Celebrar con Paquito el chocolatero
A veces te lo dicen: “hoy estabas en misa como ido, como distraído, y eso se nota y nos quita la devoción a los fieles". Pues no digo que no.
Dice el P. Loring a los sacerdotes: “Sacerdote, celebra tu misa. Como si fuera tu primera misa, como si fuera tu última misa, como si fuera tu única misa". Uno lo intenta, pero algunas veces estás celebrando y la cabeza se te va a otro sitio. ¿Por qué suceden estas cosas?
Los fieles pueden llegar a la conclusión de que a ese sacerdote le falta espiritualidad, oración, sentido de lo que es la misa, ganas o incluso de que no le importan los fieles y por eso dice la misa de cualquier manera, se distrae y así no fomenta la piedad de la gente. Me permito intentar explicar esas distracciones desde el lado del sacerdote.
Las distracciones pueden venir de dos sitios. El primero, del propio señor cura, porque quién sabe si este buen señor que está celebrando tiene algún problema gordo y esta tratándose algo que los feligreses desconocen. No es mi caso, pero vamos a suponer cosas.
No sabemos si el celebrante está enfermo, está pendiente de un diagnóstico o prueba de cuidado, si están detectándole algo malo. Tampoco si está sufriendo por algún problema en su familia, la enfermedad grave de sus padres, un hermano, quién sabe si se encuentra esperando un fatal desenlace de alguien muy cercano. Puede suceder que haya tenido un serio conflicto en la parroquia, un desencuentro con un compañero, unas palabras con el obispo, que esté sufriendo por una calumnia. Recuerdo un caso, gente que me decía “vaya misa que ha dicho hoy don Fulano, estaba en otra parte, así no se puede celebrar, te quita la devoción", y yo sabía que acababan de detectarle un tumor maligno y sin esperanzas.
Por eso cuando un cura parezca que en misa se distrae, que no se centra, si no ocurre nada especial en la celebración, no echemos tan fácilmente la culpa a su escasa espiritualidad o pocas ganas. Quién sabe si el pobre no tendrá en su cabeza algo que le esté agobiando. Ya. Ya sé que todo debe superarse en el Señor, pero entiendo que querrán hombres, no ángeles, y a los hombres a veces nos pasan estas cosas.
Pero piensen también si esta aparente falta de ganas no puede venir también de la misma celebración. Y aquí voy a poner un poco de humor y a narrar cómo se ven las cosas desde el otro lado del altar. Porque no se crean que siempre es fácil celebrar.
Imaginen la misa de doce. Doce en punto y el sacerdote sale de la sacristía. Eso sí, hasta las doce y veinte la gente sigue entrando en el templo de forma continuada, y además haciendo ruido, según esa vieja fórmula de que al cine, cuando llegas tarde, entras de puntillas pero en la iglesia taconeando. Tres o cuatro móviles que suenan durante la celebración, uno incluso con el politono de Paquito el chocolatero, que solo falta que la gente responda agachándose y con el ey, ey, ey…. Pero es que además en un caso hasta han cogido la llamada: “oye que luego te llamo, que estoy en misa, sí, todos bien, me alegro, vale, pues luego hablamos". Sigue la misa y justo en medio de la consagración un niño de en torno a un añito suelta un chillido agudo y penetrante como si le estuvieran circuncidando. A partir de ese momento, para que esté tranquilo, mamá entrará y saldrá de la iglesia con el niño no menos de tres o cuatro veces. La señora María se levanta de vez en cuando y va echando monedas a los lampararios con el consiguiente “cloc, cloc” de cada moneda porque es su costumbre. Eso sí, señor cura, usted no haga caso y a celebrar con mucha unción. Pues hombre, uno lo intenta, pero reconozcan que no siempre nos lo ponen fácil.
¿Y ustedes los curas nunca tienen la culpa? Si, claro que sí. Tienen razón en que a veces no preparamos la misa, celebramos de cualquier manera, andamos sin ganas y cumplimos el trámite. Tendrán que rezar mucho por nosotros. Pero piensen en lo que acabo de escribir. Que nos pueden pasar cosas, que la mayor parte de los fieles desconocen y que en ocasiones los mismos fieles nos lo ponen muy difícil. Es mi versión, la que se capta a un lado del altar. Lo interesante es conocer ahora la suya.
19 comentarios
El que siembra vientos - por acción y/u omisión - recoge ...politonos.
Ya que pregunta por la perspectiva desde los bancos, apuntaré dos cosas:
a) Yo no conozco ningún caso (no digo que no los haya) en el que los fieles nos quejemos porque el sacerdote tenga un mal día o pase una mala racha. Lo que marca es la contumacia en el desinterés o en las tropelías litúrgicas.
b) Los móviles, retrasos, cuchicheos,... también nos molestan, y mucho, a los demás asistentes a la celebración. La diferencia con ustedes es que no tenemos ni la capacidad (el microfóno) ni la potestad para corregirlo.
Y ahí que lo dejaba sonar, hasta que el cura le miró como diciendo "contesta de una vez, que esto es peor".
Felíz Día del Señor.
La falta de educación pues sí, es una realidad, pero eso no puede acabar con la ilusión, ni con la felicidad del que celebra.
Ánimo.
Gente que entra cuando llevamos quince minutos con la Misa empezada, y que se empeñan en buscar sitios en primera fila (cosa imposible porque, por suerte, cada domingo se llena hasta la bandera). Un señor que le suena el movil, lo coge y habla mientras sale, pero cuelga al llegar a las puertas del templo y regresa de nuevo. De todo hay, y por mucho que el sacerdote se esfuerce en imprimir a cada momento la ceremonia y el boato propios de tan solemne celebración lo cierto es que muchos no se dan por aludidos. Suelen ser los que, por desgracia, en cuanto el cura da la bendición salen sin esperar a que el sacerdote abandone el altar y van diciendo eso de: "Bueno, pues ya hemos cumplido".
salut
P.Jorge: Si permite mi consejo: No deje que las distracciones le perturven, siga con ganas, ofreciendo a Dios el sacrificio de soportarlas y rechazarlas/descartarlas. Distraerse a dredes, voluntaria y conscientemente, o distraer de esta misma forma a los demás, es pecado, pero en otro caso, permítame dudarlo: Sentir no es consentir, y un descuido puede sucederle a cualquiera, pues como usted apunta, somos hombres y limitados.
Le voy a contar algo, con lo que no pretendo establecer un paralelismo dadas las distancias: Yo tengo temporadas en que me asaltan pensamientos blasfemos, que llego a creerme que son cosa mía: Suerte que ya les pongo en su lugar, pues, si no lo hiciera así, no podría rezar, ni mucho menos comulgar. Yo creo firmemente que se trata de batalla espiritual, y no de enfermedad. En cualquier caso, mi actitud, que es exáctamente la que le he aconsejado, no hace mal a ninguna de estas dos posibilidades, batalla espiritual o paranoyas obsesivas, sino que pongo mis miserias, sean las que sean, en manos de Dios, que es el verdadero Medico del alma: Creo que es lo más justo.
Para mí, y quizás también para los sacerdotes, hay dos fuentes de distracciones que no se han comentado.
Una es las partes fijas de la misa que, como se dicen repetidamente, incluso en los distintos tiempos litúrgicos, la mente se va a otro sitio diciendo: ésto ya me lo sé. Y será peor aún en los sacerdotes que por distintos motivos, tengan que celebrar más de una misa diaria, o incluso más de dos.
El segundo motivo, sin ser yo tradicionalista en absoluto, debe ser celebrar de cara al pueblo. Como a veces yo me distraigo observando los gestos del sacerdote si estoy en los primeros bancos, pienso que ellos también se distraerán viendo los nuestros. Este es uno de los motivos por los que no me importaría que se volviera a la misa de espaldas, como antes.
Para paliar ambas cosas, se me ocurre, antes de comenzar, hacer un pequeño esfuerzo de interiorización para, realmente "rezar la misa", orarla des-pa-cio, aunque no se haya preparado, aunque sea la segunda o la tercera del día, igual que en la oración privada a veces repetimos muchas veces una misma jaculatoria.
Concretamente hay una parte que para mi gusto se ha acortado demasiado en la liturgia, y para colmo se suele recitar demasiado rápido, de manera que a los fieles apenas nos da tiempo de asociarnos a ella, siendo, a mi parecer, lo más importante de la misa tras la consagración:
"Al celebrar ahora el memorial de la Muerte y Resurrección de tu Hijo, te ofrecemos, Padre, el pan de vida y el cáliz de salvación, y te damos gracias, porque nos haces dignos de estar en tu presencia celebrando esta liturgia".
Obvio que no había segunda lectura ni homilía, pero eso ya sabemos que es estándar.
PERO no es nada un móvil sonando ni la aparente falta de unción comparado con el infinito sacrificio de la Misa. Creo que así lo comprendíamos todos los habituales de aquélla celebración y lo que para el mundo era una aburrición inconmensurable, para nosotros era el desayuno indispensable para afrontar la jornada.
YO JAMÁS VI UN CURA ABURRIDO. Veía a un hombre santo entregando sus últimos alientos y sus desvelos al resto de Israel que aún seguía escuchándolo, aunque nos supiéramos tan bien las palabras que podíamos haber dado las respuestas con un metrónomo.
Y lo mismo cuando veo un cura distraído. Si le pongo atención al hecho -que casi nunca lo noto- no me imagino al cura como un pecador impenitente y falto de fe, sino al cura como un hombre que, pese a ser pecador, quizás estar urgido de una buena confesión y sentir que su fe se tambalea, sigue al pie del cañón por los que acudimos a recibir al Señor.
Propuraré disponerme para participar con la devoción que este acto merece.
-Curas que comienzan la misa con un "buenos días" en vez de la señal de la cruz (o tal vez dicen primero el "buenos días" y luego hacen la señal de la cruz).
–Curas que dicen lo que les da la gana al comienzo del acto penitencial y no lo que fija el misal. Por supuesto, no dicen "pecados" sino "faltas" (o tal vez "faltas y pecados").
-Curas que modifican la fórmula "Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna" por "Dios todopoderoso TIENE misericordia de nosotros, PERDONA nuestros pecados y nos LLEVA a la vida eterna".
-Curas que se saltan el lavabo.
–Curas que sólo dicen la Plegaria Eucarística II o tal vez la III. La Plegaria I (que es el antiguo Canon levemente retocado) ha caído en el olvido en muchas parroquias (no en todas: yo tengo suerte y en la mía lo dicen de vez en cuando. Ni punto de comparación con las insulsas plegarias II, III y IV).
-Curas que dicen lo que les da la gana antes del Padrenuestro. Maldición para quien se le ocurrió proponer fórmulas alternativas además del venerable "fieles a la recomendación del salvador...".
-Curas que rezan el Agnus Dei antes o después de la fracción del pan. ¿Tanto cuesta aprender que ambos actos son SIMULTÁNEOS?
-Curas que dicen lo que les da la gana durante la ostensión de la hostia antes de la comunión (p.e. "tú eres el Pan de Vida, éste es Cristo el cordero de Dios, etc."). A ver si se enteran de que lo ÚNICO que hay que decir es lo mismo que dijo San Juan Bautista: ¡este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo!).
No son abusos pero son actos de dejadez y de "aquí mando yo" por parte de ciertos curas que te sacan de la misa. Porque dejas de verla como "liturgia de la Iglesia" y pasas a verla como la "misa del cura tal".
Hicieron la primera comunión cerca de 25 niños.
Ciertamente ya Lutero para romper con Roma y la sacralidad de la Santa Misa cambio la posición del altar y consecuentemente la del sacerdote dado que no creía en el Sacrificio Real. Naturalmente celebrando hacia Dios en el altar de siempre no se enteraría del niño que corre, la señora que se mueve, el feligres que entra tarde, etc., porque estaría mas concentrado en Dios, ese Dios que esta allí de frente presente en el Sagrario, en lugar de darle la espalda (como se hace ahora en nuestras iglesias), para desconcentrarse y distraerse con nosotros los hombres. Señor ten piedad de nosotros y de tu Iglesia y mandanos tu Santo Espiritu.
Aunque sea un poco una posición salomónica (partir el niño en dos), hay una responsabilidad compartida entre sacerdote-fieles para que la Misa sea celebrada digna y solemnemente.
Por parte del sacerdote:
-La misa ya está inventada, pasarse el Ordus por la faja con creatividades.
-Delegar sin límite en Mari Puri, doña Manuela, Pacuala y José el desarrollo de la liturgia. Por poco y ellos concelebran.
-Caer en la rutina de celebrar y el tedio profesional
-No preparar homilías
-Pensar que porque eres el Párroco, te las sabes todas y una más. Busca asesoría y consulta con expertos los temas que no son de tu campo.
Por parte de los fieles:
-Considerar que la Misa es un favor que se le hace a nuestro Señor y que es Él el que tiene que estar agradecido.
-Olvidar los principios elementales de urbanidad, buenos modales y cortesía.
-Asistir y comportarte en Misa como quien asiste a una conferencia o a un taller de motivación personal. O aún peor, como si visitaras al médico o al odontólogo.
-Salir con cara de...listo...cumplí y si quiera el cura solo se demoró media hora.
El listado sería muy extenso. Pero creo que cambios en pequeñas cosas es lo que genera grandes milagros.
Pues sí. A veces me pasa. Y una de esas veces va a dar lugar al siguiente post que publicaré en mi blog:
¿Qué hace ese hombre? Sobre un Sacerdote Consagrando La Hostia, la ciencia sólo puede pronunciarse sobre sus posturas o movimientos... Sobre la Hostia, le hes lícito pronunciarse en cuanto a su forma, color, composición química, rigidez, plasticidad o elasticidad... Nada más.
Vea usted... Me entretení con pensamientos demasiado... ¿Logicos? ¿Científicos? xD
¿Hemos visto alguna vez con qué recogimiento celebraba el Papa emérito Benedicto XVI?
Hace bastantes años, que vi a un sacerdote celebrar la Santa Misa con ciertas distracciones y ocurrencias, llegó un momento en que se cansó. A otro, ya no quisieron que volvieran más por tal sitio, porque había perdido la fe y el amor a Cristo.
Desgraciadamente, también hay pobrecillos sacerdotes, que celebran de forma distinta a la Santa Observancia de las normas litúrgicas, y sí, se siente como arrastrado a celebrarla, y con aburrimiento no se edifica a los que participan en la Misa.
Respecto si tiene algo en la cabeza para que le esté agobiando, fijémonos entonces en los santos sacerdotes, tan calumniados, tan difamados, sin embargo, ya se habían negado así mismo, tampoco era el momento de tales preocupaciones, y como diría el Santo Cura de Ars, que todas las preocupaciones han de dejarse fuera de la iglesia, a lo que añado, ya cuando el alma se acerca a Cristo, ya para la Santa Misa, celebrarla o participar de ella, lo esencial es Cristo, no nosotros mismos. Porque cuánto más atención pongamos a los asuntos del Señor, mejor comprendemos la mejor manera de atender, por el Señor y ayudar a nuestros prójimos.
La celebración eucarística no se debe hacer con aburrimiento, eso es preocuparse de sí mismo, y por sí mismo, también se desobedece determinadas rúbricas del Misal, no complace al Señor ninguna rebeldía. Celebrar la Santa Misa, como forzado, no puede edificar.
Busquemos como celebraban los Santos Sacerdotes, Obispos, Papas... ¡Ánimo!, son modelos a seguir para el sacerdote de hoy.
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