O santos o traidores. Nunca tibios
José Manuel Vidal entrevistó ayer para Religión Digital a Manuel de Castro, secretario general de FERE-CECA. Como no podía ser de otra forma, el tema fundamental fue la EpC. Y como no podía ser de otra forma, don Manuel se reafirmó en la línea de la FERE, defendiéndose de las acusaciones vertidas contra la patronal de los colegios católicos. Es más, da la sensación de que en algún momento se aludía directamente a argumentos y, sobre todo, adjetivos que han salido de los blogs de Religión Digital. Y afinando, de algún blog en concreto….
De toda la entrevista, hay dos o tres asuntos que me han alarmado bastante. Por ejemplo:
Los colegios católicos van a dar la asignatura y completa. "A los alumnos de hoy no hay nada que ocultarles. Es un error por parte de la escuela ocultarles cosas. Un error que cometimos, por ejemplo, en la educación sexual. No hay nada que ocultarles y menos hoy, cuando pueden acudir a todo tipo de información y están viviendo esas situaciones. La clave está en educar a los alumnos críticamente y con razones". Eso sí, "en nuestros colegios vamos a transmitir la visión cristiana de esos valores, sin ocultar las razones de los que dicen lo contrario".
Pregunto yo: ¿no serán los padres los que tengan algo que decir sobre si es conveniente que a sus hijos se les dé tal o cual tipo de educación sexual? ¿no serán los padres los que deben determinar si quieren que a sus retoños se les expliquen las razones de los que tienen una moralidad sexual contraria a la suya? ¿es lógico que en un colegio de curas o de monjas, aunque sea para rebatirlas, se explique a los alumnos las razones del lobby gay, de los partidarios del aborto y de la ideología de género? ¿no es contradictorio decir que fuera de la escuela los jóvenes acceden a todo tipo de información y al mismo tiempo se les va a dar también ese tipo de información dentro? ¿no será mejor aprovechar el poco tiempo de que se dispone para enseñarles sólo la moral católica y no volver a contarles lo que ya pueden "aprender" fuera? ¿acaso la aplastante mayoría de los medios de comunicación, auténticos malformadores de conciencias, dan lugar a explicar nuestras razones?
De todas formas, es de agradecer que se nos diga que se va a dar TODA la EpC. Es decir, la adaptación al ideario del centro no consiste en evitar aquello que, de la asignatura. es más contrario a nuestra moral y nuestros valores. Pero es que la existencia de una asignatura que trata de una moral marcada por el Estado es en sí una aberración. Y con las aberraciones impuestas desde el poder no se pacta. Se las combate con todos nuestros medios. Si la FERE, en bloque, se hubiera opuesto a que en sus colegios se diera la EpC, hoy esa asignatura, al menos tal y como está concebida, sería historia. ¿O es que Manuel de Castro y todos los que le apoyan se creen de verdad que el Estado iba a tener el valor de cerrar sus centros o de retirarles a todos el concierto? Ellos son los responsables últimos de que la EpC siga adelante. Nos han dejado tirados a los padres que no queremos que el Estado marque las pautas en la educación moral de nuestros hijos. Es más, incluso se permiten regañarnos si osamos hacer objeción a la EpC en sus propios centros. Dice de Castro:
"Estamos de acuerdo en que los padres defiendan los valores en los que quieren educar a sus hijos. Pero, en nuestro colegios, hemos defendido siempre que la objeción es innecesaria y perjudicial. Innecesaria, porque el contenido se adecua al ideario propio de nuestro proyecto educativo. Peligrosa, porque el proyecto educativo ha sido siempre la salvaguarda ante los poderes públicos cuando intenta equiparar los colegios concertados a los públicos por recibir financiación estatal". Tanto es así que su temor es que "si ahora se admitiera por parte de un juez la objeción, se habría abierto un boquete, una brecha en este parapeto".
Déjeme que le diga una cosa, don Manuel. Más de uno, más de dos y más de tres nos estamos pensando si su actitud en esta cuestión no es suficiente como para que meditemos en si tiene sentido llevar a nuestros hijos a sus colegios. Más de uno empezamos a plantearnos si es adecuado dejar que eduquen a nuestros hijos aquellos que en vez de combatir el mal, pactan con él. Puede que más de uno y más de dos lleguemos a la conclusión de que la solución a esto será plantear la necesidad de que haya una escuela católica distinta, valiente, sin complejos, genuina, sin tibieza alguna en sus planteamientos, sin cobardía a la hora de plantar cara a una educación radicalmente laicista, impuesta desde un Estado que ni siquiera respeta a la carta magna que nos dimos todos tras el régimen franquista. Si sus centros no nos valen, tendremos que pensar en crear otros. Si no para nuestros hijos, para los que quizá sea tarde, sí para nuestros nietos.
Sólo quiero comentar otro punto de las palabras del secretario de la FERE. Dice:
Y añade: "Nosotros dijimos desde el principio que no queríamos la asignatura. Coincidiendo en eso con la mayoría del Consejo Escolar del Estado que suele votar a favor del Gobierno de turno. Lo único que, una vez aprobada la asignatura, somos demócratas. Ya nos gustaría que los valores cristianos fuesen introducidos en las legislaciones, pero entendemos que no es posible. Teníamos claro que teníamos que dar la asignatura, no seguir empeñados en ver si derrocamos a base de presión lo que el Parlamento ha aprobado, adaptándola a nuestro ideario".
Mire, don Manuel, yo también soy demócrata. Pero antes que demócrata, soy cristiano y soy padre. Y si la democracia atenta contra mi fe y mi derecho a educar a mis hijos conforme a los valores que profeso, pues reniego de esa democracia. En el credo que rezo en cada misa no hay un punto que diga: creo en las leyes que emanan del parlamento de mi nación. En la Escritura que es lámpara a mis pies veo que se me pide orar por mis gobernantes y dar al César lo que es del César. Pero la educación de mis hijos no es cosa del César. No es el César el que me ha dado a mis hijos. Ha sido Dios. Y a Dios le tengo que devolver unos hijos educados en su palabra, en su amor, en su gracia, en la necesidad de cumplir su voluntad. Lo podré hacer peor o mejor, y sin duda tengo claro que no he sido el padre ideal, pero la responsabilidad es mía y de mi esposa. No de Zapatero, Cabrera o Manuel de Castro.
Le veo a usted muy preocupado porque se les ha llamado traidores y quintacolumnistas. Vale, como quiera. A partir de ahora les llamaré tibios. Sí, ya sabe, de esos a los que Cristo vomita de su boca. Porque usted podrá convencerme de que no es un traidor ni un quintacolumnista. Pero no de que no es un tibio. Y si yerro en mi juicio, que me juzque Dios por ello.
Luis Fernando Pérez Bustamante