Carteleras parroquiales: en viendo la choza, se ve el melonar
La primera impresión que uno se lleva de una casa es el vestíbulo. Si lo encuentras con las correspondencia de los últimos seis meses, dos plantas secas, un cenicero lleno hasta arriba y tres bolsas de basura, perfectamente puedes imaginar el interior. No hace falta más. Como dice un amigo mío “en viendo la choza se ve el melonar”.
La primera impresión de una parroquia la damos con el atrio, donde solemos tener colocadas las carteleras de anuncios y generalmente unas mesitas con propaganda, folletos e informaciones. Pues pasa lo mismo, que en viendo la choza se ve el talante de esa parroquia.
Cuántas veces no nos pasa que encontramos en las carteleras reliquias del pasado. Un cartel de la jornada X de hace seis meses, una hoja amarillenta anunciando algo que ya pasó, las cuentas de hace dos años, la programación aún de semana santa, anuncios de clases de yoga, reiki y sanación interior y tres o cuatro ofertas de trabajo que vaya usted a saber.
Las mesitas de la entrada con informaciones varias, más de lo mismo. Los folletos del domund aunque estemos en febrero, unas hojas de cantos sobrantes de hace un mes, estampitas varias que va dejando la gente, la oración a San Apapucio de Arriba para pedir novio y las últimas revelaciones de Nuestra Señora en el lentisco de Villatempujo invitándonos al rezo del rosario. Evidentemente todo eso sin orden ni concierto, así, en plan desparrame general.
Pues vaya parroquia y vaya abandono. Es que ya entras con desgana. Viendo todo eso lo normal es que los manteles lleven sin cambiarse meses y meses, las vinajeras acumulen mugre de dos años litúrgicos y los purificadores hayan alcanzado tanta solera que casi caminen juntos.
Ya. Ya sé que no hay que fijarse en lo externo y que juzgar por apariencias es una barbaridad. Todo lo que queramos. Pero si estoy buscando una persona para ayudar en la limpieza de la casa y me aparece alguien oliendo a humanidad, con tres lamparones en la ropa y una cabellera coleccionista de especímenes varios, pues como que no. Cosas de algunos que somos así de raros.
No cuesta demasiado una vez por semana dedicar tiempo a revisar las carteleras de anuncios. Salvo algo muy excepcional, EN JAMÁS DE LOS JAMASES carteles de eventos pasados, hojas rotas o descoloridas, anuncios de espontáneos. Un anuncio raro en una cartelera parroquial te hace cómplice. Hay que estar ojo avizor.
Digo lo mismo de las mesitas de entrada a los templos. Para ellas pido, en primer lugar “orden y concierto”, es decir, que lo que esté colocado sobre ellas se ordene periódicamente, ya sabemos que la gente al colocar folletos los mueve, y que los niños hacen su trabajo. Es necesario también una renovación del material como en el caso de las carteleras (¿qué pintan aún los folletos de la campaña de Navidad?) y estar muy, PERO QUE MUY ATENTOS a las cosas que dejan los espontáneos.
En nuestra parroquia, por principio, estampas, folletos y demás, sin problemas siempre y cuando sean de cosas aprobadas por la Iglesia. Es decir, que si nos dejan unas estampas de San Josemaría, el anuncio de unas catequesis neocatecumenales en la parroquia de al lado, o la revista de San Antonio, pues perfecto. Otra cosa son las copias de la oración a San Judas que hay que llevar a siete templos o los textos con los mensajes de San Venerando a sor Gundisalva allá en el huerto grande, allá donde vivía…
11 comentarios
Aunque estaba en tiempo y forma, estaba muy fuera de lugar.
Me duele mucho, cuando veo el trato que se da a los vasos sagrados.los tienen metidos en un armario, incluso sin purificar (yo lo he visto), con alteraciones del metal por golpes. También los que no son litúrgicos con la cerámica gastada o con taras; para colmo algunos presbíteros usan copas que parecen de esas que en verano sirven para un coctel de gambas o una ensalada de verano. de las paneras ya no merece la pena hablar, porque se ven de todos los modelos y extravagancias. Y los presbíteros que son religiosos he observado que son los más descuidados.
Algo que me indigno mucho fue un domingo en que al sacerdote accidentalmente derramó todo el cáliz con el vino consagrado por el mantel. La misa acabó y unas señoras cambiaron el mantel. El manchado lo pusieron encima de una mesa de la sacristía, creí que harían lo que se debe hacer en estos casos, que ahora no voy a exponer. Mi sorpresa fue grande cuando el domingo siguiente me encontré el mantel manchado con la Sangre de Cristo en el mismo lugar sin que nadie se hubiese preocupado de limpiarlo. Nunca entro en las sacristías, no me gusta, pero aquel domingo lo tuve que hacer por algo que no recuerdo. Al final no dije nada y no sé qué sería de la evolución del mantel.
...o los textos con los mensajes de San Venerando a sor Gundisalva allá en el huerto grande, allá donde vivía….
Que sepa, padre, que apenas me serene un poco, le meto una denuncia por atentar contra mi integridad personal. Cuatro minutos revolcandome por el suelo de risa no pueden ser buenos para la salud.... ;-D
Después de este corto saludo, paso a lo siguiente: quiera el Señor que se entienda en su mensaje que nos está hablando del exterior como símbolo del interior. Que no se le podría pedir orden impoluto a la parroquia que acaba de ser arrasada por un tifón, digamos.
Por otro lado, algo se solemos olvidar: que muchas veces el acto externo es seguido por el acto interno. Acaba de pasarme, apenas ayer. Tenía mucho tiempo de no confesarme y la verdad, no tenía ningunas ganas y lo que es peor, ningún arrepentimiento. Fui, sin ganas y sin arrepentimiento, dispuesto a decirle al cura que no me diera la absolución, porque así no se vale. Y entré al confesionario con exactamente esa disposición. Hasta allí, puros signos externos. La gracia llegó hasta que ... bueno, no lo puedo contar por el sigilo, pero llegó. Aunque dos minutos antes yo estaba seguro que no andaba ni cerca.
A los que tenemos nuestra cartelera con avisos del año de Maricastaña, telarañas que ya peinan canas y un par de estampitas de la Santa Muerte, cae bien, aunque no parezca, sacar la escoba y ponerle orden, aunque sea solo al exterior. Cabe la posibilidad que la Gracia también llegue dentro. Al menos, a mí me ha pasado.
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Su blog es una buena medicina contra la tristeza.
Me ha resultado muy divertido el refrán, "en viendo la choza se ve el melonar", porque es totalmente cierto.
El atrio en una iglesia, y el vestíbulo en una casa, son determinantes para saber lo que vas a encontrar en el interior. Yo además me fijo mucho en los balcones de los pisos. Antes casi todos los balcones estaban llenos de plantas y flores. La salida de la mujer al mundo laboral, ha hecho que no tengan tiempo o ganas de tener los balcones bonitos, y a todo lo más que llegan es a tenerlos discretamente limpios, y eso ya es un triunfo, porque se ven balcones que no son balcones, son trasteros desordenados y polvorientos.
Así que como usted dice Padre, "En viendo la choza, se ve el melonar". ¡Me ha encantado este refrán que desconocía!
Un saludo muy afectuoso y que Dios lo bendiga.
Como siempre usted siempre da en el clavo y nos produce ataques incontenibles de risas y carcajadas.
Así como hay Iglesias que ponen de todo en la cartelera parroquial cual tienda de abarrotes, tenemos aquellas que se limitan exclusivamente a la celebración de las Misas y eso solo, si tienen horario.
Pues una catequesis, una charla espiritual o un evento para generar comunidad en torno a la parroquia, nunca se ve. Parecen que cada uno a lo suyo y bastante se hace con que la gente vaya a Misa y no más.
Padre Jorge le sugiero que monte un curso de "Management Parroquial" y que sea obligatorio en los Seminarios. Le aseguro que los frutos en los creyentes se verán por montones.
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Jorge:
Las carteleras las administra la parroquia y no permitimos anuncios espontáneos. Somos así. Por cierto, ¿y ese Pagola quién es?
Es verdad, sucede casi en todos lados.
También la presentación de la casa habla de quien la habita. En el caso de una parroquia, de quien la brinda.
En julio del 2012 pasé por allí, por la Parroquia María Ana Mogas, con mis hermanas y hermanos de la Asociación María Ana Mogas. La calidez que se percibe en cada lugar de ella, la explicación entusiasta y clarísima del párroco, la ambientación exacta de cada espacio....la sencillez y belleza, la sobriedad y armonía, todo, nos llegó al corazón. Conociendo el carisma religioso de María Ana, su estilo de ser y vivir, no nos quedaba más que decir emocionados ¡Esto es bien de ella! ¡Qué a gusto se sentiría aquí!
Sobre el tema de las carteleras y los atrios, está la intención que mueve a la comunidad...luego eso mismo se refleja. Gracias a Dios la ilusión sigue en pie, al servicio del pueblo y de los que con mucho cariño los visitamos.
Desde Argentina, Buenos Aires, les abraza. Marta
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