Elogio de la parroquia estándar
Hay dos clases de sacerdotes a los que no es nada fácil sustituir al frente de sus parroquias. Por un lado, esos sacerdotes santos, de ardiente apostolado, trabajadores, entregados, conocedores de cada uno de sus feligreses, que dejaron el listón de la vida sacerdotal y parroquial en niveles de medalla de oro olímpica. El sacerdote que llega detrás lo tiene crudo, pero a la vez es un gran estímulo ver lo trabajado hasta entonces y tratar de seguir adelante emulando el celo pastoral del anterior compañero.
Bastante más crudo es sustituir a un párroco peculiar, que convirtió la parroquia en su particular cortijo, hecha a su imagen y semejanza. Imaginemos, por ejemplo, originalidades y licencias en la liturgia en horarios y modos, una catequesis de “valores y compartir”, grupos de adultos en torno a una personalísima formación impartida por el reverendo de turno y durante años, Cáritas con sus propios equipos y modelos de actuación, apertura de locales parroquiales para todo tipo de actividades de barrio, sean las que sean. Y apenas adelanto algunas cosas. Porque imaginemos que a todo esto se unieran la sospecha ante la jerarquía.
Sigamos con la imaginación. Pensemos, por ejemplo, que este sacerdote lleva así en su parroquia quince, veinte, treinta años y mira por donde un día se jubila o se hace necesario su traslado. Y nombran a un sacerdote de lo más “estándar” que lo único que pretende es hacer las cosas como le piden la Iglesia y su diócesis.
Pobre cura nuevo. Porque el anterior celebraba así y ahora viene este que si no es con casulla nada y que se niega a celebrar para grupitos en salas y salones. Tan raro que en la catequesis de niños, jóvenes y adultos ha dejado de lado los materiales propios de la parroquia para volver a los diocesanos. Ha ido a Cáritas y ha pedido información y que le ayuden a formar un equipo. Los locales parroquiales que mejor para la parroquia y que actividades “vecinales” según lo que sean y con un discernimiento.
Cura nuevo que tiene horario fijo de despacho, misas y confesiones, que intenta llevar adelante en la parroquia un proyecto pastoral netamente diocesano y que procura hacer las cosas como está mandado.
Necesitamos una pastoral parroquial muy estándar. Pero es que cada sacerdote si no nos montamos algo original y propio no somos nada. Este su grupito de adultos, aquél su asociación de fieles –también habría mucho que decir del afán fundador de lo que sea-, este otro sus hiper-maxi-super explicadas y requetesimbolizadas celebraciones, el de más allá su peculiar Cáritas que es la suya.
Pensando siempre en los fieles, la pastoral parroquial cuanto más estándar, mejor. Que una cosa es la peculiar forma de predicar de cada sacerdote, y otra que las celebraciones se parezcan unas a otras como un huevo a una castaña. Una la catequesis de infancia con pequeños matices, y otra que aquí Astete y Ripalda, ahí los materiales diocesanos y allá los de las madres gundisalvas, de forma que una familia se cambia de domicilio y no sabe qué se va a encontrar en la parroquia de su barrio.
En Madrid se ha avanzado mucho en los últimos años en esta dirección. Pues sigamos. La pastoral, cuanto más estándar, más diocesana, más de todos, mucho mejor. Por los fieles, por la gente… y por el cura que tiene que suceder al compañero original. Mucho mejor.
20 comentarios
¿Pero no está diciendo el Papa Francisco que hay que salir a las periferias? Que conste que yo con la pastoral estándar estoy muy a gusto, ¿eh? y pásate un día que otro vendrá y hacer siempre lo mismo para los de siempre y ya está.
¿no nos exige la evangelización en nuestra sociedad actual el buscar caminos nuevos?
Y otra cosa, creo que las parroquias para nada tienen que ser feudos de los curas de turno, sean de la linea que sean. Los laicos tienen y deberían mucho que decir en la marcha de la parroquia, en la pastoral, economía y en todo lo que se haga, opinar, debatir, evaluar, revisar.....¿que esto no se hace o se quiere hacer? Ya lo sé y así nos va.
Para mí el mayor de los problemas es que muchas veces me encuentro con el dilema de que si " ellos " son católicos yo no lo soy. O viceversa.
Que miedo me da leer declaraciones de obispos o cardenales. Que cada día que pasa siento más deseo de huir a las montañas...
Esto no hay quien lo aguante.
Es verdad que esta diversidad, que puede darse entre parroquias e incluso al interior de cada parroquia, es más complicada de gestionar, pero esta dificultad no debería ser determinante, aunque a veces ponga a prueba la paciencia y las dotes diplomáticas del párroco.
También es verdad que, en tanto se mantenga el principio territorial de organización, la parroquia tiene que ser la casa de todos y por tanto ofrecer también una pastoral de "común denominador" que no caiga en demasiadas peculiaridades, ni en continuas referencias a espiritualidades particulares, y menos todavía en excentricidades y ocurrencias, que supongo que es a lo que se refiere D. Jorge.
Esta idea es una idolatría como cualquier otra. Sólo en España (y a usted también le leen en Hispanoamérica) hay 22.000 parroquias... y cada una es un mundo. También hay unas 70 diócesis en España... y en algunas diócesis lo "diocesano" es realmente descristianizador, por lo que la frase "cuanto más estándar, más diocesano, mejor" es falsa.
En las diócesis controladas por los progres, para desmantelar cualquier iniciativa de nueva evangelización, de movimientos o de asociaciones profamilia o provalores lo primero que te dice el establishment progre es "seamos diocesanos, seamos más de todos".
El problema viene cuando el cura de turno toma la "creatividad evangelizadora" como excusa para crear "su" parroquia creada a su imagen y semejanza, donde la fuerza evangelizadora parte exclusivamente del carisma personal del párroco o de ciertos laicos y no proviene del Espíritu Santo y la unidad de fe y caridad eclesial. Y ahí viene el problema, cuando en lugar de "parroquia" lo que hay es un feudo personal del cura/grupo parroquial/laicos de turno, donde se llevan a cabo todo tipo de extravagancias.
Si no, pensad una cosa. ¿Cuántas veces no se observa cómo con un cambio de cura la gente super comprometida y super cristiana que había trabajando en la parroquia desaparece? Y desaparece no solo de la colaboración parroquial estrecha sino incluso de las Misas!! Dejan de practicar!! ¿A quién seguían? ¿A Cristo o al cura? ¿Eran miembros de la Iglesia católica o de la corte personal de nosequién? Creo que esa es la idea que quiere transmitir D. Jorge y no que tengamos que crear parroquias iguales, idénticas y gemelas, como algunos han entendido.
El padre Jorge habla de dos líneas pastorales, una más acorde con la "pastoral" oficialista o predominantemente diocesana e incluso “universal”, y otra, con una "pastoral" más personalista, según las inquietudes (en uno u otro sentido) del nuevo párroco. En el fondo, no se tendrían que contraponer, porque el Espíritu no se contradice; y si se contraponen, ¡malo!
Estas contraposiciones pueden tener dos orígenes: los pastores, o los fieles.
La unión con el ordinario del lugar y con el Papa no puede ser sacrificada; supuesto esto, la pastoral seguida en una parroquia ha de prevalecer con un nuevo párroco, y esto, ¡por respeto a los fieles!, salvo corrección de errores doctrinales o morales. Las correcciones litúrgicas han de ser lentas y explicadas, sin necesidad de pláticas o consideraciones que minusvaloren o menosprecien lo anterior. Las correcciones catequéticas han de tener en cuenta todo esto.
El esfuerzo de adaptación ha de recaer sobre los hombros del nuevo párroco, (lo siento), y esto ha de tenerse en cuenta a la hora de nombrarlo, pero ningún nuevo párroco ha de ser abandonado a su suerte por la Diócesis, sino que se le han de prestar las ayudas que precise.
En principio, nadie tiene derecho a hablar contra las líneas pastorales de otros pastores, aunque sean diametralmente opuestas (técnicamente hablando), siempre que se siga la Línea Universal del Espíritu, que no puede contradecirse.
Supuesto el respeto debido a los fieles, la continuidad que une a todos con el ordinario del lugar y con el Papa ha de prevalecer, pues son los que tienen la garantía de la unidad y la bondad del camino a seguir, y esto, por mucho que nos duela en nuestro amor propio.
Tiene que haber mucho diálogo de “trastienda” en la Diócesis respectiva, siempre en la caridad y la obediencia debidas, pero no deben trascender a la generalidad de los fieles las posibles desavenencias “entre pastores”. Digo en la “trastienda”, porque no se puede hacer perder el tiempo a los fieles, ni que crean que se les está tomando el pelo.
¿Una Iglesia de “dos velocidades”? Bueno… creo que hay tantas velocidades como cristianos. El que tenga una Biblia Católica, que lea lo que dice San Pablo a los Romanos (Romanos 14 y 15). Puede aclarar mucho.
Saludos en el Señor.
Bonita provincia española, donde rivalizan la belleza bucólica de los campos con la agreste del mar, necesita 100 sacerdotes católicos estándar en la acepción que ha querido dar D.Jorge, que de los estándar de los últimos 40 años tenemos demasiados.
Se requiere un conocimiento cabal del CIC e intensa vida espiritual.
Garantizamos un sueldo birria, miles de miradas de desprecio y bastantes insultos, que lo demás ya les pagará Dios en su momento.
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Por ejemplo, para acceder el bautismo, en mi diócesis, hay párrocos que piden que los padres estén seis meses registrados y con el sobre semanal en misa, el Derecho Canónico no dice nada de eso. Las únicas condiciones las tienen los padrinos y para los padres el deseo de bautizar a sus hijos. Cada maestrillo tiene su librillo. Hay sacerdotes que en verano celebran la Eucaristía simplemente con la estola, por el calor que mata. Cada maestrillo tiene su librillo, etc, etc.
En mi parroquia, el grupo carismático va todas las semanas a visitar familias alejadas de la parroquia y cuando alguna presenta un problema grave, me lo dicen y voy a visitar esa familia con ellos. Los neocatecumenales cada seis meses hacen una misión pública llamando a los que no tienen contacto con la parroquia, y tienen bastante éxito. Tenemos el RICA, que es obligatorio y estándar para todas la parroquias de USA, y con ello atraemos a alejados, perdidos, protestantes y demás familia. Todo lo que les menciono son programas estándar llamados a "la periferia".
Un párroco puede tener sensibilidad para la Biblia y puede poner ese programa en su parroquia, el que venga a lo mejor la sensibilidad la tiene para la música y organiza un coro, etc..., pero lo estándar todos lo deberíamos tener.
Bendiciones
Cuando dice eso de:
"Se niega a celebrar para grupitos en salas y salones"
No lo dira por los neocatecumenales verdad?, no seria la primera vez que deja algun recadito...
mire que le tengo calado Padre. Menos mal que le tengo mucho aprecio...! No hay noche que no le lea, pero no se, es una sensacion...
Que el Señor le bendiga Jorge
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Jorge:
Cuánta suscptibilidad, por Dios...
...creo que gran responsabilidad la tienen los fieles.
Y cito el caso de mi parroquia, regentada por años por un sacerdote con olor de santidad, amado por todos, pionero de la Adoración Perpetua, impulsor de grupos, comunidades, catequesis y un larguísimo etcétera, más tarde sustituido por el típico viejito cascarrabias, enfermizo, poco comunicativo, en nada parecido al anterior.
¿Ha cambiado la parroquia? Muy poco. Ciertamente ya nadie llega preguntando por el Padre P..., pero los grupos, las comunidades, las catequesis y la Adoración Perpetua siguen como si nada. El horario de confesiones es el mismo, ha aumentado la cantidad de Misas de los domingos, se siguen organizando los mismos retiros y sólo se ha limitado el recorrido de la procesión del Corpus porque el nuevo párroco tiene dificultades para caminar.
De todo lo que cuento, tienen gran responsabilidad los fieles. La Adoración Perpetua marcha como un relojito, porque hay muchos a cargo de la coordinación de adoradores, no es atribución exclusiva del párroco. Los grupos y comunidades, igual. Las catequesis, por lo consiguiente.
Cuando se fue el Padre P... yo juraba que la parroquia se iba al caño. Cinco años más tarde lo sigo extrañando pero no me hace falta, si me entienden lo que quiero decir.
Yo, personalmente, como persona humana, cuando asisto a la celebración eucarística en cualquier iglesia, deseo que el rito sea el estándar aunque sea retrógado y del estilo "rouco".
No obstante, me agrada ver como en muchos casos los laicos parroquianos tienen sus costumbres y siempre me coloco al final para no molestar.
Creo que D. Jorge ha escrito hoy entre líneas y cuando los laicos mandan en una parroquia o el párroco hace lo que quieren los laicos, eso se llama PROTESTANTISMO simple y claro.
Omnes cum Petrum ad Iesum per Mariam.
In Domino.
Luego de ello, perfectamente válido es dar espacio a la "creatividad" (o en términos más eclesiológicos: hacer una parroquia inculturada). Porque el entorno socio-cultural de una parroquia de Madrid es muy distinto a la parroquia de San Juan Chamelco, en el interior de mi país, Guatemala.
Sin ese NUCLEO COMUN (que es lo que entiendo el P. Jorge se refiere al decir "pastoral estándar") una parroquia se convierte en un lugar, un edificio más o menos grande, en donde se reúne diverso tipo de gente más o menos organizada y se realiza una diversidad grande de actividades.
Estuve en uno de los movimientos actuales pensando en que encontraría lo que no encontraba en mi parroquia y me equivoqué del todo. Muchas imposiciones absurdas, por no decir sectarias (propias de las sectas) y ningún amor. Una percepción del hombre absolutamente negativa, sin pensar en que el hombre tiene la dignidad de ser nada más y nada menos que criatura hecha por Dios a su imagen y semejanza, y que Dios mismo se hizo hombre y por los hombres murió en la cruz.
He leído que personas que han pertenecido a dicho movimiento han llegado a suicidarse.
No me extrañaría que algo de cierto hubiera. Hay cosas que suceden dentro, que no creo que las sepan ni la jerarquía de la Iglesia... puesto que no se pueden comentar siquiera las cosas personales de una o uno ocurridas en el grupo, ni en secreto de confesión con un sacerdote que no pertenezca al mismo.
Y eso sin contar con la forma de dar la Eucaristía. He visto a hermanos sacudirse las manos después de comulgar, de forma que partículas del Cuerpo del Señor han caído al suelo. Algo que para mí es una forma de sacrilegio. No por los hermanos en cuestión que supongo que lo harán sin mala intención, sino por la forma de comulgar.
Dios le bendiga.
Comprendo y comparto su consternación por el maltrato sufrido por Nuestro Señor, pero quisiera matizar algo: No es la forma de comulgar sino su mal uso lo que provoca los errores.
La comunión en la mano es una práctica vigente y aceptada por la Iglesia Universal, sólo limitada por el criterio del Obispo y que obviamente no se puede realizar en las dos especies. Pero tiene su procedimiento y el hecho de conocerlo es obligación del comulgante. Una persona que lo haga mal es una buena razón para catequizar al respecto, pero no para eliminar la práctica, en varios aspectos saludable y a mi criterio, adecuadamente simbólica.
En mi parroquia cuando se inició la práctica, un joven se paraba por donde salía la fila de comulgantes y vigilaba de cerca para evitar cualquier abuso. No hizo falta más, ahora es gusto de cada quién recibir la Hostia en la boca o en la mano y no hay ninguna limitación al respecto.
Menciono esto porque creo que no es correcto generalizar y anatematizar una práctica sancionada por la Iglesia por algún incidente particular que nada tiene que ver con las prácticas estándar, dentro de las cuales la comunión en la mano es una de ellas.
Nosotros comulgábamos con las dos especies y el pan ácimo. Y el pan ácimo facilmente hace miguitas. Yo y otros hermanos después de comulgar en la mano (no se podía hacer de otra manera), nos pasábamos un rato mirando bien la mano para que ninguna miguita se quedara en ella e irlas comulgando también; pero otros eran menos cuidadosos.
En cuanto a la comunión bajo la especie del vino consagrado, bebíamos todos de la misma copa.
En otras celebraciones estándar de las que habla el Padre, he comulgado en determinadas celebraciones también bajo las dos especies, pero el sacerdote mojaba la Sagrada Forma en el cáliz y nos la daba en la boca.
Una de las cosas que no me gustaron desde el principio de la que fue mi comunidad durante cinco años, fue la forma de comulgar, que me creó no pocos escrúpulos de conciencia.
Ahora que voy a oir misa en mi parroquia, que es una parroquia estándar, comulgo en la boca, cómo he comulgado siempre, y me pongo en la fila en donde la recibo del sacerdote. No quiero ni comulgar de mi mano, ni que me la dé un seglar.
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