12.09.09

La provocación de la archidiócesis de Barcelona

La archidiócesis de Barcelona quiere organizar una Jornada de homenaje a monseñor Joan Carrera, obispo auxiliar fallecido el tres de octubre del año pasado. Y a mí me parece muy bien. Aunque se han dicho muchas cosas no especialmente positivas del obispo Joan, por ejemplo su carácter excesivamente nacionalista y su escoramiento hacia las posturas “progresistas” de parte del clero catalán, no es menos cierto que tenía un carácter pastoral infinitamente más cercano que el del n.s.b.a cardenal arzobispo Lluis Martínez Sistach. Por si había alguna duda, Germinans ha revelado esta misma semana que monseñor Carrera intentó, con corazón pastoral, hacer de mediador entre el cardenal y los “chicos del germi". Algún día explicarán, y explicaré, todo lo ocurrido en el último año y medio y que, siquiera indirectamente, ha provocado que hoy InfoCatólica sea lo que es. A veces el Señor escribe con renglones torcidos, pero se le entiende muy bien.

El caso es que al cardenal, o a la persona encargada del tema, no se le ha ocurrido mejor idea que elegir el 17 de octubre para celebrar esa jornada. No el 3, cuando se cumple el año de su muerte. No el 10, una semana después. No, será el 17. Pero claro, ¿qué es lo que tiene esa fecha de especial? Pues que en Madrid está convocada una manifestación contra la futura ley del aborto (¿por qué no también contra la actual), a la que se supone que asistirán miles y miles de personas de todo el estado español. Y como quiera que en este país la inmensa mayoría de los que somos pro-vida somos también cristianos, era de esperar que desde Barcelona vinieran unos cuantos. No sé si cientos o miles, pero seguro que muchos. Pues bien, ahora van a tener que elegir entre ir a Madrid o hacer caso de lo que se les pide desde su archidiócesis. Porque la convocatoria no deja lugar a dudas sobre quién debe de asistir a la Jornada para el obispo Carrera:

A los presbíteros, diáconos, religiosos, religiosas, laicos y laicas, miembros del Consejo Pastoral Diocesano y de los consejos parroquiales y arciprestales, escuelas cristianas, maestras y profesores de religión y dirigentes de movimientos, asociaciones y otras entidades diocesanas

Y digo yo, ¿por qué se han quedado ahí? Podrían haber seguido tomando el patrón de un anuncio de Coca-Cola:

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11.09.09

Se busca un San Juan Bautista para decir cuatro verdades sobre Berlusconi

Corría el año 30 después de Cristo, que diría mi amigo César Vidal, cuando en Israel había un rey llamado Herodes que cometió el pecado de liarse con la mujer de su hermano. La cosa no habría tenido mayor importancia si no fuera porque en aquel entonces vivía el mayor profeta en la historia del pueblo elegido. Se llamaba Juan y le apodaban “el bautista” porque predicaba el arrepentimiento y administraba el bautismo por agua para el perdón de los pecados. El bueno de Juan no tenía pelos en la lengua y acusaba al rey de ser un adúltero de tres al cuarto. Y eso al rey no le hacía ni pizca de gracia. El final de esa historia lo conocemos. El profeta acabó con la cabeza cortada y el rey siguió viviendo en pecado.

No fue el primer rey de Israel que había pecado con mujeres. El mismísimo rey David cayó en adulterio con Betsabé y, aún peor, para tapar las consecuencias de su primer pecado -ella se quedó preñada-, cometió un crimen aun más horrendo al ordenar que pusieran al marido de su amante en primera línea de batalla para que le mataran. Entonces también hubo un profeta, llamado Natán, que fue a acusarle de adúltero y asesino, pero la reacción de David no fue la misma que la de Herodes. El hijo de Isaí se arrepintió de su pecado y Dios le perdonó aunque no dejó sin castigo -esa penitencia que los protestantes niegan- su acción.

Estamos pues, ante un mismo pecado, una misma denuncia profética y dos resultados distintos. En un caso, el profeta muere por ser fiel a la verdad. En el otro, el pecador se salva tras escuchar al profeta. Siendo que hoy existen gobernantes como los reyes Herodes y David, la pregunta es: ¿dónde están los profetas que denuncian sus pecados?

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10.09.09

Las monjas del preservativo, el aborto y el sacerdocio femenino

La Primera de Televisión Española emitió días atrás un reportaje titulado “Mujeres de Dios” en el que se puede ver a una serie de monjas defendiendo, entre ataques a la jerarquía de la Iglesia, una serie de típicos-tópicos del progresismo eclesial. Las “hermanas” se muestran favorables al uso del preservativo, a una nueva “visión” sobre el aborto que parta del derecho a decidir de la madre y, cómo no, al sacerdocio femenino.

El vídeo, lo puedo adelantar ya, va a ser visionado en Roma, lo cual tiene su interés ya que una de las monjas dice en el reportaje que ellas sólo tienen como autoridad superior a la Santa Sede. Pues muy bien hermana, de eso se trata. De que la Santa Sede vea lo que ustedes dicen ante las cámaras de un programa de la televisión pública española. No podrán alegar que ha sido cámara oculta o que se les ha engañado para sacar declaraciones “escandalosas”. No, ustedes son como son, piensan como piensan y lo que toca ver es si la Iglesia acepta que sigan siendo monjas católicas. No es que yo piense que vayan a tomar serias medidas contra ustedes. A estas alturas me sorprendería una reacción contundente por parte de Roma, pero ¡quién sabe? Lo mismo han vertido la gota que faltaba al vaso de una futura visita apostólica a las religiosas españolas que siga el modelo de la que está teniendo lugar en EE.UU.

En relación a los argumentos esgrimidos por estas “hermanas del disenso", la cosa va desde la simpleza más burda a la elaboración anti-magisterial más aguda. Choca, ciertamente, ver a una monja decir que los obispos, al ser célibes, no están capacitados para hablar de asuntos como la anticoncepción. Hombre, no me imagino yo que el progresismo de estas monjas les lleve a ser unas expertas en las relaciones sexuales entre hombres y mujeres. Eso ya sería demasiado y lejos de mí suponer semejante “cualidad” en ellas. Pero es que ese argumento es tan absurdo como decir que un cura no puede aconsejar a unos padres sobre la forma de tratar a sus hijos porque, al fin y al cabo, él no los tiene.

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9.09.09

A monseñor Uriarte le preocupa que se acabe con Eta policialmente

Monseñor Uriarte sabe ya que sus horas al frente de la diócesis de San Sebastián están contadas. Monseñor Monteiro se encargó de decir que su sustitución está ya encima de la mesa en Roma, ante lo cual es cuestión de semanas que el Papa nombre a su sucesor. Pero mientras tal cosa ocurre, sigue siendo el pastor legítimo de todos los católicos guipuzcoanos. Lástima que, como su antecesor -cuyo nombre prefiero no escribir-, don Juan María sea más pastor de unos que de otros. Cuando se dice que los obispos españoles han sido peones del PP, se suele ignorar que si hay un obispo en España cuyo discurso es calcado al de un partido político, concretamente el PNV, ese es monseñor Uriarte.

Ahora bien, vamos al fondo de lo que plantea este obispo. Habla de dialogar en vez de aplicar sólo la ley. Ocurre que los españoles no tenemos memoria de pez y sabemos ya cuál es el resultado del diálogo con ETA comparado con el uso de todas los instrumentos del estado de derecho. Y, oh la lá, resulta que cuando se ha hablado con los terroristas, no se ha conseguido nada, absolutamente nada para acabar con la lacra que representan. Sin embargo, cuando se ha aplicado la ley, los resultados han sido fabulosos. No como para pensar que Eta va a desaparecer por completo, cosa harto difícil debido a lo sencillo que resulta matar, pero sí como para creer que sus actividades serán mínimas y que sus miembros saben que les espera la cárcel por tal cantidad de años que cuando salgan serán ancianos. A pesar de ello, el obispo habla del diálogo como camino ineludible para la paz. Y, aún más, considera que aplicar sólo la ley es una tentación a evitar. No ha dicho que es pecado de puro milagro, pero yo creo que eso es lo que piensa

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8.09.09

Benedicto XVI y el post-concilio

A nadie debería sorprender lo que el Papa acaba de decir sobre el marasmo post-conciliar. Los obispos brasileños han sido testigos de primera mano del análisis papal, pero está claro que el mensaje va dirigido a toda la Iglesia. Las cosas se han hecho mal, muy mal, y como consecuencia de ello el rebaño que el Señor encomendó a Pedro ha sufrido merma. El Santo Padre constata que tras el concilio los “responsables eclesiásticos” -se supone que mayormente obispos- dejaron de hablar en público del pecado, la gracia, la vida teologal o los novísimos (muerte, juicio, infierno, cielo y purgatorio). En otras palabras, dejaron de predicar el evangelio para entregarse a la comodísima tarea de decirle al mundo aquello que el mundo quiere oír.

Para los que seguimos el blog “Reforma o apostasía” del padre José María Iraburu, las palabras del Papa no nos resultan ajenas. No es que Benedicto XVI lea a nuestro sacerdote navarro y se haga eco de su análisis de la realidad de la Iglesia en los últimos 40 años. Es que no cabe explicar de otra forma las razones que han llevado a buena parte del catolicismo post-conciliar a convertirse una versión aguada del catolicismo auténtico y genuino que ha sido seno materno de la civilización occidental.

El Papa habla de la pérdida de fieles por parte de la Iglesia. Yo iría más allá. No sé qué es peor, si el alejamiento de muchos bautizados de su “Mater et Magistra” o la condición espiritual de muchos de los que no se han ido. Hemos oído en repetidas ocasiones la acusación de que entre los fieles de antes del Concilio Vaticano II se daba la denostada “fe del carbonero", esa que no necesitaba de la razón para creer lo que la Iglesia enseñaba. Pero me pregunto si aquella fe despreciada por Unamuno no era mucho más genuina que la “fe del disidente", esa que no para de buscar razones para oponerse a lo que la Iglesia enseña. Al fin y al cabo, san Pablo habla de la “obediencia a la fe” (Rom 16,25; 2ª Cor 2,9) y no de la oposición razonada a la misma. Porque, señores míos, la razón en la vida del cristiano, si es iluminada por Dios, tiene poco que ver con ese falso ídolo llamado “diosa razón", que lleva corrompiendo la conciencia de millones de cristianos desde que alguien decidió que es mejor que el mundo conforme a la Iglesia a que la Iglesia sea luz del mundo.

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