19.12.09

El problema no es el Rey, sino el totalitarismo democrático

Religión en Libertad anunció ayer la creación de una web destinada a recoger firmas de ciudadanos españoles para pedir al Rey de España, Juan Carlos I, que no sancione con su firma la nueva ley del aborto, que va ya camino del Senado y que será definitivamente aprobada cuando comienza el primer periodo de sesiones el año próximo.

La iniciativa me parece interesante y con buenos argumentos para apoyarla, pero personalmente me abstendré de firmar por las causas que a continuación expondré. La carta empieza de la siguiente manera:

Majestad,
A lo largo de su reinado nos ha demostrado a todos los españoles que es una persona valiente, sensible a las inquietudes de su pueblo y que sufre con los que sufren.

Lo siento mucho pero yo no comparto ese juicio. Por respeto a la institución monárquica no diré lo que pienso de la persona que la ocupa, pero desde luego no cometeré la hipocresía de adularle. Con todo, esa sería la menor de las razones para no firmar.

Sigue:

Por eso me dirijo a usted, al considerarle el último recurso que nos queda para impedir lo que, sin lugar a dudas, será una de las mayores injusticias que van a cometerse en la historia de España. Me refiero a la Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de Interrupción Voluntaria del Embarazo, más conocida como Ley del Aborto.

La mayor injusticia se cometió la primera vez que se despenalizó el aborto en una serie de supuestos que implicaron que en la práctica España haya tenido aborto libre en los últimos años. Es cierto que la nueva ley empeora legalmente las cosas, al llamar derecho a lo que hasta ahora era un delito, pero en la práctica no habrá mucha diferencia. El caso es que se pide al Rey que no firme la nueva ley del aborto cuando ya firmó la primera. Se me dirá que entonces no existía internet y que una iniciativa de este cariz era imposible. Bien, pero las razones morales para que no firme ahora son las mismas que entonces. Si firmó entonces, firmará ahora.

Sigue:

No pretendo insistirle en lo que, seguro, usted ya sabe: desde el momento de la concepción hay una vida humana, distinta a la de la madre, que tiene todo el derecho del mundo a vivir, y frente al derecho supremo de la vida no cabe anteponer ningún otro derecho.

Cierto, pero estamos en lo mismo. No partimos de una situación en el que el derecho a la vida de los no nacidos se respete siempre en la legislación española. Andamos cerca del millón y medio de abortos “legales” desde que el Rey firmó la primera ley.

Sigue:

Ni el Gobierno, ni nuestros representantes en el parlamento, han sido capaces de entender, por intereses políticos o por cobardía, algo que cualquier ser humano con una mínima sensibilidad puede comprender: la vida humana es sagrada y más aún cuando no puede defenderse por sí misma.

Hombre, eso tiene gracia viniendo de un medio cuyo director y editor se quejó de que yo me hubiera convertido en el portavoz de AES por el atrevimiento de publicar una entrevista, precisamente en ese medio, al presidente de dicho partido. Entrevista que luego acompañé de otras a responsables de otras opciones políticas igualmente pro-vida. No se puede uno quejar al Rey de que en el parlamento no haya una sola opción política que defienda la vida del no nacido en todas las circunstancias, cuando no se mueve un solo dedo por cambiar esa realidad y además se ataca y se llama facha a los que sí lo mueven.

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18.12.09

Repugnante kale borroka eclesial y mediática

Cuentan la leyenda que el teólogo suizo Hans Urs von Balthasar dio una de sus últimas charlas en Madrid, un mes antes de su muerte en junio de 1988. Al finalizar el acto, se le acercó un franciscano muy ufano a decirle que la tesis doctoral que había realizado versaba precisamente sobre la obra de Von Balthasar. Entonces, el teólogo helvético le espetó: “Usted no ha entendido nada, absolutamente nada, de lo que yo he escrito durante toda mi vida. Mejor, dedíquese a otra cosa y no a la teología“. Pues bien, esa leyenda, que algún mal pensado creerá que es cierta -y acertará-, asegura que el franciscano era vasco y se llamaba, y llama, Joxé Arregui.

El caso es que todo parece indicar que el tal Arregui hizo caso en parte al bueno de Hans. La teología no la dejó, aunque después de recibir semejante desautorización lo normal es que se hubiera retirado a la trapa, pero sí que decidió dedicarse a otra cosa. Concretamente al espionaje y a la novela negra, con tintes rosáceos, eclesial. Y en esos menesteres andaba cuando se topó con determinados profesionales de la ¿información? religiosa, que andan ocupadísimos en una campaña para evitar que Monseñor Munilla sea el próximo obispo de San Sebastián a partir del 9 de enero.

Efectivamente, el franciscano Arregui ha protagonizado una de las escenas más vergonzosas que se recuerda en la reciente historial de la Iglesia en España. En declaraciones a Catalunya Religió.cat, este señor asegura que cuando don José Ignacio abandonó su parroquia en Zumárraga, se dejó en el ordenador una carpeta supuestamente llamada “Mafia” que contenía “que contenía conspiraciones y maniobras eclesiales turbias, así como fichas de algunos de sus compañeros de presbiterio“. No sólo eso, además, en la carpetita de marras habría “clarísimos elementos de conspiración o de maniobras eclesiales un poco turbias. Por ejemplo, aparecen conversaciones y escritos de los obispos más integristas y agresivos de la Conferencia episcopal española“. “¿Del cardenal Rouco, por ejemplo?“, le preguntan: “No va usted descaminado, pero también de otros“.

Pero, ojo al dato, ¿piensan ustedes que el propio Arregui ha visto la dichosa carpeta? Noooo, señores, no. Él no la ha visto. Eso sí, afirma que le ofrecen “toda la credibilidad del mundo las fuentes” que le comentaron la existencia de la misma. Es “algo que se viene comentando en ciertos círculos desde hace tiempo y yo estoy moralmente seguro y convencido de que no es un bulo“. Más aún, asegura que “podría dar detalles, pero no lo voy a hacer, al menos por ahora“.

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17.12.09

¡¡Ignorantes!!

En Nueva Zelanda hay una parroquia anglicana, de tendencia liberal, pastoreada por miserables, que no han tenido otra idea mejor que sacar un cartel que muestra a la Virgen María y San José en la cama, con una frase encima que dice: “Pobre José. Debe ser duro ir detrás de Dios". Por supuesto, el escándalo que se ha montado es de los que hacen época. El vicario de esa sinagoga de Satanás con apellido anglicano presume de lo que han hecho: “Queríamos ridiculizar la noción literal de un Dios masculino en el cielo que, de alguna manera u otra, logró impregnar a María. Cuestionamos en sentido literal tanto cómo fue concebido Jesucristo como la masculinidad de Dios en cualquier sentido literal“. Vamos, ni Masiá lo habría escrito “mejor".

Bien, hasta ahí la cosa no pasa de ser una prueba más de que el liberalismo teológico, tan de moda entre los sectores heterodoxos y progres de nuestra Iglesia, es una plaga espiritual con la que conviene acabar usando el método de los apóstoles: a gorrazos eclesiales (vía excomunión y penas similares). Ahora bien, este desdichado hecho sirve para mostrar de nuevo algo de lo que he hablado en varias ocasiones: la suprema ignorancia sobre la fe católica que existe en el periodismo español. Así vemos que las agencias plantean el caso como un ataque a la Inmaculada Concepción de María. Sí, sí, han leído bien. Confunden la concepción virginal de Cristo con la inmaculada concepción de la Madre de Cristo.

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A Dios gracias, las universidades católicas en España no dependen de la FERE

La Universidad de Navarra ha sido la primera en pronunciarse contra todo intento del gobierno, o del parlamento, de que el aborto sea enseñado en las facultades universitarias relacionadas con el mundo de la medicina. Hoy se anuncia que el CEU sigue esa senda y parece que otras universidades católicas harán lo mismo. Es decir, los médicos católicos de este país, al menos los que se dedican a la docencia, no tienen la menor intención de convertirse en correas de transmisión y propagación de la cultura de la muerte.

Y es que cuando el mal quiere hacer la guerra, no caben capitulaciones ni componendas de ningún tipo. A Dios gracias, el espíritu de la FERE parece que no ha logrado llegar al territorio de los responsables de las universidades católicas. No parece que haya ninguna facultad dispuesta a adecuar el aborto a su ideario. No asoma ningún eclesiástico encorbatado a explicarnos que un secretario de estado le ha enviado una carta tranquilizadora. También es cierto que no existe ningún concierto económico que sostenga las universidades católicas, que han de sobrevivir gracias a su capacidad de conseguir financiación no estatal. Es lo que tiene no depender de 30 monedas de plata: uno es más libre para ser fiel a los valores que se profesan. Y es que ya sabemos aquello de que no se puede servir a dos señores.

El caso es que ni siquiera haría falta ser católico para negarse a enseñar a los futuros médicos a practicar abortos. Recordemos el juramento hipocrático:

Juro por Apolo el Médico y Esculapio y por Hygeia y Panacea y por todos los dioses y diosas, poniéndolos de jueces, que este mi juramento será cumplido hasta donde tenga poder y discernimiento. A aquel quien me enseñó este arte, le estimaré lo mismo que a mis padres; él participará de mi mantenimiento y si lo desea participará de mis bienes. Consideraré su descendencia como mis hermanos, enseñándoles este arte sin cobrarles nada, si ellos desean aprenderlo.

Instruiré por precepto, por discurso y en todas las otras formas, a mis hijos, a los hijos del que me enseñó a mí y a los discípulos unidos por juramento y estipulación, de acuerdo con la ley médica, y no a otras personas.

Llevaré adelante ese régimen, el cual de acuerdo con mi poder y discernimiento será en beneficio de los enfermos y les apartará del perjuicio y el terror. A nadie daré una droga mortal aun cuando me sea solicitada, ni daré consejo con este fin. De la misma manera, no daré a ninguna mujer pesarios abortivos. Pasaré mi vida y ejerceré mi arte en la inocencia y en la pureza.

No cortaré a nadie ni siquiera a los calculosos, dejando el camino a los que trabajan en esa práctica. A cualesquier casa que entre, iré por el beneficio de los enfermos, absteniéndome de todo error voluntario y corrupción, y de lascivia con las mujeres u hombres libres o esclavos.

Guardaré silencio sobre todo aquello que en mi profesión, o fuera de ella, oiga o vea en la vida de los hombres que no deban ser públicos, manteniendo estas cosas de manera que no se pueda hablar de ellas.

Ahora, si cumplo este juramento y no lo quebranto, que los frutos de la vida y el arte sean míos, que sea siempre honrado por todos los hombres y que lo contrario me ocurra si lo quebranto y soy perjuro.

Ese juramento demuestra que aquellos que practican abortos, y de paso la eutanasia, no son médicos. Son profesionales de la muerte indignos de llamarse a sí mismos con el nombre de una profesión que está para dar vida y no muerte. Así que por más que un parlamento ordene que el aborto debe de enseñarse en las facultades de medicinas, éstas, si quieren seguir llamándose así, deben rebelarse y negarse a obedecer una ley infame.

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15.12.09

El Papa debe apoyar a Monseñor Munilla y salvaguardar su autoridad

Era de esperar. Cuando se anunció el nombramiento de monseñor Munilla como obispo de San Sebastián, todo el mundo sospechaba que una parte importante del clero guipuzcoano acabaría rebelándose contra la autoridad del Papa y de su nuevo obispo. Porque, dejémoslo bien claro desde un principio, lo que acaba de ocurrir es un acto de rebeldía abierta contra el Santo Padre y su neta y clara intención de dar un giro a la realidad de la Iglesia en esa diócesis española y vasca. De hecho, así lo reconocen los firmantes del documento contra la elección de don José Ignacio como nuevo obispo de San Sebastián. Dicen que su designación es “una clara desautorización” de la vida eclesial de la diócesis guipuzcoana y una iniciativa destinada a “variar su rumbo". Pues efectivamente. Pongamos las cartas sobre la mesa. Así es.

Ahora bien, ¿acaso esos sacerdotes, detrás de quienes se puede apreciar la mano negra de algún nefasto emérito, creen que el Papa, Obispo de Roma y Vicario de Cristo, no tiene la autoridad plena como para decidir variar el rumbo de una iglesia local? ¿creen que un cambio tan importante como este se decide sin un consentimiento papal que vaya más allá de firmar un nombramiento que se le ofrece desde la Congregación para los Obispos? ¡NO!

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