El cura está con gripe
Una de las cosas que pretendo con este blog es acercar la vida del cura corriente a los lectores para que vayan conociendo qué somos, cómo vivimos, nuestras dificultades, las alegrías, el día a día.
En alguna ocasión he hablado de compra, comida, plancha y cristales. Hoy quería contaros que estoy griposo. Ayer fui notando cómo empezaba la cosa por la tarde, y la misa vespertina fue todo un poema. No creía que estaba tan limitado, pero tuve dificultades hasta para celebrar y predicar. Cosas de la garganta que se empeñó en fallar.
Esta mañana he celebrado a primera hora. Creía que no estaba tan mal, pero me ha costado. Ahora estoy en casa, con unas decimillas de fiebre y bastantes molestias.
¿Qué hace un cura cuando se pone enfermo, cuando llega la fiebre, cuando no puede ni levantarse de la cama?
He vivido gripazos de órdago a la grande en el pueblo, con la suerte, eso sí, de que siempre me coincidieron de lunes a viernes. La solución era sencilla: intentar algún sacerdote y si no, suspender misas entre semana. En esos casos uno siempre recurría a esos amigos de siempre a los que te encomendabas: “que estoy en la cama, que si me podéis traer algo”. Lo “malo” era que te encontrabas con gente tan buena que te sacaban de la cama cada dos por tres: que le traigo un flan, que vengo para sacar al perro, que tenga usted una sopita, que de parte de mi madre unos zumos que acaba de preparar. Bendita gente de pueblo.
Hoy tengo más suerte. Estar en la parroquia dos compañeros ayuda mucho. Ya he dicho a mi compañero que hoy no voy a bajar a la parroquia y que haga lo que pueda, que lo hará: que si necesitas algo para comer, que no te preocupes de nada, que ya estoy al tanto…
Y por supuesto ha comenzado a sonar el teléfono casi a primera hora: “que ayer en misa estabas fatal, que si necesitas algo, que un caldo, un postre, zumos, el perro…
La parroquia es más que gente que viene a unos servicios religiosos, que también. Yo noto que es familia en estos casos pero también en la disponibilidad de la gente para sacar adelante su comunidad parroquial. Por ejemplo, en el funcionamiento de la capilla de adoración perpetua. Nos os hacéis idea con qué generosidad la gente está dejando su vida.
Mañana estaré mejor, espero. Tranquilidad, calorcito y sobres de la farmacia. Y la tranquilidad de saber que tienes a tanta gente que está cerca, empezando por el compañero, y sobre todo que te cuida Dios.
P.D.: Ayer por la tarde, overbooking en la capilla de la adoración perpetua. A las 18:30 me llamó una familia que habían venido e imposible entrar, llena. A las 19:00 seguía la cosa igual. A las 20:15 intentó pasar mi compañero para hacer una visita y fue imposible. Milagros de Dios.
16 comentarios
Espero que se mejore prontamente. Bueno, y ya que estamos...pues mire, si además tiene catarro de estos que quedan nariz y labios reventados, le recomiendo un reparador como Letibalm (fluido; en farmacias). De verdad que ayuda muchísimo.
Un cordial saludo.
PD: ¿Contempla el rito de la eucaristía algo especial para el caso de que el celebrante esté enfermo con algún peligro de contagio? (la gripe, por ejemplo, es enfermedad que puede contagiarse desde el día anterior a la aparición de los síntomas).
Me refiero a cosas como, por ejemplo, que se mantengan las formas tapadas todo el tiempo durante la consagración o que el celebrante delegue en terceros (consagrados o seglares) para dar la comunión a los fieles.
Imagino que no debe hacer falta ser excesivamente escrupuloso, ya que el hecho de que vayan apareciendo nuevos enfermos significa que empezamos a estar rodeados de focos de infección (la botonera del ascensor, el pasamanos, el pomo de la puerta, el dinero del cambio, la persona que tose cerca, etc), y entonces lo mejor es estar con las defensas en buena forma. Aun así, siempre es deseable minimizar el riesgo dentro de lo que sea razonable.
Un saludo.
¡Recupérese pronto!
Otra noticia que me ha alegrado mucho, adoración en San Pedro:
http://www.aciprensa.com/noticias/adoracion-eucaristica-permanente-en-san-pedro-por-el-conclave-96893/?utm_source=feedburner&utm_medium=feed&utm_campaign=Feed%3A+noticiasaci+(Noticias+de+ACI+Prensa)
Adoración perpetua en el Vaticano ¿por qué no? La curia vaticana en adoración...el ejemplo vale más que las palabras.
Si le sirve de algo, padre, conocer la adoración perpetua en otras ciudades fuera de España:
http://e.elcomercio.pe/66/impresa/pdf/2010/04/01/ECTD010410a3.pdf
La tradición de la adoración perpetua tiene su origen en los monasterios y recién en el 2003 se extendió a las capillas abiertas al público. Como bien dice mons. Echevarría, lo más importante es cuidar a Jesús en el Sagrario, el resto vendrá por añadidura: conversiones, vocaciones, etc.
Los fieles que van regularmente a estas capillas de adoración al Santísimo manifiestan que experimentan paz, sobre todo cuando están agobiados. Se cumple eso de "Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré" (Mt 11, 28).
La deriva del mundo provoca un doble efecto: gente que se aleja y gente que regresa. Estos últimos tienen hambre de Dios y las obligaciones de la vida diaria, el trabajo, el tráfico, etc., no les permite ir a misa día de semana pero si saben que hay una capilla de adoración, se dan un tiempo, a la hora de almuerzo o en la noche, para adorar.
Y recuerde: la gente que pasa por la capilla de la Adoración perpetua no pierde su vida, sino que la gana.
Tal vez se deje algo de tiempo terrenal, pero ¿que es eso a cambio de ganar tiempo eterno?
Un negocio redondo.
Ya le decía yo que se le iba a quedar la capilla pequeña muy pronto...
¿Será que existe un complot viral contra el clero por esta época del año?
Y yo que pensaba que estaba fumando un puro ¡en la cama, a pesar de que lo prohibiese rigurosamente la Pajín! Ya decía yo: "qué mal debe estar, el pobre, que se la ido la olla; el humo debe salir del puro, no de la jarra, que como no es trasparente, a saber qué contiene". Por cierto, leche con coñac también ayuda, pero sin pasarse (de coñac). Luego ya me he dado cuenta que lo de la boca es un termómetro ¿verdad? Un poco gordo...
Hablando de contagios: deberían dar clases a los diáconos que les ayudan a repartir la comunión; hace poco comulgué de manos de uno, y todavía me estremece el lametazo -perdóneseme- en sus dedos. Vamos, que se le quitan a uno las ganas de comulgar en la boca.
Y otra cosa, que no todo son culpa de los laicos: otro día la hostia me supo tan amarga, como revenida ¿sabe?, que me dejó mal cuerpo; menos mal que no soy supersticioso...
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