Cuando los alejados llegan a la iglesia
Nos decía una vez el cardenal arzobispo de Madrid, don Antonio María Rouco, hablando de los alejados y de cómo ir a su encuentro, que no necesitábamos salir a buscarlos, que aún una gran mayoría de ellos vienen a nosotros sin que nos demos cuenta. Que el problema es que cuando vienen se encuentren con algo que merezca la pena.
Es cierto. Cuánta gente completamente alejada de la Iglesia acude todavía alguna vez al año aunque sólo sea por un compromiso familiar o social. Todavía bautizos, primeras comuniones, bodas y funerales traen a la iglesia a mucha gente alejada o directamente no creyente. Las fiestas patronales, romerías, procesiones… aglutinan junto a ellas a un número ingente de personas carentes de fe que ahí están.
No sé si somos conscientes los sacerdotes y las comunidades cristianas de lo que significa esto, porque el gran riesgo que tenemos es creernos que a los alejados que vienen a una celebración lo que les atrae y lo que les acerca a la Iglesia es ofrecerles una celebración infantiloide, light, “muy de andar por casa”, muy secularizada, alejada de las normas litúrgicas, llena de morcillas simpáticas del celebrante y transmitiendo una doctrina que muchas veces además de equivocada (eso que decía hace unos días tan de moda que todo difunto se va directamente al cielo), descafeinamos hasta extremos increíbles. Recuerdo a este propósito una boda en la que el sacerdote en lugar de preguntar a los contrayentes “¿Estáis dispuestos a recibir de Dios responsable y amorosamente los hijos, y a educarlos según la ley de Cristo y de su Iglesia?”, lo que preguntó fue “¿estáis dispuestos a tener hijos y a educarlos para que sean buenas personas?” Pues eso, descafeinar todo.
No hay que hacer nada en una celebración para que un alejado se sienta bien en ella. La liturgia es lo que es y tiene una riqueza inmensa que no acabamos de comprender y valorar.
Un alejado, cuando llega a la iglesia a lo que le toque (bautizo, comunión, boda, funeral…), lo que debe ver es una comunidad que se cree lo que celebra, un sacerdote que se toma en serio la celebración, unas lecturas correctamente proclamadas, una homilía que mueva los corazones, una liturgia cuidada, un templo adornado con belleza y elegancia, limpieza, respeto. Nada más y nada menos. La liturgia católica celebrada correctamente, impresiona.
En mi experiencia lo único que añado cuando la presencia de alejados es notoria (esas celebraciones especiales a que me refiero) es un pequeño aviso al principio recordando que es una celebración religiosa en un templo católico, y rogando silencio, que no se muevan por la iglesia, apagado de móviles y nada de pasarse la celebración cámara en ristre. La gente suele respetarlo.
Los alejados son alejados, pero no memos. Montarnos una celebración super mega guay, cambiar una lectura por un texto del poeta de moda, hacer la liturgia a nuestro aire como queriendo decir que es que en el Vaticano son unos carcas pero yo soy “modelno”, llenarla de moniciones tan improvisadas como inútiles, o convertir la homilía en cuatro cosas y una gracieta, no convierte a nadie. Lo más que consigue es que unos cuantos digan “qué cura más majo, ni parece cura” (lo cual es para que lo pensemos) y otros directamente exclamen: valiente gilipichis”.
11 comentarios
Hombre, algo se le ocurrirá... de hecho apunta algunas cosas en el siguiente párrafo:
"lo que debe ver es una comunidad que se cree lo que celebra, un sacerdote que se toma en serio la celebración, unas lecturas correctamente proclamadas, una homilía que mueva los corazones, una liturgia cuidada, un templo adornado con belleza y elegancia, limpieza, respeto. Nada más y nada menos. La liturgia católica celebrada correctamente, impresiona."
Eso está bien, pero no basta. Todo eso impresiona... como si llegas al acto de un Partido o una empresa y se desarrolla con pulcritud y eficacia. "Qué correctos". Pero no afecta apenas a la persona.
¿No debe haber alguien recibiendo con una sonrisa, diciendo por dónde hay que pasar, sentándose, etc...? La palabra es ACOGIDA. Hay gente con un don para esto.
¿No deben ver que los feligreses se aman, se quieren? "Mira como se aman" fue la clave de la evangelización siempre.
¿No se debe aprovechar su venida para invitarles a mil cosas buenas para ellos: un Curso Alpha, un Siete Semanas, un Cursillo de Cristiandad, un cine-forum, un curso de "trucos matrimoniales", etc...? ¿Darles un buen folleto con toda la oferta parroquial y teléfono de contacto real?
¿No se debe designar a distintos parroquianos para que al recibir a los alejados entablen charla amistosa con ellos al entrar o al salir, Y LES PIDAN EL MAIL; TF o FACEBOOK para invitarles a más cosas?
¿No tiene sentido poner uno o dos curas a confesar y animar a los alejados a confesarse si quieren, explicando que "este gran día, igual que te pones un traje radiante, ¡pon radiante tu alma! Dile tus pecados a Dios, pide que te lave. Allí en la esquina hay dos sacerdotes esperándote, es Dios quien te espera..." Y TAMBIÉN DESPUÉS de la ceremonia: alguno puede caer por agradecimiento.
Si acogemos al alejado como un cliente ("aquí tiene usted la misa correcta por la que paga"), nos exigirá como un cliente. Si le acogemos como un hermano que llevábamos tiempo sin ver, sentirá que somos familia.
Hay que tener más tensión evangelizadora: si los alejados vienen, no dejemos que se marchen sin invitarles, impactarles, transformarles.
Es una ventaja que tenemos los católicos sobre los protestantes, que la gente no va a ellos por tradición o sacramentos... pero ellos sí saben recibir, acoger, atender e invitar, y el Señor nos pedirá cuentas por no hacerlo nosotros.
Este es el motivo por el que la liturgia es tan importante, porque permite a Dios mostrarse con mayor claridad.
Lo mejor que podemos hacer es molestar lo menos posible :-)
Un saludo en la Fe
Por propia experiencia, nada vence todas mis resistencias (todos somos unos alejados en cuanto que nunca acabamos de estar lo suficientemente cerca) como la mezcla de solemnidad y amor. Cuando se da esa combinación uno queda bañado de una luz desconocida que te transforma por completo.
Pero, eso: hace falta seriedad, solemnidad con amor. No otra cosa es la autoridad cristiana de todo buen pastor, catequista o evangelizador. No sé cómo sería Jesús predicando; me lo imagino cercano, pero sin ser un simple colega; accesible, pero no inmediato; comprensivo, pero no permisivo; amable, pero no sentimental; firme, pero dulce; dulce, pero firme...
Que así seamos todos, y que así sean nuestras misas. Tengámoslo al menos como ideal.
Pero dónde encontrarán la Presencia, Nuestro Señor asequible , ritos de de adoración, gente que se arrodilla ante su Dios. Si supieran que el Sacrificio Perpetuo está ahí , no sería impactante?
Considero que hoy lo que más secularización causa a nuestra Iglesia, es la falta de reverencia y de ello es responsabilidad también los Sacerdotes.
Y lo mismo me pasa con los demás que están en la iglesia. Lo que estoy acostumbrada a ver es que si hay veinte personas y veinte bancos, cada uno nos ponemos en uno distinto.
Algún sacerdote propone que nos acerquemos unos a otros, pero es a través de la oración que nos ponemos en comunión , no con la proximidad física.
Creo que estoy en su mismo canal. Yo estuve muy alejado de Dios durante más de 10 años. A los 16 años hice mi servicio social en una parroquia en donde conocí a un santo sacerdote y que a los 18 deje de ver. El impacto que tuvo en mi vida fue tal, que cuando tenía 30 el recuerdo a ese buen padre fue un motivo por el que me acercara a Dios. Cumplidos los 20 deje de ir a misa y de rezar y a mis 30 había olvidado el PadreNuestro y como persignarme. Cuando era inevitable el ir a misa, no entraba en el templo. En la consagración me mantenía de pie por rebeldía. Le resumo que era por odio contra Dios. Pero la llamada de Dios es grande, y fue inevitable que regresara a la iglesia recordando todo lo que Fray Martín me contaba (y sobre todo, cómo lo contaba). Es curioso, a los 16 se me dijo todas las respuestas que yo me preguntaba a mis 30. En mis 16, se inicio mi conversión que ocurrió en mis 30.
Cuando yo regresé a la iglesia después de vivir muchísimos años en el relativismo, en pecado, con un odio muy agresivo hacía Dios (lo ofendía no principalmente porque me gustara el pecado, sino porque sabía que con ello ofendía a Dios. Ofendía a Dios porqeu sabia que lo ofendía, como si yo pudiera hacerle daño.) producto de no refugiarme en Dios ante las heridas de mi vida, tenía tanto miedo de entrar en la iglesia. Esta vez, me quedaba en la puerta de la iglesia no por rebeldía, sino por la basura que era de ser tan indigno de pisar un lugar Santo. Cuando tuve el valor de entrar, me sente a oir misa en la última y mas oscura banca del templo y sin siquiera saber qué estaba pasando, las lágrimas se me salían solas cuando los demas comulgaban. Probablemente no me puedan entender o tal vez alguien que ha estado lejos de la iglesia pueda entenderme. Es una sensación profunda de querer ver la hermosura de Dios pero sin que Él te vea, porque te sabes horrible... El remordimiento te consume y sabes que no mereces estar ahi. Te golpea el remordimiento. Entre este proceso puedo decir que vi los riesgos que usted habla padre. Regresar a la Iglesia y encontrarte con otra celebración DIFERENTE (muy light y secularizada como dice usted) a la que has estado esperando. Es un Shock tremendo que te hace pensar "Tanto ha cambiado la iglesia mientras no estaba????? Donde está lo que yo busco????" Cuando yo regresé a la iglesia esperaba encontrarme aquello que tanto odie por tantos años pero que por obra de la misericordia de Dios empecé a amar y a desear con todo mi corazón y es un Shock tremendo encontrarse en tu búsqueda del Absoluto para deshacerte de todas tus ideas relativistas que tanto te hicieron daño con los curas espectáculo, las misas con "ideas nuevas", los grupos católicos de filtración protestante que secuestran la liturgia y que no permiten una misa que no sea "su misa" o con ideas de renovación de aquella belleza siempre antigua y siempre nueva. Probablemente muchos me critiquen pero si alguno desafortunadamente estuvo tanto tiempo lejos de la iglesia sabrá de lo que hablo.
Por cierto, si tenéis alguna experiencia de conversión en esos eventos, me gustaría que me la transmitierais.
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