Señores curas párrocos: más flexibles en lo de la territorialidad de la parroquia
Los curas párrocos solemos ser bastante celosos de lo que antes se llamaban “derechos parroquiales”. Cada parroquia tiene asignado un territorio geográfico concreto y de siempre se ha reivindicado que ciertas cosas, especialmente bautizos, primeras comuniones, confirmaciones, bodas, entierros y funerales, se celebraran en la parroquia propia del sujeto para el que se solicitaba el servicio.
Es decir, si usted vive en la calle Pepito Pérez, 57 y esa dirección corresponde a la parroquia de San Apapucio, eso quiere decir que el expediente matrimonial, su boda, el bautizo del niño, la comunión de la niña, la confirmación del mozalbete y el funeral de la abuela que vive con ustedes, todo eso ha de celebrarse en la susodicha parroquia.
Las razones eran básicamente de dos tipos: por un lado favorecer la vida de fe y la inserción en la comunidad parroquial de referencia, y por otro garantizar unos ingresos mínimos, ya que algunas parroquias se ponían de moda y mientras en ellas se realizaban celebraciones de todo tipo, con lo que supone de aumento de vida parroquial, y aumento de ingresos, no nos engañemos, otras apenas podían sobrevivir.
Salvando todo lo que diga el derecho canónico, creo que los señores curas párrocos debemos ir dando pasos hacia una mayor flexibilidad en estas cuestiones de territorialidad parroquial.
Para empezar, porque la gente se mueve hoy más que nunca. Y los habitantes de Pepito Pérez, 57 pasan el fin de semana en el pueblo y van allí a misa algunas veces, y otras en la parroquia de los suegros si comen con ellos el domingo. Alguna vez se acercan a la iglesia de X, donde uno de los hijos se ha incorporado a un grupo juvenil y entre semana van a misa y a confesarse a una parroquia del centro cerquita de su trabajo. Vamos, que a san Apapucio apenas acuden.
Pero es que luego está la cabezonería propia de los que somos párrocos. Porque en la parroquia de X, la propia, solo bautizan los domingos por la tarde, sin excepciones, cuando la familia de Anita trabaja toda en la hostelería. Pero es que en la de Y lo hacen los sábados, cuando son todos comerciantes. Pues que miren dónde les va mejor. Tampoco es tan complicado.
Los vecinos de estos amigos, los del número 59, tampoco acuden a la parroquia porque no les va el estilo ni aguantan las misas. Hace tiempo que acuden a la parroquia de Santa Gundisalva donde se encuentran a las mil maravillas.
Pues eso. Que lo que no tiene mucho sentido, insisto que salvando lo que mande el derecho, que hasta ahí podíamos llegar, es que unos y otros, por narices, tengan que bautizar al niño en san Apapucio, que ni les va ni les viene por muy parroquia territorial suya que sea. Como tampoco lo tiene que la niña, que acompaña a sus papás desde casi recién nacida a Santa Gundisalva, ahora tenga que apuntarse a catequesis en San Apapucio. Pues no.
Luego hay una cuestión muy seria que hay que respetar. Y es que los primeros responsables de la educación de sus hijos son los padres y estas familias de Pepito Pérez 57 y 59 no se fían de su parroquia ni un pelo porque han escuchado cosas raras en las homilías, porque les llegan al buzón de correo unas hojitas parroquiales que les preocupan y porque tiene vistas cosas que no, y se pongan como se pongan no dejan a sus retoños en la catequesis de su parroquia.
Y al revés. Hay familias de Santa Gundisalva y de San Serenín que quieren apuntar a sus niños a la catequesis de San Apapucio porque les gusta más. Pues ellos mismos.
Quiero decir con esto, especialmente a los señores curas párrocos, entre los que me encuentro, que tenemos que ejercer mucho más eso de la libertad, el respeto al prójimo y el reconocimiento de la mayoría de edad de los laicos y facilitarles en la medida de lo posible que vayan a la parroquia que quieran no solo a misa, a rezar y a confesarse, que eso por supuesto, sino también a bautizar a sus hijos, llevarlos a catequesis y celebrar su fe en momentos especiales si así lo desean. Que no tengamos reparo en admitir a catequesis niños de otras parroquias ni en bautizar aunque sean de otra zona. Y al revés. Que si hay feligreses nuestros que prefieren acudir a otro lugar, que lo hagan. Tan felices.
Una última cosa. En algunas parroquias para bautizar niños de otros lugares y para admitirlos a catequesis, solicitan autorización por escrito del párroco propio. Volviendo a admitir lo que diga el derecho –que no se me enfade mi amigo Félix, flamante doctor en la materia-, procuremos facilitar las cosas. No es fácil para una familia que no pisa su parroquia, o que se las ha tenido con el párroco por cuestiones varias, tener que acudir al despacho a pedir el papelito.
21 comentarios
De adulto, poco van a influir las bobadas heréticas de un cura. Con ir a otra misa, o pasar de las homilías, arreglado.
Pero cuando hay hijos pequeños de por medio, puede ser esencial no tener que mandarles a ciertas parroquias.
Todo del más absoluto sentido común. Y más si le añadimos las casas de culto de Órdenes o Hermandades, que, en muchos casos, es ahí donde realiza mucha gente su vida sacramental ordinaria.
Lo que usted afirma es fundamental: generosidad y sentido común.
Un abrazo grande en el aniversario de la Fundación de la Orden de la Merced.
¿Qué hacer cuando esto lleva pasando ya 12 años?, ¿El obispo no lo sabe? claro que lo sabe, conoce muy bien a ese sacerdote.
No tenemos derecho los fieles de barrio humilde tener un sacerdote como Dios manda, que se preocupe de la vida espiritual de sus fieles, de la vida cristiana de su comunidad, etc? Tenemos que irnos de nuestro barrio y parroquia a otro solamente por que este señor se le antoje hacer lo que le venga en gana y el obispo no haga nada?
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Jorge:
Tiene usted toda la razón. Hacer, hacer... quejarse al obispo. Y dar publicidad al asunto en las redes sociales con nombres de personas y parroquias. Aunque le parezca mentira, suele ser de lo más eficaz.
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Jorge:
Por supuesto. Pero si hay parroquias que se dedican a las rebajas o a hacer las cosas de calquier manera, el problema hay que resolverlo no en la parroquia de origen, sino en más altas instancias.
¿Parroquia a la carta? ¿Movimiento de fieles por capricho? Es cierto que hay parrocos que atentan contra la liturgia, el derecho, etc...pero la solución no es que cada uno vaya donde le de la gana.
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Jorge:
Me encantaría conocer su opinión al respecto y si se le ocurre alguna solución.
En primer lugar, porque la inmensa mayoría de los que van a misa - ya no de los que acuden para un bautizo o similar - ignoran por completo que exista una territorialidad de la parroquia. En las ciudades donde las parroquias están muy cercanas son contados los que no tienen dudas de a cual pertenecen. Generalmente van donde pueden, que no donde quieren.
Pero luego el amigo "Párroco" me ha hecho reír. Entonces he caído en la cuenta de que el artículo está dirigido a los propios párrocos. A este señor le preocupa los párrocos que se toman su puesto por el pito del sereno, pero hombre, hasta el punto de que los fieles se vayan a otra iglesia...eso si es un tema grave.
En resumidas cuentas, los fieles tenemos que tragar con el cura que nos digan hasta que alguien - que todavía no ha nacido - solucione lo del párroco díscolo. Tremendo.
A grandes males, grandes remedios.
Yo soy una de las que no he tenido demasiado contacto con la parroquia que ha sido la mía en los diferentes momentos de mi vida.
Mi parroquia cuando nací era San Andrés, situada en la calle Elvira y allí fuí bautizada. Después mi parroquia fue San Pedro, cuando teniendo yo un año mis padres se mudaron a la calle Zafra y la parroquia la teníamos enfrente de nuestra calle, y de la que recuerdo uno de los instantes más bellos y de los primeros recuerdos de mi vida, y fue cuando mis padres me llevaron a oir misa y yo escuchando los cantos creía, en mi ingenuidad que cantaban los ángeles y que aquello era el Cielo. Pues viviendo en la calle Zafra, mi padre me llevaba a oir misa los domingos, o bien a la Catedral o a la Virgen de las Angustias (patrona de Granada), dónde recuerdo mi éxtasis contemplando las bellísimas cristaleras de colores, por dónde se filtraba una luz maravillosa. Mi hermana fue bautizada en la parroquia de San Pedro (la que nos correspondía). Con mi madre acudía a menudo a la iglesia de los Hospitalicos, en la calle Elvira, y recuerdo cómo mi madre se ponía el velo que llevaba en el bolso, y si yo no llevaba el mío, pues eran visitas al Señor, mi madre me ponía un pañuelito que llevaba en el bolso, pues era costumbre entrar a la iglesia con la cabeza cubierta. También a veces con mi madre, entrábamos al convento de las Tomasas, situado muy cerca de nuestra casa. Mi Primera Comunión, el día más feliz de mi vida, se celebró en uno de los jardines del colegio, en el que se improvisó una iglesia al aire libre, con su altar, los bancos cubiertos con sábanas blancas, (cada madre tenía que llevar una) y adornados con bellos ramos de flores blancas. El motivo fue, que la maravillosa iglesia de mi colegio (llamada de los conversos), estaba siendo restaurada. La ceremonia resultó bellísima, y recuerdo una fotografía (tristemente desaparecida), en la que se me veía tomado la Comunión, y a mis padres detrás; la imagen de mi padre resultaba graciosísima, pues estaba mirándome con la boca abierta y espectante, tal y cómo si fuera él, el que estaba recibiendo la comunión. Mi confirmación la hice en la parroquia del Salvador en el Albaicín, pues se vé que era la que correspondía a mi colegio de la Presentación, dónde nos llevaron las monjas a todas las niñas que teníamos que recibirla. Mi colegio estaba y sigue estando (aunque ya no cómo colegio, sino cómo noviciado según me han dicho), subiendo la calle Zafra, en la calle San Juan de los Reyes. Más tarde nos mudamos a la Cuesta de Gomérez, y mi parroquia fue Santa Ana, en la Plaza Nueva, y allí fue bautizado mi hermano, y yo iba los domingos a misa. Después mis padres (y por lo tanto nosotros) se mudaron definitivamente a la calle Molinos, y nuestra parroquia era Santo Domingo. Allí iba a misa los domingos, aunque a veces iba a misa al Sagrario de la Catedral. Pero a la hora de casarme, tuve el capricho de casarme en el Sagrado Corazón de Jesús, en la Gran Vía, aunque hubo que pedir los consiguientes permisos a las parroquias que estaban antes por derecho.
Y cuando me casé, la única de mis hijos que se bautizó en la que era mi parroquia y sigue siéndolo, fue mi hija menor, Sara. Rosa María y Miguel Ángel, fueron bautizados en la iglesia de nuestra patrona, la Virgen de las Angustias. A Sara la llevé dias después a presentársela a la Virgen de las Angustias.
Cómo seguíamos yendo casi todos los domingos a casa de mis padres, normalmente oíamos misa en Santo Domingo y algunas veces en la Catedral o el Sagrario. Después de separarme, seguí subiendo los domingos a estar con mi madre, ya viuda, y oíamos misa en Santo Domingo.
Ahora, y debido al principio de agorafobia que tengo, y que me hace salir bastante poco, prefiero ir a misa a mi parroquia, ya que está en mi misma urbanización, porque así cuando salgo, vengo directa a mi casa.
Que Dios lo bendiga Padre.
Y que nos bendiga a todos.
A partir de ese momento, siguiendo su criterio el que suscribe por lógica debería haber dejado de ir a misa en esa parroquia (por no ser católica) y como era esa la que me tocaba no habría podido ir a otra.
En lugar de eso me fui a otra en la que había un cura que predicaba muy bien los domingos a las 9 de la noche. más de 20 años después, con tres párrocos distintos sigo llendo a esa misma parroquia, distante más de 15 km de mi casa actual, y donde he bautizado a mis 4 hijos, donde hice mi expediente matrimonial y donde tengo intención de inscribir a mis hijos en la catequesis de comunión cuando les llegue el momento.
Siguiendo su criterio habría dejado la práctica cristiana, probablemente no estaría casado (ni con mi mujer actual) y por supuesto no tendría 4 hijos católicos (ni siquiera 4 hijos).
Un saludo fraternal.
Me pone enfermo que se hable de territorios cuando hay curas que se dedican a reinventar la liturgia y nadie les pone coto.
Menos territorios y más control a los sacerdotes.
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Jorge González Guadalix
Sacerdote diocesano de Madrid. Se presenta y se define como cura. Licenciado en teología pastoral, lleva más de treinta años ejerciendo su ministerio en parroquias de la diócesis, algunos de ellos como párroco rural. Arcipreste varias veces, ha pertenecido por dos legislaturas al consejo presbiteral de Madrid y al consejo diocesano de pastoral.
Como añadido a su labor de párroco ha hecho un poco de todo: coordinador de pastoral de un colegio de más de dos mil alumnos, director espiritual de un gran colegio mayor, profesor de religión, profesor de teología pastoral... internauta y bloguero por libre y desde ahora en Infocatólica .
Si quieren ponerse en contacto con él: [email protected]
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