Cuando no hay respuesta a las convocatorias ¿de quién es la culpa?
Desde luego la gente no tiene la culpa. O al menos, toda la culpa.
Los curas, ante nuestras limitaciones pastorales, solemos escudarnos en un indefinido “es que la gente…” Preparamos charlas cuaresmales, invitamos a actos de piedad, convocamos encuentros y nada. Nada de nada. Y volvemos a lo de siempre: “es que la gente…”
Me pasa en la parroquia, la respuesta es justa. Bueno, no. Justa en algunas cosas y generosísima en otras, por ejemplo, en la adoración perpetua. Dicho esto, me hago algunas reflexiones de por qué la gente responde o no.
En primer lugar, para que haya respuesta en cosas especiales, hay que partir de otras realidades, la principal una atención básica en despacho, misas y confesiones. Difícilmente nos va a venir gente si no saben siquiera cuándo está abierta la parroquia.
Pensar muy en serio no tanto lo que la gente quiere, sino lo que de verdad necesita. No se trata de reunir, juntar, convocar buscando lo que apetece, sino de ofrecer elementos serios de vida cristiana. Lo tenemos visto en la parroquia con la capilla de adoración perpetua.
Cargar lo justito con cosas extraordinarias. No podemos pretender que acudan el lunes a la charla de, el jueves a la oración X, el sábado al encuentro de Y, y el domingo a misa. Más aún, cuando a estas cosas muchos de los convocados son los mismos. Por ejemplo, el catequista Fulanito convocado al retiro parroquial, al encuentro diocesano de catequistas, a la reunión del consejo, a las charlas cuaresmales y a sus reuniones de catequistas parroquiales. Lo extraordinario, poquito…
Hay que estar atentos a días y horas. Por ejemplo, familias con niños no están disponibles a partir de las 20 h, por baños y cenas. No nos empeñemos en reunir padres con niños pequeños a las 20 h. Que no. Ni echemos la culpa a la gente de que no venga a un retiro el sábado de ramos, cuando muchos están preparando la salida para unos días con la familia.
Difícilmente acudirán a algo especial, con el esfuerzo que eso supone, si no es para cosa que realmente merezca la pena. Pretender una concurrencia masiva con el atrayente título de conocernos y ver qué hacemos, no es nada sencillo. Otra cosa es un ponente muy conocido y de fama, un tema especialmente atrayente o una nueva actividad parroquial que realmente suscite especial interés. No merece la pena llamar a la gente para encontrarse con el párroco por si quieren preguntar sobre cuestiones concretas de la vida parroquial.
La gente viene o no viene. Es cosa suya. Saber convocar con un por qué y una comodidad de horarios, nuestra.
Pequeños apuntes desde la experiencia de un servidor:
- Un funcionamiento básico de la vida parroquial.
- Pocas convocatorias especiales, las menos posibles.
- Cuestiones de primerísimo orden, por supuesto evangelizadoras.
- Horarios cuidados hasta el límite.
Con esto, no mucha gente. Sin esto, mejor nos olvidamos.
26 comentarios
- El despacho se abre dos días a la semana de 19:30 a 20:30.
- Encontrar un confesor es una odisea.
- Cuando termina la misa a los 5 minutos el sacerdote ya está cerrando el templo y casi literalmente empieza a echar a la gente.
- Cuando acude un pobre o alguien con alguna necesidad se le dice "vuelva en horario de atención de Caritas". No me invento nada, lo vi literalmente.
y querer que la gente acuda a los eventos que se organizan en la parroquia, sobre todo cuando por desgracia muchas parroquias organizan charlas o eventos cursis y chupiguays cuando no tipo new age.
Si una parroquia (o párroco) inculca a sus feligreses la cultura de sacerdotes poco disponibles y parroquia semicerrada, sencillamente los feligreses no irán a cualquier cosa que se organice... y si para colmo no hay calidad en el evento pues el vacío será absoluto.
Un saludo.
También: pasado miércoles de ceniza. Parroquia con párroco y coadjutor.
Veinte minutos antes de la misa y los 4 confesionarios sin que nadie los atendiera. El párroco se ha acostumbrado que para confesar hay que ir a buscarlo a su despacho y si viene bien, se podrá confesar.
Ahora que en Roma parece que están con inventos... ¿ no se podría inventar el cargo de feligrés-confesor ? lo digo porque el cargo de cura-confesor está altamente en extinción.
¿ Pero cómo coñ* va a empezar la feligresía santamente la cuaresma si no tiene ni la oportunidad de confesar ? Ese día salí de misa echando pestes de...
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Jorge:
La gente sabe muy bien a dónde acude.
Si tienes suerte, en algunas Parroquias pillas a alguno15min. antes de la misa, lo normal es ir a su caza y captura y si tienes suerte y no está muy ocupado, te confiesa. Qué tiempos aquellos, cuando yo era jóven en los que entrabas a hacer una visita y veías a un sacerdote en el confesionario leyendo un libro o rezando con la luz encendida hasta que se acercaba alguien dispuesto a confesarse. Ya sé que estáis muy ocupados pero un horario de confesiones en la puerta y en internet para la gente que no es de la Parroquia sería ideal. Sigo soñando con que eso llegue algún día.
Ser cristiano empieza por convertirse a Dios. Ser católicos empieza por bautizarse de pequeños y así nos va que luego nadie insiste en enseñar que Dios es primero que todas las cosas. Hay tiempo para pasar en la tele viendo fútbol y fútbol, pero dejar algo, cualquier cosita, por amor de Dios...
No estoy diciendo una tontería, en otras religiones hay actitudes de compromiso y cumplimiento, la Iglesia católica es tan, tan, permisiva que nada importa demasiado, ni Dios, que ni se le ve ni parece que existe, los niños prefieren a Papa Noel que les hace regalillos, y los mayores su conveniencia más inmediata...
Hablo de mucha gente, no una minoría, la minoría minoritaria es la que tiene fe.
La predicación está muy descuidada y la fe entra por oír la verdad del evangelio, no esas pláticas descafeinadas que ni comunican ni comparten a Cristo. Compartir el evangelio tal cual, explicandolo con fe y con experiencia de vida en el, señalando a la gente como, por donde y con quien se va al encuentro del Padre...
En la parroquia se debería seguir un plan para que los asistentes a misa se llevarán una enseñanza concreta y la manera de integrarla en su vida. Algo como se hace con la Lectio Divina. Animar a la conversión es a lo que vino Jesucristo y es la tarea más necesaria y principal
528 § 1. El párroco está obligado a procurar que la palabra de Dios se anuncie en su integridad a quienes viven en la parroquia; cuide por tanto de que los fieles laicos sean adoctrinados en las verdades de la fe, sobre todo mediante la homilía, que ha de hacerse los domingos y fiestas de precepto, y la formación catequética; ha de fomentar las iniciativas con las que se promueva el espíritu evangélico, también por lo que se refiere a la justicia social; debe procurar de manera particular la formación católica de los niños y de los jóvenes y esforzarse con todos los medios posibles, también con la colaboración de los fieles, para que el mensaje evangélico llegue igualmente a quienes hayan dejado de practicar o no profesen la verdadera fe.
§ 2. Esfuércese el párroco para que la santísima Eucaristía sea el centro de la comunidad parroquial de fieles; trabaje para que los fieles se alimenten con la celebración piadosa de los sacramentos, de modo peculiar con la recepción frecuente de la santísima Eucaristía y de la penitencia; procure moverles a la oración, también en el seno de las familias, y a la participación consciente y activa en la sagrada liturgia, que, bajo la autoridad del Obispo diocesano, debe moderar el párroco en su parroquia, con la obligación de vigilar para que no se introduzcan abusos.
529 § 1. Para cumplir diligentemente su función pastoral, procure el párroco conocer a los fieles que se le encomiendan; para ello, visitará las familias, participando de modo particular en las preocupaciones, angustias y dolor de los fieles por el fallecimiento de seres queridos, consolándoles en el Señor y corrigiéndoles prudentemente si se apartan de la buena conducta; ha de ayudar con pródiga caridad a los enfermos, especialmente a los moribundos, fortaleciéndoles solícitamente con la administración de los sacramentos y encomendando su alma a Dios; debe dedicarse con particular diligencia a los pobres, a los afligidos, a quienes se encuentran solos, a los emigrantes o que sufren especiales dificultades; y ha de poner también los medios para que los cónyuges y padres sean ayudados en el cumplimiento de sus propios deberes y se fomente la vida cristiana en el seno de las familias.
§ 2. Reconozca y promueva el párroco la función propia que compete a los fieles laicos en la misión de la Iglesia, fomentando sus asociaciones para fines religiosos. Coopere con el Obispo propio y con el presbiterio diocesano, esforzándose también para que los fieles vivan la comunión parroquial y se sientan a la vez miembros de la diócesis y de la Iglesia universal, y tomen parte en las iniciativas que miren a fomentar esa comunión y la consoliden.
Y Olé............
con ustedes. Hoy día confesarse es difícil. Por supuesto, cualquiera puede ir al despacho parroquial... ¡Pero yo quiero ir a confesarme, no ha darle una excusa al párroco para que se ausente, y pasar vergüenza!
Por suerte hoy día contamos con Internet: en páginas como www.misas.org o en la página diocesana, suelen poner información sobre horarios. De todas formas, si pone: "Confesión: 30 minutos antes de Misa o pidiéndolo en el despacho", lo más probable es que ni haya confesionario. Lo digo por experiencia. Las más "fiables" son las que tienen "turnos largos", como "de 10 a 13". Esas no suelen fallar.
Mucho ánimo, y no cedamos a estas personas, que se autodenominan católicas, pero que luego entorpecen el acceso a una cosa tan necesaria para un católico, como es el sacramento de la reconciliación.
Pienso sinceramente que todo va a depender del tiempo y las ganas que les dediquemos a los niños.Hay que darle la vuelta a esto.Rezar por los catequistas y pedir al Espíritu Santo que nos inspire para llegar a los corazones de los niños.
En cuanto a encontrar confesores disponibles tal vez los de las pequeñas poblaciones tengan una mayor disponibilidad.Yo no he tenido nunca problemas en ese aspecto.Sólo una vez en que le pedí confesión al párroco antes de la misa y me dijo que no había tiempo pero insistí diciéndole que si no, no podría comulgar.Entonces me confesó.
En la Iglesia de la Exaltación de la Santa Cruz, regentada por el Opus Dei, tambien cuesta cada vez mas, a pesar de que en teoria cuenta con amplios horarios de confesion. A veces, cuando debería haber tres curas confesando, solo hay uno, y con alta ocupación.
Entiendo que su artículo aplica a las parroquias de las grandes ciudades en las que hay varios curas flotantes alrededor del párroco y éste muy próximo al vicario y al obispo para hacer lo que quiere la jerarquia y sin pensar en lo que sus feligreses necesitan.
Todo el año se compone de 365 Días del Semianrio para que las parroquias rurales puedan tener vida como antaño.
In Domino.
NB: Un artículo, el de hoy, con entrelíneas igual a otro suyo anterior directo a quienes les tocaba.
Los horarios de despacho en muchas parroquias son dos veces por semana por lo que tampoco se puede siempre ir y buscar al párroco en el despacho. Yo me armo de paciencia y a veces he tenido que ir a varias parroquias para conseguirlo.
Es verdad que hay que cuidar a los niños y adolescentes pero los adultos también nos terminamos cansando con lo que hay hoy en la Iglesia, yo era de misa diaria y ahora voy los domingos porque hay obligación, me cansa lo que veo y tras muchas decepciones mi idealismo se ha desvanecido, pero eso no se arregla con charlas sino con un testimonio coherente en quienes tienen cargos en la Iglesia y ahora eso deja mucho que desear, hay honrosas excepciones como el P. Jorge pero cuanto más alto miras, peor.
En cuanto a las confesiones y por ceñirme a algo concreto, la confesión en el despacho parroquial, será muy cómodo para los confesores, pero distrae, no ayuda a "crear la atmósfera adecuada", y entorpece sobremanera, pues entre que algún o alguna parroquiana interrumpe con "cosas fundamentales" que no admiten demoras ni tan siquiera de diez minutos, porque los susodichos o susodichas, tienen algo importantísimo que hacer, que no puede esperar, y total "el cura está en su despacho", y siguiendo por las llamadas al móvil o al fijo, que al menos a mi, en alguna ocasión, me han hecho pecar, pues me he acordado de la madre de sir Alexander Graham Bell y no precisamente para alabar a su hijo.
Cada cosa en su lugar y un lugar para cada cosa. Si hay confesionario aunque parezca un lugar "siniestro" al decir de algunos, allí en el, por lo menos hay ¡silencio...! al que ahora parece que le tenemos miedo, ayuda al recogimiento, a que la intimidad con Dios en presencia del sacerdote genere esa voluntad necesaria de ponerse a bien con el propio Dios y con los hombres, favorece esa "salida del pecado", permite el arrepentimiento pleno y sin interrupciones. A lo mejor se me queda algo en el tintero, pero los beneficios fundamentales son evidentes. Ojalá y los sacerdotes se den cuenta de estas cosas, la soledad del confesionario es aparente, pues allí está Dios y con Él basta, ¡qué mas queremos!.
-Creo que es bueno que en las parroquias haya un abanico amplio de actividades de todo tipo: formativas, charlas, retiros etc......pero evidentemente no todo el mundo debe y puede puede estar en todo. Y eso hay que asumirlo con realismo y tenerlo claro.
-La misión de los laicos no es estar permanentemente metido en la parroquia haciendo labores intraeclesiales sino hacer presente el Reino de Dios en el mundo secular: familia, trabajo, ocio, cultura, vida social, etc.
-Cada uno deberá saber con honestidad que es lo que Dios le pide (vocación). No todo vale para todos y no todos tienen que estar en todo. Lo que tendrá que hacer la parroquia y su pastoral es orientar a los fieles en ese sentido. La cuestión no es en cuantos "tinglados" te vas a meter, sino que es lo que Dios quiere de tí realmente.
En lineas generales así veo esto.
No puede ser que la parroquia apenas pueda diferenciarse de otros ámbitos de nuestra vida. No digo que deban convertirse en monasterios, sino que se viva, se respire un ambiente verdaderamente distinto. Quiza yo sea muy exigente o muy "sensible", pero lo cierto es que si alguien que está alejado o no muy cercano a la Iglesia se introduce en los ambientes parroquiales, lo más seguro es que no se implique. La gente no es tonta: donde se respira verdad, acude; por eso nunca falla la adoración perpetua. Don Jorge, la gente que en verdad quiere acercarse a una parroquia (no simplemente el que quiere celebrar algo, aunque sea su propia boda) va buscando a Dios. Y lo que encuentra es una humanidad, por decirlo con elegancia, que no es muy distinta a la que podemos encontrar en otros ambientes.
No hay más que ir a cualquier encuentro de este cariz para encontrar a más de uno (o de unos) encantados de dejar una y otra vez a los niños con los abuelos o con el cónyuge o -si no hay más remedio- en la guardería del encuentro. Y la semana que viene, nos vemos en el siguiente.
A veces uno piensa si con muchas de esas convocatorias la Iglesia está verdaderamente propiciando una verdadera evangelización, o en realidad para algunos no se trata más que de "facilitar una adecuada utilización del ocio", como dice el divertido artículo 43 de la Constitución. Un encuentro de familias con peli de aventuras, bocatas solidarios, castillo hinchable, juegos malabares, pintura de manos, sidra y tortilla, grupito de música y diez minutos de charleta, será todo lo divertido que queramos, pero no debería hacer perder la tarde a media docena de sacerdotes. Y no me vale el argumento de que ahí estarán mejor que en otros sitios: como dice Roberto, los cristianos estamos para dar testimonio del Reino, no para organizar tinglados para entretener a aburridos.
La causa de que la gente no acuda a las convocatorias:
«Preparamos charlas cuaresmales, invitamos a actos de piedad, convocamos encuentros y nada. Nada de nada. Y volvemos a lo de siempre: “es que la gente…”»
Se trata de momentos espirituales. Si fuera convocatorias mundanas, cosas que no lo son, sucedería, que optan por ir a las multitudes ruidosas, manifestaciones callejeras, actos políticos y eventos mundanos. Ahí la gente sigue yendo. Y van precisamente donde el Maligno quiere que vaya, bien lejos del Señor.
«Hoy Dios sigue llamando tanto como en el pasado: es el hombre que no escucha igual» (Cardenal, Robert Sarah «Dios o nada», 4ª ed. pág. 152. Editorial Palabra, )
Hoy muchos pastores invitan a que se dediquen al deporte, y el corazón se embota, luego ya no son capaces de comprender, y menos acudir cuando el Señor llama en esas convocatorias espirituales. Hay que culpar a los endurecidos de corazón, porque les aleja del camino de la santidad. Quienes sean.
El Señor sigue llamando, es verdad, si en el pasado, la gente oía, todavía podían curarse de la corrupción mundana. Pero ahora, como son engañados, que estando en pecado grave, gravísimo, dicen que siguen estando en comunión con la Iglesia Católica. Pero la realidad, es que nuestros pecados rompe con la comunión de la santidad de la Iglesia Católica. El pecado deliberado divide, rompe, el compromiso personal para con Cristo Jesús.
Pero los que son verdaderamente de Dios, siempre acudirán, aunque sean uno o dos, pues el resto nada quieren saber de los intereses de Cristo.
Me ha encantado su análisis sobre los problemas / soluciones a la escasa o abultada asistencia a las reuniones parroquiales.
Me permito una sugerencia: ponga en su lista de asesores a una ama de casa. De las de toda la vida. De las que, además de profesionales (del derecho, medicina, educación, periodismo...) o sin titulación específica, se sientan "amas de casa"
Antes consultaba más con Dña. Rafaela pero ahora... se nota que se ha ido al pueblo o ha pillado un berrinche... Podría intentar repescar a esa "Mary" entrañable, sin tiempo ni para rascarse y que va limpiando mocos mientras pide esas manzanas que tienen tan buena pinta y bien de precio.
Un abrazo
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