¿Dónde está Rafaela?
La mayor parte de la gente somos de costumbres fijas, hasta cuando vamos a la iglesia tendemos a ocupar siempre el mismo banco. D. Jesús, el párroco, se sabía de memoria la ubicación de cada uno de sus feligreses, sobre todo las feligresas. Según estaba en el altar, en el segundo banco de la izquierda, Rafaela y Joaquina, siempre juntas a pesar de sus pesares. María a la derecha, más retrasada. Jesusa, no me diga por qué, al fondo a la derecha. Por supuesto si había un hombre, invariablemente al fondo, cosas del pueblo, a no ser que se tratara de un forastero, que esos siempre se han sentado donde les ha dado la gana.
Por eso cuando aquel martes D. Jesús comenzó la celebración notó que algo no casaba. Sorprendentemente, una docena de mujeres se agolpaba en los dos últimos bancos de la izquierda, los que están junto a la escalera del coro y el almacén. Pero bueno, ¿qué mosca les habrá picado justo ahora a estas mujeres? Atentas estuvieron en la celebración, nada que reprochar por esa parte, y comulgaron las de siempre como siempre. El pobre cura tratando de celebrar sin distraerse y a la vez sin poder evitar hacer cábalas. La primera vez que veía a Rafaela fuera de su sitio habitual. Y a las otras.
Acaba la misa y las buenas damas, en lugar de marcharse como era lo habitual, hete aquí que deciden quedarse en su sitio y rezar el rosario. A la salida, esperando, D. Jesús. A ver, ¿se puede saber qué os pasa? Porque lo de colocaros al fondo no es vuestra costumbre.
Mire D. Jesús, respondió Rafaela, nosotras hemos estado donde siempre, el que estaba en otro sitio era usted. ¿Cómo que en otro sitio?, replicó el párroco, en el altar, en el mismo. No, D. Jesús, no era el mismo… ¿no se ha dado cuenta? A ver qué está pasando aquí…
En el altar mayor, en ese retablo tan pobretón que tenemos, siempre estuvo la imagen de una virgencita, una imagen pequeña, no especialmente agraciada, y además poco cuidada. Es la única que se libró de la quema cuando los milicianos llegaron al pueblo y quemaron los santos, porque al ser pequeña mi tía Alfonsa la pudo sacar a escondidas y guardarla en la vaquería entre los sacos de cebada. Siempre estuvo en ese altar.
Cuando nos trajeron a bautizar, nos presentaron a ella. El día de la primera comunión, a ella nos encomendamos. En mi boda estuvo, y ha presenciado el entierro de nuestros padres. Ya sé que ahora ha usted colocado una imagen más grande y bonita, pero qué quiere que le diga, no es la nuestra. Ya, si ya sabemos que es la misma, pero nosotras si no tenemos la de siempre parece que nos falta algo. Por eso, como nos hemos enterado de que está en el cuarto de los trastos, así estamos más cerca ¿comprende?
D. Jesús calló. Se hizo un silencio que pareció eterno. Entonces el buen párroco tomó la palabra: tenéis razón. La verdad es que la imagen grande y bonita de la Virgen ha sido un préstamo del taller para ver si quedaba bien en la iglesia. Pero no, definitivamente no queda bien. Mañana iré a devolverla y a pedir que nos restauren la de siempre. Ya os contaré.
Mientras se alejaba el cura, Rafaela, reprimiendo unas lagrimitas que le salían del alma, todavía pudo decir: “a pesar de tanta pelea, este D. Jesús es un buen cura”.
17 comentarios
Dice nuestro Santo Doctor Místico en la Subida al Monte Carmelo, Libro III, Capítulo 36:
"Mucho habría que decir de la rudeza que muchas personas tienen acerca de las imágenes; porque llega la bobería a tanto, que algunas ponen más confianza en unas imágenes que en otras, entendiendo que les oirá Dios más por ésta que por aquélla, representando ambas una misma cosa, como dos de Cristo o dos de Nuestra Señora."
"Y esto es porque tienen más afición a la una hechura que a la otra, en lo cual va envuelta gran rudeza acerca del trato con Dios y culto y honra que se le debe, el cual sólo mira a la fe y pureza de corazón del que ora."
"La causa, pues, por que algunos espirituales nunca acaban de entrar en los gozos verdaderos del espíritu, es porque nunca acaban ellos de alzar el apetito del gozo de estas cosas exteriores y visibles."
"Adviertan estos tales que, aunque el lugar decente y dedicado para oración es el templo y oratorio visible y la imagen para motivo, que no ha de ser de manera que se emplee el jugo y sabor del alma en el templo visible y motivo, y se olvide de orar en el templo vivo, que es el recogimiento interior del alma."
"Debes, pues (querida Rafaela y demás devotas) para purgar la voluntad del gozo y apetito vano en esto y enderezarlo a Dios en tu oración,sólo mirar que tu conciencia esté pura, y tu voluntad entera con Dios, y la mente puesta de veras en Él; y como he dicho escoger el lugar más apartado y solitario que pudieres, y convertir todo el gozo de la voluntad en invocar y glorificar a Dios; y de esotros gustillos del exterior no hagas caso, antes bien los procures negar. Porque, si se hace el alma al sabor de la devoción sensible, nunca atinará a pasar a la fuerza del deleite del espíritu, que se halla en la desnudez espiritual mediante el recogimiento interior."
En resumen Doña Rafalea y su amigas devotas deberían ser un tanto purgadas o purificadas en su exceso de devoción sensible si, con el favor de Dios, han de pasar más adelante en su vida espiritual y devota.
Están, a mi juicio, demasiado apegadas a los blandos pechos y dulces jugos de la devoción sensible y deben disponerse a una purga sensible de mayor calado si han de progresar en su camino espiritual como conviene.
Me ha dejado usted sin palabras ante tal muestra de erudición y conocimiento del Gran San Juan de la Cruz. Ahora bien, mintras se "purga" a la buena Rafaela y demás "santas mujeres" en su exceso de devoción sensible, pues como que a mí me da que hasta la vieja imagen de la Virgen las puede ayudar en la tarea y la verdad, no creo que San Juan de la Cruz pusiera muchos inconvenientes.
Lo mismo les deseo a todos los blogueros y comentaristas. Que paséis un feliz domingo.
Paz y Bien.
La devoción sensible es en sí misma buena y necesaria, pero lo malo es apegarse excesivamente a los consuelos o gustos que se reciben en la oración, tanto a los sensibles como a los espirituales, pues entonces se va el alma habituando más al sabor y gusto que encuentra en la oración que a caminar en pura y desnuda Fe en ella, con lo cual se va criando en el alma un desordenado espíritu de buscarse a sí misma en los consuelos que da Dios más que buscar al mismo Dios puramente aunque sea sin consuelos.
Con lo cual, si se habitúa a ello, poco a poco va el alma decayendo de amar a Dios sobre todas las cosas, pues se acostumbra a amar más los gustos y consuelos que da Dios que a Dios mismo en pureza de Fe y desnudez de todo apetito, lo cual se requiere para poder progresar debidamente en el camino de la oración, pues "el que no renunciare a todos sus bienes (incluídos los gustos y consuelos así sensibles como espirituales) no puede ser discípulo Mío" dijo Jesucristo.
Así en el caso presente, Doña Rafela y demás devotas mujeres, suspendieron su oración ante la nueva imagen de Nuestra Señora y se fueron cerca de donde estaba la antigüa, cuando es obvio que esencialmente la misma razón existe para orar, según la pura y desnuda Fe, ante una que otra imagen, pues ambas representan a la misma Virgen, y ante ambas es posible meditar las verdades que objetivamente nos enseña la Fe y la Iglesia respecto de la Virgen Nuestra Señora.
No hay razón suficiente, pues, para que cambiada la imagen de la Virgen, cese ante esa imagen nueva la oración y se haga sólo ante la antigúa imagen, pues en Fe ambas imágenes son igualmente dignas y representativas de Nuestra Señora.
Así pues, es claro, al menos para mí, que hubo aquí por parte de nuestra querida Rafaela y demás compañeras devotas un excesivo apego a lo accesorio y sensible en detrimento de lo esencial que es la pura y desnuda oración en Fe, que es lo que principalmente debemos hacer ante cualquier imagen devota.
Creo que para purgar a estas buenas mujeres de este excesivo apego a lo sensible y ponerlas en el recto camino de la oración en pura y desnuda Fe, se debiera cambiarles de vez en cuando la imagen de la Virgen y que se acostumbrasen a orar tanto ante una como ante otra.
Y así, tratándolas como a pequeñuelas, a las que poco a poco se les va destetando de los dulces jugos de los consuelos sensibles, vayan habituándose a la oración desnuda en pura Fe, pues tal oración seca y sin consuelo, antes bien árida y llena de desconsuelo,
es camino forzoso por donde tarde o temprano ha de pasar todo espiritual que de veras quiera, con el favor de Dios, avanzar rectamente en el camino de la oración hasta llegar al la cima del Monte Carmelo, en el cual, como dice San Juan de la Cruz, tampoco debemos desear nada con apego para nosotros mismos sino que sólo mora en la cima del Monte la honra y gloria de Dios.
Y así dice San Juan de la Cruz a los religiosos contemplativos que buscan de veras la perfección: "Entiendese que en todos los ejercicios no has de buscar bienes del suelo ni del cielo, y si te los dieren no has de posar en ellos, sino obrar con diligencia no mirando al gusto o disgusto que te causan, sino a la gloria de Dios que mora en el Monte."(Códice de la Subida del Sacro Monte que se conserva en Granada.)
Ahora bien, para desapego y desasimiento tan radicales y profundos no nos bastamos a nosotros mismos, antes bien nos estorbamos, dado el desordenado apetito hacia nuestro propio yo, bienes y gustos que dejó en nosotros el pecado original y los sucesivos pecados personales.
Y por ello, para que tal purificación sea perfecta ha de venir el mismo Dios ha hacerla en el alma, en la llamada Noche oscura pasiva del espíritu, habiéndose el espiritual de manera más pasiva que activa en dicha profunda y terrible purgación de lo más íntimo del espíritu.
Y si alguno no le pareciere bien esto que digo, pues se deberá a mi poco saber y entender, pero es lo que opino ante el caso que se nos propone por Don Jorge.
Además me acabo de enterar, gracias a ti, que el códice de la subida al Sacro Monte (lo de Sacromonte me suena), que me imagino que te referirás a la Subida al Monte Carmelo, está en Granada. No lo sabía. Y me imagino que estará en el convento de las carmelitas descalzas, como otros recuerdos del santo.
Estuve visitando ese convento hace cuatro años, y no recuerdo haberlo visto.
Gracias por la información.
Bueno, en realidad la obra que cito de San Juan de la Cruz se titula, como bien dices, Subida al Monte Carmelo y no Subida al Sacro Monte.
Lo que ocurre es que de tal obra se hicieron varias ediciones y una de ellas se conserva o conservaba en Granada y se le llama edición de Sacro Monte, aludiendo al monte así llamado que se halla en los alrededores de dicha ciudad. Bonita ciudad por cierto y llena de historia carmelitana y sanjuanista.
Digo que al menos se conservaba en Granada, pues con los ires y venires carmelitanos no sé de seguro si aún estará por allá o en otra parte.
Te invito a leer a San Juan de la Cruz y a Santa Teresa de Jesús, pues además de sólida doctrina espiritual son una delicia literaria. Saludos cordiales en Cristo.
Si las usuarias habituales prefieren la imagen antigua por el valor sentimental, a tí ¿qué más te da? Eso no es idolatría, ni infantilismo de la fe, ni barrera para la acción del Espíritu, ni ejercicio de atornillamiento a los bienes sensibles y accesorios.
Mucho me temo que carecemos de autoridad para recetar purgas que sitúen en el recto camino de la oración en pura y desnuda fe... ¿Es esta su experiencia de fe y de oración? es que mi experiencia es mucho más entrañable, cálida, humana, misericordiosa, no exenta de aridez... Claro está que no soy perfecta y me identifico con todas las Rafaelas cuyas vidas han pasado bajo el manto de la Virgen de su parroquia, aunque sea feucha.
Cierto, prefieren la imagen antigüa por su valor sentimental, pero hay que notar que tal preferencia les lleva al extremo de suspender la oración en pura y desnuda Fe ante la imagen nueva, siendo así que ésta es tan digna de hacer meditación y oración ante ella en pura Fe que la antigüa.
Y eso es apego sensible a la imagen devota del que, a mi juicio, debieran ser purgadas estas piadosas mujeres.
Cierto que un sólo acto de apego sensible no constituye un grave mal, pero si es una imperfección de la que conviene se purgen, pues de lo contrario se cria en ellas un espíritu de golosina espiritual del que andando el tiempo les será más costoso desprenderse.
De todas formas es mi simple opinión en este caso, puedo estar equivocado y ser demasiado severo, pero la doctrina de los autores espirituales es unánime y constante en que en el camino de la oración, si se quiere progresar debidamente, ha guardarse muy mucho el espiritual de apegarse o hacer asiento en los gustos y consuelos, tanto sensibles como espirituales.
Prefiero ser hartible y cansino que aconsejar camino de oración del que después, tarde o temprano, se ha de retroceder y rectificar y cuesta mucho más que si se hace al principio cuando el arbolico está aún tierno.
Mi opinión es que estas mujeres sean varoniles, nieguen su afición a la golosina sentimental que a veces acontece en la oración y no se les nada por hacer oración y meditación ante una imagen u otra imagen.
Y mientras Doña Rafaela y demás devotas amigas no lleguen a esta santa indiferencia ante las imágenes y demás consuelos, así sensibles como espirituales, no lograrán subir a la alta cima del Monte Carmelo donde solo mora la honra y gloria de Dios.
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Jorge:
Supongo que si usted fuera el responsable de la ermita del Rocío, de la basílica del Pilar de Zaragoza o del monasterio de Montserrat, para facilitar la pureze de la fe y la ajusencia de afectos en los devotos, de cuando en cuando iría cambiando esas imágenes por otras diferentes para que la gente sepa vivir la esencia de la fe superando la fijación en imágenes concretas. Además aprovecharía el momento para decir a los fieles que no estuviesen de acuerdo que es que lo que les pasa es que son de segunda división y que así no lograrán subir a la alta cima del Monte Carmelo.
D. Jorge es usted un genio... de los cristianos de segunda división, claro.
No parece ser el caso de estas feligresas.
Y la Virgen María en sus apariciones, cuando ha encarecido se la recuerde por alguna imagen no suele elegir o proponer, ni las más grandes ni las más bellas (en sentido mundano).
En esos casos de devoción popular mariana que Vd. menciona, tratándose de actos de devoción multitudinarios, no es posible distinguir claramente a aquéllos fieles que tienen un desordenado apego a la imágen sensible de los que no.
Pero en el caso que nos ocupa es distinto, pues se trata de un grupito selecto de mujeres piadosas y beatas que se supone que aspiran a un cierto grado de perfección espiritual, y que han dado prueba palpable, con su conducta de retraimiento ante la nueva imagen de Nuestra Señora, de que se ceban más en lo accesorio y sensible que en lo esencial o substancial de la Fe.
Es de notar que Doña Rafaela y sus devotas compañeras, al percatarse de la nueva imagen de la Virgen, casi forman un motín, pues mohínas y apesadumbradas re retiraron al fondo de la Iglesia apartándose de la nueva imagen de Nuestra Señora, lo cual es un cierto desprecio hacia Ella, pues a los simples y puros ojos de la Fe con la misma verdad y dignidad está representada Nuestra Señora por una imagen que por la otra.
Tal pesadumbre y retrahimiento no es, a mi juicio, de recibo en personas que tienen una verdadera y sana devoción mariana, pues es claro que con la misma dignidad representa a la Virgen la imagen nueva que la antigüa.
En este caso opino, puedo desde luego equivocarme, que ha habido un exceso de apego a lo accesorio y sensible en detrimento de lo substantivo y esencial de la Fe.
En mi opinión lo correcto es que Doña Rafaela y devotas compañeras no se hubiesen retirado, mohínas y medio amotinadas, de la nueva imagen de la Virgen, sino que hubiesen permanecido rezando ante la misma en base a las puras verdades que acerca de la Virgen nos propone la Fe, sin hacer tanto caso de si la nueva imagen es más o menos a su gusto y sabor que la antigüa.
Hubiese sido más correcto, a mi juicio, que despues de orar ante la nueva imagen en pura Fe, sin aspavientos ni retrahimiento, hubiese hablado con Don Jesús humildemente y le hubiesen informado del disgusto que les causa la nueva imagen y que prefieren la antigüa por que les hace más devoción, pero abandonar la imagen nueva con esa actitud tan irreflexiva y sin hablar antes con el Sr. Cura Párroco me parece cuando menos poco respetuoso hacia Don Jesús y hacia la misma Virgen.
Si en los casos populares de devoción mariana que Vd. cita, pudiese distinguir entre los fieles que lo hacen con excesivo apego a lo sensible o incluso por meras razones turísticas-folklóricas o culturales, de los que no, sin duda que les llamaría la atención y trataría de purificar, con el favor de Dios, la rudeza de dichas devociones multitudinarias y acercarlas a la devota oración mariana que se basa principalmente en las verdades de la Fe independientemente de si la imagen de la Virgen es de una u otra hechura, o si está mejor o peor vestida, o mejor o peor esculpida o labrada.
Y no sería para ello mala idea la que Vd. sugiere de cambiar a tiempos la imagen de la Virgen, aunque fuese con algún disgusto de los fieles, a fin de que éstos hiciesen mudanza de una devoción que se guía más por lo acesorio y sensible de las imágenes que por lo substantivo y principal que nos enseña la Fe acerca de nuestra Señora la Virgen María.
De todas formas, no pretendo erigirme en director espiritual de Doña Rafaela y demás compañeras, aunque no estaría ello mal para purgar mis muchos pecados, sino dar mi opinión simple y sincera acerca del retrahimiento y amohinamiento, cuasi amotinamiento, que tuvieron las dichas ante la nueva imagen de la Virgen María.
Aprovecho la ocasión para felicitarle por su gran labor en la Adoración Permanante del Santísimo y en el economato parroquial. Le ví a Vd. en el reportaje que hizo la Sexta de televisión. Es encomiable que no sólo salga Vd. hasta la periferias existenciales sino que también los alejados y periféricos de la Sexta le busquen a Vd.
Esta disparidad de criterios en este caso concreto de Doña Rafaela y devotas compañeras no es obstáculo para reiterarle mi mayor aprecio y consideración y darle las gracias por todo el bien que nos está haciendo. Un cordial saludo en Cristo y en María, ya sea con nueva o antigüa imagen.
Teresa y Juan de la Cruz son maestros indiscutibles de vida espiritual, y siempre es bueno seguir sus recomendaciones, dependiendo del estado del ánima.
Feliz año nuevo y buenos Reyes.
¿ cuantos caracteres están permitidos ?
Pepito:
UUUFFFFF !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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