Las iglesias más feas de Madrid
Belleza o fealdad son ideas muy particulares. Hay categorías mensurables y las hay que naranjas de la China, que solo entran en el apartado gustos personales, que es una sección muy particular sobre la que, ya saben ustedes, no hay nada escrito.
Hace algún tiempo recuerdo que se publicó en un creo portal de arquitectura, el ranking de las iglesias más feas de Madrid. Tengo mis discrepancias, muchas, quizá porque uno de arte entiende lo justo. Lo que sí puedo afirmar es que hay templos, capillas, lugares de culto, que es entrar y sentirte tan a tu gusto que te quedarías horas y horas. Otros espacios, sin embargo, es que te echan. Es como una desazón que te manda a la calle.
Cuando se hizo el proyecto de centro parroquial, la cosa digamos artística y por supuesto técnica, quedó en manos de los arquitectos correspondientes. Yo puse apenas algunas condiciones:
- Que desde lejos se viera que es una iglesia. Sin dudarlo. Y vive Dios que se ha conseguido. Una torre alta que se ve a distancia y con el campanario y la cruz iluminados toda la noche.
- Que su interior facilitara la oración y el encuentro con Dios. Esto ya es más relativo, por la cosa de los gustos, pero no ha quedado mal. Al menos las imágenes se ve a la primera lo que son y tienen su belleza.
- Preparada para el culto y la predicación, porque iglesias conozco en las que las condiciones acústicas son tan horribles que no se entiende nada.
- Accesible para personas con algún tipo de discapacidad: movilidad reducida, ciegos, sordos.
Qué menos que algo así.
Cuento esto ahora cuando estoy esperando a un buen amigo y experto arquitecto, Víctor Fernández de Moya, que va a presentar en la parroquia su libro “Arte y fe: belleza que transforma”, donde presenta esos momentos en los que el arte se ha convertido en instrumento de fe para llegar a los hombres.
Pues invitados quedan, porque además de ser la cosa interesante, me da que podríamos coincidir algunos infocatólicos, y hasta podría ser la ocasión de conocernos y echarnos unas risas.
Les dejo el enlace al blog de Víctor, arquitectura y cristianismo. Seguro que no les deja indiferentes.
13 comentarios
Las iglesias en la nueva teología se hacen para las "asambleas de los fieles". El Señor está expulsado. No hay sagrarios; si los hay, están escondidos y como mucho en un lateral.
Todo rezuma con un "fe" diferente de la católica.
El arquitecto hace muy buen trabajo señalando estas cosas.
Un ejemplo lo he tenido hoy en una parroquia administrada por salesianos. Acabada la misa el presbítero, sin enumerar las irregularidades litúrgicas que no van al tema, se puso de conversación de espaldas al tabernáculo, con sus amigos, igual que si estuviera en una sala de estar o en una cafetería. Sin respetar a los fieles que se quedan en oración o en acción de gracias
Ante estos ejemplos es obvio que nuestros jóvenes vean en el sagrario un armarito en que se guarda la Eucaristía, pero de una forma simbólica, porque no se les ha inculcado que allí está Cristo en su -Humanidad y Divinidad. Prueba de ello es que pasan delante de él como si fuera otro mueble de la Iglesia.
Jamás podré perdonar a InfoCatólica ni a usted esta pérdida.
No digo que haya que construir únicamente iglesias como la Catedral de Milán, pero cualquier pequeña ermita románica o prerrománica del Pirineo Oscense o de Asturias da millones de vueltas en belleza a las iglesias modernas.
Entonces, tratándose del Señor, ¿Por qué se ha permitido que se cubran sus Sagrarios con agresivas aristas como si fueran carátulas de un CD de heavy-metal o aburridísimos planos como si se tratase de una oficina del INEM?
Esta es una pregunta retórica que no espera respuesta. Desde la catedral hasta la ermita, todo iglesia es el estuche de una Miga de Pan y un altar (con imagen de la Santísima Virgen, por favor) y ciertas construcciones revelan la misma sensibilidad que tendría un enamorado cuando en su primer aniversario regalara a su novia un cepillo de dientes y un kilo de cebollas.
Tienen razón.
Conozco alguna de estas iglesias y la verdad es que en algunos casos han primado la sencillez de la estructura, más rápida de construir y más barata, y el resultado, aunque horriblemente feo, es tremendamente funcional. Por ejemplo la iglesia de las mamparas de ducha. Es fea, pero visítenla por dentro...
Lo sé de alguien que lo vivió.
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