Elogio del cura egoísta
Ya. Si ya sé que suena mal, pero verán como al final se me entiende todo. ¿Curas egoístas? ¿Curas pensando en sí mismos? Vergonzoso… si justo lo que tienen que hacer es todo lo contrario: olvidarse de sí mismos, pensar en Cristo y en la Iglesia, en los pobres. Pues sí, y no, y según y depende.
¿Piensan ustedes que un griposo está en las mejores condiciones para hacer un trabajo por los demás? ¿Un deportista puede rendir al máximo si no se cuida, si no entrena? ¿Puede alguien trabajar duro sin una alimentación correcta, su tiempo de descanso, de ocio?
Demasiados son los sacerdotes que desgraciadamente hemos visto quemados por no cuidarse lo suficiente. Eran tantas las urgencias pastorales y sociales que muchas veces ni comer en serio, ni descansar lo mínimo, sacando el tiempo que no se tiene a base de renunciar incluso a la oración, la vida sacramental, la formación continua. Sacerdotes que de repente un día se encontraron a sí mismos desfondados, agotados, sin ilusión. Sacerdotes trabajadores hasta dar la vida… pero que no supieron cuidarse.
Es verdad que la Iglesia necesita sacerdotes, que la evangelización nos apremia, que los pobres nos esperan. Pero malamente seremos útiles los curas si no nos hacemos un pelín egoístas en cosas tales como la constancia en el rezo de la liturgia de las horas, la oración personal, la vida sacramental que tiene que ser más que una tarea que cumplimos, sino sobre todo nuestra fuente más pura de espiritualidad con la oración. La mayor y mejor fuente de espiritualidad del sacerdote diocesano es el ejercicio del ministerio, por eso no somos funcionarios, sino ministros del señor.
Egoístas para sacar cada día un rato para estar a solas con el Señor. Egoístas para sacar tiempo para leer un buen libro o un documento interesante. Egoístas para celebrar la eucaristía con mimo.
Ojo. Que ya sé que las exageraciones siempre son malas. Y que igual que hay curas que se quemaron con tanta actividad, también los hay que se cuidan tanto que no salen de su propio invernadero. El medio justo ese de la virtud que anda que no es difícil encontrar.
Si de verdad quieren sacerdotes santos, alegres, ilusionados, entusiasmados por su ministerio, preocupados por cada persona, alégrense de que sean curas que recen, mediten, lean, se formen y se traguen un novelón también de cuando en cuando. Muy triste cuando alguien te dice que no lee porque no tiene tiempo, que no reza por sus muchísimas ocupaciones, que ni se sienta a confesar y ni siquiera celebra a diario porque a veces no le queda ni un rato. Penoso. Porque entonces, ¿a qué dedicamos el tiempo?
Un día nos puede pasar. Se complicó todo de tal manera que uno acabó la jornada como buenamente pudo. Pero un día. Si esto es la tónica… malo, muy malo. Y un aviso para los proclives al invernadero: rezamos, estudiamos, nos cuidamos… para algo. Tan malo es eso de “si tengo tiempo” rezo o celebro, como “si tengo tiempo” voy un rato al despacho.
22 comentarios
Por la zona en que trabajo, hay varias parroquia, Pues bien yo a veces me pregunto si ha dejado de ser un sacramento la penitencia, porque nunca hay un cura en el confesionario.
Un saludo
Bastante tirada de los pelos la analogía del cielo que nos espera al cielo surcado por aeronaves, pero muy acertada la instrucción de seguridad. Mal podemos salvar a otros si no nos salvamos antes a nosotros mismos, y es lo mismo en el cielo aéreo como en la tierra terrenal. No, no es egoísta el padre que se pone la máscara de oxígeno antes de ponérsela a su adorado retoño, todo lo contrario. Si no lo hiciera, la oveja se quedaría sin pastor y de todas maneras perecería.
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A ver si otro día hablamos de cómo en los aviones cada uno tiene su lugar y aunque algunos vayan al frente con más comodidades, todos vamos al mismo destino. Así en la tierra...
Recuerde a San Vicente de Paul y su oficio de lectura, es cierto que un sacerdote no debe dejar la vida de oración y sacramental, pero no debe tener remordimientos en salir en ayuda de alguien, ya que la caridad es la máxima norma. Como dice la Santa Teresa de Calculta, Dios ha querido quedarse entre nosotros no sólo en la eucaristía, sino en el otro, en el prójimo.
Es cierto, esto no puede servir de excusa para dejar la vida contemplativa que todos necesitamos diariamente para centrarnos. Como nuestro querido cura de Ars, la eucaristía es lo más elevado, y no debe ser abandonada por nada (ni aunque le arda la cama :D )
"Pero malamente seremos útiles los curas si no nos hacemos un pelín egoístas en cosas tales como la constancia en el rezo de la liturgia de las horas, la oración personal, la vida sacramental que tiene que ser más que una tarea que cumplimos, sino sobre todo nuestra fuente más pura de espiritualidad con la oración".
CREO QUE LO QUE ESTÁ FALTANDO HOY EN DÍA ES UNA MAYOR DEDICACIÓN A LA VIDA DE ORACIÓN. Marta, SIN MARÍA, queda a un nivel muy terrenal.
La Madre Teresa de Calcuta exigía, para radicarse en un lugar, que sus monjas tuvieran el espacio necesario para sus horas de oración y recogimiento, y contaran, además, con sacerdotes capaces de velar por su crecimiento espiritual. Esa es la clave para la práctica de la caridad como nos lo enseñó nuestro Señor Jesucristo.
Somos humanos y necesitamos el descanso, el alimento y por supuesto la oración, que alimenta y da descanso al alma.
Pd. No vea como me alimenté ayer en su capilla de adoración perpetua, creo que hasta engordé. Muchas gracias por ella.
La mejor forma de ejercer la caridad de un sacerdote es la de ejercer su sacerdocio en aquello que es exclusivamente suyo e insustituible, es decir la administración de los sacramentos y principalmente la penitencia y la Eucaristía.
Todo lo demás se puede delegar en laicos que, ciertamente habrá que formar previamente. Y tal vez fomentar en la parroquia el diaconado permanente.
¿No fue ese el motivo por el que ya en los Hechos de los Apóstoles se instituyó la figura del diácono, para que se dedicaran al servicio de las mesas y los apóstoles pudieran dedicarse a la oración y el servicio de la Palabra?
Enlazo con el comentario de Jack: no creo que sea muy dificil para un sacerdote que atienda bien su confesionario y a sus penitentes, con el tiempo suficiente, con sus consejos, etc. ir encontrando entre ellos personas con disponibilidad para formarse y dedicar tiempo a colaborar con la parroquia en Cáritas, catequesis, liturgia y cantos, actividades para niños, pastoral de la salud, etc
Supongo que habrá sacerdotes que no se cuiden y acabe quemándose por un real exceso de trabajo, dada la falta de clero. Pero tal vez otros se quemen por no saber delegar.
Para la evangelización, a veces no hay que inventar nada nuevo sino, al menos de inicio, abrir la parroquia a movimientos aprobados por la Iglesia y que ya "ruedan solos" y tienen sus propios métodos de evangelización que se han mostrado eficaces.
"La mejor forma de ejercer la caridad de un sacerdote es la de ejercer su sacerdocio en aquello que es exclusivamente suyo e insustituible, es decir la administración de los sacramentos y principalmente la penitencia y la Eucaristía.
Todo lo demás se puede delegar en laicos que, ciertamente habrá que formar previamente. Y tal vez fomentar en la parroquia el diaconado permanente".
Hay una gran escasez de sacerdotes y los laicos debemos ofrecernos para colaborar con ellos dentro de nuestras posibilidades.
Alfredo:
Me encantó tu "Pd. No vea como me alimenté ayer en su capilla de adoración perpetua, creo que hasta engordé. Muchas gracias por ella".
Treinta y cuatro años después y con un montón de descalabros como experiencia, he aprendido que sin el Señor nada soy y nada puedo. Añoro cada momento el encuentro con el Señor. Y lo bonito es que corriendo mucho menos soy más efectivo, no que yo lo sea, es Dios quien me hace más efectivo.
La paz, la calma, el andar sin miedos que es algo que nos regala Dios cuando estamos ratos y ratos tomando el SOL (Adoración Eucarística), hace la diferencia cuando nos encontramos con nuestros hermanos.
Dios los bendiga
Un saludo, D. Jorge y Ud. ¡cuídese! , que ya se ve que está Ud. en forma.
Sin conocimiento. Sin fundamento. Lo crucifican.
El Papa Francisco se ha referido varias veces al "cotilleo". Si supiéramos leer sacaríamos las debidas consecuencias.
Un cura es algo que no nos merecemos.
24 horas a tu disposición. Y si se equivoca, que Dios le ampare, la "afición", lo destroza.
Pero ahí está el Espiritu Santo para darle Fuerza.
Él calla y la humildad reside en él.
¡ Viva el cura de mi pueblo!
Si un sacerdote tuviera libertad absoluta podría decir : mis 7 horas de dormir son sagradas y excepto algo muy extraordinario no las voy a eliminar pase lo que pase . Esa es la teoría...
Pero si un sacerdote llega de coadjutor a una parroquia y le encarga el párroco varias cosas ¿Qué hace ? pues aguantar ...
y si un sacerdote en Galicia o en Cantabria tiene que estar al volante más de 20 horas a la semana, COMER A SALTO DE MATA y atender 6 pueblos, habitados casi solo de señoras de 80-90 años que le exigen cosas absurdas ¿ qué hace ? pues aguantar
y si en la parroquia en donde el sacerdote aterriza, ya tienen organizadas miles de cosas ( algunas inútiles ) ¿qué hace ? pues AGUANTAR Y OFRECÉRSELO A DIOS
De todos modos, no creo que el cura de Ars o San Juan Bosco ni al Padre Damían ( el que atendía leprosos en Molokai ) y tantos otros .... se plantearan nunca ni por lo más remoto lo necesario de sus descansos, ni de su alimentación adecuada, ni de tener tiempo de vez en cuando de leer una novela o un documento , NI ELLOS CONSIDERARAN QUE "AGUANTABAN " ... SÍ SE PLANTEABAN, EN CAMBIO, SERVIR A LOS DEMÁS SIN LÍMITES SIN PREOCUPARSE nada DE SUS PROPIAS PERSONAS y teniendo a veces que enfrentarse al ambiente que les rodeaba
En cuanto a cuidarse uno mismo y tener tiempo libre ¡que se lo digan a las personas que trabajan de sol a sol, que por desgracia son muchas! ¿Y los padres y madres, que no tienen tiempo para estar con sus hijos?
Hace poco tiempo escribía que los sacerdotes, al igual que los padres de familia, deben entregarse a su vocación (lo que menos me gusta de este blog es el título: preferíría "De vocación, cura") y a sus hijos sean naturales o espirituales.
No obstante considero fundamental que los sacerdotes se cuiden, física y espiritualmente, para poder entregarse y para mantener la brújula de su vida y su actividad bien orientada.
De hecho, me parece que reconocer la necesidad de Dios, de vida sacramental, oración y formación, es una forma de humildad, de saberse pequeños y frágiles y "manifiestamente mejorables"; creo que ante Dios, en la oración, todos vemos nuestra propia pequeñez y esto nos hace mucho más capaces de amar.
¡Cuídese Padre Jorge!
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