La misa te da sorpresas, sorpresas te la la misa, ay Dios
No, no me refiero a misas con rosquillas y calimocho, versos de Tagore y la hermana Veneranda repartiendo gominolas. Eso se supone que ya lo deberíamos tener superado.
La misma celebración de la eucaristía, la fetén, la que es fiel a la liturgia y al misal, la mismísima misa del domingo, la que no tiene nada que reprocharse en lo litúrgico, lo pastoral o doctrinal, no cabe duda de que se hace diferente según quién sea el celebrante. Porque D. Manuel es de misa rezada, homilía de cinco minutos, y en poco más de media horita podéis ir en paz. D. Justo no sabe entenderse sin predicar por debajo de los quince o veinte minutos y los tiempos de silencio los alarga, alarga, alarga… El P. Senén es de cantos personales: kiries, gloria, diálogo del prefacio, prefacio, palabras de la consagración, aclamaciones, sanctus, agnus… Y al P. Juan le encanta que se cante en cada momento y si no tiene coro se lo hace él mismo.
Ya ven. Sin poder decir que nadie haga cosas raras, entre la misa de D. Manuel, el P. Senén y el P. Juan se perciben notables diferencias. Y como para gustos se hicieron los colores, hay gente a la que le encanta su misa rezada y breve, y otros que prefieren cantos y solemnidad. Para algunos una homilía de cinco minutos es una bendición, y hay otros que los domingos buscan una homilía solemne y larga. Es decir, que cada celebrante y cada estilo tienen sus “fans”.
A mí no me parece mal. Rafaela prefiere la misa rezada y Joaquina con cantos. Juan es de homilía cortita y Teresa de solemnidades. Trini se emociona con el incensario mientras que Pepe no lo soporta. Pues como todas estas posibilidades caben, cada cual acuda donde mejor se encuentre. Pero para eso se necesita una cierta estabilidad en las misas para evitar que los fieles puedan llevarse sorpresas.
Recuerdo una gran iglesia de religiosos donde generalmente la misa de la tarde del domingo se la turnaban dos sacerdotes parecidos: misa rezada, homilía breve y en torno a los treinta y cinco, treinta y siete minutos. El rector, que tenía su guasa, cada seis siete semanas, encargaba esa misma misa a otro sacerdote, misionero muchos años en Hispanoamérica, que cantaba todo y pronunciaba unas homilías interminables, de forma que la cosa no bajaba de la hora o más. Pues hombre, no hay derecho, las cosas como son. Un va a su misa de cada domingo y cuando empieza dice: caramba, nos tocó el P. Tal, hoy una hora. Y yo que había quedado en recoger a mi suegra en cuarenta minutos…
No estaría mal que hubiese en las parroquias e iglesias abiertas al culto una cierta estabilidad en la misas. Por ejemplo, la primera misa, rezada y más bien breve. La de los niños y familias a tal hora. La misa parroquial, cantada y más solemne, a tal otra, la de la tarde de esta forma. Lo que no puede ser es que te vayas a la misa parroquial, la solemne de siempre, y sea una misa de quince minutos y a todo correr. Ni que acudas a la primera misa para darte de bruces con los coros y danzas y la homilía de veinte minutos del P. Manolo. No es serio.
No sé si me explico…
28 comentarios
Personalmente me deseducan los sacerdotes que hacen todo de corrido en media hora o menos, que parecen que tienen una prisa tremenda. No les veo ningún AMOR por la Eucaristía. Igual me equivoco pero creo que es un mal síntoma.
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Jorge:
No es cuestión de minutos. Se pueden celebrar misas en media hora con total dignidad. Es cuestión de ritmo, de saber lo que se hace, de saber hacerlo.
Sin perjuicio de los "estilos" de cada presbítero.
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Jorge:
Es que son cosas distintas. Una es el "estilo personal", inevitable por más que queramos estar por encima, y otra lo de que el celebrante haga mangas y capirotes de la liturgia.
En la iglesia que frecuento tienen a las 10:00 una misa rezada cortita, a las 11:30 una de caracter mas familiar, a las 13:00 La misa solemne ( en las importantes festividades) y el resto de domingos con una homilia un pelin mas larga (sin exagerar) y con canto.
Cada uno puede asistir a lo que mejor le parece. Hay dias que la rezada y otros que te ispira mas algo mas solenme.
Siempre y cuando como dice D. Jorge se celebren todas debidamente
En el Novus Ordo en España sólo una cosa es segura: se vs a emplear la Plegaria II y el sacerdote NO va a cantar las partes que la propia Instrucción General del Musal Romano indiza.
Por otro lado, la distinción entre misa cantada, misa dialogada, misa rezada y misa solemne NO existe en el Novus Ordo...
Todo lo que sea cumplir como... "cristiano" y echar a correr es inaceptable. Lo digo con cariño y respeto.
Hacer esto (que puede parecer una sandez ) traería mil soluciones a mil problemas que hay no solo de liturgia , sino de amiguismos y de personas demasiado aferrados a sus cargos y a sus rutinas .
son precisos aires nuevos : ¿sería malo que el nuevo arzobispo de Madrid fuera el actual superior de los mercedarios o de los salesianos o de los redentoristas de la provincia de ellos más pequeña de España , o un obispo Chileno o el Obispo de Ciudad Rodrigo ? yo creo que sería una suerte para Madrid.
cambiar a alguien distinto y no previsible trae muchas limpiezas ....
Voy todos los días a misa, suelo llegar antes y me quedo un ratito después, si me es posible. O sea, que creo que me lo tomo con la seriedad y devoción debida, que podría ser más si yo fuese santa.
A veces, algún sacerdote después de comulgar se siente un buen rato a hacer la acción de gracias, con la misa "paralizada". ¿No sería preferible evitarlo y que la gente que pueda lo haga por su cuenta una vez dicho del ite missa est? Muchísimas veces, si hay que irse a trabajar, este hecho nos hace tener que irnos sin la bendición...
Hacer esto (que puede parecer una sandez ) traería mil soluciones a mil problemas que hay
1- de sermones cortos y claros tanto en la forma ordinaria y cuando celebra la extraordinaria.
2- sacerdote también joven muy escrupuloso con la liturgia pero de sermones muy llanos y suelta alguna sonrisa de los fieles
3- sacerdote mayor de liturgia mas libre pero misa breve y da gusto oirlo
4- sacerdote mayor, un santo, pero tienes que ir cenado y con todas las cosas hechas misas normales de mas de una hora
Como en todo, hay personalidades con las que te identificas más y otras menos. Por otro lado, salvo que se viva en grandes ciudades, la escasez de curas es paradigmática. Esto hace que tengas que aceptar con cristiana resignación lo que te toque, siempre, insisto, que el cura celebre ajustándose con rigor a los preceptos litúrgicos. Así que en cuanto a estilos, son lentejas: las tomas o las dejas. Al principio llevaba peor la subjetividad en las celebraciones, sobre todo, con aquellas especialmente alejadas de la mía. Con el paso del tiempo y de acudir a muchas misas, he aprendido a aceptar este hecho: voy a misa por el Señor, no por el señor cura párroco, vicario, coadjutor o suplente.
Otra cosa es para mí acudir al sacramento de la confesión, en el cual si no existe afinidad personal con el confesor, prefiero acudir a un extraño y fuera de mi parroquia. En esta situación reconozco que influyen aspectos personales. Vivo en un pueblo que, aunque de grandes dimensiones, sigue siendo un pueblo: es decir, hace un marcaje al hombre que ni la Guardia Civil con terroristas de ETA. No hallo paz alguna en los confesionarios de "mi" pueblo. Y esto lo noto especialmente, pues salvo la última década, siempre he vivido en Madrid.
Por tanto, en cuanto al tema que propone, me toca "ajo y agua". Ya sabe...
-Y si no fuera sí, sinceramente, no encuentro gracia alguna a esto que llaman vida humana intelectual.
-No, no me molestan las llamadas morcillas, siempre y cuando éstas tengan esa gracia especial, no muy abundante por desgracia, que es la de saber provocar lo humano muerto a través de lo divino vivo; Que es tejer esa urdimbre de lo divino como necesario y de obligado final, a través de lo humano como transitorio y parcial que es lo que yo siento y padezco día a día.
-Pero entiendo que yo soy yo; y el oficiante es el oficiante; y cada cual, más o menos, estando condicionado por su singular circunstancia personal. Cuanto menos me distraiga de la esencia de este recordatorio, la Misa, mejor.
"Despacio y con gravedad
dí, sacerdote, tu Misa
que lo corrido y de prisa
desdice tu dignidad.
Pues no sabes si será
tu último Sacrificio,
haz como debes tu oficio
que Dios te lo premiará"
A mi me gusta cambiar; así uno no se acostumbra siempre al mismo celebrante. Aunque huyo de las misas con curas con "cantos personales".
En mi parroquia de vez en cuando nos visita el Padre G., apodado "el padre eterno", porque se dispara unas homilías interminables, con profundísimo sentido teológico, pero que lamentablemente pocas personas pueden seguir. Cuando eso ocurre en la Misa diaria, creo que a más de uno le da la tentación de salirse porque tiene que llegar al trabajo antes del medio día.
En contraste, en otra Misa diaria cerca de mi oficina, uno podría ser sordo y ciego y seguir con precisión la liturgia, porque todo está tan medido, exacto y preciso que la Misa termina en 25 minutos.
PERO... creo que un poco de variedad también es bueno. La Misa a la que voy regularmente, los domingos en la noche, suele alternar sacerdotes. Desde nuestro anciano párroco, héroe de lides silenciosas; hasta el superior de la orden, un "jovencito" de 34 años que pone música secular en inglés para la meditación de la homilía. Todas misas bien celebradas, muchas dejan recuerdos imborrables en el alma.
Estoy de acuerdo que el clero debería "estabilizar" un poco las duraciones al menos, y quizás algo los estilos. Pero creo que los fieles también deberíamos ser un poco más flexibles a la hora de "elegir" sacerdote. Hay que abrirse a experiencias nuevas -siempre que sean buenas- oír por igual al "padre eterno" que al de las baladas, que todos dejan algo.
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Jorge:
Mal empezamos el comentario. La eucaristía no es del presidente, ni de la asamblea, ni de la suma de presidente y asamblea. La eucaristía fue entregada por Cristo a la Iglesia y es la Iglesia quien determina cómo ha de celebrarse. El concilio Vaticano II, en la constitución Sacrosanctum Concilium, nº 22, dice expresamente: "“Por lo mismo, nadie, aunque sea sacerdote, añada, quite o cambie cosa alguna por iniciativa propia en la Liturgia”. Me encantaría conocer qué entiende por asamblea participativa.
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Jorge:
Vuelvo a repetirle lo de la Sacrosanctum Concilium, del Vaticano II: "“Por lo mismo, nadie, aunque sea sacerdote, añada, quite o cambie cosa alguna por iniciativa propia en la Liturgia”.
En el Rito Tradicional la misa cantada, rezada o solemne son concreciones específicas de la celebración, con un ritual determinado y con unas rúbricas determinadas.
Se podrá alegar que las dos únicas formas legítimas son la rezada y la solemne, y que la cantada es un híbrido y que la dialogada es una sub-forma de la rezada. Pero son ceremonias diferentes.
La invitación de la Sacrosanctum Concilium de dar prioridad a la liturgia solemne resulta que carece de sentido hoy día simplemente porque los elementos que confieren solemnidad a la celebración ya no existen, han sido o abolidos o relegados.
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Partimos del hecho evidente: no hay dos misas iguales, es más, no hay dos misas que sigan las rúbricas.
Dónde está el problema?
Desobediencia o ignorancia?
En mi opinión, mientras haya consagración válida, hay Misa. La distancia que hay entre convertir el pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de Jesús y el resto de la ceremonia es tan grande, tan pero tan enorme, que a mí me da casi lo mismo que el padre llegue en jeans y chancletas y cante La Macarena a la hora de darse la paz, mientras la consagración sea válida.
Partiendo de esa aclaración, las minúsculas diferencias que hay entre una homilía corta y una larga, los cantos gregorianos o desafinados, la omisión de tal o cual gesto me parecen tan poco importantes que ni siquiera les pongo atención.
Me pasa lo mismo con las bodas y las primeras comuniones. Abundan quienes creen que no se pueden casar sin "algo nuevo, algo viejo, algo usado, algo prestado y algo azul", cuando en realidad todas esas cosas son totalmente irrelevantes. He visto preciosas bodas que terminan en divorcio a los tres meses, y humildes matrimonios que perduran por décadas -no sé por qué, no he visto que pase lo contrario... mala suerte mía seguramente-. Del mismo modo, guardo con muchísimo cariño las misas de 20 minutos del Padre Irriarte (QEPD) en la capilla de la Universidad y casi no me acuerdo de la Misa de dos horas de Juan Pablo II en mi país.
No dudo que haya Santos Curas de Ars capaces de convertir a un pueblo impío en modelo de santidad, pero desde mi punto de vista, yo no voy a la Misa a ver qué tan bien habla el padre Fulanítez. Voy a participar del milagro de la Eucaristía que se repite una vez más. Todo lo demás, me da lo mismo.
En mi parroquia suele durar poco menos de tres cuartos de hora.
Y en las misas del Camino Neocatecumenal, suelen durar sobre las dos horas, a veces más. Y sin embargo se hacen cortas.
Un saludo afectuoso.
Buena anécdota la suya ("En época de melones, se acabaron los sermones", "En época de sandías, nunca falten homilías").
Debo decir que también soy más de melones que de sandías, pero no aplicando su dicho sino la versión que dice: "En tiempo de melones, cortos los sermones".
No me parece adecuado eliminar por completo la homilía dominical, como no me parece adecuado abusar de la fidelidad de los feligreses imponiendo homilías desproporcionadamente largas (y plomizas: es tan poco frecuente que las homilías muy largas sean también tan interesantes que se hagan cortas...).
PD: Me he permitido ajustar la rima de su cita de las sandías, para que ambos versos rimen en "-as". Espero que no le moleste.
Un saludo.
Diría que tiene parte de razón, pero no toda.
A algunos de estos sacerdotes la incapacidad para predicar les vendrá del desconocimiento, luego en su caso deben estudiar y practicar para aprender.
Otras veces vendrá de que desconocen cómo son las personas para las que predica, que no tienen contacto con ellas. En esos casos no es tanto que no sepan predicar cuanto que su prédica es inadecuada a su auditorio. Lo que toca en esos casos es implicarse más en la vida parroquial para saber qué necesitan las ovejas que le ha tocado pastorear.
Y otras veces el problema está en la falta de Fe. El Orden Sacerdotal imprime carácter en las personas, y eso incluye el predicar la Palabra. Así, si un sacerdote tiene una crisis de Fe o anda descarriado, su prédica no puede sino resentirse, cuando no colapsar estrepitosamente. Cierto que si es persona inteligente e instruida sus palabras probablemente seguirán siendo interesantes y enardecedoras, pero habrán dejado de ser la Palabra de Dios para convertirse en un mitin ideológico, hábil pero vacío. Y las ovejas que permanezcan atentas lo notarán y se irán a buscar otros pastores que sí prediquen a Dios y no a diversos ídolos. Estos sacerdotes necesitan de un buen retiro en el que, apartados del Mundo (enemigo del alma), puedan reencontrarse con Dios.
Así pues, la solución definitiva no es prohibir predicar a quien no logre hacerlo como Dios manda (literalmente). Apartarles del púlpito temporalmente sí puede servir como parche para evitar que una mala prédica provoque el alejamiento de los fieles, pero a largo plazo hay que buscar otras soluciones.
Un saludo.
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