Un obispo ha de ser mucho más
No dejan de sorprenderme los criterios con los que un buen número de católicos valora a un pastor. Lo estamos viendo desde que inició su pontificado Francisco, lo hemos vuelto a contemplar en cuanto saltó el nombre de D. Carlos Osoro como nuevo arzobispo de Madrid, y hoy tenemos la edición repetida con motivo del fallecimiento de D. Ramón Echarren.
Como pueden comprender, a un servidor que un obispo sea trabajador, sencillo, afable, cercano a los pobres, simpático y humilde le parece fantástico. Pero son cualidades que me parecen excelentes para un obispo, alcalde, presidente del gobierno, profesor de educación primaria, padre de familia, director de banco y registrador de la propiedad.
Naturalmente prefiero un obispo así a otro que sea vago, orgulloso, áspero en el trato, amante de la buena vida, déspota y altivo como un pavo real. Pero no basta. Ni mucho menos.
Un obispo no es un buen obispo simplemente por ser simpático, sencillo y cariñoso, que insisto son cualidades fantásticas no para un pastor, sino para todo ser humano. Hay que pedirle más.
Hay que exigirle que enseñe la doctrina con fidelidad, sin descanso, que se preocupe de la buena formación de sus fieles, comenzando por aquellos que tienen especialmente la misión de enseñar: sacerdotes, catequistas, agentes de pastoral. Hay que pedirle al obispo un celo ardiente por la santificación de sus fieles: que se celebren los sacramentos con asiduidad, como manda la Iglesia, que la gente rece, aumente la vida de piedad de sus hijos y todos crezcan en gracia y vida cristiana.
Finalmente que el obispo sea pastor de todos, gobierne a su Iglesia con caridad y firmeza, la dote de todo lo necesario para la santidad de los fieles: templos, seminario, organizaciones, organismos dedicados a la pastoral, y en ellos que tenga una sensibilidad y una dedicación especial hacia los pobres y los que sufren.
Esto es lo que supone la triple misión del obispo: enseñar, santificar y regir. Si además de todo eso el obispo es cariñoso, simpático y encantador, miel sobre hojuelas.
Es un buen obispo. Perfecto. ¿En su diócesis se enseña la Palabra con fidelidad a todos, incansablemente, hay gente realmente bien formada? ¿En su diócesis se celebran los sacramentos, se hace correctamente, el pueblo de Dios reza, aumenta la vida espiritual de los fieles? ¿En su diócesis funcionan los organismos diocesanos de gobierno y participación, hay un buen seminario, Cáritas marcha con fuerza saliendo al encuentro de las necesidades de los más pobres, se atiende a las comunidades de religiosos y religiosas?
Bueno, en fin… Lo importante es que el obispo es muy bueno, muy sencillo, cercano a los pobres… Está bien. Pero no basta…
15 comentarios
¿No decíamos que la prioridad era evangelizar, lo de "Id y anunciad el Evangelio"?
¿No decía Pablo VI eso de "la Iglesia existe para evangelizar"?
¿Qué va a regir, santificar y enseñar un obispo si no pone el anuncio del Evangelio -especialmente a las 99 ovejas que están fuera del redil- como prioridad?
- - - - - - - -
Jorge:
Lo del triple ministerio episcopal de enseñar, santificar y regir lo expresa perfectamente el decreto Christus Dominus del Vaticano II: "12. En el ejercicio de su ministerio de enseñar, anuncien a los hombres el Evangelio de Cristo, deber que sobresale entre los principales de los Obispos, llamándolos a la fe con la fortaleza del Espíritu o confirmándolos en la fe viva. Propónganles el misterio íntegro de Cristo, es decir, aquellas verdades cuyo desconocimiento es ignorancia de Cristo, e igualmente el camino que se ha revelado para la glorificación de Dios y por ello mismo para la consecución de la felicidad eterna".
Uno piensa que el báculo episcopal, además de ser un símbolo, podría tener una función muy práctica...
Aún más, en retrospectiva, las catedrales parecerán ostentación de una Iglesia triunfalista; los monasterios, lugares de reclusión, deformación mental y crimen; las misiones, procesos infames de destrucción de culturas "inocentes"... Eso explica muchas cosas.
Muy buena la llamada de atención. Lo mismo que señala aquí vale para curas. Y para el Santo Padre, a quien se valora sobre todo por los gestos más llamativos y mediáticos (aunque se los inventen), no los más importantes (o por su mensaje "oficial").
... con fe y el Evangelio en la mano debe de enfrentarse al mundo, hora a hora; día a día hasta morir que es su descansar.
Ciertamente que un obispo sea trabajador, sencillo, afable, cercano a los pobres, simpático y humilde le parece fantástico; Y sobre todo si juega al futbol y además gana, aunque lo parezca no es un buen obispo.
En el país de los ciegos el tuerto será rey.
Lo demás: simpatía, afabilidad, etc., si lo tiene, bien. Y si no, no pasa nada.
No tiene por qué caer bien a todo el mundo, y eso se ve por ejemplo en dos muy buenos obispos, creo yo, como son Rouco Varela y Reig Pla.
Está claro que se quiere proteger al máximo el nombre del nuevo líder de la Iglesia española, más allá,supongo, de sus propios deseos e intereses.
En fin: así estamos.
En fin, lo siento y reitero mis disculpas.
Dejar un comentario