¡QUINIENTAS! primeras comuniones
Hay compañeros curas ante los cuales me quito la teja, el bonete, el solideo con floripondio, el birrete y la boina común. Porque no me negarán ustedes que meterte cada primavera ¡QUINIENTAS! primeras comuniones entre pecho y espalda tiene su mérito.
Uno piensa solo en lo que es la celebración y ya se te caen los palos del sombrajo, porque digo yo ¿cuántas misas de primera comunión? ¿Quince, veinte? Y seguimos con los números, porque si los niños hacen como mínimo dos años de catequesis, eso significa organizar la formación anual de ¡MIL CHAVALES! con sus correspondientes catequistas, que no quiero pensar ni en cuántos. Supongo que entre cincuenta y cien.
Continúo con los números. Porque QUINIENTAS primeras comuniones cada año son QUINIENTAS mamás y QUINIENTOS papás con los que hay que reunirse, hablar, explicar, trabajar pastoralmente aunque sea un poco. Y son QUINIENTAS familias pidiendo, sugiriendo, exigiendo cosas y no siempre felices porque entre tantos cada cual hubiera preferido… y al final los curas de turno acabarán haciendo encaje de bolillos y de tripas corazón para que todo salga lo mejor posible.
Pero claro, una parroquia con ese volumen de primeras comuniones ¿cuántos bautizos tendrá? Porque me consta que tienen todo más que suficientemente atendido, incluyendo una atención en Cáritas digna de todo elogio.
¿Y qué me dicen de esos curas a los que de repente nombran párroco de un pueblo y encargados de otros siete, ocho, diez o doce? ¿Se imaginan? Con un poco de suerte quinientos, ochocientos habitantes entre todos y esencialmente ancianos. Eso sí, siete, ocho, diez o doce iglesias por cuidar y retejar; siete, ocho, diez o doce fiestas patronales… Me impresionan estos curas. El otro día veía nombramientos en una diócesis con gran mayoría de parroquias rurales. Curas con sus treinta y tantos años recorriendo perdidas carreteras para hablar del amor de Dios a un par de Rafaelas, a tres chiquillos, al señor Juan, mientras pasa a casa de Emeterio a por un café calentito que está la tarde de perros y de paso pregunta por el catarro de Juana.
No sé si a los amigos de las quinientas ¡QUINIENTAS, SEÑOR! primeras comuniones se les irá algún detalle litúrgico, si en alguna homilía se escapará una frase no del todo exacta, o si una mañana tuercen el gesto ante algo. Paciencia la de estos hermanos. Tampoco me quiero parar a pensar en las celebraciones de cada misa de aquél que pasa el día de pueblo en pueblo. Pero yo sé que son sacerdotes de Jesucristo, buenos pastores, entregados del todo a sus ovejas.
Otros lo tenemos más cómodo. Nuestras cuarenta primeras comuniones cada año, unas poquitas bodas, algunos bautizos… Así cualquiera, y si no lo hacemos mejor la verdad es que no tenemos perdón de Dios. Pero leche, QUINIENTAS primeras comuniones. DOCE pueblos. Eso sí que es mérito. Eso sí que son curas.
Compañeros, hermanos, me quito la teja con toda reverencia. Va por vosotros.
11 comentarios
Dice la sabiduría popular: "quien tiene boca, se equivoca"; y la sabiduría clerical: "quien pronuncia homilía, dice tontería".
El problema no son estos "lapsus", "errores", "imprecisiones", naturales y condecentes a la condición humana: sino la perseverancia en los mismos. Comprendo que en una homilía se puede hablar de la "transformación de la Eucaristía", con el error doctrinal correspondiente: no entendería, empero, el perseverar en el mismo alegando "razones pastorales", tipo: "es que así es más facil de explicar".
Dicho esto, las dos orejas y el rabo, a estos presbíteros confesores de la fe.
Alguien me contó, que un niño decía, "voy a hacer la Primera Comunión por los regalos que me darán, sólo por eso". No sé si sería verdad lo que me contó. Pero éste tal, no va a la iglesia, también hizo su primera comunión.
Y sobre ese dicho popular, "quién tiene boca se equivoca", siempre me lleva a pensar en lo siguiente:
«Está escrito: 'No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios' »” (Mt. 4,3-4). Por lo que el que se ha inventado ese dicho, no contaba con la Sabiduría de la Palabra de Dios. No es un dicho de algún creyente; sino de un desconocedor de las Sagradas Escrituras. En el Evangelio de San Juan 6, 68, el apóstol Pedro, comprendía que las palabras de Jesucristo siempre con contenido de verdad: «Señor Tú tienes palabras de vida eterna. »
Números 12, 6: Dijo Yahveh: «Escuchad mis palabras...
Los Proverbios 4, nos enseña, que si sabemos escuchar atentamente las instrucciones de Dios, esas instrucciones también se nos manifiesta por el Sagrado Magisterio de la Iglesia Católica. Para los sacerdotes, también aprende como edificar en sus homilías.
También hay otros dichos, que dicen que son populares, cuando quien está familiarizado con la Palabra de Dios, enseguida descubre que no es un dicho cualquiera, sino de la Palabra de Dios. Hay muchos dichos populares que intentan cambiar textos bíblicos, o bien de la doctrina de los Santos Padres que es Sabiduría de Dios.
Y termino:
Luego, sobre la sabiduría clerical, es interesante lo que comenta Alejandro Galván: --"quien pronuncia homilía, dice tontería"--, no siempre es así, pues hay homilías que edifican, pero hay otras que causan graves disgustos al oyente, “homilías como terribles instrumentos de martirios”, y eso no conviene, las homilías deben remover los corazones. Las que hacen reír, las que se atraen los aplausos, no sirven de nada.
Se supone que todos cuando vamos a Misa, si el sacerdote habla, que no nos hable de deportes, que no nos hablen de política ni de economía, ni de tantas cosas mundanas, ni de participar en festejos populares, ya al final de la Misa o en alguna homilía. Si vamos a Misa, es porque queremos que se nos recuerde más a Cristo, que nos ayude a salir de la mundanidad, a desprendernos de lo terrenal.
Una señora me decía hace muchos años, “cuando el sacerdote comienza a hablar, me tapo los oídos”, los sacerdotes deben ser más prudentes en sus homilías. Pero ser prudente no significa dejarse llevar por los respetos humanos, he leído los sermones del Santo Cura de Ars por ejemplo, las palabras del Santo Padre Pío de Pietrelcina y de otros tantos auténticos sacerdotes, que no temían decir las cosas por su nombre, con claridad, y movían los corazones a la conversión.
Me parece algo tan indigno como la nulidad intrínseca a una gran cantidad de bodas por la Iglesia. Esnobismo, falsedad y ganas de tentar a Dios Nuestro Señor.
Con respecto a lo de las meteduras de pata desde el púlpito... un recuerdo emocionado a Don Carlos, que decía misa en un convento a las 9 de la mañana y era la misa más concurrida de todo el domingo. Sin sermón y 20 minutos. Y buena gente que iba, nada de menospreciarlos. Si madrugaban el domingo, es que no serían ningunos comodones, iban a misa convencidos y encima ni se aburrían ni escuchaban "rarezas".
La diócesis es nueva, unos 60 años, y hay pocos sacerdotes. Se nutre de vocaciones propias principalmente.
Cristo, envía sacerdotes a tu mies.
que usted se podia haber conformado con sus dos misas, un poco de confesión y algo de catequesis y lleva:
Capilla de adoracion perpetua
Coro de gregoriano
Economato
Vida ascendente
Restauración de la dolorosa de su amigo
Caritas Parroquial
Y varios fregaos que se me olvidan o desconozco
Ya solo le queda el Grupo scout y hace pleno
Este año, el día 3 de año, ha hecho su Primera Comunión la cuarta de mis hijas; ayer, domingo día 11 me decía emocionada: "mamá, hoy hago la QUINTA COMUNIÓN".
Mi hija ha hecho la Primera Comunión en nuestra parroquia, en que este año comulgan por primera vez más de 200 niños, ¡DOSCIENTOS SEÑOR! (es menos que quinientos pero siguen siendo muchísimos, este año hay tres Eucaristías con Primeras Comuniones cada sábado desde el 3 de mayo hasta el 14 de junio ambos incluidos) y ha sido preparada por los catequistas de la parroquia durante tres cursos completos.
Solo quiero manifestar mi admiración por todos los equipos que intervienen en la catequesis de los niños y familias, y en las celebraciones, y darles las gracias por su trabajo.
También darle las gracias a usted, D. Jorge, que escribir en esta página también le lleva su dedicación, trabajo y sacrificio.
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