En cuaresma, oremos por los cristianos perseguidos
Señor, te estoy llamando, ven de prisa, escucha mi voz cuando te llamo. Suba mi oración como incienso en tu presencia, el alzar de mis manos como ofrenda de la tarde. (Sal 141, 1-2)
Nos regala la Iglesia este tiempo de cuaresma para acompañarte, Señor, porque el demonio sólo “se marchó hasta otra ocasión”, y nunca ha dejado de tentarnos. Tiempo de oración, penitencia, limosna, que nos hagan vivir mirándote solo a ti, viéndote en todo y en todos. Pero solo si nos va llevando el Espíritu venceremos la tentación. Solo en el Amor te amaremos, Corazón Divino.
Quisiera yo esta cuaresma recibir de Tus manos la compasión: padecer con los perseguidos, despojados y humillados por Tu causa…para que mi pobre oración, mis manos alzadas, te supliquen, ¡Oh Dios!, que sostengas con torrentes de gracia su fe, su esperanza y su caridad. No dejes que yo olvide, no permitas que, pasados unos segundos de congoja ante la penúltima noticia de la penuria que sufren mis hermanos en la fe, me enrede de nuevo en mis cosas, olvidando.
Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y el Espíritu lo fue llevando durante cuarenta días por el desierto, mientras era tentado por el diablo.
El Espíritu Santo, el Amor mismo, te llevó, Corazón Divino, durante cuarenta días por el desierto, mientras eras tentado… ¡Que me lleve también a mí, ese Amor, durante esta difícil travesía! Señor, tantas veces gritaríamos aquello de: “¡Sálvanos, Señor, nos hundimos!", y no logramos ver que el Amor nos va llevando. Haz que veamos esa mano tuya amorosa sosteniéndonos, que perseveremos en la fe, que no perdamos la esperanza.
En todos aquellos días estuvo sin comer y, al final, sintió hambre. Entonces el diablo le dijo: “Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan". Jesús le contestó: “Está escrito: “No solo de pan vive el hombre"".
Espíritu Santo, Amor del Padre y el Hijo…¡tenemos hambre! Tuvimos que huir con las manos vacías, y no tenemos qué comer. Estamos viendo morir de hambre y frío a nuestros hijos, y viéndoles, se nos rompen las entrañas que un día ellos habitaron. A veces, en nuestro delirio, creemos oír al tentador: “Renuncia a tu Dios, y vivirás". Ayúdame a tener siempre los ojos puestos en ti, y en la eterna plenitud que nos has prometido, en la que ya descansan nuestros pequeños…ellos viven, viven en Ti.
Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo: “Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me ha sido dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo". Respondiendo Jesús, le dijo: “Está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto".
“¿Tanto vale tu Dios, como para perderlo todo? ¿Recuerdas tu casa, tu trabajo, el coche que quedó aparcado en la calle? ¿No te importan los tuyos? ¿Por esa fe que no vale nada merece la pena darlo todo?" Ay, Corazón, Corazón Divino, que escuche sólo tus latidos. Tantas veces desespero, dame Tu gracia para perseverar en la fe, y ¡cuéntame entre Tus elegidos! Que, con San Ireneo, diga yo convencido: “En esto consiste la gloria del hombre: en perseverar y permanecer en el servicio de Dios". Y, Señor, aumenta mi esperanza, dame vivir soñando el día en que llegue a Tu presencia, a encontrarme al fin descansando en Ti… “ni el ojo vio,ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman"…¡cuánto deseo el cielo, Señor!
Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo: “Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: “Dará órdenes a sus ángeles acerca de ti, para que te cuiden", y también: “Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece contra ninguna piedra"". Respondiendo Jesús, le dijo: “Está escrito: “No tentarás al Señor, tu Dios". Acabada toda tentación, el demonio se marchó hasta otra ocasión.
Permitiendo que el Malo te tentara, nos hablaste de nuestras tentaciones. Cuántas veces soportamos las burlas: “¿Dónde está ahora, tu Dios?", y sólo podemos suplicar que el Espíritu hable por nosotros, perdonando, con ese perdón imposible que sólo Tú puedes regalar, y que habla de Ti, perdonando en la cruz. “Dios es amor"… ¡Dame a mí más amor!
¡Llénanos, Señor, de Tu Espíritu, que tu Espíritu ore en nosotros! Danos orar siempre y en todo momento, pronunciando Tu nombre, danos orar por nuestros perseguidores, y no dejar nunca de preguntarte por cada alma que encontramos: “Y ese alma, Corazón Divino, ¿sabe algo de Tu Amor?”
Tanto nos amas, ¡que nos has dado a Tu Madre como madre nuestra! ¡Madre de Dios y Madre nuestra! Virgen María, míranos con tu dulzura inefable y regálanos tu consuelo maternal. Llévale a Dios la ofrenda de nuestras tentaciones vencidas con Su gracia, y háblale bien de nosotros. Madre, Madre mía…bajo tu amparo nos acogemos.
Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios. No desoigas las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos siempre de todo peligro, Virgen gloriosa y bendita.
1 comentario
Desde siempre, ahora merecián tu blog, porque hacen mucho por la Iglesia, recuerdo cuando salió por primera vez, un Crucificado,se fue su alma al cielo derecho fucionandose con la de Dios.
Gracias a Ti.
Que Dios te bendiga y lo haga con la Iglesia!!!!!
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