Plantear las charlas cuaresmales de otra manera
Las charlas cuaresmales siempre fueron algo así como los ejercicios espirituales del pueblo de Dios. Ante la proximidad de la semana santa era normal, lo sigue siendo en muchos lugares, organizar unas charlas cuaresmales para alentar en el camino de la conversión y animar a los fieles a una buena confesión.
Recuerdo aquellas charlas cuaresmales de mi niñez, impartidas por el párroco o por sacerdotes llegados para la ocasión, y que congregaban prácticamente al pueblo entero. Incluso las había para jóvenes, para hombres, para mujeres… Todo un acontecimiento.
Hoy seguimos programando charlas cuaresmales en las parroquias de la misma forma que se hacía “in illo tempore”, pero con resultados bien dispares. Ya no acude la práctica totalidad de los feligreses. Más bien sucede todo lo contrario. Cada vez menos y cada vez gente menos necesitada de ellas, aunque a todos vienen bien.
Pienso ahora en el año pasado. El día de más éxito no sé si llegamos a cincuenta o sesenta personas. De ellas, la inmensa mayoría, gente de misa diaria, confesión frecuente y vida ordenada. Lo que me dicen otros compañeros es que por más que intentes llevar a “primeros espadas”, a predicadores “de renombre”, por más que animas, insistes y suplicas… acuden los de siempre. Justo los menos necesitados de ellas.
Este año, revisando esto en el consejo pastoral parroquial, decidimos que no vamos a tener en la parroquia charlas cuaresmales al uso. A cambio, eso sí, tendremos cinco “mini charlas” aprovechando la riqueza de los textos de la Escritura en las misas dominicales.
La gente va a donde va, que es básicamente a la misa dominical. Ahí, en la masa de asistentes a la misa, es donde están los cristianos más necesitados de empuje, de aliento, de ánimo, de estímulo en su vida de fe. Si insistimos por arriba, por abajo, por activa, pasiva y perifrástica para que acudan a las charlas, aparte de ser unos palizas, quizá pueda lograrse que en vez de ser cincuenta sean sesenta, quizá setenta. Muy pocos en cualquier caso.
Pero… si convertimos las homilías de cuaresma en homilías bien preparadas, nos tomamos la molestia de prepararlas con especial cuidado, y sabemos exponer los grandes temas de las catequesis cuaresmales por ejemplo de este año: tentaciones, transfiguración, la samaritana, el ciego de nacimiento y Lázaro, pensamos que los resultados pueden ser mucho mejores. Es decir, que en lugar de dos o tres charlas a las que acuden los de siempre, este año tendremos cinco mini charlas que van a escuchar todos. Ayer fue la primera. Uno se da cuenta si la gente atiende, y vaya si lo hicieron. Lo noté en la misma homilía y sobre todo en la consagración: si alguien me hubiera dicho, por el silencio que se hizo, apenas roto por la campanilla, que estaba consagrando solo, lo hubiera creído.
Me admiran los compañeros que consiguen arrastrar a cientos de personas de su parroquia a las charlas cuaresmales. Nosotros somos incapaces. Así que lo de Mahoma y la montaña. ¿Qué no vienen a las charlas? Pues trasladamos las charlas a las misas dominicales, evidentemente sin necesidad de alargarlas, que no por hablar más se consiguen mejores frutos. A ver qué tal se nos da este año.
12 comentarios
Da gusto cuando un sacerdote prepara bien la homilía, verdaderamente el pueblo responde y reflexiona. Considero que el secreto está en actualizar la Palabra de Dios, conversar con los fieles en un lenguaje que todos entiendan, con ejemplos de la cotidinidad pues repetir los textos de siempre tal y como vienen no es de mucho provecho, las lecturas nos las sabemos de memoria.
Adelante con esta buena idea, Dios te bendiga.
El problema no es de elocuencia o espadas primeras o terceras. El problema es teológico: el pueblo cristiano ya no tiene conciencia de pecado ni de condenación, por eso no siente necesidad de penitencia.
Y el cambio teológico no ha venido del pueblo.
Dios lo bendiga y le de largos años para seguir catequizando. Nos hacen falta muchos sacerdotes como usted.
Permíteme la osadía de matizar su comentario, en mi humilde opinión, a las 23:10 hora española, las 16:10 en Costa Rica.
Creo, naturalmente, como no podía ser de otro modo, en la existencia del infierno; no sé ( y la verdad me importa poco), como uno puede hacerse acreedor a él, a este resp0ecto creo firmemente lo que nos enseña la Santa Madre Iglesia.
Pero sí creo que la base para la conversión, el dolor de los pecados y la penitencia nunca puede ser el miedo al infierno, sino el corazón agradecido ante el amor que Diosnos ha manifestado e la Cruz de Cristo, donde, efectivamente, se perdonan todos nuestros pecados sin condiciones, hags lo que hagas. Y la única diferencia, y no pequeña, por cierto, es que uno de los ladrones se volvió al que sufría con él y experimentó este perdón y murió con esperaanza, mientras que el otro murió sin enterarse de lo que se le estaba regalando...
¡Ay de mí! ¿quién me librará de este cuerpo que me lleva a la muerte? ¡Gracias sean dadas a Cristo! (San Pablo)
Os digo esto para que no pequeis pero si alguno peca, tenemos un defensor... (San Juan)
¿Y san Bernardo...?
Y dentro de todo esto, el Sacramento de la Penitencia que certifica, con el poder del Epíritu Santo y la autoridad de la Iglesia, de una forma absoluta y sin nigún género e duda que el perdón está otorgado.
(Espero que mi osadía, insisto, no me haya hecho soltar muchos disparates)
Para que no haya confusiones, vuelvo a poner el distintivo de mi ciudad de origen, que espero que no me copie también.
Sé que ustedes tienen mi correo electrónico, por lo cual no hay duda sobre mi identidad. Pero no quiero que con los compañeros de comentarios, haya confusión al respecto.
Padre reciba un fuerte abrazo en Cristo.
Lo que él ha planteado, es la "doctrina" que hoy en día está a la moda. "Dios te quiere y te perdona hagas lo que hagas y seas como seas", y quien sabe si el Cielo existe, incluso si existe algo después de la muerte. Por lo tanto comamos, bebamos, vivamos, ... que mañana moriremos.
"Y por tanto ¿qué necesidad de conversión? ¿Que no me va bien el matrimonio? Pues mañana me separo y me busco otro "marido"; y si este tampoco me va bien, pues a seguir con la lista. No importa el daño que pueda estar ocasionando a mis hijos o a otras personas. Yo a lo mío".
Y nada de miedo al infierno, ¡eso ni mentarlo! y nada de ver a un Dios que hace justicia, ¡No! Hay que pintar a un Dios Bueno, pero no a un Dios Justiciero. Nada de creer en el Dios del Antiguo Testamento, el que sin embargo seguimos leyendo en las Eucaristías, y al acabar las lecturas, decimos "Palabra de Dios".
El jueves pasado fui a una reunión parroquial, y en ella precisamente se estaba hablando sobre el Dios que todo lo perdona y que no castiga. Y riéndose de los miedos que nos inculcaban de niños al decirnos que Dios castiga los malos comportamientos, y que es algo que no hay que enseñar a los niños, sino todo lo contrario.
Además la señora en cuestión tergiversaba las palabras del Señor cuando dijo: "No he venido a derogar la antigua Ley..." a lo que ella añadió, sino a perfeccionarla en el Amor. Que yo sepa lo que dijo Jesús fue: "No he venido e abolir la Ley sino a darle cumplimiento". "Se os ha dicho que... Pues Yo os digo que..." y lo que venía a continuación de "Yo os digo que..." eran unas exigencias mucho más fuertes que en el Antiguo Testamento.
Así que todas estas desviaciones de la Doctrina, y ese querer quedar bien con todo el mundo y no molestar a nadie, no han traído nada más que el alejamiento de la Iglelsia, y con él, de Dios, y que cada uno vaya por libre, con las consecuencias que todos conocemos.
Yo estuve en esa reunión a punto de contestar, pero preferí callarme, porque parece que siempre tengo que estar señalándome, y es algo que nunca he buscado ni he querido para mí. Esa señora estaba allí con todo el beneplácito del párroco, y por lo tanto donde manda patrón no manda marinero. Y ya tendré fama de ser protestona. La verdad es que no aguanto cosas que no son las que siempre se nos han enseñado en nuestra Religión, y menos en contra de los Mandamientos, que están para cumplirse, no para ningunearlos, con la excusa del Dios que todo lo perdona. En tal caso Dios no se hubiera molestado en dictar esos Mandamientos.
Y por todo eso cada día las iglesias están más vacías, y la gente más incivilizada, más egoista y más cruel.
Vamos cuesta abajo y sin frenos.
Señor, Ven pronto.
Felicito desde aquí a D. Jorge por haber conseguido llegar a los corazonas de sus fieles en la homilía del pasado domingo.
Sin embargo no creo que sea acertado decir que van a las charlas cuaresmales los que menos las necesitan, pues TODOS las necesitamos. Señalo, para que se entienda mi comentario, que yo acudo a misa muchos días de diario, soy de confesión frecuente e incluso hago oración y adoración delante del Sagrario, y tengo lo que se conoce como vida ordenada (todo lo ordenada que puede ser la vida de una madre de familia con 5 hijos que además trabaja a jornada completa fuera de casa, o sea, llena de imprevistos y sobresaltos).
Creo que todos estamos necesitados de conversión y que, precisamente por eso, la Iglesia, que nos conoce y lo sabe, nos regala este tiempo precioso de Cuaresma. Creo que, precisamente los ordenados, necesitamos volver al amor y al ardor primero y entregar de verdad y completamente nuestro corazón (no sea que nos convirtamos en sepulcros blanqueados), y para eso está la Cuaresma y las charlas cuaresmales.
Sé perfectamente que no van muchos fieles a las charlas que se celebran en multitud de parroquias, supongo que en parte por dejadez o pereza, en parte por considerarse "sobrados", y en parte por las dificultades de nuestra ajetreada vida.
A mí, personalmente, me resulta casi imposible acudir a charlas cuaresmales celebradas en días de diario incluidos viernes por la tarde, y como a mí a muchísimos fieles, que estamos condicionados por los horarios de trabajo, los traslados de niños para actividades extraescolares, catequesis, cumpleaños, etc, y por cenas y baños cuandolos niños son pequeños; acompañar a diversos médicos a familiares (abuelos fundamentalmente), reuniones en colegios y parroquias (ya comienzan las de las primeras comuniones de este curso y dentro de nada tendremos el final del segundo trimestre), averías en las casas,...
Se me ocurre que, para facilitarnos a los fieles disfrutar de estas charlas, se podrían organizar en otro formato. Tal vez en fin de semana intensivo o en formato convivencia familiar (en la que cada miembro de la familia tenga su sitio, es decir atendiendo a todos los miembros de la familia, no convivencia de adultos en la que los jóvenes cuidan a los niños y no sabemos qué hacer con los adolescentes)o tal vez como curso o mesa redonda a través de la red o enviando las reflexiones por correo electrónico...
No sé, quizá a vosotros se os ocurra otra fórmula, la buena, pero creo que merece la pena estudiarlo porque, aunque muchas veces no seamos conscientes de ello, TODOS NECESITAMOS VIVIR LA CUARESMA.
Aunque Dios perdona "sin condiciones"... al que se arrepiente de corazón: lo cual implica automáticamente todos los pasos de la confesión, el dolor de los pecados, el propósito de enmienda, la reparación del daño y el cumplimiento de la penitencia... esos "pequeños" pasos que hoy en día apenas se nombran.
Yo hablo, no obstante, del ambiente que veo a mi alrededor. De una realidad.
Aunque gracias a su comentario, matizaría del mío que "el pueblo cristiano" que ha perdido la conciencia de pecado es el español, que es el que yo conozco. Tal vez en Costa Rica sea distinto, sin duda.
Desde luego, en España, muy poca gente habla de algo que Cristo sí habló en numerosas ocasiones: quien le rechace, se condena.
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