A la preocupada madre de un futuro cura
Las madres siempre han tenido una preocupación especial por el hijo sacerdote. No por nada especial, a ver si me comprenden, sino que los otros pues bueno, forman sus familias, se casan, o si no se casan parece que ya se las apañarán de alguna manera.
El cura es soltero y vive solo. Y eso a una madre siempre le causa un cierto temor. Ya saben: hombre, soltero y viviendo solo. Este hijo mío… ¿comerá bien, tendrá la casa limpia, habrá quien le ayude en las tareas del hogar? La madre de un sacerdote nos decía: ¡ay este hijo mío! tanto estudiar, y resulta que se tiene que hacer la cama, guisar, lavar… Encima según es, que no para en todo el día, qué comerá, qué apaños tendrá de cocina… Si es que no quiero ni pensarlo. ¿Y si un día se pone malo?
Eran las preocupaciones normales de las madres de los curas. De toda madre, pero quizá más acentuado cuando se trata del sacerdote. Este hijo mío…
Hoy descubro que las madres de los nuevos sacerdotes siguen entando tan inquietas por sus hijos como las nuestras en su momento. Lo que sí observo es que los motivos son diversos. Las nuestras, que si la comida, la casa, la enfermedad. Las de hoy tienen otros miedos, sobre todo están intranquilas por los tiempos que a sus hijos les toca vivir.
No hace mucho hablaba con la madre de un futuro cura a pocos meses. Para ella todo son temores y agobios por lo que le espera a su hijo. Lo ve bueno, entregado, generoso, dispuesto a servir al Señor como la Iglesia le pida, un crío con veinticinco, veintiséis años. Pero a veces le sucede que lo está viendo ya como corderillo en un mundo de lobos y sufre por su futuro.
No. No es una mujer alarmista, sabe dónde pisa. Justo por eso se le va una lagrimilla de cuando en cuando sin que su curita se entere. ¿Cómo es posible, me decía, que alguien escupa por la calle a un chiquillo de veinticinco años, recién ordenado como diácono, simplemente por llevar una camisa negra y una tirilla? Sí. Esas cosas pasan. Tocan tiempos recios.
La increencia es y ha sido siempre agresiva. Hoy llevar una camisa de cura es una provocación para muchos ante la que reaccionan con unas miradas asesinas, el insulto o el escupitajo. Lo sé. Hablar de Dios, de amor a la Iglesia, de fidelidad, de obediencia, de entrega se considera como signo de la peor especie, de ultraconservadores, de reaccionarios y poco menos que enemigos de la humanidad. Antes no. Al menos había un respeto externo. Hoy… es otra cosa.
Tampoco lo tienen fácil estos curitas, perdón hermanos por el diminutivo, lleno de afecto de hermano, dentro de la propia Iglesia. Son, los curas jóvenes, curas de otra manera. Frente a la educación que nosotros recibimos, muy secularizada, muy de vanguardia, muy lo que veamos, ellos han sido formados en llevar con alegría los signos sacerdotales como su camisa negra y su tirilla, en la obediencia, en esto es lo que toca hacer. Esto significa que van a sufrir el rechazo de una parte nada despreciable de la Iglesia que no les va a ahorrar lindezas como que están desarraigados del mundo, que son rigoristas, que no saben ejercer la misericordia, que solo quieren espiritualismo y vivir al lado de los ricos y poderosos. Menos bobadas, por favor, que tampoco nosotros éramos ni somos oro bruñido.
Las madres sufren. Pero ahora no por qué comerán o con qué se vestirán, que desde que se inventaron los congelados, precocinados y los microondas, se ha avanzado mucho en esto, y a nadie extraña ver a un hombre hoy con la plancha. El problema es otro: mi hijo, con una vida entregada al Señor, a la Iglesia, a la gente con sus veintipocos años, ¿va a tener un futuro de escupitajos, incomprensiones, descalificaciones?
No. Tu hijo será otro Cristo. Bendecirá, consolará, será el instrumento para repartir generosamente la gracia de Dios, estará con los desvalidos dejándose la vida por sus ovejas como hizo el Maestro. No te extrañes que lo siga también en el desprecio y la cruz. Es lo que toca. Pero tranquila. La pasión es siempre el camino de la resurrección. Reza por tu hijo. Dios le cuida. No hay que temer.
29 comentarios
Toda la parroquia está feliz de tener a una madre para todos y el cura vive con su madre el cuarto mandamiento.
Ratzinger como cardenal vivía con su hermana, y ocurría lo mismo.
Don Fidel, mismamente, tengo entendido que vive con su madre.
¡Es una suerte para el cura y para la madre!
Un cura vestido como tal es una provocación y un signo y hace que otros se cuestionen cosas: la valentía, la pertenencia, el testimonio, la fidelidad, el sacrificio, la renuncia...
Le comento dos anécdotas: cada vez que me cruzo con un sacerdote o una monja por la calle, pido al Señor que les ayude a ser fieles a esa vocación y rezo un Ave María o Padrenuestro; algo que no hago si me cruzo con seglares.
Una amiga, con la que comparto la tarea de educar a tres adolescentes en plena efervescencia, comentaba lo orgullosa que debe sentirse la madre de uno de nuestros curillas de la parroquia al verlo tan estudioso, responsable, centrado, guapetón, tan dotado para comunicar la alegría... poco más y lo "adopta" para presumir
Primero que conserve la fe, luego que la difunda. Y que sea buen sacerdote, esa preocupación que sea la primera.
Por lo demás, todos que queremos ser fieles, pero los sacerdotes más, pasaremos por pruebas muy duras.
Es mi forma de agradecerles su labor, que se sientan queridos cuando visitan mi localidad
Cuando los curas desprecian el testimonio, los fieles se retraen de defenderlos.
Pura lógica. A ningún soldado le gusta lanzarse al combate si su capitán se pone de perfil y trata de congraciarse con el enemigo.
Para bien o para mal, la parte humana de nuestra Iglesia depende mucho de los pastores. El combate de los seminarios (terrible, larguísimo, con tantas bajas) y la actitud de muchos vicarios y obispos ha sido, y es determinante.
Rezad, rezad por los curas; ayudadles con generosidad, criticadles con caridad (y discreción).
Cuánto necesitamos buenos sacerdotes. Aunque hoy en día esté tan poco de moda decirlo, ellos son los interlocutores privilegiados del pueblo fiel con lo sagrado. Ellos atan y desatan en el Cielo.
En Catalunya que un ministro sacerdotal haga visibles su sacerdocio está mal visto. Pero esto no acaba aquí: "está mal visto por el propio clero local", que por cierto visten de laicos con el peor del mal gusto, parecen camioneros franceses. Admiro, y es buena señal, que los pocos jóvenes que ahora se ordenan optan por el alzacuellos, cosa que molesta mucho a esos ogros que se han encargado de mal interpretar VII, y han hecho de sus templos altares al más rancio de los nacionalismos: dogmático, fanático, ciego, con frases repetitivas como un "carma". Sólo han hecho vaciar las iglesias, nada más, y con todas sus soberbias.
A mí me parece que no es para tanto el ir de cura. En todo caso creo que ir así "de cura" es una permanente interrogación para los que se cruzan con él. Una propaganda vocacional gratuita y práctica. Las monjas vestidas de monjas hacen una propaganda vocacional doble.Por un lado gratuita y por otra estética. Ver a una monja mayor , de paisano, vestida y peinada descuidadamente, es la propaganda antivocacional más efectiva. ¿Alguien cree que una mujer se puede sentir atraida con ir hecha una "facha"?
De niña cuando iba con mi madre por la calle o de vuelta del colegio, y veíamos a un sacerdote, enseguida iba a besarle la mano, y a las religiosas el crucifijo que colgaba del cordón del hábito.
Ahora es raro ver a un sacerdote vestido de sacerdote. Mi párroco, por poner un ejemplo va de traje de chaqueta y hasta corbata, viéndolo nadie prodría decir que es sacerdote. Y me imagino que la gran mayoría harán lo mismo, pues pocos clerygman se ven por la calle.
Y sé que es hoy en día una "provocación" para muchos, el que un sacerdote se identifique como tal por el traje, y pasa lo que usted querido Padre Jorge refiere, sobre desprecios, insultos y salivazos.
En Granada el seminario está en Cartuja, en donde están ubicadas la mayoría de las facultades. He oído a seminaristas decir que al salir del seminario son insultados por otros estudiantes, llamándolos pederastas y otras cosas. Es muy triste todo lo que está ocurriendo.
Pero a la vez es motivo de alegría saber que a pesar de todo, Dios sigue llamando a jóvenes dispuestos a dejarlo todo por seguirlo a Él. Que Dios los bendiga.
Gracias de antemano don Jorge.
Seguro que el hijo de la madre que relata don Jorge ha penitenciado muchos pecados y ha dado algunos pasos más hacia la salvación eterna solo por sufrir con paciencia a los endemoniados y borrachos: "bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan por mi causa".
Así que, además de rezar por los sacerdotes, a rezar por la conversión de los que les odian.
Creo que lo más sublime de un sacerdote es el poder recibido en su ordenación de perdonar los pecados y celebrar la Eucaristía.
No os olvides que Jesucristo os dara el ciento por uno
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