El buen colaborador parroquial. Algunas características
En todas las parroquias contamos, gracias sean dadas al Altísimo, con un buen número de personas que dan su tiempo, su dinero y su vida entera a la comunidad. Como pueden imaginarse, he tenido de todo, y en su inmensa mayoría no digo bueno, sino óptimo. Algunos, fíjense en ellos, llevan años y años con tareas de responsabilidad en sus parroquias. Cambian los sacerdotes, y ahí siguen. Siempre queridos y valorados. Por algo será.
Fijándome en ellos, hoy se me ha ocurrido apuntarles algunas de las más valiosas características del buen colaborador parroquial.
- La primera y principal. El buen colaborador parroquial es un creyente en Cristo, que se esfuerza por vivir su fe como católico y que confía en su iglesia y ama a su iglesia. No es una persona simplemente voluntariosa o generosa con su tiempo.
- Es colaborador de Cristo, de la Iglesia y de su parroquia. Por tanto, todo lo que hace es para la parroquia, para su comunidad, nunca para sí mismo.
- Es discreto. Los mejores y mayores colaboradores son esos de los que la gente apenas conoce ni el nombre. Un buen colaborador jamás es protagonista. También es discreto hacia fuera. No cuenta, no chismorrea, no anda con dimes y diretes.
- Su tarea está por encima de quién sea el sacerdote correspondiente. Los he conocido que llevan en su parroquia treinta, cuarenta, sesenta años… Cambia el sacerdote y siguen ofreciendo su disponibilidad.
- No considera su oficio suyo. Mala cosa que una persona que ayuda se crea en posesión de algo.
- Disponibilidad para aceptar responsabilidades. La misma para dejarlas si así se le pide.
- El buen colaborador nada pide para sí, ni privilegios, ni consideraciones. Todo lo contrario: es el que renuncia específicamente a cualquier cosa justo para que nadie pueda decir que recibe un trato de favor.
- Jamás hablará mal de los sacerdotes, aunque sepa que tienen sus fallos. Sabe que hacerlo es escandalizar y alejar a la gente de la Iglesia.
- Es leal y sincero. Sabe transmitir a los sacerdotes lo que hay y tiene la confianza suficiente para decir esto sí, o esto no me parece.
- Responsable. Porque una cosa es ser voluntario y otra no tomarse las cosas en serio.
- Trabajador en equipo, porque en la parroquia hay muchos como él y tienen que colaborar todos, aceptándose y queriéndose.
Visto esto, imaginen lo que sería un colaborador problemático. Ya saben. Hoy viene, mañana no aparece, habla mal de los demás, crea mal ambiente, con el cura Fulano sí, pero con Mengano ya no, ahora me enfado y me voy, ahora me contento y vuelvo…
¿De los curas no va a decir nada? Sí. Que felices los que han sabido rodearse de colaboradores así. Y que vaya mérito que tienen los colaboradores que siguen a nuestro lado a pesar de que nosotros a veces les seamos tan ingratos.
35 comentarios
Un laico nunca debe ser clericalizado, algo que ha condenado el mismo Papa. Personas así, que hay en muchas parroquias, hacen mucho daño, y es mejor que no colaboren, pues en muchas ocasiones son fuente de chismorreos, intrigas y rivalidades.
Yo sería un buen vasallo si hubiera un buen señor (con minúscula). Dados los señores con los que me suelo encontrar y con sus vasallos (salvadas las excepciones, por supuesto), no puedo ni quiero ni deseo ser buen colaborador de nada con ellos.
Este post de D. Jorge me lo tomo como un compendio ideal de lo que debería ser el buen creyente comprometido, no sé, como las descripciones medievales del amor platónico y tantas otras idealizaciones. Luego, claro, la realidad es la que es, la de los vasallos en chanclas o visones y las de los... señores.
Estas se me ocurren, ya le digo, desde el otro lado del mostrador, y con cierta frecuencia es conveniente recordarlas para que se tengan presentes, porque la confianza, a veces siendo tanta, diluye lo evidente.
Mis hijos eran muchos (ahora todos ellos casados con cónyuge o con Dios), así que mi responsabilidad era también mucha.
NO ME ARREPIENTO Y ACONSEJO VIVAMENTE ESE MODO DE OBRAR.
Y a quien tenga preguntas que hacer sobre el particular, que antes se dé una vuelta por la hemeroteca de Infocatólica. Allí tendrá un completo panorama de cómo marcha la Iglesia. Que así también marchan las parroquias. En una de esas, luego ya no le da por preguntar nada más...
...que somos humanos, quiero decir... :)))
Totalmente de acuerdo con tu última afirmación. Nos metemos mucho con la jerarquía de la Iglesia, y no sin razón, pero es que la Iglesia "de base", las parroquias son, salvo contadas excepciones que supongo existirán, el panorama de la desolación espiritual y moral más profunda. Por eso me parecía un cuento de hadas lo que hoy nos ha contado el bueno de D. Jorge.
Saludos. Gracias. Recemos
Gracias Señor Jesus por tu entrega.
Y Alabado sea el Espíritu Santo; que con su Gracia transforma los corazones dispuestos, para superar cualquier prueba que se presente en su caminar, hasta alcanzar la santidad.
(...) pero es verdad lo que les digo: les conviene que yo me vaya; porque mientras yo no me vaya el Protector no vendrá a ustedes. Yo me voy, y es para enviárselo. (Jn 16, 7)
Creo que ese tipo de servidores; van en la dirección correcta. :)
Excelente artículo: Excelente pintura de trazo fino y meticuloso de lo bueno y lo malo de los "gruppies" (Sin llegar al nivel de la entrada de Jake Blues cuando ve la luz en The Blues brothers).
El único motor siempre es Él y estar cerca de Él... y si no se es cura, pues hay que ser monaguillo, ministro extraordinario, lo que sea para estar con los ángeles en la consagración durante la Santa Misa.
In Domino.
NB: El punto 9 es el más díficil de cumplir.
Al menos en algún detalle. Hay demasiado curas peligrosos, acatólicos, modernistas, negligentes en lo esencial, como para ser colaborador parroquiano incondicional. Debo decir que yo mi parroquia no la piso, por los motivos expuestos, y que soy selectivo a la hora de ir a una Iglesia, dependiendo fundamentalmente del sacerdote que me voy a encontrar. Lo siento, pero creo que así están las cosas hoy día.
Lo que apunta D. Jorge creo que es un ideal que pocas veces se da en casi nadie; creo que ante todo por falta de formación sólida y cabeza y corazón bien puestos, asignatura pendiente en nuestro laicado y pastores con auténtico carisma de pastores................pero, en fin nadie es perfecto y tendremos que seguir caminando en la conversión.
Los personajes que se visten de colaboradores sólo creen en su propio ego. Dices a la hora de la verdad faltan lectores, pero es que en muchas ocasiones la gente no se atreve a proclamar las Sagradas Escrituras, porque hay unas personas que se han apoderado del ambón y no dejan a nadie que les quite por un día su protagonismo; entonces, cuando faltan estas personas ocurre que no hay nadie para leer. Por otro lado hay una dejazón por parte de los párrocos y vicarios sobre la liturgia de la Palabra. No se les enseña a los feligreses lo que significa proclamar la Palabra, y no todo el mundo sirve para leer. El colmo es cuando ya no te dejan ni encender las velas del altar porque el protagonista se ha distraído hablando con cualquiera y falta un minuto para que empiece la misa.
Como anécdota explicaré que hace unos años, en Madrid, al ver que nadie se levantaba en la misa para leer, lo hice yo, pero una señora me vino por detrás, me dio un codazo y me adelantó para leer ella. Voy a misa cada día, pero cuando iba a Madrid procuraba no leer por mi acento catalán y evitar comentarios a la salida.
Pero Jesús los llamó y les dijo: «Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad.
Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes;
y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo:
como el Hijo del hombre, que no vino para ser vendido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud».
Quite, quite... ¡¡No lo quiera Dios!! Que los laicos debemos tener más presencia en la Iglesia, de acuerdo, pero según y cómo. Hay laicos que cuanto menos presencia, mejor, como ocurre con tantos clérigos.
Para ser buen colaborador es imprescindible un sacerdote que te pida colaborar. Y para ello se necesita muuuucha humildad. Pedir colaboración es decir: "Haz esto, que yo no llego" o "haz esto, que creo que lo puedes hacer mejor que yo".
Encontrar un buen colaborador es fácil, encontrar un sacerdote humilde (lo digo con lágrimas en los ojos) cuesta más.
Gracias por hacernos ver que el buen colaborador es el que tiene disponibilidad para dejar responsabilidades sin recibir explicaciones.
Por lo cual me permito sugerirte que ya que estás dispuesto a profundizar, lo hagas primero con las enseñanzas del Catecismo.
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