Especímenes parroquiales: "la madre superiora"
En algunas parroquias puede darse la existencia de un espécimen o especímenes a los que genéricamente doy el nombre de “madre superiora”. Sea una persona individual, en ese caso casi con toda probabilidad una señora, o un minúsculo grupo de feligreses, son los que en definitiva cortan el bacalao, hacen, deshacen, mandan y organizan, ponen y quitan por encima del párroco y de quien sea menester. A veces, incluso, han sido capaces de granjearse las simpatías de obispos y vicarios de forma que el cura más bien parece alguien a sus órdenes que el auténtico administrador y rector de la parroquia.
Nunca he sufrido esta situación en carne propia, pero sí puedo dar fe de las vicisitudes de algunos compañeros cuando tomaron posesión de la parroquia y descubrieron, desde el primer día, que por mucho nombramiento que tuvieran de facto no eran nada, que todo lo organizaba Fulanita que además tenía muy buena fama en las alturas diocesanas.
Básicamente hay dos tipos de “madres superioras”.
- “Madre superiora conchabada con el párroco”. Es el caso de la parroquia con párroco y uno o más vicarios parroquiales, donde las decisiones la toman el párroco y la señora correspondiente y los vicarios parroquiales hacen lo que les dice Mari Puri. Mari Puri decide cantos, horarios, modos y formas. Acepta colaboradores o rechaza, según vea. Decide sobre vasos sagrados, vestiduras litúrgicas, fechas especiales y lo que se ponga por delante con total anuencia del párroco que ha decidido confiar en ella por encima de los compañeros sacerdotes. Mal asunto. Porque o acatas amablemente lo que Mari Puri dice o te vas. Mari Puri manda. Punto.
- “Madre superiora por libre”. Se dan más en el ámbito rural, aunque no son desdeñables las urbanas. No sabes muy bien por qué, quizá por comodidad de párrocos anteriores, pero el hecho es que llegas a una parroquia y resulta que todo está en manos de la Manuela de turno. Manuela tiene en su casa los manteles y hasta los libros parroquiales. Es dueña de las llaves de templo, casa y locales, por donde se mueve sin límites. Recoge la colecta semanal, apunta misas, decide cómo organizar las fiestas patronales, busca colaboradores a su estilo y marca barreras a quien no le cae bien. Y donde digo Manuela, digo Manuela, Pepe y Antonio. Dos o tres que vienen a ser los dueños del cotarro y cuando llega cura nuevo le dejan más o menos espacio dependiendo de cómo les caiga, eso sí, mientras dejan muy claro que en el obispado tienen grandes amigos.
Pues si te toca una parroquia así, prepárate, amigo, porque cualquier solución es deficiente. Si decides claudicar desde el principio la vida será cómoda, pero no serás más que un pelele. Si cortas por lo sano, caerán sobre ti todas las iras de la madre superiora y sus adláteres que acabarán diciendo que pobrecita, lo que le han hecho, y toda la vida trabajando en la parroquia para que se lo agradezcan así. No faltarán incluso en el obispado gestos adustos.
Es igual. Mejor una vez colorado que ciento amarillo. En esos casos, desde el primer día, dejar claro quién manda y punto. Recuerdo un compañero que se encontró algo parecido. Lo primero que hizo, cambiar ABOSLUTAMENTE todas las cerraduras con la cosa de la seguridad y de una llave que le daba problemas. Lo segundo, el control económico. Lo tercero, recuperar los libros parroquiales y los papeles. Y trabajar mucho, eso sí, que las madres superioras suelen salir por dejadez tantas veces del párroco.
Un sacerdote mayor, ya fallecido, me decía que cada vez que le tocó cambiar de parroquia, antes de la toma de posesión, exigía tener sobre la mesa las llaves de todo, todos los papeles y el control económico. Buen consejo. Luego bastan dos detalles de esos que no admiten duda y ya se sabe quien manda.
Recuerdo a las pocas semanas de tomar posesión de uno de mis pueblos. Entro en la iglesia y me encuentro que habían bajado una imagen del coro y la habían colocado en un altar. Había un grupo de “madres superioras” limpiando la iglesia. No dije nada. Me fui a por la imagen, la verdad que sin calcular su peso, la cogí en brazos que casi me mato, y la volví a subir al coro. Las que estaban limpiando se quedaron mudas. Al bajar solo dije una cosa: aquí no se mueve un florero, no digamos ya una imagen, sin el permiso expreso del señor cura párroco. Después de eso no volví a tener demasiados problemas.
30 comentarios
¡Don Camilo ha vuelto!!!!
Con todo el cariño, Don Jorge. Buenos días.
José Manuel Genovés
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Jorge:
Para ser cura de pueblo las historias de D. Camilo deberían ser de lectura obligatoria.
Una vez la "madre superiora", quien -por lo visto- me consideró digna sucesora me llamó a su casa y me dijo que, viendo que era digna de confianza, me quería hacer entrega de dos floreros enormes (que tenía guardados hace años en su casa) para que se los entregara al nuevo párroco.
Híjole!, pensé. Demasiado tiempo hemos sido la filial más alejada y olvidada de la parroquia.
A mi me fastidia especialmente la subespecie de presbiterio; ésto es, aquella que como vd dice, decide horarios de misas, cánticos, etc y da unas explicaciones introductorias de lo que se va a leer ese día en la misa que son verdaderas homilías (o lo pretenden). Por una tipeja así, cambié mi hora de asistencia a la misa del domingo.
Ahora padre si le toca alguna así porque el anterior párroco era un baldarras, pues con tacto, pero claro sin ausentarse demasiado que siempre hay unos y unas deseando coger la batuta. Porque ya se sabe que el que fue a Sevilla perdió su silla.
Es más frecuente que haya siempre algunas señoras que hagan un servicio importante, y poco agradecido. Limpieza, planchado, apertura de templo...y no pocas veces se las tacha de beatas.
Yo rompo una lanza en favor de estas mujeres.
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Jorge:
Yo también. Pero son dos cosas diferentes.
Me atrevería a decir que gran parte del alejamiento de los fieles de la Iglesia se debe a estas personas. Yo tuve que hacerlo. Gracias a Dios encontré una parroquia donde manda el párroco y allí me quedé, porque de la otra...a veces hasta me entran dudas si sigue siendo católica.
Lo peor es que no pocas veces, es el mismo párroco, quien por comodidad o por no pelearse, el que les da ese poder.
La madre superiora, en cambio, no se conforma con vivir en la iglesia, sino que quiere mandar. Llega en ocasiones a suplantar al párroco. Es curioso: en los casos que he conocido, al igual que Herminio, suelen dar la comunión, cosa PROHIBIDA por la Iglesia salvo que se den dos circunstancias: causa de fuerza mayor Y ausencia de sacerdotes (deben darse ambas al mismo tiempo). También leen textos introductorios que, por supuesto, no están en el misal, deciden, mueven, conspiran, abren, cierran...
No toda beata es madre superiora (¡gracias a Dios!). Las beatas nos precederán en el Reino de los Cielos. En cambio, me temo que las madres superioras van derechitas hacia el azufre. Porque escandalizan y hacen mucho mal. Porque no buscan la gloria de Dios, sino la suya propia. Y no es poco común, me temo, Chimo. He conocido por lo menos a 4 (tres mujeres y un hombre) a lo largo de mi vida (soy seglar). El problema es que personas como Chimo no aceptan ninguna crítica: hace pocas semanas decía que las homilías en España eran en general muy buenas. Quien vive en un mundo irreal y no es capaz de ver los problemas, nunca podrá ver soluciones. Según Chimo, tenemos que decir que los católicos somos todos perfectos, las parroquias funcionan genial, cada vez hay más vocaciones, tenemos unos oradores sagrados del nivel de Lacordaire y todos los religiosos españoles son santos y obedientes, sobre todo la Forcades, que es una nueva Santa Teresa y vive en estricta clausura. Menos mal que el padre Jorge es un ser sabio y propone soluciones a los problemas concretos, en vez de negarlos.
Ahora bien, en sentido amplio, si no fuese por la gente que colabora desinteresadamente en las parroquias, muchas de ellas aún estarían peor de lo que ya están, guste o no oírlo: limpieza general de la iglesia y recintos eclesiásticos, cambio de bombillas fundidas, colocación de flores y velas y manteles...
Me alegra saber que, a partir de ahora, los párrocos van a prestar más atención al día a día.
Excelente Post. Le agregó un par de características de esas madres superioras. Son peores si son parientes del párroco (hermana solterona o divorciada o tía).
Había un anécdota de un párroco que tenía dos hermanas solteronas y le decía a los feligreses: "que pena pero hoy no confesamos"
Muchas madres superioras se creen "obispas" y mandan más que un cardenal jefe de dicasterio romano.
La Iglesia es muy sabia al prescribir el celibato del los sacerdotes. Imagine usted los líos si esas madres superioras fueran las esposas de los sacerdotes...Dios mío, ten pidad de nosotros.
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Jorge:
Me parece que no se ha enterado de mucho, siendo generoso.
1.- ¿De que cotarro no me he enterado?
cotarro.(Del despect. de coto1). www.rae.es
2.- Conchabar se suele usar en la 4ª acepcion de la RAE y suena mal lo de: “Madre superiora conchabada con el párroco”. Hasta ahora no he comprendido ninguno de sus articulos, asi que me mantendre lejos de Ud no sea que la cadena se rompa tal como aconsejaba San Pablo. In domino.
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Jorge:
Normal que no comprenda.
Susi:
¿invitarla a cantar en el coro y a ponerse la medalla de la Virgen de los Dolores son acciones de proselitismo? No sé si es una ironía y se me escapa.
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Jorge:
"Sois unos especímenes a exterminar". ¿Directamente fusilamiento?
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Ahora en serio, guste más o guste menos, canónicamente los párrocos son dueños de la barraca. Obviamente se espera que ejerzan su autoridad con caridad. Pero tienen autoridad. Y al que no le guste, que reclame al maestro armero.
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