Masacre en Virginia: el rostro del mal
"Me habéis obligado a hacerlo". De poco le habrá valido esa excusa a Cho Seung-Hui cuando haya tenido que rendir cuentas a su Creador, por la matanza que ha causado en la universidad de Virginia donde estudiaba. Este niñato surcoreano de 23 años dejó una nota en su dormitorio en la que atacaba a los "niños ricos", "libertinos" y "tramposos charlatanes" que había en el campus. Esta encarnación del mal ha querido añadir al dolor de la muerte la infamia de: "os lo merecíais".
Es muy típico en los asesinos eso de encontrar una excusa para justificar sus crímenes. El etarra, educado en un entorno social favorable al odio contra lo español, pretende aplacar lo poco que le queda de conciencia, poniendo su violencia al servicio de un ídolo sangriento construido sobre la falsedad histórica. El amante, marido o novio despechado y celoso, modelo "la maté porque era mía", pervierte el afecto convirtiéndolo en instrumento asesino, lo cual hace pensar que nunca amó, pues el amor es entrega al amado y no posesión enfermiza del mismo.