Padre: me acuso de no soportar a mis padres
Tengo que reconocer que cuando recién ordenado comencé a sentarme en el confesionario, una de las cosas que más me sorprendían era que la gente se acusara de dificultades y poca paciencia en el trato con sus padres mayores. Mis padres eran todavía jóvenes y para mí estar con ellos, poder pasar unos días en casa, era todo un privilegio. Es más, incluso en verano nos íbamos juntos unos días de vacaciones. Por eso mi sorpresa: ¿era posible que hubiera gente que tuviera dificultades para relacionarse con sus padres, que tuvieran incluso conflictos hasta el punto de decir que no soportaban a sus padres?
Han pasado los años. Falleció mi padre. Mi madre con noventa y tantos. Y hoy he de reconocer que comienzo a comprender eso que me decía la gente en confesión: ¡no es nada fácil la relación con las personas mayores!
La base del conflicto está en su propio deterioro. En la medida en que se sienten vulnerables, limitados, con achaques, sin fuerzas, aumenta la inseguridad. Y la misma inseguridad les hace ser no sólo exigentes, sino en ocasiones auténticos tiranos. Todo son problemas. Miedo a quedarse sin apoyo y ayuda, miedo a que falten recursos económicos, miedo a la soledad. Y ese miedo se convierte en exigencias de tal forma que pueden llegar incluso a la agresividad verbal y hasta física.
Supongo que habrá lectores en situaciones parecidas por edad de los padres o abuelos, por los suegros. En la medida en que empiezan a ser dependientes las cosas se complican y puede llegarse a momentos ciertamente muy duros.
He estado releyendo esta mañana algunas cosas del catecismo de la iglesia sobre el cuarto mandamiento, especialmente lo que hace referencia a las obligaciones de los hijos con los padres ancianos. Aquí lo copio, para que me ayude y nos ayude a comprender nuestras obligaciones como hijos en este momento en que los padres comienzan a tener necesidades especiales por su edad o sus achaques:
Catecismo de la Iglesia Católica.
2218 El cuarto mandamiento recuerda a los hijos mayores de edad sus responsabilidades para con los padres. En la medida en que ellos pueden, deben prestarles ayuda material y moral en los años de vejez y durante sus enfermedades, y en momentos de soledad o de abatimiento. Jesús recuerda este deber de gratitud (cf Mc 7, 10-12).
«El Señor glorifica al padre en los hijos, y afirma el derecho de la madre sobre su prole. Quien honra a su padre expía sus pecados; como el que atesora es quien da gloria a su madre. Quien honra a su padre recibirá contento de sus hijos, y en el día de su oración será escuchado. Quien da gloria al padre vivirá largos días, obedece al Señor quien da sosiego a su madre» (Si 3, 2-6).
«Hijo, cuida de tu padre en su vejez, y en su vida no le causes tristeza. Aunque haya perdido la cabeza, sé indulgente, no le desprecies en la plenitud de tu vigor […] Como blasfemo es el que abandona a su padre, maldito del Señor quien irrita a su madre» (Si 3, 12-13.16).
A veces cuesta mucho. Que Jesús y María nos ayuden a no flaquear y a estar con nuestros padres también en estos momentos de vejez, cuando están incluso en lenguaje coloquial “inaguantables”, para que sepamos cómo estar con ellos, y cómo actuar para ayudarles a vivir mejor estos últimos años de su vida.
13 comentarios
Un cordial saludo.
Mamá me leía esos fragmentos de la Sagrada Escritura y me decía: -Mirá, esto es lo que me da fortaleza y consuelo.
Releyéndolo hoy me doy cuenta que muy probablemente mi madre comprobó en su vida la eficacia de las promesas del Señor.
La situación de un cuidador, padre, es tan difícil como la de sus ancianos padres. Ahora es que me vengo a dar cuenta que hemos también de saber cuidarnos para cuidarlos mejor.
Porque es tan difícil es también por lo que he llegado a admirarme y agradecer la vocación de los profesionales que asisten a los ancianos.
En general, se envejece como se ha vivido. El joven tirano, probablemente tirano será de viejo; la persona que fue en el pasado dulce o tierna, suele ser un anciano que se hace querer.
Y luego, como es evidente hay familias y familias (no hablo por supuesto de las distintas formas de convivencia que solo los alucinados pueden llamar familias) . La familia es la institución social más importante que debemos defender todos, cristianos o no, porque sobre ella se apoya toda existencia humana tanto personal como socialmente. Pero ello no quiere decir que todas ellas sean maravillosas. Y en estas que dejan mucho que desear, a veces los ancianos son los verdugos y otras veces las víctimas.
Y hay situaciones de fragilidad física que requiere una atención efectiva y real que consume fuerzas y tiempo.
Pero... ¡son nuestros padres!
Y además creo que la enfermedad y la ancianidad tienen un enorme potencial espiritual de humildad, tanto para el enfermo como para los cuidadores (especialmente si son los hijos): muchos enfermos, con fe, se purifican en el dolor. ¡Y cómo se purifican los hijos, atendiéndolos con paciencia y cariño!
Y estas situaciones son siempre una prueba de auténtica caridad para todos. Casi imposible sin una continua oración.
...Aunque nuestro mundo piense que es más fácil y mejor despacharlos a un centro de ancianos (que a lo mejor no necesitan) o "eutanasiarlos". No hay mejor prueba de que, en estos casos, la motivación es un egoísmo frío y sin amor.
Pero nunca me sentí que di ni la mitad de lo que ellos me dieron. Les echamos de menos seguimos rezando por nuestros respectivos padres y les echamos de menos a diario, aun les pido perdón por mis faltas contra ellos.
Gracias Padre, Que Dios ayude a su madre que hizo posible que usted llegara a ser Padre de tantísimos.
Y añado, con Percival, ¡pero son nuestros padres!
Junto a la caridad y respeto que hay que profesarles tampoco hay que consentirles todo como se hace a los niños malcriados.
Eso lo hicieron nuestros padres por nosotros.
QUé menos que se lo devolvamos cuando sean viejitos.
Y, sí, es verdad,en muchos casos, hace falta mucha paciencia y amor para hacerlo. Pero, visto con fe, se lo estamos haciendo al mismo Jesucristo.
Aquellos que nos han dado la vida...
Aquellos que hicieron lo mejor que pudieron para hacernos felices...
Aquellos ...
Quizá haber cuídado a nuestra madre que se nos fue al Cielo con 98 años y medio el pasado mes de enero y sentir el hueco irreplazabla que ha dejado en nuestra vida, hace que mi pequeño consejo, para quien sirva es... cuando vuestros padres se vayan... váis a sentir un vacio... dádles lo mejor que tengáis de vosotros mismos no os arrepentiréis. Todos hemos sido y seremos indefensos... ahora es tiempo de cuidar.. luego será tiempo de que os cuiden...
Nosotros conocíamos un abuelo que se ponía feliz de vernos cuando lo visitábamos, ahora es un integrante más de la casa donde hay hijos mayores, adolescentes, teníamos una vida y hubo que trastocar todo y cada uno se entrega con afecto, y como sale a veces, pero pareciera que nunca satisfacemos sus necesidades, que siempre hay una nueva demanda y que por ej,. su pastilla o su almohada, es lo más importante del mundo y hay que correr para procurársela. Es un aprendizaje, hay que buscar el equilibrio y amar con inteligencia, porque a veces la fatiga nos gana y otras es un deleite compartir tantos momentos. Pero de fácil no tiene nada, da esperanza las promesas del Señor y tenemos conciencia que hoy nos toca ser los asistentes y que, más tarde o más temprano, seremos los asistidos y esperemos que la mente nos ayude en ese momento a no perder la caridad con quienes nos cuiden , un cariño y gracias por tratar el tema, Afectuosamente, Silvia
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