A la señora Rafaela la pierden las formas
Rafaela no salía de su asombro. La tarde anterior había recibido una llamada de don Jesús que le había pedido hablar con ella tranquilamente para aclarar malentendidos y quitar toda sensación de malas relaciones entre los dos. Donde quiera, Rafaela, si le viene bien que me pase por su casa, o en la parroquia, o donde mejor le venga. Pues en mi casa mismo, don Jesús. Pues en tu casa. En mi casa y se queda a comer con nosotros.
La verdad es que el bueno de don Jesús no sabía muy bien por dónde llevar la conversación porque lo cierto es que Rafaela no decía las cosas por decir. Tenía su formación y no era fácil pescarla en un renuncio. Por eso decidió llevar la cosa por las formas.
Rafaela, decía el buen cura, si yo no digo que muchas veces no tengas razón o al menos tu parte de razón, eso no se te puede discutir. Como tampoco voy a poner en duda tu amor a la Iglesia y tu capacidad de servicio y sacrificio por la parroquia. Lo sabemos todos. Te matan las formas, Rafaela. Si lo que dices, lo que me dices en particular o en las reuniones que tenemos, lo dijeras con otra suavidad, con más tiento, de una manera más diplomática pues, mujer, seguro que era hasta más eficaz.
Hay que cuidar las formas, Rafaela, porque en el cómo hacemos o decimos las cosas se muestra lo que creemos, lo que nos importa, el cariño hacia los otros, el respeto que los tenemos. ¿Cómo alguien va a entender que se le quiere si cuando le decimos las cosas lo hacemos bruscamente?
Así que las formas importan, ¿verdad don Jesús? Verdad… Pues mire, me alegro de escuchárselo. Porque cada vez que le he dicho algo de la misa o de por qué hace las cosas de tal forma o de otra, lo que me responde es que lo importante no está en las formas, sino en el fondo de lo que decimos o hacemos. Así que necesito que me aclare si las formas o los modos o como quiera llamarlo importan o no importan.
Mire, don Jesús, a mí hay una cosa que siempre me ha desagradado, y es que me tomen el pelo. Por ejemplo, ahora mismo. Porque aquí resulta que si soy yo la que habla o dice lo que sea, tengo que cuidar las formas. Pero si es usted el que celebra como le place, entonces las formas no importan, y en lo que hay que fijarse es en el fondo. Vamos, que lo de siempre: las normas las pongo yo y las aplico según me conviene, y los demás a aguantarse. Me parece que no nos vamos a poner de acuerdo.
Pero es que además hay otra cosa que a usted se le debe estar escapando. Y es que me resulta curioso que en lo que es la relación entre personas le importen los modos y cuando se trata de las cosas de Dios ya no importa lo más mínimo el cómo se hagan las cosas, me da igual una misa o el rosario de ánimas.
¿Que no importan las formas? Perfecto, a aguantarse si le digo las cosas con genio, mal humor o como me salgan en ese momento. ¿Que importan? Pues desde este momento a celebrar la misa exactamente como manda la Iglesia y a dejarse de experimentos.
Rafaela, repuso don Jesús, me parece que seguimos sin entendernos. Es que, don Jesús, es difícil entenderse con alguien que aplica las cosas simplemente según le convienen. Eso sí, el ideal, para usted y para mí, es que hagamos las cosas bien en la forma y en el fondo ¿no le parece? Así que yo seré menos brusca y usted tendrá más cuidado con lo que manda el misal.
En lo que si nos vamos a entender es en el cocidito que le he preparado que se va a chupar los dedos. Y de postre las rosquillas de Joaquina. ¿Hace? ¡Hace!
17 comentarios
Me explico: las formas que le pide D. Jesus en el trato no tienen nada que ver con las formas que le pide Rafaela en la (adivino) liturgia. Pues D. Jesus aplica las formas correctas, a su entender, en la liturgia. Es decir, aplica las formas que le pide luego a Rafaela que use.
Al final siempre es lo mismo. Distintas formas (carismas) de apreciar la Iglesia.
Yo estoy dispuesto a apreciar las suyas. No sé si usted estará dispuesto a apreciar las de D. Jesus...
O dicho de otro modo: descuidar las formas litúrgicas es ser grosero y maleducado con Dios. También es una grosería y descortesía con las personas que asisten a Misa y esperan que se diga una liturgia según manda la Iglesia y no según los caprichos del sacerdote.
Guardar las formas no es sólo seguir un código. Guardar las formas (sea en el trato, sea en la liturgia) es un modo de mostrar respeto por tu interlocutor, sea humano o divino. Que esto ya no se entienda me parece una de las señales más alarmantes de la degradación global que nuestra sociedad está padeciendo.
(Y esto no tiene nada que ver con el nivel educativo. Se puede ser educadísimo y analfabeto y ser groserísimo y tener título universitario: véase no pocos políticos y periodistas).
En la liturgia, la Iglesia ha detallado cuidadosamente cómo se han de hacer las cosas, qué sentido tienen y por qué se hacen. Como nada está dejado al azar, darle cierta creatividad supone un ponerse por encima de la sabiduría que la propia Iglesia acumula con el tiempo y muestra desobediencia
Querido Luis H: la liturgia no es un dogma de la Iglesia. Es tradición. Como tantas otras. Como la misa en latín hasta el CVII
Dicho esto, procuro cuidar mucho las formas. Son muy importantes a la hora de convivir con otras personas. Pero me ocurre algo que, según un profesor de Historia que tuve le pasa a los grandes tímidos y yo lo soy. Nos hablaba de Felipe II y su reacción cuando se vió traicionado por el hombre en el que tenía puesta toda su confianza, su secretario Antonio Pérez. Al sabese traicionado se llenó de ira y estuvo persiguíéndolo incluso hasta el reino de Aragón en dónde Antonio Pérez se había refugiado, pero debido a los fueros especiales que tenían, no dejaron entrar a las tropas del rey y Antonio Pérez pudo escapar a Francia, en dónde fue uno de los artífices principales de la Leyenda Negra.
Mi marido me decía que yo no era nada diplomática y que tenía que ir siempre con la verdad por delante. No estoy en absoluto de acuerdo con esa apreciación, creo que soy muy diplomática en cuanto que procuro en todo momento mantener las formas, pero si la diplomacia consiste en mentir y ser hipócritas, entónces no soy diplomática. A veces me pasa (cada vez me doy más cuenta) de que mientras defiendo un argumento, en vez de decirlo de forma suave, sin yo darme cuenta levanto la voz y lo defiendo de forma apasionada, lo que puede dar lugar a que parezca que pierdo las formas. Pero mi carácter es apasionado y defiendo las cosas que creo justas con pasión. Y a veces también, aquí lo puedo decir, defiendo las cosas apasionadamente por no echarme a llorar. Mi carácter a más de apasionado es extremadamente sensible y vengo ya muy herida de la vida.
Las formas son muy importantes, porque se tratan ni más ni menos de respeto al prójimo, y eso es algo que forma parte del amor que Cristo nos mandó que tuviéramos entre nosotros y también forma parte del décimo Mandamiento de la Ley de Dios: "Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a tí mismo".
Reciba mi cariño y respeto y que siga teniendo una feliz Pascua de Resurrección.
"NADIE, AUNQUE SEA SACERDOTE, AÑADA, QUITE O CAMBIE COSA ALGUNA POR INICIATIVA PROPIA EN LA LITURGIA".
"LAS ACCIONES LITÚRGICAS NO SON ACCIONES PRIVADAS SINO CELEBRACIONES DE LA IGLESIA"
Y sobre el latín, el Concilio dice esto:
"SE CONSERVARÁ EL USO DE LA LENGUA LATINA EN LOS RITOS LATINOS".
Así que ni Concilio, ni gaitas.
Y digo: A mí en lo personal, me crispan los nervios las formas sociales. Acá en mi pueblo, por ejemplo, es costumbre que se salude a las mujeres con un supuesto beso en la mejilla. Y digo supuesto, porque del beso raras veces hay más que un apretón de cachetes. ¿Qué les diré? Me pone de nervios pegar mi descuidada barba con un cuero cubierto con dos pulgadas de maquillaje grasoso, maloliente y sudoroso. Pero así mandan las formas ¿qué le voy a hacer? Hasta allí, soy yo el único ofendido.
Lo que realmente me saca de mis casillas, es cuando miro a dos personas -generalmente dos mujeres, pero no quiero ser sexista- dándose tan cariñoso saludo y poniendo cara de pepino en vinagre. Las dos. Del diente al labio "ay que alegre de verte querida" y de allí para adentro echando pestes y maldiciones. Muy bonita la forma, asqueroso el fondo.
Con las formas litúrgicas me pasa algo parecido. Gracias a Dios, jamás he visto a un sacerdote celebrar sin unción. Pero sí he visto infinidad de fieles "dándose la paz" con un cuchillo en la mano y otro montón arrodillándose frente al santísimo con cara de asco. Linda la forma, pero habría preferido que se quedaran de pie.
Así que cuando al cura se le pasa por alto una rúbrica, omite alguna palabra en el Credo Nicodemo-Tesliano o como quiera que se llame y se toma la libertad de bajarse del trono a saludar al pueblo, me lo tomo con un granito de sal y no le doy mayor importancia. Estoy consciente que la forma está mal, pero mientras no haya nadie con cámara de vídeo para ponerlo en mal frente al Obispo, el asunto queda entre nosotros.
Hay cosas mucho peores, que quedan muy bonitas bajo la "forma".
Debería usted aggiornarse. Le propongo a este respecto considerar, como se hace en tantos lados, la inclusión del siguiente Credo cósmico-new age, apto para ser cantado casi en toda la Galaxia:
Creo en un solo Dios, de Verbum Panis (en uso en muchas Parroquias como Credo cantado).
Donde se cree, en resumen:
En un solo Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Detalles importantes son que el Hijo es nacido del Padre antes del tiempo (marquen, por Dios, muy bien la ELE de DEL tiempo, si no suena "antes de tiempo").
El Espíritu Santo, como sospechábamos, procede solamente del Padre.
Y, de lo demás, la Santa Iglesia Católica en adelante, nada cantamos.
En un Credo galáctico, no nos vamos a andar con minucias.
Agrego que hay una versión en Latín Cósmico del mismo Credo, por si alguno creyese que en realidad el problema es el Latín (únicamente).
;-)) (pero es verísimo lo del Credo).
Salu2. Paz y Bien.
Salu2. Paz y Bien.
Y de Don Tancredos que todo lo que digan los Don Jesuses se toma como más importante que la Palabra de Dios, también.
O sea, que entre afán de poder y afán de dominio, anda la cosa, pero eso sí, sin una mala palabra, aunque sí muchas puñaladas traperas.
Señor, cuantos malos modos tienen que aguantar estas "buenas gentes".
Dejar un comentario