Tiene usted que traer un sacerdote
Una llamada a las once de la noche.
- El P. Jorge, por favor.
- Sí, soy yo. Dígame.
- Soy Pepito Gómez. ¿Te acuerdas de mí? Fuimos compañeros en la escuela del pueblo, de pequeños. Cuánto tiempo sin saber de ti, ya me enteré de que eras sacerdote. Qué alegría.
- En fin, sí claro, Pepito… Más de cuarenta años sin saber de ti…
- Pues mira, Jorge, te llamo porque mi hija se casa dentro de tres meses y sabiendo que eres sacerdote pues que me haría ilusión que la casaras tú…
- Ahhhhhhhhh. ¿Y dónde es la boda?
- En la capilla de su colegio. Estudió con las monjas ¿sabes?
Sí, claro que lo sé. El colegio pone gustoso la capilla pero no hay sacerdote. Y entonces Pepito se pone a dar vueltas a la cabeza y de repente se acuerda de que un compañero de la escuela es sacerdote y dice… Voilà! Problema resuelto.
Me pasa de vez en cuando. Gente prácticamente desconocida que ha decidido la boda en la capilla de A., la ermita de B., o el bautizo del nieto en la parroquia en horario especial. Y el buen párroco les dice que tiene más bautizos, y ellos argumentan que es que tienen un sacerdote amigo, y el párroco no va a decir que no a un compañero y acabas tú en medio sin comerlo ni beberlo: que si nos hicieras el favor, porque nos interesaba el bautizo por la mañana y claro si vas tú no habría problemas. Gente que necesita buscar cura como sea y ya ves, al cabo de no sé cuántos años sin vernos, de repente deciden que eres su amigo del alma y que qué trabajo cuesta.
Hace mucho que tengo decidido que servidor en su parroquia lo que sea, dentro de las costumbres y usos de la parroquia y lo mandado por la Iglesia. Y que fuera de la parroquia no voy, no siendo celebraciones familiares o de amigos de verdad a las que vas no porque haga falta un cura, sino porque eres un amigo y te hubieran invitado en cualquier caso.
Bodas, bautizos, comuniones, funerales y demás celebraciones. Las parroquias lo hacen sin problemas especiales. Eso sí, adecuándose a su realidad y a su organización. Otras cosas ya me parecen cuestiones de capricho: bautizo en horario especial, boda en la capillita de X, funeral en el jardín del chalecito. Servidor, desde luego, no.
18 comentarios
¿Cómo hacer comprender que tal o cual sacramento no es un objeto de consumo, para el que llamo fulanito o zutanito como se llama a un repartidor de pizzas?
¿Y que la parroquia de mi cura amigo no es el supermercado de la otra calle al que acudo cuando no encuentro un artículo en el mío?
Hago lo mismo que tú. Y además explico por qué. Y no me entienden para nada...
Su derecho a conseguir lo que quieren es absoluto. Y nuestras costumbres y rutinas parroquiales son caprichos. Y las leyes de la Iglesia, camisas de fuerza y cadenas intolerables. Y nuestros argumentos filosofías incomprensibles.
Los cortocircuitos en este terrenos están llenos de chispas.
Pero eso de cura urgente para lo próxima semana, ni pensarlo.
Para los bautizos de los vástagos idem. Los quería el día de mi elección. Y a la hora más apropiada a mis necesidades familiares. Así que le llamé a mi cura y le dije ¿puede ser tal día y sobre tal hora? Sí, claro. Pues en tu parroquia será, le dije y así fue (habiendo avisado en la mía de que lo haríamos en otra). La parroquia de mi cura es la más pobre y de las más feas de Bilbao. Y es que las fotos no importan, lo que importa es el sacramento.) Me importa el sacerdote amigo (y santo) no el entorno privilegiado y el lujo y el boato.
La costumbre de tener un cura en la familia (no tiene que ser familia de sangre) es tan antigua como importante.
(rojobilbao, jajaja, reconoce que la última frase de tu comentario, si la relees... te ha quedado un tanto pintoresca: ¿la costumbre de tener un cura en la familia? ¿costumbre? ¿"tener" un cura? ¿Y qué me dices de la costumbre de tener una mascota?)
Imagínese que alguien llamara al padre, amigo del alma, para que llegara a confesar a 20 ó 30 de la oficina, el día que él buenamente pueda.
Pero no sé por qué, me imagino que nunca nadie se lo ha pedido. ;)
Eso antes era normal (al menos en el País Vasco) y ahora es rarísimo.
No me aproblema el no poder recurrir siempre a mis sacerdotes amigos, porque sé que todo sacerdote es ministro de Nuestro Señor y dispensador de la gracia sacramental, por lo tanto no hay diferencia alguna.
Pasa lo mismo con los informáticos, a quienes se supone completo conocimiento de todos los programas que en el mundo han sido (lo que tiene la misma lógica que pretender que el hecho de tener carnet de conducir significa que te sabes el mapa de carreteras y todos los callejeros) y, naturalmente, todo gratis y de mil amores, para todo tipo de familiares, amigos y vecinos, como si el informático formase parte del servicio de Atención al Cliente de Microsoft (o de Telefónica o de quien sea).
Imagino que en estas ocasiones hay que tirar un poco del "perdónalos porque no saben lo que hacen" (cosa que entre usuarios de informática abunda muchísimo).
Un saludo.
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