28.03.11

Tolerancia cero sí, pero no así

Pocos católicos dudan que una política de tolerancia cero es necesaria ante los casos de abusos sexuales por parte de sacerdotes y religiosos. Los escándalos que se han hecho públicos en los últimos años demuestran que la inacción ante el pecado nefando, la tolerancia ante los indignos, el encubrimiento de los miserables han causado un daño gravísimo a la credibilidad de la propia Iglesia.

Alguna vez he escrito que si un hijo mío hubiera sido abusado por un cura cuyo obispo sabía que era un abusador, mi “santa ira” estaría dirigida antes contra el obispo que contra el sacerdote. Es posible que algunos de los que abusan de menores sean a su vez enfermos. Tal hecho, por supuesto, no aminora la gravedad de sus delitos, aunque sí la de su responsabilidad penal. Ahora bien, los encubridores no son enfermos. Son cómplices miserables de los abusadores. Si alcanzan la gracia de la conversión y el perdón de su infamia, creo que su penitencia en el purgatorio debe de estar entre las más duras.

Ahora bien, lo que no tiene sentido alguno es que por la mala política pastoral llevaba en el pasado por parte de unos cuantos obispos, sean muchos o pocos, nos carguemos en la Iglesia la presunción de inocencia, y la tolerancia cero se convierta en una especie de bula para la caza de brujas. No puede ser que por la acusación de una sola persona se destruya la imagen de un sacerdote. Que es lo que está ocurriendo con el P. John Corapi en EE.UU.

Hace unas semanas una mujer escribió una carta a siete obispos del país denunciado que ese sacerdote llevaba una vida disoluta de adición a las drogas e inmoralidad sexual. Hasta donde se sabe, no presentó más pruebas que su propia declaración. Pues bien, eso sirvió para que la diócesis de Corpus Christi, en Texas, suspendiera temporalmente al P. Corapi mientras se investiga el caso. El sacerdote, que ha asegurado que todo es mentira, se ha quejado de esa medida. Es más, ha dicho que la política de tolerancia cero está acabando con la presunción de inocencia. Y creo que tiene razón.

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27.03.11

Sobre María corredentora

Sigo la serie dominical de recuperación de algunos de mis debates con protestantes. Esta vez tuvo lugar en septiembre del 2001. Abrió fuego una protestante evangélica. Tituló el epígrafe “Grupo de católicos proponen que María forme parte de la Trinidad":

…El movimiento iniciado por el Vox Pópuli Mariae Mediatrici liderado por el teólogo Mark Miravalle, de la Universidad Franciscana de Steubenville, en los EEUU, presiona al Papa Juan Pablo II para hacer a María de Nazareth, madre de Jesucristo, la cuarta integrante de la Trinidad. El movimiento, que ya reclutó millares de firmas de los devotos, propone que María sea considerada co redentora de la humanidad. En éste caso, la iglesia de Roma estaría dando oficialmente a la madre de Jesús, credenciales de salvadora de la humanidad con las cualidades divinas y no mas humanas.

Mi respuesta:

Una de las cosas más peculiares de los protestantes es que, en relación a la doctrina católica, hablan de lo que no saben con una facilidad asombrosa.

Ahora resulta que enseñar que María es corredentora la hace formar parte de la Trinidad.

Entonces Pablo es también parte de la Trinidad porque tuvo la osadía de decir que cumplía en su carne lo que faltaba de las aflicciones de Cristo por su Iglesia, ¿verdad?

Y todo aquel que forme parte del ministerio de redención (que no es sino la reconciliación del hombre con Dios) en Cristo Jesús también es parte de la Trinidad, ¿verdad?

Y bueno, ya el colmo es que si a la Biblia se le ocurre decir que somos participantes de la naturaleza divina o que los que están en el cielo mirando a Dios cara a cara son semejantes a Él, eso es porque la Biblia está añadiendo a millones de personas a la Trinidad, ¿verdad?

Por cierto, allá por el siglo II, el principal teólogo de la Iglesia de entonces, Ireneo de Lyon, ya dijo que María era la segunda Eva, “causa salutis” nuestra y madre de la nueva humanidad en Cristo. Curiosamente, Ireneo era discípulo directo de alguien que había recibido el evangelio del mismísimo apóstol Juan. Sí, el mismo que recibió de Cristo el encargo de acojer a María en su casa. El apóstol que más podría saber acerca de las prerrogativas de María.

Esto dijo Ireneo:
“Así como Eva, esposa de Adán, aún una virgen, se convirtió por su desobediencia en la causa de muerte para sí misma y para toda la raza humana, así también María, esposa pero también virgen, se convirtió por su obediencia en la causa de salvación (salud) para ella y para toda la raza humana”

¿siglo IV? ¿siglo IX? ¿siglo XV?

NO, ¡¡¡SIGLO II!!!

María, madre del Señor, icono de la Iglesia, y por tanto, corredentora.

Bienaventurada sea por todas las generaciones.

Extra ecclesiam, nulla salus

Réplica de otro protestante:

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26.03.11

Los dos nuevos obispos japoneses son contrarios al Camino Neocatecumenal

Si el Camino Neoacatecumenal pensaba que las cosas iban a cambiar con la llegada de nuevos obispos a Japón, puede ir descartando tal posibilidad.

El nuevo obispo de Takamatsu, Mons. John Eijiro Suwa, es autor de uno de los artículos más contrarios a la presencia del Camino en las diócesis japonesas. Y Fr. Sueo Hamaguchi, dijo en relación al seminario Redemptoris Mater del Camino que “no hay absolutamente ninguna razón para continuar con el seminario. No hay forma de una pequeña diócesis de Takamatsu, como puede apoyarla. Tampoco la diócesis necesita el camino que está detrás de él. Ellos son sólo un obstáculo“.

Por tanto, aunque el Papa haya manifestado su deseo de que el Camino continue en Japón, parece evidente que tal voluntad no llega hasta el extremo de hacer nombramientos de obispos japoneses que admitan la presencia de dicho movimiento eclesial. Y recordemos que fue el propio Papa quien en una audiencia reciente exhortó a los miembros del Camino “a buscar siempre una profunda comunión con los pastores y con todos los componentes de las Iglesias particulares". Pues bien, difícilmente se puede buscar la comunión con quienes no te quieren en su iglesia.

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25.03.11

Todos a decir sí a la vida

Durante este fin de semana las calles de muchas ciudades españolas se volverán a llenar de personas que apuestan por la vida. Madrid acogerá la manifestación principal, dándose la circunstancia de que este año se ha logrado evitar las divisiones de tiempos pasados entre las organizaciones convocantes. Y es que cuando se trata de defender el derecho a vivir, el derecho a nacer y el derecho a no ser “sedado terminalmente", las diferencias personales, de criterio o de estrategia deben dejarse a un lado.

Aunque no soy muy dado a participar en manifestaciones, en esta ocasión haré una excepción y me acercaré a la Plaza de Navarra en Huesca, donde va a tener lugar el acto convocado por las asociaciones provida y profamilia oscenses. El programa “Café de sábado” de Radio Intereconomía Huesca, del que soy contertulio habitual, hará una conexión en directo -al menos eso tenemos planeado- y luego departiremos sobre esta cuestión, a la que ya dedicamos buena parte del programa de la semana pasada, con entrevista a Ignacio Arsuaga, director de HazteOir.

Para ser sincero, una de las cosas que temía tras la aprobación de la nueva ley del aborto era que la movilización cívica en la calle se fuera diluyendo. Ya ocurrió con la primera ley del aborto, que provocó alguna gran manifestación pero luego no se dio continuidad a la oposición social en la calle a esa lacra. En las concentraciones que algunos han mantenido a lo largo de los años ante clínicas abortistas, la participación ha sido mínima. Pero la lucha por la vida y contra el aborto no puede depender sólo de que salgan o dejen de salir nuevas leyes. Con la anterior se llegó a más de cien mil abortos al año. Eso ameritaba que hubiera al menos una gran manifestación anual a favor de la vida. Espero que lo que va a ocurrir este fin de semana tenga una continuidad en los próximos años. Aunque la defensa de la vida es tarea de todos los días, es bueno convocar este tipo de actos.

En http://sialavida25m.org/concentraciones/ el lector puede ver si en su localidad se organiza una concentración. Yo animo a todos a hacerse presentes. Los más débiles de nuestra sociedad necesitan de nuestro apoyo. Así que digamos un gran sí a la vida.

Luis Fernando Pérez Bustamante

23.03.11

Palabras del Papa Benedicto XVI aplicables a la crisis de Libia

Gadafi y SarkozyLibia lleva décadas teniendo como presidente a un tipo repugnante llamado Muamar el Gadafi. Amigo personal de algunos de los peores terroristas internacionales, sobornador -directo o indirecto- de buena parte de la clase política europea, sus recientes acciones demuestran que estamos ante una muestra clara e inequívoca de la gran hipocresía presente en eso que se conoce como “comunidad internacional".

En el país norteafricano se ha dado una circunstancia realmente peculiar. En vez de usar a la policía para reprimir a los ciudadanos que piden un cambio de régimen, el tirano decidió bombardear y ametrallar a la población con aviones y tanques. Independientemente de la opinión que se tenga sobre el carácter de las protestas -y yo no tengo nada claro que los que se oponen a Gadafi sean mucho mejores que él-, parece evidente que un estado no puede masacrar a su propia gente.

La pregunta es si la comunidad internacional puede y, sobre todo, DEBE intervenir en casos tan extremos. En ese sentido, no está de más que recordemos las palabras del Papa Benedicto XVI en su discurso ante la Asamblea General de la ONU en abril del 2008. Las negritas son mías:

Todo Estado tiene el deber primario de proteger a la propia población de violaciones graves y continuas de los derechos humanos, como también de las consecuencias de las crisis humanitarias, ya sean provocadas por la naturaleza o por el hombre. Si los Estados no son capaces de garantizar esta protección, la comunidad internacional ha de intervenir con los medios jurídicos previstos por la Carta de las Naciones Unidas y por otros instrumentos internacionales. La acción de la comunidad internacional y de sus instituciones, dando por sentado el respeto de los principios que están a la base del orden internacional, no tiene por qué ser interpretada nunca como una imposición injustificada y una limitación de soberanía. Al contrario, es la indiferencia o la falta de intervención lo que causa un daño real. Lo que se necesita es una búsqueda más profunda de los medios para prevenir y controlar los conflictos, explorando cualquier vía diplomática posible y prestando atención y estímulo también a las más tenues señales de diálogo o deseo de reconciliación.

Parece evidente que cuando un Estado no sólo falta a su deber de proteger a su población sino que además se convierte en el agente directo de su aniquilación, la falta de intervención de la comunidad internacional causa un daño real. De hecho, según el Papa, dicha intervención no puede considerarse como injerencia en la soberanía del país. Muy al contrario, de lo que se trata es de salvaguardar a la población de quien no merece llevar las riendas de la nación.

Gadafi y ZapateroSe puede discutir a quién le corresponde discernir en cada caso si es necesario intervenir en conflictos internos. Por ejemplo, en el caso de Iraq, ¿hubiera estado justificado intervenir cuando Saddam Hussein masacraba kurdos y chiíes? ¿por qué se esperó a que invadiera Kuwait? ¿por qué se volvió a invadir el país cuando se le había impedido en gran medida seguir masacrando a sus ciudadanos gracias a las zonas de exclusión aérea?

O también, ¿dónde estaba la comunidad internacional cuando tuvo lugar la matanza entre hutus y tutsis en Ruanda? ¿dónde está cuando el gobierno de Corea del Norte deja morir de hambre a sus ciudadanos mientras se gasta lo que no está en los escritos para mantener un ejército y fabricar armas nucleares?

Es decir, lo que cabe preguntarse no es por qué se le paran los pies ahora a Gadafi. No, la pregunta es por qué a él sí y a otros no. La pregunta es en qué medida una organización como la ONU, con países que tienen derecho a veto en el Consejo de Seguridad, puede dar o quitar legitimidad a unas actuaciones cuya verdadera legitimidad viene dada por los hechos y la realidad. ¿O es que si la ONU no hubiera permitido actuar en Libia la situación sería distinta desde el punto de vista del juicio moral que merecen las acciones de Gadafi? ¿Debemos permitir que, para poner fin a masacres de tiranos, la comunidad internacional dependa de dictaduras que no tienen el menor problema en masacrar a su propia gente, como ocurre con China -recordemos Tianannamen-?

Ha dicho el Vicario apostólico de Trípoli que las bombas no resuelven nada. Y tiene razón. Pero es Gadafi a quien primero han de dirigirse esas palabras. Yo entiendo que Mons. Martinelli no diga nada contra el tirano, porque al día siguiente le expulsaría del país o mandaría matarle. Pero entonces es mejor que se calle y no arremeta contra los que quieren quitar poder militar al tipo que ha enviado aviones a bombardear a ciudadanos desarmados.

Gadafi y ObamaCon esto no digo que esté bien lo que está ocurriendo en Libia en estos momentos. Es evidente que los “aliados” no saben bien lo que quieren. La descoordinación es evidente. El conflicto, como ocurrió con Irak y Afganistán, puede prolongarse en el tiempo. Y entonces la población sufrirá aún más que si se hubieran dejado las cosas como estaban. Entre las razones objetivas para considerar como justa una guerra, figura la de que “el empleo de las armas no entrañe males y desórdenes más graves que el mal que se pretende eliminar” (art 2308 del Catecismo).

reaganEn relación a Libia, no puedo por menos que recordar lo que hizo Ronald Reagan cuando era presidente de los EE.UU. El tirano norteafricano estaba desatado y el ex-actor decidió bombardear su casa. Desgraciadamente murió una hija del dictador en vez de él. Pero todo el mundo sabe que desde entonces, Muamar dejó de comportarse como un perro rabioso. Y es que a veces se cumple aquello de “muerto el perro, se acabó la rabia". Aunque entonces el perro no murió, al menos dejó de morder.

Por tanto, en vez de lanzarse a eliminar a militares que cumplen órdenes injustas, creo mejor intentar liquidar a quienes les dan esas órdenes. Y si alguien me está preguntando si apuesto por el magnicidio, la respuesta es que, dependiendo de las circunstancias, esa opción es mejor que la intervención militar a gran escala. También digo que en caso de que se me demuestre que esta opinión mía es contraria al magisterio de la Iglesia, con sumo gusto me retractaré de la misma.

Luis Fernando Pérez Bustamante