Eco Alfa Cuatro Bravo Unión Bravo
No recuerdo bien cuántos años -¿8-9?- tenía cuando los Reyes Magos dejaron en casa de mis abuelos paternos un par de walkie-talkie de juguete. Inmediatamente mi padre y yo empezamos a jugar con ellos. Y en esas estábamos cuando se nos coló una conversación procedente de alguna emisora de radioaficionado cercana. Ese fue el inicio del interés de mi papá en ese mundillo. Al poco se compró una emisora de verdad y pronto consiguió hacer un buen grupo de amigos a través de las ondas. Su primer “nick” fue el de Paloma. En Getafe habían unos cuantos radioaficionados con los que formó una especie de club.
Al cabo de los meses, decidieron colaborar con DYA (Detente Y Ayuda), una Asociación de Ayuda en Carretera que, sin ánimo de lucro, lleva más de 40 años -15 por aquel entonces- ayudando a todos los conductores a circular más seguros por las carreteras. Todos los fines de semana patrullaban durante algunas horas por la antigua carretera de Toledo y por la de Andalucía. Creo que asistieron al menos a un par de accidentes, aunque no recuerdo que ninguno fuera grave.
Sin embargo, lo que más me impactaba era el uso que le daba a la emisora cuando nos íbamos de vacaciones a la costa levantina. Un día nos fuimos con el coche a las afueras de Torrevieja (Alicante) y desde una especie de colina cercana al mar pudo contactar con gente de Italia -él chapurreaba el italiano- e incluso con alguien que decía hablar desde Albania. A mí aquello me parecía ciencia ficción y me lo pasaba pipa. Además, me hizo ilusión aprender el argot típico de los radioaficionados. Por ejemplo, yo era el “armónico” de mi padre y él era mi “primerísimo". Aun recuerdo lo que significaba QTH (estoy en casa), QTC (callen los demás), etc. Nunca me dejó hablar por la emisora pero eso no me importaba.