El sufrimiento no cotiza en bolsa
En España estamos asistiendo al fenómeno de la deslocalización de empresas, mayormente de capital extranjero. El dinero tiene estas cosas. No mira a las personas sino que va allá donde puede multiplicarse cada vez más. Y si entre medias se produce el sufrimiento humano de quienes se quedan sin trabajo y se enfrentan a un futuro ciertamente complicado, ¿qué más da? ¿acaso el sentimiento humano queda reflejado en la cuenta de resultados que se presenta ante los consejos de administración? ¿acaso no es cierto que cuando una empresa decide despedir a buena parte de su plantilla, suele subir en bolsa ante la perspectiva de una mejora de su situación económica?
El caso es que lo que nosotros sufrimos hoy en España, no es sino aquello que nos benefició hace años. Es la ley del mercado, que hoy te beneficia de la misma manera que mañana te hunde. Y además, o se está en el sistema o la crisis, parece ser, es segura. Obviamente hay muchos factores que influyen para que una empresa se largue a otro lugar. No sólo es una cuestión de salarios, que sin duda es una factor importante, sino sobre todo de la tan cacareada "competitividad". Pero hete aquí que España no es precisamente un país especialmente competitivo. Y vamos bajando en el ranking (el año pasado del 25 al 26 de 100). Así que vayámonos haciendo a la idea de que este fenómeno se va a extender. Vamos a tener más Delphis, más Mildreds, más sustos como el de la General Motors en Zaragoza de hace unos meses.