Por qué aburrimos tanto en las homilías
Tanto tanto que la gente desconecta. Gente conozco, y no poca, que me confirman que durante la homilía directamente se abstraen de todo estímulo exterior y se ponen a pensar en lo suyo.
Algunas razones que contribuyen a ello y en las que no pocas veces caemos todos:
- La duración (y no es lo peor). Cinco, siete, diez minutos se aguantan razonablemente bien. Superar ese tiempo, salvo rarísimas excepciones de predicadores especialmente dotados y homilías muy bien construidas, es pérdida de tiempo. Hoy, cuando nos movemos a golpe de twitter y whatssap no hay quien aguante una escucha de un cuarto de hora.
- Homilías sin contenido. Una vez vale lo de que Dios es bueno o que hay que estar con los pobres. Semana tras semana sin más mensaje que ese es para taparse los oídos y pensar en qué ponemos de aperitivo.
- Improvisación. Debería estar prohibido predicar sin tener delante, al menos, un esquema escrito. Se puede improvisar un día, pero nana más.
- Homilías con demasiado contenido. No es posible explicar breve y sustanciosamente cada párrafo de las tres lecturas, las oraciones presidenciales, el sentido de la fiesta del día y además unirlo con las últimas palabras del papa y la carta pastoral del obispo.
- No saber aterrizar. Es decir, que, en definitiva, qué ha querido decir, o si es algo práctico para la vida.
- Imposibilidad de poner fin. Y es una queja muy común. Se ha dicho aparentemente todo lo que había que decir, y no se ve la forma del punto final. Vueltas, más vueltas, giro a la derecha, a la izquierda, media vuelta y que no acaba.
Y algunas consideraciones que servidor suele tener en cuenta en su predicación:
- Una duración de entre seis y ocho minutos. Y nada más.
- Tener muy claro lo que se quiere transmitir de acuerdo con la liturgia del día. Una idea, dos. No más. Que al acabar la misa la gente diga con claridad: hoy ha dicho esto.
- Dejar siempre un pellizco en el corazón, algo que inquiete y remueva.
- Tener cuidado en ir cambiando de temas. Hoy la eucaristía, mañana penitencia, este día tan cosa de moral, este otro sobre el matrimonio, esta vez oración.
- Y ya.
Podemos entrar luego en otras consideraciones. Vale. Pero con esto basta y sobra.
113 comentarios
Muchas gracias por su entrada de hoy, pues creo que es muy necesario insistir en este tema. Porque igual en esos casi diez minutos de homilía, a lo mejor hay que intentar corregir 16 horas semanales de anti-doctrina Católica, emitidos por cualquiera de las televisiones con las que hemos sido "bendecidos". Y esos casi 10 minutos son una gran responsabilidad.
Supongo que para aliviar un poco la homilía, nunca debe faltar un poco de sano humor. Y no me refiero a plagarla de horrendos chistes, chanzas y chascarrillos, casi siempre inapropiados, sino a procurar expresarse con un poco de salero, que a veces se diría que toda la homilía se recita sin salirse del mismo semitono de la escala.
Por ejemplo, esta mañana han emitido en Radio María una conferencia del obispo D.José Ignacio Munilla, en la que hablaba de las falsedades con que la mentalidad moderna ha plagado su desviado concepto de sexualidad, y entre ellas ha mencionado su uso como resorte publicitario. En un momento dado, ha dicho algo así como que "Por ejemplo, a Claudia Schiffer le pagan muchos millones por anunciar un coche. Y luego vas, te compras el coche... ¡y ella no está!" (risas del público)
Probablemente no haya necesidad de un comentario tan jocoso como ese en un marco tan sagrado como una liturgia, pero estoy seguro de que, por ejemplo, el santoral debe disponer de un anecdotario suficientemente nutrido como para alimentar toda una vida de homilías. Que los santos son por definición gente alegre, y eso da mucho de sí.
Eso sí, siempre poniendo el tono al servicio del mensaje y no al revés, que pocas veces he asistido a una homilía de la que desease tanto que acabase que en una misa de niños en la que la homilía era tan "divertida" como superficial, y tan absoluta ausencia de contenido exasperaba.
Así que totalmente de acuerdo: que la homilía sea clara, concisa, concreta y "redonda" (bien cerrada). De hecho, para "cerrar" bien una exposición (homilía o de otro tipo) suele ser útil exponer las conclusiones al principio a modo de esquema, desarrollarlas brevemente de forma claramente estructuada y repetirlas al final. Digamos, exponer tres o cuatro puntos en apenas un minuto, desarrollar cada punto en un minuto o dos como máximo, y repetirlos en el último minuto a modo de repaso/resumen (que cuando la gente asiste a un discurso, lo que suele recordar después suelen ser poco más que las últimas tres o cuatro frases).
Un saludo.
Podemos entrar luego en otras consideraciones. Vale. Pero con esto basta y sobra.
Pues ni ya, ni basta ni sobra:
Aquí falta:
el pecado, usando mal nuestro libre albedrío. (el que peca es porque quiere)
el pecado mortal, mata la gracia santificante, es una ofensa a Dios, que sólo se perdona en el sacramento de la penitencia, y aun así perdonada exige una reparación o expiación, (una deuda), bien en esta vida o en la otra en el purgatorio, sólo las indulgencias plenarias cancelan esta deuda purificadora, disminuyéndola o acortándola las indulgencias parciales.
Estando en pecado mortal, no podemos comulgar so pena de un pecado mayor llamado sacrilegio.
Quien muere en pecado mortal, va derechito al infierno, aunque sea sólo uno.
Los demonios existen, son ángeles caídos, y nos tientan, pero no tenemos excusa para pecar, con la tentación, Dios nos da la gracia para vencerla y nadie es tentado más allá de sus fuerzas.
Tres posibles destinos a la hora de la muerte:
El cielo, a él van los que mueren en gracia de Dios y sus deudas por los pecados cometidos y ya perdonados, han sido ya purificadas o expiadas en esta vida o canceladas al ganar alguna indulgencia.
El purgatorio, a él van los que mueren en gracia de Dios, sus pecados han sido perdonados pero aún no han sido totalmente expiados o purificados, por tanto han de sufrir una pena en un lugar de sufrimiento, temporalmente, pudiendo con nuestras oraciones por los difuntos, reducir este tiempo.Terminado el tiempo de purificación o expiación estas almas van al cielo.
El infierno, a él van los que mueren en pecado mortal. El sufrimiento de las almas condenadas al infierno es eterno, junto con los demonios.
El infierno es un lugar de tormento para toda la eternidad, para los condenados ya no hay salvación posible.
Y de momento lo dejamos aquí...podríamos seguir pero lo más importante ya está dicho
Todo esto hace de la homilía uno de los “tramos” más difíciles de la celebración, y donde el sacerdote “se retrata”. La homilía “perfecta” es un arte que no está al alcance de todos los curas, pero no es necesario que sea perfecta, sino que se refleje el carácter celebrativo del acto. El cura necesita ejercer un manojo de virtudes para pronunciar una homilía acertada, que no perfecta.
El cura deberá abstenerse de hablar de sus convicciones u opiniones simplemente personales, y ceñirse al Evangelio de Cristo. Y esto por respeto al auditorio, que no busca la opinión del sacerdote sino celebrar, escuchándola, la Palabra de Dios.
Para las catequesis o apostolados hay otros lugares y momentos que deben aprovecharse con diligencia y acierto. Además, es de muy mal gusto meter ideas de teólogos no del todo admitidas por la Iglesia, y no ya porque muchos se sienten incómodos al escucharlas, sino porque al estar fuera de lugar, desbaratan la celebración. La exposición de ideas heterodoxas es propio de un salón parroquial, donde se pueden discutir, no de una celebración litúrgica, (o devoción comunitaria, en su caso).
Recuerdo que, hace ya algunos años, en una misa el celebrante dio al lector un texto escrito por un autor determinado, para que lo leyera en vez de una de las lecturas antes del Evangelio, simplemente porque resultaba muy de acuerdo con el mensaje cristiano que el cura quería exponer. Al lector no se le ocurrió otra cosa que decir al final de su lectura: “Palabra de Dios”, algo reservado para las lecturas bíblicas de antes del Evangelio, pero no para comentarios escritos recogidos de alguna revista o libro, los cuales llevan la impronta ideológica de su autor. Yo se lo hice notar al celebrante al final de la misa, y me dio la razón.
En cualquier caso, es mi opinión.
Con el Señor Jesús.
Las homilías son importantísimas. Es la única enseñanza que van a recibir muchos fieles para defenderse del asedio anticristiano. El programa e ideas que usted señala me parecen excelentes, don Jorge. He tenido el privilegio de escuchar muchas y buenas homilías (sermones, se llamaban antes, así, en general) a lo largo de mi vida.
No vamos a escuchar al cura sino a participar de la Eucaristía tal como nos dijo el Señor.
No vamos a recordar la última cena de Jesucristo sino a encontrarnos con El para vivirla de nuevo.
La misa es desde el principio interesante y participativa, nos reunimos la comunidad de creyentes para recibir a Cristo resucitado que viene a nosotros en el pan que tomamos.
Las lecturas, la homilia y la liturgia nos sirven para recordarnos las enseñanzas de Cristo, pero lo más de lo más es Cristo vivo dándose a sí mismo para hacernos uno con El y presentarnos al Padre llenos del Espíritu Santo. Unos miserables transformados en hijos de Dios gracias a su amor por nosotros.
Tenemos que estar más dispuestos a que se nos enseñe para iluminar nuestra fe, animar nuestra esperanza y tener más caridad
Yo creo que es providencial que la mayoría de los curas "herejes" sean unos pesados o unos torpes
Posiblemente en un ambiente de ciudad la exigencia sea la brevedad. Pero...me pregunto, a fuerza de ser breves y condescendientes, ¿no estaremos escaseando el pan de la palabra y creando un círculo vicioso? Para concluir, pienso que la homilia es un género que va dirigido a "creyentes" que ya tienen una fe común (catequesis). Deberíamos crear espacios, distintos a la Eucaristía, donde se evangelice a pleno pulmón y con el corazón en la mano.
138. La homilía no puede ser un espectáculo entretenido, no responde a la lógica de los recursos mediáticos, pero debe darle el fervor y el sentido a la celebración. Es un género peculiar, ya que se trata de una predicación dentro del marco de una celebración litúrgica; por consiguiente, debe ser breve y evitar parecerse a una charla o una clase. El predicador puede ser capaz de mantener el interés de la gente durante una hora, pero así su palabra se vuelve más importante que la celebración de la fe. Si la homilía se prolongara demasiado, afectaría dos características de la celebración litúrgica: la armonía entre sus partes y el ritmo. Cuando la predicación se realiza dentro del contexto de la liturgia, se incorpora como parte de la ofrenda que se entrega al Padre y como mediación de la gracia que Cristo derrama en la celebración. Este mismo contexto exige que la predicación oriente a la asamblea, y también al predicador, a una comunión con Cristo en la Eucaristía que transforme la vida. Esto reclama que la palabra del predicador no ocupe un lugar excesivo, de manera que el Señor brille más que el ministro.
"Debería estar prohibido predicar sin tener delante, al menos, un esquema escrito.", dice usted. A no ser que, teniendo el esquema en la cabeza, no se necesite tener papel delante, como es el caso.
Verdaderamente pienso que somos muy afortunados los fieles de nuestra iglesia. Francisco José Alegría Ruiz, es el sacerdote. Ojalá nos dure muchos años.
Contemos el chiste famoso. Un sacerdote le dice a otro: "Yo preparo solamente el comienzo de la homilía, el resto se lo dejo al Espíritu Santo". Luego de escucharlo, el otro va y le dice: "Te tengo que felicitar. Predicás mejor que el Espíritu Santo".
Saludos cordiales.
"En la Misa, la Iglesia ha colocado el Credo después de la homilía, para invitarnos a creer, a pesar de lo que hemos oído" (Thomas Spidlik).
"La predicación es úti porque somete a dura prueba la fe de quienes escuchan" (Julien Green).
"Ganarás el pan con el sudor de tu frente. Comunica el pan, no el sudor" (L. Alonso Schökel).
"Los sermones breves son muy aceptados; porque, si son buenos, son oídos con mayo avidez, pero si son malos, molestan menos" (Sto.Tomás de Aquino).
Un proverbio francés expresa: "Más largo que un predicador, que no encuentra el 'Amén'".
"Esto brevis et placebis"
Tengo entendido que cuando le preguntaban a Santo Tomás de Aquino, donde estaba su biblioteca, les mostraba el Sagrario. Lo que falta es incarse ante el Todopoderoso , para pedir perdón por nuestras faltas y todas las gracias que necesitamos.
Aparte rezar continuamente el Santo Rosario.
Los grandes santo fueron adoradores del Santísimo y entregaron su vida a la Santísima Virgen María, consagrándose a ella y rezando su santo rosario.
Eso por no hablar de algún sacerdote malhumorado y con salidas de pata de banco, que por desgracia anda por estos pagos y a cuyas misas cada vez acude menos personal.
a) por respeto al tiempo de los asistentes, pues muchos trabajan con el tiempo justo,
b) la mayoría vamos a la Sta. Misa, no ha oír al cura que nos eche cuatro comentarios que sabemos de memoria.
c) Algunos sacerdotes, tendrían que tener un mínimo de "autocrítica" (que es propio de gente inteligente) para no enrrollarse más de la cuenta y no hacer "gracietas" si no se tienen las condiciones para ello.
d) Mucho decir palabras bonitas que no comprometen, y temas cruciales del momento, como el aborto, el gaymonio, la confesión particular, la eutanasia, la ideología de género, etc. ni "mu".
Tengo ya mis años y normalmente hasta los sacerdotes que predican bien tienen un repertorio determinado, no en vano hay 3 ciclos que se repiten año tras año y poco hay que decir diferente si el tema se repite cada 3 años.
Martina
Por supuesto que vamos a misa a dar culto a Dios y a alimentarnos con el pan de la Palabra y de la Eucaristía, pero si hay una homilía es mejor como dice D. Jorge algo breve y con 2 o 3 ideas bien desarrolladas que algo largo que al final nadie escucha. He preguntado muchas veces a personas nada más salir de la misa de qué ha hablado el cura y la mayoría dicen que no se acuerda, algo falla.
Efectivamente, la Iglesia prevalecerá, pero la fe se está perdiendo en Europa, cada vez se casan menos parejas, estas han vivido juntas antes de casarse, la mayoría, de las que se casan muchísimas se divorcian y ahora ......Ya se sabe lo que va a pasar, en muchos sitios está pasando ya. ¿No sería mejor que tanta rebaja en la doctrina una Misa más centrada en lo importante, sin tantos adornos y una catequesis buena pero BREVE para que cale en la gente?
Luego, que siga los pasos que indica usted.
- Algunos sacerdotes dicen homilías que las podrían decir cualquier día del año. Si la misma homilía que dice este domingo la cuenta dentro de dos años, nadie se daría cuenta, porque es "atemporal". Echo en falta que estén relacionadas con la actualidad que afecta a los cristianos, con cosas como el aborto, la educación, etc... Que reflejen indignación por lo que pasa hoy en día, que nos muevan a la acción.... Cosas así.
- En mi parroquia se oyen mal. El sistema de altavoces es del pleistoceno superior y la calidad del sonido es fatal. No se entienden la mitad de las palabras.
Lo que no me gusta de las homilías:
- Los curas herejes (ya se ha dicho). Por lo menos en mi parroquia aunque sean progres la celebración de la misa es correcta, pero alguna homilía he escuchado que transmitían ideas "chungas" (por ejemplo la hipótesis documentaria, nos la cuelan como si fuera un hecho) (ya no hablo de las actividades que organizan fuera de la misa, es para echarse a temblar (y le llaman "formación" (ja))).
- La voz de "bueno". Me pone de los nervios. ¿No pueden poner voz "normal"?
¿Dónde quedan aquellos parlamentos, incluso de horas, pongamos, de San Vicente Ferrer, el santo dominico de los valencianos?
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Jorge:
Para empezar, eran otros tiempos. Y era San Vicente Ferrer.
Una charla está bien, es bueno hablar del Evangelio, pero evangelizar es ser un transmisor de palabras de vida.
No es un criterio mío. Es que pasa así, lo hemos comentado entre creyentes muchas veces. Son palabras inspiradas lo que se necesita. Sucede cuando estamos reunidos y quien habla comparte lo que ha recibido del Señor. No lo que sabe intelectualmente, sino lo que conoce por su trató íntimo con Dios.
Yo incluso lo puedo sintetizar en uno: poca gente tiene el don de la oratoria y apenas se trabaja ese aspecto.
Muy común ver que quien da la homilía es tan lento que hasta que los que estamos en primera fila quedamos en "trance" mirando al suelo como lo contrario, tan rápido que apenas podemos seguir el ritmo y entender los puntos claves que a uno se le han de quedar.
Los pocos que no son ni una ni otra cosa son los únicos que consiguen mantener la atención pero aún siguen teniendo un semitono plano en el sermón, da la sensación que lo aprendieron de memoria pero sin dar la entonación adecuada el mensaje no nos llega a los feligreses todo el sentido del mensaje.
Yo que que se algo de interpretación y oratoria podría dar mejores homilías que algunos de los curas que conozco, aunque suene pretencioso.
El aburrimiento está también en que una persona no encuentra interesante algo o relacionado con sus intereses. He ejercido el ministerio den 8 países y me parece en países España e Irlanda (de donde soy) la gente que asiste a misa manifiesta menos interés que en Estados Unidos, por ejemplo, que es un país protestante, donde hay también entre los católicos mucho más interés por conocer la Sagrada Escritura. Aquí, si ofrezco algún curso o propongo organizar un grupo bíblico, es probable que haya muy poco interés, y mucho ni tienen Biblia en su casa. En Sudamérica, muchos católicos forman parte de grupos bíblicos y de oración y leen diariamente la Biblia (Católicos).
A mi parecer, si se van a aburrir en 6-8 minutos, puede deberse a la mala calidad de la homilía ciertamente, pero hay otros factores. Me ha tocado asistir a prédicas de neocatecumenales que duran hasta 3 horas y son a mi parecer un rollo interminable, y no se nota que ellos se aburran o se quejen. NO es que tengan grandes dotes oratóricas tampoco. ¿Cómo logran ellos eso? Y el resto la gente se aburre en 6 minutos.
El taxista era un conductor malísimo, además iba cortando por las calles que daba susto.
El cura era buena persona, muy cumplidor en lo suyo.
Al llegar al cielo, S. Pedro le dice al taxista: " Pasa primero tú que tienes un lugar más cerca del Señor"
Antonio el cura se acercó a preguntar si no sería confusión por lo del nombre, pero S. Pedro le explicó que en el cielo "Los objetivos son los objetivos", y que si bien es verdad que el cura había llevado su parroquia bien, lo cierto es que la gente se aburría con sus predicaciones y hasta se quedaban dormidos.
El taxista era un desastre al volante, pero todos los que se montaban en su coche no paraban de rezar Dios mío protégenos Señor, suplicando y pidiendo a Dios, hasta que se apeaban, dándole gracias a Dios por haber salvado la vida.
Quien se pone a dibujar el detalle sobre la hoja en blanco normalmente se encuentra con un resultado mal diseñado, con objetos mal proporcionados o deformes, con partes del dibujo muy detalladas y otras apenas bosquejadas, con que va a pintar algo que está delante y ya había pintado otra cosa que debía quedar tapada detrás...
Únicamente los grandes pintores y dibujantes tienen una imagen mental lo suficientemente clara, y son capaces de plasmarla por partes de una forma suficientemente fiel como para pintar sin ese boceto previo y que el resultado sea bueno.
Con la oratoria pasa lo mismo: si empiezas a hablar sin tener claro qué quieres decir, lo más seguro es que te pierdas por el camino. De ahí que el boceto (o esquema) previo sea imprescindble para una buena exposición. Que a unos les sea necesario tenerlo escrito mientras a otros les baste tenerlo mentalmente es lo de menos: sin estructura el resultado es... (¿Quién lo diría?)... desestructurado.
De hecho, D. Jorge nos ha comentado en diversas ocasiones sobre las distracciones con que se enfrenta el sacerdote al celebrar, que si el móvil de uno, el niño de otro, el que llega tarde y taconea sonoramente, los que cuchichean...
Así que mejor escrito, por si las moscas, no peque el cura de orgullo pensando que lo tiene todo claro y nada le puede distraer.
Un saludo.
Si la gente se aburre es porque lo que se dice y cómo se dice, es aburrido. Y es llamativo, porque escuchar hablar de Dios es apasionante. O debería serlo. Pero todos hemos escuchado sermones en los que el sacerdote se limitaba a repetir con otras palabras el Evangelio o a reiterar con lenguaje melifluo y pastelero eslóganes deslabazados sobre el amor, los pobres y lo muy amigo que Jesús es de nosotros.
El problema, me parece, es, sencillamente, que los sacerdotes no saben predicar. Porque nadie les ha enseñado a hablar en público. Quizá porque ya no se enseña oratoria sagrada, o porque con la escasez de curas, el sacerdote se ha convertido en una especie de máquina de hacer misas, más que en un pastor, o porque hoy el sacerdote, fuera de la misa, no suele predicar. No sé la razón, pero el hecho es que los pastores protestantes predican bien (no hacen otra cosa) y el sacerdote católico, no.
Y por último, eso de que a algunos les parece aburrida la misa porque no saben a qué van, o que les parece larga porque su amor es corto, es verdad, pero sólo en parte. Sí se puede mejorar mucho. Por ejemplo, si un laico o el cura hace una introducción o monición a cada lectura y explica cada cosas que va a hacer, es normal que a la gente le parezca larga la predicación. Cuando los avisos del final duran diez minutos. Cuando duran más las cancioncillas setenteras y sensibleras que la liturgia eucarística en sí, etc, etc. Todo eso, ayuda a aburrir. Porque es difícil permanecer atento así a lo esencial.
Al final entro en una especie de trance. No me duermo, pero me quedo en una especie de duermevela reparador que solo se rompe, cuando detecto que el sermón se sale de las buenosidades habituales, o cuando dice el sacerdote oremos. Son muchas misas y ya es una técnica muy depurada.
Me cuentan que en la educación, en las escuelas, los alumnos no aguantan largas, tediosas y monótonas clases: exigen variedad, impacto, imagenes en movimiento y brevedad..
La paz de Cristo para todos.
Para ser breve como lo exigen (pichicateandole (siendo avaros) el tiempo al Señor del tiempo) les pregunto solo una cosa:
En el caso de que nos vayamos al Cielo, ¿Que creen que se hará ahí, se aburrirán también al estar frente a Dios, no solo 30 o 40 minutos que es lo que puede durar una homilía sino toda la eternidad?
Un sacerdote le confía a un cofrade:"Yo preparo la homilía para los diez primeros minutos. El resto lo dejo al Espíritu Santo"
El otro lo escuchó y después le dijo: "Te felicito, que predicas mejor que el Espíritu Santo".
Y lo que aún me ha llenado de mayor satisfacción si cabe. Mi hija mayor una jovencita de 16 años de las que "pasaba de misa" me dijo hace un par de domingos que había empezado a descubrirlas, que le encantan y le llegan "ahora sí" y que ya va feliz a misa.
Supongo que estas cosas como otras van por barrios.
Los católicos nos hemos convertido en un público hipercrítico y resabiado con muchas exigencias y, además, muy variadas. Cada persona que se sienta en el banco de una Iglesia tiene su propia opinión de lo que debe ser una buena homilía: corta, larga, adaptada a la actualidad, intemporal, con este tono o con el otro...
Podría ser, no tanto que el predicador fuera bueno o malo, sino que los oyentes vayamos a ejercitar la crítica que es lo propio de esta sociedad.
Casi todos los evangélicos que conozco son más sencillos y puede que eso tenga algo que ver con su mayor entusiasmo. Un hipercrítico es un individuo cuya principal motivación no está en lo que oye sino en lo que él tiene que decir sobre lo que oye.
En mi caso, el domingo voy preparándome para la misa leyendo el correspondiente sermón de san Alfonso Maria de Ligorio, luego el Rosario, y ya estoy preparado para la misa. Estos grandes sermones son eternos, y tienen efectos muy saludables, de forma positiva (te llenan de la verdad), y negativa (expulsan a pelagianos y otros pájaros vanidosos de la iglesia). Y esto último es clave para poder comenzar a llenar las iglesias. La gente que busca la verdad y esta perdida, huelen a los feligreses "autoreferenciales", y no entra a la iglesia, es el efecto expulsión, e influyen también sobre el párroco que no se atreve a hablar como Jesucristo, a veces muy duro. Es mas, estos feligreses calientabancos en el fondo necesitan también de estos grandes sermones duros, de grandes santos, para que les remuevan del asiento y puedan empezar a convertirse.
También eran otros tiempos con las secuelas de la Revolución Francesa, y al santo Cura de Ars no se le ocurrió decir que eran otros tiempos para hablar como hablaba, don Jorge...
Por lo demás me adhiero a la opinión de Juan Mariner
La respuesta es clara. Porque no hay sacerdotes santos.
Un consejo para sacerdotes (y para laicos): lean La evolución mística del P. Arintero (en internet se consigue fácilmente para la impresión); medítenla y pónganla en práctica, les cambiará la vida por completo y convertirán o enfervorizarán más a los fieles que si predicaran con más elocuencia que el P. Lacordaire o Bossuet.
M. Osoro y el Papa Francisco son el ejemplo de "homilías sin contenido"...
Está claro, don Jorge, que su dialéctica no es la de este santo, pero qué menos que una homilía de 30 minutos -una cuarta parte de San Vicente Ferrer en modo rápido- para una Santa Misa de 90 minutos, que es lo que dura un partido de fútbol sin anuncios, misa laicista de la que tanto disfrutáis los hombres de vez en cuando, en directo o por radio o televisión.
La unción viene del Espíritu. La unción está relacionada con la santidad.
Yo veo homilías oficialistas; sin nada de este algo, este duende. Es tedio por ser palabras sin Poder, sin vida.
Mas bien, usted informe a sus fieles de la importancia de escuchar con atención y respeto las homilías, porque al fin de cuentas es para nuestro provecho espiritual. Siempre y cuando, claro está, sea la prédica de la verdadera doctrina de Dios Nuestro Señor.
Mi estimado, le agradezco dos cosas:
Primera, que en el día de hoy me haya usted sacado de mi error. Fíjese que yo pensaba que el mayor pecado que el hombre puede cometer es el pecado mortal pero uested me ha sacado de un error parece que usted ha descubierto un pecado aún mayor que el mortal: el sacrlegio. Si el pecado mortal merece ya el infierno, con este que es aún mayor el castigo debe ser la repera limonera.
Segunda, que sea usted capaz de discernir el grado de advertencia de la gravedad delk pecado y del consentimiento de las personas para cometerlo; es decir, que sea usted capaz de ver el interior de las personas y decidir lo que es pecado mortal o no lo es, al menos según las condiciones de los padres Astete y Ripalda con los que yo me crié y de quienes recibí mi primera formación. Decían: Condiciones para de se dé un pecado mortal: Materia grave, plena advertencia y pleno consentimiento. Por favor, dígame como lo hace para verlo en los demás, si es posible.
Trataré de explicarme: Yo suelo ir a Misa los domingos a las 7 de la noche. Eso significa que es "lo último" que hago en la semana laboral, o lo primero si lo vemos correctamente.
Yo esperaría que la homilía me hablara de mi vida diaria, de mis problemas financieros, de los conflictos de mi familia, de la desesperanza que nos agobia cada lunes y cada fin de mes. Pero casi nunca lo hace. Generalmente habla de cosas que ocurrieron hace mucho o que ocurrirán dentro de mucho. Habla de utopías, de jóvenes valientes entregando su corazón generoso al anuncio del Reino de Dios, pero jamás habla del Reino de Dios que debemos construir en la tierra.
Cuando "hablo" con Dios, cuando leo las Escrituras, suelo encontrar mensajes de esperanza. Del agricultor que siembra la semilla y espera pacientemente a que la tierra dé fruto, del jovencito Jesús rebelde escapándose de sus santos padres y cómo ellos lidian con el asunto, de César y los impuestos, de echar las redes una vez más, de agua viva, de lágrimas en los pies, de muertos que no están muertos sino sólo duermen.
Pero eso jamás está en la homilía. Allí hablan de angelitos tocando arpas o qué se yo de qué, porque ya no lo recuerdo. Quizás una o dos veces en mi ya (demasiado) larga vida he escuchado al cura con la misma unción que tiene en el confesionario, hablando de mí y de mis problemas en el ambón. El resto del tiempo son florituras, repeticiones, entonaciones. Pero muy poco sustento para la vida diaria.
Debieran ser CATÓLICAS!!!
Para eso los celebrantes debieran ser sacerdotes y no "funcionarios parroquiales" más comprometidos con la "cuestión de los pobres" y reuniones de comité organizador para ... (cualquier gansada) que con el mensaje de salvación.
Y hablo en general porque en Buenos Aires Capital y el Gran Buenos Aires encontrar una Misa sin ser heterodoxa/herética es tan difícil como encontrar un político honesto... y algunas excepciones hay...
En cuanto a las homilías, en lineas generales, no me parecen malas en su contenido, pero son muy generalistas, abstractas, que parece que van para todos y para nadie en concreto, apenas tocan los problemas del barrio o la parroquia, se "mojan" poco en lo concreto y al final parece que se dice lo de siempre para los de siempre.
Tema aparte es cuando el presbítero de turno saca tres folios que lee literalmente diciendo frases redondas pero que suenan a discurso hecho y prefabricado, como si pronunciara una conferencia o diera una clase de Religión. No parece un pastor que se dirige a una comunidad.
De todas formas, entiendo que predicar es algo difícil, se ven ante una masa de gente muy dispar y lo que vale para uno quizá no valga para otro. Está el hipercrítico como el que no se entera de nada y tiene ganas de irse y que la Misa acabe pronto, como el que todo le sabe a poco. Pero, me parece que por lo general, el "auditorio" analiza poco las homilias, la mayoría son personas mayores (y mujeres) que van a Misa por tradición y fe y las homilías no les dicen gran cosa.
Dicho sea:
Los curas de hoy, muchos demasiados, en el mejor de los casos creen en lo que dicen sin esta muy seguros de lo que dicen que creen; más bien dicen lo que dicen para que no se diga que dudan mucho.
Y aquí la rutina de los viejos que una y otra vez te lanzan la misma; Y aquí la de los jóvenes que por no ser aburridos improvisan de cosas raras que no viene al caso.
Estimado JAHC
Para empezar le diré que yo no soy cura, soy laico, por lo que ver el pecado mortal de los demás no es mi cometido, bastante tengo con mis pecados, son los míos, los que tengo que ver, para pedir perdón en la penitencia y seguir adelante, como mucho puedo hacer alguna corrección fraterna hacia el que peca pero nada más.
como criterio para todos, pues eso: materia grave, plena advertencia y pleno consentimiento.
Pero un cura tiene el sagrado deber de mover a las almas a la penitencia, porque es un PASTOR SAGRADO, él sí que tiene el deber de ver no sólo sus pecados sino los pecados de los demás.
Un sacerdote, es un médico de almas, y prescribir un tratamiento contra el pecado, y prevenir contra las tentaciones.
El tratamiento puede ser de dos clases:
SUBJETIVO: un buen confesor no sólo absuelve, sino que guía y orienta, formando la recta conciencia de pecado del penitente.
(tratamiento tú a tú)
(Aprovecho para hacer un llamado, el Papa Francisco, ha declarado que durante el año de la misericordia, los sacerdotes de la la Fraternidad Sacerdotal San Pio X, podrán dispensar el sacramento de la Penitencia LICITA Y VALIDAMENTE, por lo que animo a los católicos que conozcan a alguno, que vayan a confesarse con él, verán que diferencia con los sacerdotes modernistas de ahora)
OBJETIVO: (tratamiento del pecado, haciendo abstracción de quien lo cometa) Aquí entran en juego los sermones y las homilías y deberían seguir hablando de los novísimos como hacían antes del Concilio Vaticano II.
Desde la demolición de la Fe, y de la Iglesia, puesta en marcha a raíz del nefasto Concilio Vaticano II, pues que quiere que le diga, los sacerdotes han caído en el modernismo, ya no truenan contra el pecado ni mueven a la oración y penitencia, ahora Dios es TODO AMOR Y MISERICORDIA, un Papá bonachón, que traga con todo y que nos quiere y nos perdona, un "Jesús", que con su sólo sacrifico ya ganó el cielo para todos, que nos acoge y nos acepta como somos, pues El comprende nuestra "debilidades", (eso de pecados ya no existe), ..como todo el que muere automáticamente va derechito a la "casa del Padre"...pues el demonio es un mito, el infierno no existe o está vacío, pues nadie se condena porque Dios en su "misericordia", no permite que nadie vaya allí, por tanto eso de pecados, expiaciones, indulgencia, purgatorio, infierno, condenación, penitencia, extremaunción, demonio, ..etc, son cuentos que la Iglesia utilizaba antes del CVII, para meter miedo..
Como todo el mundo se salva para que hacer penitencia, los confesionarios están vacíos nadie acude allí a implorar perdón, y ahora los curas nos largan unas homilías vanas y dulzonas,..charlatanería de feria, ...que cansa y aburre, ..mil tonterías y vanidades, ..un rollo que nadie entiende .total
"unos vendedores de humo".
1) Si el sacerdote improvisa ¡siempre! cambie donde vaya a Misa. En mi iglesia mas cercana estaba este sacerdote que nunca preparaba un sermón, y no por ser buen orador, así que dejé de acudir a sus celebraciones (salvo casos excepcionales). Me parecía a veces casi una tomadura de pelo, con alguna gente mayor a veces al borde del sueño.
2) También si el cura parece receptivo, coméntele su queja, pero siempre si estamos seguros de que tenemos fundamento, no es cosa quejarse porque no ha dicjo chistes, o porque en vez de decir esto ha dicho lo otro. Hay miles de páginas con sermones que puede copiar y adaptar a sus feligreses. Ejs: la de la Archidiócesis de Madrid, Evangeli.net y la de los dominicos. También hay miles de libros con sermones de santos.
3) ponga su granito de arena: prepárese antes de Misa leyendo las Escrituras del día e intente prestar atención, yendo despierto y con verdadera voluntad.
Quizás esté equivocado, pero he notado que cuando el sacerdote se limita a explicar el concepto central que relaciona a las tres lecturas y no cada una independientemente con múltiples ideas pues... las personas divagamos menos y es mucho mas fácil de recordar el mensaje.
Me disculpo porque a veces yo también peco de "divagación".
Estimado, de acuerdo con su último comentario. Creo que se pueden matizar algunas cosas pero no es el momento ni el lugar. Sea usted laico (bienvenido al club), presbítero, obispo o el mismo Papa de Roma, si habla usted de "pecado mortal", está presuponiendo el pleno conocimiento y la plena advertencia del pecador y el problema es que no suele hacerse usando el condicional y ahí, generalmente, el "pecado grave" (no sé si mortal o no, eso Dios lo sabe) lo está cometiendo quien públicamente está mandando al fuego eterno a otras personas, poniéndose en el papel de Dios. No es lo mismo "pecado grave" (que ya tiene su tela) que "pecado mortal". Sólo quería llegar ahí. Los ministros sagrados a que usted se refiere, solamente pueden discernir la mortalidad o no del pecado hablando con el pecador y eso, habitualmente se da en la confesión... y qué quiere usted que le diga.. si es en la confesión... pues eso. No quitemos la gravedad a lo que lo tiene pero que sea el Padre Eterno quien decida quién va al cielo o al infierno.
Por otros sacerdotes también, vale, pero sobre todo por los seminaristas, que son todavía un vaso vacío, o casi, que conviene llenar con buenas ideas para desarrollar su futuro ministerio.
La Eucaristía no es algo que pueda hacer un profesional en un estrado por muy ungido que esté y un pequeño círculo de fieles que sirven en las tareas ¿menores?, acolitado, lecturas, salmos, estética... La Eucaristía es una exultación de quienes han experimentado que Cristo ha muerto por sus pecados y ha resucitado para dar una vida nueva al hombre, la vida eterna experimentada ya aquí. Si no hay Ecclesia, si no hay una comunidad viva de fieles que festejan juntos la alegría de la resurrección, la derrota definitiva de la muerte y del pecado, porque lo han vivido en sus carnes; si no hay eso, no hay Eucaristía. Habrá transubstanciación y todo lo que quieras, pero no hay Eucaristía.
La Eucaristía es una Fiesta, la Pascua de la muerte a la vida. Si no se da eso, es que a lo mejor en nuestras misas hay mucha inercia y poco cristiano.
Estoy de acuerdo con Carolina, pero también discrepo con ella. Si se da la Eucaristía todo es secundario, cierto, pero también todo es importantísimo porque se da una auténtica revolución que es la renovación litúrgica; es decir, los signos recuperan su fuerza, todo significa, todo habla, pasa el Verbo, los muertos resucitan, los cojos bailan y los sordos aprenden a salmodiar.
Yo digo que puede haber un cura genial y no se dé esa fiesta y esa exultación. Puede presidir un desgraciado que apenas sabe hablar y que se dé la Pascua, el paso de Jesucristo resucitado salvándonos, dándonos su vida. Pero la Eucaristía no depende una elección personal sino de que se de un milagro: la Iglesia.
Muchos piensan que lo más importante de un presbítero es la homilía, porque es donde se lucen los curas (los que pueden). Otros ponen el acento en la piedad con que pronuncian la consagración. Yo pienso que para presbíteros, monjas, laicos, obispos y papas, todo es una sola cosa, desear ser verdaderamente cristianos. Si hay cristianos hay fiesta y si no, Forestier tiene razón: "a mí que no me hagan perder ni un minuto más del domingo, que tengo que hacer 40 km. de bici y luego el aperitivo...
Un saludo.
P.d. Yo estoy de acuerdo con una comentarista en cuanto a lo de los sermones leídos y sermones preparados. Yo cuando el cura empieza a leer o a mirar su guión desconecto. Para leer a san Agustín ya me lo leo yo en mi casa. A mí me interesan las personas, si Dios tiene algo que decirme a través de un pobre pecador cualquiera es más fácil que llegue a mí (un grandísimo pecador y un cualquiera), que si utlilizando frases agudas, homilías muy medidas y salsa chistosa, se limitan a intentar entretenerme atento.
Cuidado, hay que deslindar y saber el terreno que pisamos.
Dice le refrán "se dice el pecado pero no el pecador".
Estás mezclando al pecado, con la persona que lo comete.
Y el catecismo que yo estudié es claro:
¿Quienes van al infierno?
los que mueren en pecado mortal,
..fíjate que el catecismo no dice si irá al infierno, fulanito de tal o de cual, Pepe o Juan ...no señor.
Un sacerdote sí puede y debe decir en una homilía que el que muere en pecado mortal va al infierno, y que los pecadores si no se convierten y se arrepienten se condenan..
Eso es hablar del pecado y no del pecador, y no es condenar a nadie sino ADVERTIRLE que no es lo mismo:
Como dice San Pablo:
1ª Corintios, 6,9-10
¿Ignoran que los injustos no heredarán el Reino de Dios? No se hagan ilusiones: ni los inmorales, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los pervertidos,
ni los ladrones, ni los avaros, ni los bebedores, ni los difamadores, ni los usurpadores heredarán el Reino de Dios.
Y el Apocalipsis:
Apocalipsis, 21,8
Pero los cobardes, los incrédulos, los depravados, los asesinos, los lujuriosos, los hechiceros, los idólatras y todos los falsos, tendrán su herencia en el estanque de azufre ardiente, que es la segunda muerte
Claro, que los sacerdotes modernistas dirán que "son maneras de hablar", "de acuerdo con la mentalidad de aquella época", que son géneros literarios, alegorías y paralelismos..etc. que tal vez el traductor bíblico quiso decir...esto o aquello...
que el Padre Dios misericordioso no consiente que nadie se condene...que para eso envió a Jesús, para ganar el cielo para todos...
que todos estamos salvados...que no podemos condenar a nadie.y bla...bla...bla...
En fin, que lo que creo que quiere transmitir con su articulo es que lo bueno, si breve dos veces bueno y yo digo que si concuerda con la Verdad, infinitas veces bueno.
Por otra parte, lamento que la realidad desmienta el video vocacional en el que tan buen mensaje se transmite. La final no podrá ser Atleti-Bayer.
Coincido exactamente con su apreciación: de hecho, yo les llamo "homilías fractales": y si además duran "una glaciación", pues vamos, p'a morirse.
Dejemos a los curas en paz que si hay alguna culpa la compartimos con ellos. El espabilamiento tiene que ser como el de Fuenteovejuna: todos a una, porque pedir a los curas, que tienen que tener en cuenta a tantos majaderos, que empiecen ellos es mucho pedir.
Siempre te leo con interés porque aportas mucho.
Pero me ha gustado que en tu último comentario digas valientemente lo que no tendría que ser necesario que alguien lo dijera, pero hace mucha falta, porque los católicos tenemos un comportamiento que no es de recibo muchas veces respecto a muchos temas.
Por el contrario, yo opino que esta vez está regando fuera del tiesto.
Ya dijo el profeta que para todo hay un tiempo, y el tiempo de la maravilla y el arrobamiento va más tarde, durante la Consagración. La homilía es -o debería ser- junto con la oración colecta, el momento en que ponemos los pies en el suelo y nos alimentamos para soportar una semana más en una tierra en la que vivimos pero que no es nuestra.
Sin embargo, durante la Colecta rezamos por los niños pobres de Tangañica -te rogamos, Señor, óyenos- y se nos pasan de largo los pobres de la otra calle. En la homilía admiramos a la viuda con sus moneditas romanas de cobre y despreciamos a la madre soltera con su tarjeta de crédito en el límite.
Por eso es que cada domingo un fiel más asiste a su última misa. Porque al oir el "itte Missa est", el fiel responde "Deo gratias", que por aquí no vuelvo hasta que me entierren.
a) La Eucaristía debe configurar un todo de unción, adoración, dignidad, piedad, afán de salvar almas, propósito de enseñar el Evangelio y propagar la fe, y en el plano humano, como consecuencia, buen gusto, sentido de la medida, claridad y concisión en el discurso y sobre todo, no perder de vista que el protagonismo es de Jesucristo.
b) La palabra del sacerdote debe estar impregnada de sentido catequetico, recordando con regularidad las verdades de fe, incluidos los Novisimos, los Mandamientos y su aplicación práctica, las enseñanzas de la Iglesia en temas de actualidad candente ( aborto, divorcio, contracepción, ideología de género, etc.).
c) Además de lo anterior, ha de cuidarse otras cosas como la música, que acompaña la liturgia,la limpieza y adorno del altar y de todo lo relacionado con la Eucaristía.
d) Por último, han de cuidarse aspectos tan banales como la calefacción, la acústica, y otros aspectos materiales que hagan sentirse a gusto a las personas en la "domus dei", el silencio y el recogimiento que inviten a rezar.
¡ Felicidades D. Jorge, en el día de su santo patrón!
Ya lo corrijo:
¡Felicidades D.Jorge, en el día de su santo patrón!
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Jorge: gracias!!!
Supongo que llegó...
Con esto quiero decir que no debe ser nada fácil preparar una homilía, y además todos los días. Por otra parte, que yo sepa nadie hablaba de “homilías aburridas” antes del CVII. Debe ser que la falta de libertad de los sacerdotes para razonar a la luz de la fe en las últimas décadas ha podido influir en este aspecto.
En cualquier caso la homilía es algo absolutamente secundario en la celebración de la Santa Misa, mientras que posiblemente sea fundamental para los protestantes en sus “oficios” religiosos.
Y decirle al sr Fer que si él ha dejado de ir a la Santa Misa es porque no sabe que es lo que realmente se celebra, es suya su responsabilidad. Y las iglesias no están “vacias” sino llenas sólo que se reducen horarios. Y están llenas de ancianos en los barrios envejecidos como están llenas de jóvenes en los barrios de nueva creación.
Siento tener que comentarle que estoy en absoluto desacuerdo con usar el verbo aburrir.
Aburrido es ¿Un curso de retiro? ¿Una meditación? ¿¿¿¿¿El Santo Rosario?????
Me aterra ver el comentario de un lector en el que se justifica el no ir él a Misa porque se aburre en el sermón.
¿Cómo será el sermón suyo de mañana después de leer en la primera lectura que el Ápostol dice que no es fácil entrar en el Reino y hay que dejarse el pellejo en cada instante? ¿Y lo de amar a los enemigos?
El Paráclito ayuda tanto al que celebra como al que asiste si se le pide ayuda y se afina el oído.
A mí su artículo me ha afinado el oído para que nunca mi soberbia me permita pensar que el celebrante me aburre... ¿Aburría san Juan María Vianney??? Yo creo que no pues era el Paráclito el que hablaba por su boca.
In Domino.
Está ya leído y muy disfrutado.
Ejerceré de crítico literario la próxima vez.
No soy de las personas que desconectan. Pero sinceramente me frustra el aplicar 15' o media hora haciendo esfuerzo para concentrarme y entender y tratar de sacar algo de provecho y que al cabo no saque nada en limpio (y haberlos que predican así, haylos). Que llegue el final de la homilía y todo lo que hayas oído sean una serie de clichés enganchados, o un parafraseo de las lecturas.
Mi párroco no es un gran orador, pero DICE COSAS en sus homilías. Algo tan sencillo como que, si el Evangelio habla del Señor enseñando a los apóstoles, hable por ejemplo, de la divina paciencia del Señor y entonces nos invite a confiar en Él, o a imitarle, e incluye algún ejemplo concreto.
Lo otro, es como esforzarse en masticar una bolsa de nylon y tratar de sacar algún nutriente de eso. Imposible.
En una de mis dos parroquias el párroco suprime los domingos una lectura, la segunda, normalmente. Al principio de su llegada le dije por qué no suprimía su sermón, en vez de la Palabra de Dios. Oídos sordos, y sigue igual. No creo que lea esta sección, porque si no ya habría cambiado algo. Y la experiencia nos demuestra que aún podría ser mucho peor. Como diría el Guerra socialista: "Virgencita, Virgencita, que nos quedemos como estamos"
No sé si el de la foto será el que aburre a las piedras con sus sermones que tuvimos que padecer en Asturias, y que encima propone tropecientas ideas en cada uno. No creo que haya cambiado.
Las homilías tienen que ser breves porque la misa tiene que tener una duración razonable, no porque la gente no pueda captar la atención durante más tiempo.
Y no se capta la atención porque no se prepara el tema, porque no hay interés en conocer la necesidades del auditorio, porque se confunde la homilía con dar la opinión del cura, y porque, en definitiva, en el fondo no hay nada que pueda suscitar interés.
Así de simple.
No importa el sacerdote, siempre intento encontrar lo que Cristo me esta dicie do a traves de é l.
De momento, tanto las homilias como la misa, se me hacen cortas.
El otro dia , asistí a una charla sobre el Tao , y el que lo decia , estaba tan convencido de lo que decia , que lo trasmitia con mucha facilidad.
Ya se que nada tiene que ver una cosa con la otra , pero si es cierto que trasmitiras mucho mejor , lo que sientes y vives ciertamente.
"No es malo ser caprichoso", "las juergas, las diversiones, el pasarlo bien y reírnos es bueno", estaba deseando yo que se acabase ese montón de palabras vacías. Se ha hablado largamente, pero no se ha dicho nada provechoso, bueno sí, es un uno por ciento, ya será algo, pero enseguida se ha echado a perder. Son tremendas barbaridades las que oímos opiniones demasiado asfixiante, demasiado ahogo, cuánta angustia por esas y otras peroratas. Esto sucede cuando el cristiano está vacío del Espíritu de Dios, y trata de entretener o atormentar a los pobres feligreses con sus ocurrencias, aquí allí.
Por otra parte:
Pero sé de un sitio donde el sacerdote cuando habla, está hablando un verdadero ángel de Dios. Pues sus homilías son autenticas enseñanzas espirituales.
Bendiciones.
Pero me duermo muy píamente durante muchas homilías y considero eso un regalo celestial: ni oigo homilías aguadas ni tengo rabia con homilías ideológicas. Las buenas suelen despertar hasta los muertos.
¿Que son mayores? ¿Que no saben hablar en público? Parece que algunos queramos asistir a una tertulia en vez de a misa.
El padre tiene razón en sus apuntes sobre las homilías, pero de ahí a lo que escriben los fieles...
Que cantidad de comentarios!!!
Eso es una señal clara de que los que vamos a la Misa nos damos cuenta que algo está pasando
En las homilias si estamos atentos nos podemos dar cuenta que lo que podemos vislumbrar es que el sacerdote se crea de verdad en el fondo de su alma lo que está diciendo
Lo segundo que se aprecia es la falta de oración diaria y por consiguiente de ADORACIÓN
Y por último el ser responsable con su trajo si con tu Trabajo queremos decir EVANGELIZACION y me refiero a preparar bajo la luz del Espíritu lo que el Señor quiere que diga
Creo que los sacerdotes a los que oigo
normalmente les falta oración personal
Tenemos que rezar mucho por ellos
También los sacerdotes necesitan "reciclarse" y ponerse al día, claro que si, sobre todo con la oración, que algunos entre reuniones, seminarios, cursillos y lecturas de opiniones de algunos sesudos teólogos , se olvidan del "oficio" y las obligaciones que les impone el ser sacerdotes, verdadero sacerdotes de la Iglesia de Cristo.
Un partido de fútbol sin tiempos extra tarda 90 minutos y se nos hacen cortos.
La novela (incluidos los comerciales) se llevará fácilmente 50 minutos.
Cualquiera "se tira" 20 minutos con el móvil hablando trivialidades.
Más aún: el "discurso" de un padre a su hijo que se comporta mal no baja de 5 minutos.
Pero para escuchar una homilía ponemos una pirámide de pretextos.
Con honestidad pienso que de diez a quince minutos está muy bien. ¿Que algún "despistado" presbítero se pasa 30 segundos?
No hay que ser tan mezquino.
Tal vez afecta, más que el tiempo que tarda la homilía, el vocabulario usado por el sacerdote.
En mi tierra latinoamericana, con dolor he notado que a menudo los niños no entienden ni jota de lo que el sacerdote dice, porque su lenguaje "no se abaja" a su nivel ¿Así cuándo le va encontrar gusto y sentido a la homilía?
Claro, claro y muy claro: hay sacerdotes que tienen el carisma de decir mucho en poco tiempo, pero no son todos.
siempre lo mismo Dios es amor, y misericordia.y en pocos minutos, y así nos vamos a casa con el deber cumplido,Consecuencia; Muchas veces la gente se aburre,porque hay una ignorancia religiosa tremenda, porque en 7-8 minutos dan lugar a decir poco, y deprisa.
Cuando se habla con algún católico que va a misa los domingos, en muchos casos no hay conciencia de la grandeza de la Misa como La Presencia real de Cristo, como la misa como Sacrificio, Aquí esta el paradigma fundamental, Y de esto no se habla, al margen de lo manifestado anteriormente, se está deseando que termine porque no hay motivación Vamos a misa por la gracia de Dios,no porque entusiasmen las homilias,,
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