Los fieles ¿parte del problema?
Cuando comencé el blog uno de los títulos que consideré fue “Desde el otro lado del altar”, pensando que a los fieles les podría resultar interesante conocer la vida día a día de la parroquia pero desde el punto de vista del cura.
Hoy hablaré de las misas, que es el mayor punto de encuentro de fieles y comunidad. Sé que muchos fieles se quejan de ellas: que si el sacerdote no es suficientemente piadoso, si se alarga, si omitió un detalle necesario, si añadió una “morcilla” en sitio adecuado, si hoy se le nota distraído, si no sabe transmitir devoción. Tienen razón, pero me van a reconocer que en ocasiones no nos lo ponen fácil.
Permítanme exagerar un poco, pero les voy a contar cosas que se van percibiendo desde el altar aunque uno quiera estar en lo que está.
Misa de cualquier hora.
En el nombre del Padre… La puerta de la iglesia se abre otra vez, y otra, y otra… No deja de entrar gente de forma continuada durante diez minutos. Pero a veces hasta veinte minutos después de empezar la misa sigue entrando gente. Generalmente con discreción, pero sin despreciar solemnes taconeos.
Lectura de la carta… No dejan de entrar. Uno entiende que algún día te despistes, pero hombre por Dios, ¿un veinte, un treinta, un cuarenta por ciento de fieles llegando tarde? Si no dices nada malo, si dices algo sobre la puntualidad… vaya genio que tiene este cura.
Homilía. Dos personas cuchicheando en un banco. No dices nada, pero te pones de los nervios. De repente politono: Paquito el chocolatero. No está mal, fue poco tiempo. Otro politono: afortunadamente estándar. Leche, pero si están respondiendo a la llamada: “luego te llamo que estoy en misa” (me lo han hecho en plena consagración).
En las ofrendas hace rato que andas de los nervios con dos niños que corren por la iglesia, gritan y se han caído dos veces con el consiguiente griterío y llanto oportuno. Bueno, parece que se han tranquilizado. Sigamos.
Consagración. Momento solemnísimo. Tomad y comed… Y en ese momento el niño lanza un chillido agudo como si le estuviesen haciendo la trepanación en vivo. Mimos, consuelo de mamá y las llaves para que juegue, así que tenemos un niño que llora y encima sacude el banco con las llaves.
¿Sigo?
El caso es que hay gente que cuando digo esto o pongo un mal gesto me dicen: “es que hay que tener paciencia”. Estoy de acuerdo. Pero me tendrán que reconocer que celebrar con dignidad, devoción, unción sacerdotal, transmitiendo la fuerza del misterio y todo lo que quieran, con un 30 % de fieles llegando tarde, taconeos, Paquito el chocolatero, gritos de niños y todo lo que nos sabemos, no resulta sencillo.
No. No es así a diario. Les digo más: que lo que cuento son anécdotas muy aisladas. En la parroquia pudo afirmar que aunque es verdad que hay gente que llega tarde, el silencio se masca, y las respuestas de los fieles en la liturgia son modélicas. En eso tengo una parroquia de lujo.
Yo sólo quería con este post pedirles una cosa: que nos ayuden en lo que puedan a celebrar cada vez mejor. Sólo eso. Y muchas gracias.
41 comentarios
Dicho lo cual, eso, y los retrasos, y los hablar en la celebración, el que los padres no hagan por controlar a sus hijos (y no me refiero al 'primer envite' de un niño, que eso es siempre imprevisible) es también culpa de 'los curas'. Porque en las homilías también hay que enseñar a los fieles cómo se celebra. Y jamás se oye una sola corrección. Cuando es vuestra la responsabilidad de pastorear al rebaño: pues ejerced vuestra autoridad, que para eso la tenéis.
En los últimos 30 años de asistir a misas sólo recuerdo dos o tres de 'siéntense por los bancos de delante' y una de 'el móvil no se necesita para hablar con Dios'; y ya. Hasta panchitos he visto comer a niños durante la celebración sin que el cura abra la boca.
Por mi parte, contáis con mi ayuda. A más de uno le he hecho apagar el móvil o callarse. Lo que me recuerda que el fiel 'fiel' también tiene la responsabilidad de la corrección fraterna al vecino.
Lo dicho......
... y ánimo, que cuando se barre se levanta polvo, pero la casa queda limpia.
Por otra parte, ¿llegamos tarde al cine, al teatro? ¿en la ópera nos permitimos mantener una conversación telefónica? Si tenemos una reunión de trabajo importante en el mes de julio, ¿vamos con sandalias, camiseta de tirantes y pantalones cortos?
Lo que pasa es que yo, por ejemplo, siempre me digo cuando veo los desatinos de los fieles durante la misa que por qué el padrecito no saca un ratito antes de revestirse para darnos algunas indicaciones e irnos corrigiendo?
Ya se que no se podría hacer muy seguido y que existen otros momentos como serían los cursos de liturgia o cosa parecida, pero es que he visto que cuando un sacerdote explica con calma, cuál es o debería ser nuestra conducta en misa, la gente atiende por lo que sería conveniente que nos fueran instruyendo de a poco.
Bueno y otra cosa es que, por ejemplo, cuando mi párroco se vaya y llegue un sacerdote que sea respetuoso de la liturgia, se va a encontrar con un trabajo infinitamente grande para corregir a la asamblea en la serie de desatinos a los que la ha acostumbrado el sacerdote.
No dudo que, incluso, si llegara alguien que -verdaderamente- deseara enseñarles, algunos podrían abandonar la Iglesia de lo apegados que están a los malos hábitos durante la misa.
En el fondo, al final, los sacerdotes tienen mucho responsabilidad en cómo los fieles nos tomamos el Santo Sacrificio; por lo mismo, somos problema para otros sacerdotes.
Es complicado de resolver esta cuestión, no le parece, padre Jorge? A mi me lo parece. :)
En cuanto a los retrasos al entrar en misas, creo que el sacerdote debería tener una paciencia infinita, ya que nunca se puede asegurar si se ha entrado a oir misa o a rezar, o incluso podría ser la vuelta de algún hijo pródigo. Por tanto creo que no es conveniente no afearle la conducta. Eso no quita para que de vez en cuando se diga de forma general que hay que intentar llegar a tiempo.
En cuanto a los móviles y los niños gritones, paciencia, pero una mirada "asesina" y detener un momento las palabras, puede hacer que, al menos, a esa persona no le vuelva a ocurrir.
En cuanto a comer panchitos y otras faltas de respeto similares, la corrección pública.
Y efectivamente, también los fieles somos parte del problema.
Un saludo.
De todas formas veo un problema de educación religiosa de los laicos pòr parte de algunos sacerdotes. Muchos fieles vamos a misa en distintas parroquias por la necesidad de acomodarnos a las necesidades familiares y resulta que en cada parroquia es distinto. En unas el sacerdote ha decidido que hay que estar de pie y ha quitado los reclinatorios o los ha quitado en los primeros bancos, en vez de en los últimos, con lo cual los de delante están de pie e impiden a los de atrás si se arrodillan ver al celebrante en la consagración pòr ejemplo. A las monjas en particular les encanta estar de pie.
Algunos fieles -sobre todo mujeres-van a misa indecorosamente vestidas o desnudas y no hay ni siquiera una advertencia de como se debe estar en una iglesia. El summun en una iglesia una señora fue a comulgar dando de mamar al niño y de manera muy ostensible.
son absolutamente ocasionales y aisladas.
La inmensa mayoría de los fieles mantienen un perfecto silencio y muestran una cultura litúrgica durante la celebración de la Santa misa que hace treinta o cuarenta años no era tal. Los "gallineros" quedan cada vez más reducidos a las "comuniones" bautizos e incluso algunos funerales, donde las parroquias se abarrotan de ateos prácticos sin cultura religiosa.
Cuando nos dicen que la Misa es una fiesta, y lo repiten machaconamente una y otra vez. Si las ovejas están descarriadas la culpa es del pastor, no de las ovejas. Así que menos mirar la paja en el ojo ajeno y mirar la viga en el propio. Que los que gobiernan la Iglesia son los miembros de la Jerarquía.
O, si lo prefieren, no nos comportamos como deberíamos.
Como otros han mencionado, a menudo sucede que cada vez más gente desconoce muchas cosas de la liturgia, sus normas de comportamiento, etc. Y así suceden tantos desatinos (aunque lo de llegar tarde creo que es "typical spanish", ya que no se limita para nada a la iglesia), que nos retratan como "ovejas sin pastor", desorientadas y con peligro de acabar descarriadas.
Para evitar tanto desatino, los sacerdotes tienen en su mano la posibilidad de instruirnos en muchos pormenores de la liturgia, lo que ayudaría a superar estas situaciones. Que lo hagan en forma de charla previa a la celebración, de moniciones imbricadas en la misma, como parte de la homilía o como aviso final, es más o menos indiferente (o no tanto: si son charlas previas, no las oirán quienes lleguen tarde).
Y para eso, cualquier pretexto es bueno: por ejemplo, como este año está dedicado a la Fe, puede presentarse la instrucción apelando al hecho de que la liturgia constituye el rito que expresa esa Fe que celebramos este año.
De todos modos... ¿Somos los fieles el problema?
Probablemente en gran medida sí, pero me da en pensar que, más que el problema, no somos más que un síntoma del verdadero problema, que aqueja a la sociedad entera.
Un saludo.
Tarde o temprano sale a la luz..
+
Pobre Páter, paZencia a toneladas y capacidad de abstracción sobrehumana.
Como sucede en la familia, hay días que uno está más lleno del Espíritu Santo y apenas le afectan esas cosas, otros que uno está cansado y le afectan, y otras que uno está... como está, y le hacen saltar.
Recuerdo al párroco de mi pueblo, paciente y pacífico. Sólo le vi una vez ponerse "enfermo" (más de lo que ya estaba, pues murió) con el llanto y pataleta de un niño. Y mira que en sus misas había niños y nunca dijo nada. Aquella vez, quizá porque acababa de morir ese día un chavalín muy querido por él, cortó el sermón y descompuesto se dirigió a los padres pidiéndoles que callaran o se llevaran al niño porque no podía seguir. Y entonces es cuando te das cuenta de lo que se había aguantado anteriormente.
La una, que lo que pasa es que somos muchos. A Dios gracias, debería agregar. Entre doscientos asistentes a una Misa, no es raro que haya uno con niño gritón y otro que se le olvidó apagar el celular. Pero, creo, no siempre son los mismos. Vamos rotando, un día nos toca a uno y otro día a otro, y por eso "siempre" suena algo inesperado. No lo atribuyo tanto a la mala educación sino un poco a la mala suerte.
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La dos, que talvez no debería espantarnos tanto un poco de "relajo" en la Misa. Al final de cuentas, la Misa es de vivos y los vivos respiran, tosen, cuchichean. Que hay que tener orden, no lo dudo. Pero tomarse las cosas con un granito de sal. Es que el que llama a su amigo a la hora de la consagración no sabe que su amigo está en Misa y que dejó puesta "La Macarena" a todo volumen. Entre los cristianos primitivos la Misa era una cena y supongo que habría mucho ruido de platos, cubiertos, niños gritones y bebés amamantando. No creo que haya que volver a aquéllos tiempos, pero tampoco escandalizarse tanto por unas llaves tintineando (esto va más para los fieles que para los curas, creo yo).
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La tres: Algo que no mencionó el padre pero seguro distrae mucho. Los bostezos. Siempre me imagino lo terrible que debe ser estar predicando la homilía y tener un hombre barbudo en primera fila bostezando como león enjaulado. Y lo digo con conocimiento de causa, porque (¡ay!) muchas veces ese hombre soy yo. :)
Corresponden las correcciones en la caridad, en un concierto suele advertirse antes del comienzo que deben apagarse los móviles, una advertencia similar escrita en un papel, pone más de un médico en la puerta de su consultorio, para el momento que entren sus pacientes, pero no recuerdo a un sacerdote realizar una advertencia similar, para el comienzo de la misa.
Por otra parte, paciencia, que Jesús nació en un pesebre, y mientras los "reyes magos" lo adoraban, tal vez se escuchaba algún mugido, relincho o rebuzno.
El silencio adorante educa, en la medida que lo cultivemos, será ejemplar para los que se desvían o distraen. Si no contribuimos, aquí también somos parte del problema.
Con los niños al menos yo intento sacarlos de misa en cuanto hacen ruido, pero alguno de los míos tenía la virtud de JUSTO ponerse a berrear en la consagración, como si notara que había más silencio y él tenía que rellenarlo. Eso sí, craso error de padres novatos lo de darles algo más ruidoso todavía para que aporreen el suelo o los bancos: de casa hay que traerse peluches blanditos para esos casos.
En mi parroquia hay un sacerdote muy bueno, que más o menos una vez al año saca el tema de la puntualidad al llegar a misa, y no le importa que te pongas colorado si eres tú el último en llegar y estás justo entrando por la puerta. Es más, creo que saca el tema sobre todo cuando el que ha llegado es alguien de confianza, a quien sabe que le puede "reñir" y se lo va a tomar bien, porque es un reproche justo. Al menos a mí me hace darme cuenta de que cinco minutos con el Señor en misa son más importantes que apurar cinco minutos más y dejar todo arreglado en casa antes de salir.
¡Muchas gracias por el post!
Y allí la actitud de los fieles es modélica. Por aquellos lares, lo normal es que la iglesia esté ya medio llena diez minutos antes, y prácticamente nadie entra cuando está empezada la Misa (para la de Navidad, si no estas media hora antes, prepárate para estar de pie).
Añadamos que todo el mundo sabe perfectamente cuando arrodillarse, sentarse y levantarse... y hasta cuando y qué responder. Y el resto del tiempo estar en silencio; incluso los niños lo tienen muy claro. Por no hablar que casi todas las misas se celebran con monaguillos (vestidos con albas), la Comunión se da con patena -aquí ya he sido testigo de varios casos en que la forma se ha caído al suelo- y en muchos casos de rodillas en el reclinatorio. Y si no, todos hacen una pequeña reverencia antes de recibir a Cristo.
Por cierto, tampoco hay rastro de esa inveterada costumbre de salir en cuanto empiezan a dar la Comunión; nadie lo hace hasta que el sacerdote ha abandonado el presbiterio, e incluso muchos se quedan orando unos minutos. Pero aquí hay tanta prisa por irse a tomar unos blancos la mañana del domingo...
Es que el sentido común ya falla.
Desafortudamente criamos cuervos y nos sacaron los ojos.
Muchos sacerdotes de buena onda y modernos, les dio por convertir las misas en relajo (panderetas, aplausos, música para bailar, etc...)todo para conquistar fieles supuestamente para hacer las misas más participativas y no se dieron cuenta que con las misas pasa, como con las democracias participativas, éstas se prestan para todos los abusos.
Se desacralizó lo sagrado y lo volvimos profano, de esta manera, la misa le vale tres hongos a muchos feligreses y por eso se sienten autorizados a comportarse como les viene en gana.
Hay que volver a la solemnidad y al respeto al rito y recordarle a la gente que se debe comportar como cuando se va a donde el médico, a un teatro o a una entidad del gobierno...diantre...vamos nada menos QUE a encontrarnos con DIOS. Así los feligreses se pongan molestos hay que empezar a educar por las buenas o por las malas.
El hecho de que el sacerdote esté de cara a los fieles también influye. Se ven mejor las caras de aburrimiento en la homilía, al niño jugando y cómo se le escurre a la madre, que tiene que salir corriendo para que no llegue el chaval al altar, etc.
Tiene suerte que en su parroquia la gente no llegue muy tarde. En aquellas que son turísticas, catedrales y semejantes, es peor. En la mía, a la misa que iba, el 60%-70% llegaba tarde. Eso sin contar con los turistas que entraban hablando en voz alta, hacían fotos, se daban un voltio y se largaban.
1) Avisos RIGUROSAMENTE ANTES de la celebración. El lector, por ejemplo, que un par de minutos antes de la celebración se dirija a la asamblea, avisando que la Sagrada Eucaristía está por comenzar, recomendando silencio y recordando apagar los móviles. Un texto estándar, breve, y neutral. Obviamente esto no sirve para los que llegan retrasados.
2) "Ostiarios"; quiero decir; algún fiel encargado específicamente para hablar con "Fulano" que llega puntualmente con 10 minutos de retraso cada vez que viene a misa. Una conversación tranquila, sin tono de corrección, franca, amena, explicando la importancia de no hacer esperar al Señor. Y así no se quejan de que es el cura el "cascarrabias" con lo del horario.
3) Ídem de lienzo para las madres con "niños alborotadores". Aquí es un tema MUCHO, PERO MUCHO más delicado: si no se traen al niño, no vienen a Misa, porque no tienen con quién dejarlo.
4) Todo lo anterior, en las charlas parroquiales, reuniones de formación y CATEQUESIS. Puede parecer que es inútil, pero se evita "pues yo eso no lo sabía/nadie me ha dicho nada"
5) Y la oración, que todo lo puede. Poner esta intención en la Adoración Perpetua, por ejemplo.
Como laico he participado en los puntos 1, 2, 3 y 5.
1.- Si no llevamos a los niños a Misa es imposible que se hagan a las cosas de Dios. Los niños adquieren la fe participando con la familia y la comunidad en el sacrificio de la Misa.
2.- Es muy fácil decir a los padres que no tienen obligación de ir a Misa porque tienen niños pequeños. Pero luego habrá que arrostrar las consecuencias: ni los padres harán el esfuerzo de llevar a sus niños a catequesis de primera comunión, ni los crios estarán hechos a las cosas de Dios.
3.- Lo más importante de la Misa no es el sermón, sino la consagración y los niños dan gloria a Dios -rezan- siendo como son.
Soy padre de 10 hijos y creo acertar si digo que es importante que la familia acuda a Misa todos juntos. Eso sí que cada uno se haga responsable de sus hijos.
Un abrazo a todos
Y añado lo que dicen los papás con niños pequeños. Si se tienen bebés y nadie con quien dejarlos, ¿qué se hace? Ni amordazados es posible garantizar que no armen ruido. Y no es una broma lo que dice un comentarista acerca de los momentos de mayor silencio solemne como la Consagración: es justo cuando un niño entre 12 y 20 meses más o menos cree que debe "rellenar" el silencio de alguna manera, ¿y qué mejor que un berrido?
Lo que no tiene perdón es el mal comportamiento de niños de 5, 6, 7, 8 años... Ahí sí, se les tiene que afear (en privado) a esos padres su incapacidad para educar. De niños así, salen los adultos que responden al móvil si les suena o entran comiendo chicle en la iglesia.
Las anécdotas (espantosas, sí) de las madres amamantando mientras van a comulgar, o los niños comiendo gusanitos (esto último más frecuente de lo que pueda parecer cuando se trata de primeras comuniones a las que asisten invitadas familiotas del peor pelaje) es mejor no apuntarlas como "culpa" de los fieles: o bien son algo rarísimo, o bien son faltas de invitados que no pisan una iglesia más que en los saraos con comilona posterior.
Igual que las invitadas semidesnudas (o los invitados en pantalón corto y camiseta sin mangas y ceñida marcando repugnantes musculitos, ¡que no sólo hay mujeres indecentes!), tampoco son "fieles" sino "invitados".
Pretender que el cura se dedique a corregir a quien tiene comportamientos inadecuados en esas celebraciones familiares son ganas de echar más lejos aún a los alejados: bastante hace el cura con advertir, ANTES de empezar, que se guarde silencio, que no se corretee por el templo, que se apaguen los móviles y que nos se coma chicle. No quiero ni pensar qué ocurriría si recriminase los escotes escandalosos y las faldas como cinturones. Somos los fieles habituales quienes tenemos la responsabilidad de corregir a esos invitados ocasionales de comportamientos infames. Yo, desde luego, no me retraigo lo más mínimo en acercarme a un grupo de invitados que come chicle, que está charlando como de tertulia, o que permite corretear a un niño, etc. y decirles que se marchen fuera si no se comportan como se debe uno comportar en un templo, y que nos permita a los que sí estamos celebrando un acto religioso celebrarlo como tal. Se azoran, luego me miran mal, pero obedecen de inmediato y cuidan su comportamiento, o se van fuera. Si eso mismo lo hiciera el cura, se lo comen; y encima se irían hablando mal de la Iglesia. A mí, como mucho, me llaman "beata" pero no me identifican con el clero, y lo que piensen de mí en particular me trae sin cuidado; me importa mucho más lo que vayan luego diciendo de "los curas", y de "la Iglesia".
¡Si hasta nosotros, los "fieles de verdad" -como se ve en los mismos comentaristas de este hilo- echamos la culpa los curas de la mala educación y hasta de la impiedad de los fieles...! ¿qué no saldrá diciendo un ateo al que, para una vez que va a la iglesia, se le llama la atención? Hay cosas que, aunque se tenga razón, no debe hacer el cura, sino que podemos y debemos hacerlas nosotros mismos.
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Ídem de lienzo para LOS PADRES con "niños alborotadores"
Yo tengo cuatro y van aprendiendo a comportarse. Os aseguro que lo pasamos peor los padres.
A mí ha habido ancianos que me han abroncado. Yo les pregunto por sus nietos, que no los veo. Porque en mi parroquia, si yo no llevo a mis hijos, no quedan niños. Los que no van son los que menos molestan, lo que no significa que estén mejor educados que los míos.
Si mi párroco quiere una iglesia sin niños, yo me cambio de parroquia.
Por cierto, que tampoco ayuda nada el hecho de que las iglesias solo se abran para la Santa Misa. Así, el único momento para enseñarles a comportarse a los hijos en el templo es la Misa dominical.
Los feligreses tenemos mucha culpa, no lo niego.
Respecto a los alejados hay que saber que estamos en una sociedad postcristiana. La gente no tiene ni idea de comportarse ante lo sagrado. Por eso, lo mejor es utilizar los proyectores para advertir acerca de las normas para estar en el templo. Además, se debería poner vigilancia en la entrada para impedir la entrada a gente que no va con la vestimenta o con la actitud adecuadas. A ver si nos enteramos. A la gente de mi generación, y tengo 35 años, le han enseñado que Dios es 'mu güeno' y 'mu cercano'. Tan cercano como para comerse unos nachos en la consagración. '¿Consagraqué?' Consagración, amigo, consagración.
Y respecto a comportamiento, a mi hija mayor, en la catequesis le han enseñado que al Santísimo se le saluda con una inclinación de cabeza. Yo les enseño a mis hijos a hacer una reverente genuflexión. Pues resulta que esto que yo enseño debe de estar pasado de concilio o algo así.
La cuestión no es de quien sea la culpa, sino qué medios se pueden poner para educar a los qué asusten a la Santa Misa: lo del proyector recordando apagar los móviles, el decoro en el vestir, el respeto debido a Dios, ayudar a guardar el silencio y aprovechar para rezar lo he visto en Dubai todos los días y me parece una gran idea.
PARA HABLAR CON DIOS, NO SE NECESITA MOVIL.
Claro que no siempre funciona, alguno hay que se despista.
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Jorge:
Tengo puesto el cartel. Pero siempre hay algún despistado.
Sobre los ostiarios, no creo que sea la solución. No lo dice el cura, pero todo el mundo sabe que eso lo ha organizado el cura. Además, la gente se enfadará. "Encima que voy a misa, dirán, me echan la bronca por llegar un poco tarde, por poco no me dejan entrar... El cura ha puesto a unos gorilas en la puerta que controlan si llegas cinco minutos tarde. No puede uno ni entrar a rezar a la iglesia", etc. etc.
Aquí en Lima hay una iglesia donde unas señoritas están de pie toda la misa. Si hay algún niño repetidamente alborotador, hablan discretamente con la madre y la invitan a salir o ponerse al final. Luego, en la comunión, ordenan quién puede salir a comulgar y quién no, banco por banco. La intención es buena, qeu no se aglomere la gente, etc. Los niños pequeños tienen también una catequesis fuera del templo durante la homilía. No me parece mal, pero yo las llamo las "señoritas rottermeier"...
Anecdotas hay muchas. Un sacerdote amigo, les decia a los niños de comunion que cogieran el movil de la abuela y lo pusieran en silencio.A muchos mayores les endosan los móviles.... y claro, les suenan.
Otro sacerdote, me contaba, corregia mucho el que sonara el telefono en Misa hasta que un dia le sonó a él, me dijo de consejo que pusiera de tono algo de música clasica por si ocurría lo mismo.
De los niños en Misa..... soy de otra opinión: hay que iniciarlos en la Misa aunque esto cueste algún esfuerzo, por parte del sacerdote y de los fieles.
Un saludo a todos. Que Dios les bendiga
El problema de eso es que el niño tarda en tomar contacto con las misas. Si no se quiere que pase eso, pueden ir ambos a misa con el niño y sentarse cerca de la puerta: si al niño le da por no comportarse, simplemente le coge uno de los padres y se sale con él a fin de no molestar al resto de los fieles.
El que se ha salido tendrá que ir a otra misa ese mismo día, esta vez sin niño, y al niño se le dirán cuáles son las consecuencias de lo que ha hecho, incluido algún pequeño castigo para que vaya aprendiendo a comportarse (de lo contrario, se obtendría el efecto contrario, ya que el niño podría acostumbrarse a que montar un escándalo en misa sea la forma más fácil de tener a uno de sus padres en exclusiva durante un buen rato, más aún si el que se sale lleva al niño a los columpios o a cualquier otro sitio que el niño pueda entender como un premio).
Por último, las parroquias más modernas suelen disponer de capillas laterales separadas por cristaleras de la nave principal, a través de las cuales se puede ver perfectamente la ceremonia. Si se instalan unos altavoces en esta capilla cerrada, los padres con niños podrán quedarse en ella y asistir a misa sin molestar a nadie, ya que cualquier berrido que profieran los niños será mitigado en gran medida por la cristalera.
Un saludo.
1.-COSAS QUE HABITUALMENTE LOS FIELES NO SABEN:
a.-No saben cómo estar en el templo antes de la Misa. La evolución ha sido poco más o menos así: hace unas décadas se rezaba el Rosario -> posteriormente solía haber silencio ¿orante? -> en la actualidad lo más habitual es que haya un murmullo de conversaciones, cuando no conversaciones en voz alta.
Solución: fomentar el rezo del Rosario o bien de las Oraciones para la preparación de la Misa (mejor opción a mi entender, sencilla de realizar con unas fotocopias) durante la media hora antes de la misa.
Fomentar en todo caso el silencio orante.
b.-No saben muy bien qué se hace en Misa. La actuosa participatio no se puede reducir a lo que ciertamente son sus herramientas, las posturas, gestos y respuestas de la Misa son HERRAMIENTAS de la actuosa participatio, pero no son su esencia ni su culmen, que es la Comunión. No obstante, es habitual que nunca se forme a los fieles en cómo atender a Misa ni se les repita e inculque qué y cuándo tienen qué hacer.
c.-En general se desconoce la estructura misma del rito. A esto ha contribuido enormemente el desuso de los misales, el casi nulo empleo del canto en partes donde es casi obligatorio (Colecta, Prefacio, partes de la Plegaria Eucarística), el seleccionar siempre lo peor en lugar de lo mejor (Plegaria Eucarística II en lugar del Canon Romano), sustituir el Introito, Offertorium y Communio por cantos las más de las veces desafortunados, no poner énfasis en que las partes importantes sean cantadas (el Ordinario, el Aleluya, el Gradual-Tracto -o Salmo en su caso-). En definitiva, la devaluación del ritual contribuye definitivamente a la ignorancia del mismo, porque como ya decía el Concilio de Trento, todas esas luces, bendiciones, oraciones, cambios del tono de voz... están ahí por que la naturaleza humana es tal y como es, y no de otra manera, y encima herida.
2.-COSAS QUE NO TIENEN NINGUNA IMPOTANCIA.
a.-Que los críos lloren, griten... ¿qué van a hacer? ¿Nos sentimos ofendidos por eso? Todo lo contrario.
b.-Que los móviles suenen....
Estas cosas naturalmente pueden desconcentrarnos, pero, a ver si nos comenzamos a dar cuenta de que NO ES EL SENTIMIENTO ni la percepción subjetiva, sino la REALIDAD que éstá delante, independientemente de nuestros afectos, lo importante en la Liturgia y la Oración. No se va a Misa a contemplar la devoción propia, sino a Aquel que traspasaron.
son prudentes con sus hijos, no les dejan corretear libremente como en una plaza publica, los controlan.Hay respeto en esos fieles hacia el lugar donde se encuentran y hacia el Misterio que se celebra.
Hay sacerdotes que se esfuerzan en educar las conciencias y el amor a Cristo, el respeto a la Eucaritía, y hay "feligreses", que no diría que son verdaderos fieles, que hacen oídos sordos antes las enseñanzas y no cesan de hablar y hablar.
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