¿Qué tienen que hacer algunos para que les echen de la Iglesia?
Cualquier institución humana que se respete a sí misma procura que entre sus miembros no haya personajes que se dedican a ponerla a caldo un día sí y otro también y a boicotear sus actos principales. Obviamente cabe aceptar cierto grado de disenso y crítica interna, ya que de lo contrario nos encontraríamos ante una secta con un comportamiento militarista. De hecho, esto último suele ocurrir en los partidos políticos, donde está a la orden del día aquello de que “el que se mueve no sale en la foto". Ahora bien, a nadie le debería de extrañar que un partido expulsara de su seno a quien públicamente sostiene una ideología opuesta a la de su formación política y además pide el voto para otros partidos.
La Iglesia no es una institución humana más. Es de origen divino, porque divina es su Cabeza, Aquel que la fundó: Jesucristo. Pero eso no significa que no tenga unas reglas propias, que no posea unas fronteras, de manera que aquellos que las cruzan se sitúan fuera de la misma.
Sabemos también que el cáncer consiste en la aparición en un cuerpo vivo de células malignas que acaban comiéndose a las sanas y, si no es combatido, provoca la muerte del sujeto. Pablo VI habló en su día del humo de Satanás dentro de la Iglesia. Podría haber hablado de células cancerígenas y se le habría entendido igual.