santísimo a continuación hasta la plaza principal de Tres Olivos. Es Dios que a cuerpo se echa a la calle, como cantaba Carlos Cano.
En esta víspera de Corpus, de candelabros lucientes, flores desbordadas y olor a cantueso, les dejo una preciosa canción de Carlos Cano: “Copla de seises". Realmente hermosa. Dios en la calle:
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Mañana espero con gran alegría ver elevarse la Custodia en la plaza central de la Villa mientras cantamos el Tantum Ergo. ¡Gloria a Dios!
Esta Fiesta me hace sentir que la Barca de Pedro zozobrará por las tempestades pero siempre estará a flote,
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Jorge:
En el pueblo me enseñaron otra cosa:
Tres días hay en el año
que relucen más que el sol:
la matanza, el esquileo,
y el día de la función.
Bonita canción, sí, señor. Y buen cantante Carlos Cano. Gracias por compartirla, D. Jorge.
de Antonio y Carlos Murciano
Todo fue así, tu voz, tu dulce aliento
sobre un trozo de pan que bendijiste,
que en humildad partiste y repartiste
haciendo despedida y testamento.
«Así mi cuerpo os doy en alimento…»
¡Qué prodigio de amor! Porque quisiste,
diste tu carne al pan y te nos diste
Dios, en el trigo para sacramento.
Y te quedaste aquí, patena viva,
virgen alondra que le nace al alba
de vuelo siempre y sin cesar cautiva.
Hostia de nieve, nube, nardo, fuente,
gota de luna que ilumina y salva.
Y todo ocurrió así, sencillamente.
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Sencillamente, como el ave cuando
inaugura, de un vuelo, la mañana;
sencillamente, como la fontana
canta en la roca, agua de luz manando;
sencillamente, como cuando ando,
como cuando Tú andabas la besana,
cuando calmabas sed samaritana,
cuando te nos morías perdonando.
Sencillamente. Hora de paz. ¡Qué leves
tus manos para el pan, para el amigo!
cena de doce y Dios. Noche de Jueves.
Y era en Jerusalén la primavera.
Y era blanco milagro ya aquel trigo.
Sencillamente: «Este es mi cuerpo». Y era.
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Que viene por la calle Dios, que viene
como de espuma o pluma o nieve ilesa;
tan azucenamente pisa y pesa
que sólo un soplo de aire le sostiene.
Otro milagro, ¿ves? El, que no tiene
ni tamaño ni límites, no cesa
nunca de recrearnos la sorpresa
y ahora en un aro de aire se contiene.
Se le rinde el romero y se arrodilla;
se le dobla la palma ondulante;
las torres en tropel, campaneando.
Dobla también y rinde tu rodilla,
hombre, que viene Cristo caminante
-poco de pan, copo de pan- pasando.
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