Recíbelo uno, recíbenlo mil

Un sacerdote de la capilla donde voy los domingos a Misa, D. Jorge, nos ha “regalado” este domingo, en nombre de la Iglesia, un tesoro escondido muy especial con motivo de la Solemnidad del Corpus Christi.

Esta la historia de nuestro regalo:

En 1264. El Papa Urbano IV convocó a los más grandes teólogos de aquel tiempo que brillaban por su capacidad intelectual y espiritualidad, entre ellos  San Buenaventura, de la Orden de los Frailes Menores y Santo Tomás de Aquino, de la Orden de Predicadores.

Solicitó que elaboraran una composición en honor del Santísimo Cuerpo y Sangre de Jesucristo y la presentaran días después, con el fin de escoger la mejor.

El primero en exponer su obra fue fray Tomás de Aquino. Serena y tranquilamente, desenrolló un pergamino y los circundantes oyeron la declamación pausada de la Secuencia compuesta por él bajo el título “Lauda Sion Salvatorem”.

Fray Buenaventura, al escuchar aquella composición de fray Tomás tomó su composición y la rasgó en dos. Los demás teólogos lo imitaron, rindiéndole tributo de esta manera a fray Tomás de Aquino con su hermosa composición.

He aquí la Secuencia:

1. Alaba, alma mía, a tu Salvador; alaba a tu guía y pastor
con himnos y cánticos.

2. Pregona su gloria cuanto puedas, porque él está sobre toda alabanza,
y jamás podrás alabarle lo bastante.

3. El tema especial de nuestros loores, el pan vivo y que da vida,
es el que hoy proponemos.

4. El cual en la mesa de la sagrada cena al grupo de los doce apóstoles
se dio sin género de duda.

5. Sea, pues, llena, sea sonora, sea alegre, sea pura
la alabanza de nuestra alma.

6. Pues celebramos el solemne día en el que este divino banquete
fue instituido.

7. En esta mesa del nuevo rey, la pascua nueva de la nueva ley
pone fin a la pascua antigua.

8. Lo viejo cede ante lo nuevo, la sombra ante la realidad,
y la luz ahuyenta la noche.

9. Lo que Jesucristo hizo en la cena, mandó que se haga
en memoria suya.

10. Instruidos con sus santos mandatos, el pan y el vino de la salvación
consagramos en sacrificio.

11. Es dogma que se da a los cristianos, que el pan se convierte en carne,
y el vino en sangre.

12. Lo que no comprendes y no ves, una fe viva lo atestigua,
fuera de todo orden natural.

13. Bajo diversas especies, que son accidente y no substancia,
están ocultos los dones más preciados.

14. Su carne es alimento y su sangre bebida; mas Cristo está todo entero
bajo cada especie.

15. Quien lo recibe no lo rompe, no lo quebranta ni lo desmiembra;
recíbese todo entero.

16. Recíbelo uno, recíbenlo mil; y aquél le toma tanto como éstos,
pues no se consume al ser tomado.

17. Recíbenlo buenos y malos; mas con suerte desigual
de vida o de muerte.

18. Es muerte para los malos, y vida para los buenos; mira cómo un mismo alimento produce efectos tan diversos.

19. Cuando se divida el Sacramento, no vaciles, sino recuerda
que Jesucristo tan entero está en cada parte como antes en el todo.

20. No se parte la sustancia, se rompe sólo la señal;
ni el ser ni el tamaño se reducen de Cristo presente.

21. He aquí el pan de los ángeles hecho viático nuestro;
verdadero pan de los hijos que no se le echa a los perros.

22. Figuras lo representaron: Isaac fue sacrificado;
el cordero pascual, inmolado; y el maná nutrió a nuestros padres.

23. Buen pastor, pan verdadero, ¡oh, Jesús!, ten piedad de nosotros.
Apaciéntanos y protégenos; haz que veamos los bienes en la tierra de los vivientes.

24. Tú, que todo lo sabes y puedes, que nos apacientas aquí siendo aún mortales, haznos allí tus comensales, coherederos y compañeros
de los santos ciudadanos.

Amén. Aleluya.

 

 

2 comentarios

  
María José
¡¡¡Mil gracias!!!
¡¡¡Que grandes palabras en tan breve texto!!!

Solo con repetirlas se expande el alma

Dios le bendiga a usted y a todo el equipo
03/06/24 1:09 PM
  
Lucía Victoria
Bonita historia y preciosa composición. Pero lo que más me admira de todo es la humildad de San Buenaventura, que a buen seguro habría hecho una composición que en nada desmereceria la de Santo Tomás de Aquino. Y sin embargo la rompió. La rompió sin esperar el halago del mismo Papa que le había hecho la encomienda, o el aplauso de los alli presentes... La rompió para la sola gloria de Dios.
Qué grandeza de espíritu, San Buenaventura.
05/06/24 1:32 AM

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