España, historia de una traición consentida
El pasado viernes, en la final de fútbol la Copa del Rey, asistimos a la constatación de que hay dos regiones españolas en las que el sentimiento anti-español y separatista es mayoritario, al menos a la hora de hacerse notar. Es decir, puede que todavía haya más vascos y más catalanes que prefieran no separarse de España, pero los que sí lo quieren son mucho más activos y están más comprometidos con su causa.
Aunque en esas regiones siempre ha habido independentistas, lo cierto es que hace 30 años eran claramente minoritarios. Pero una vez que los partidos nacionales mayoritarios aceptaron entregar gran parte de la soberanía de la nación -competencia de educación incluída- a las autoridades autonómicas, se pusieron las bases para que las siguientes generaciones fueran formadas en un espíritu de desprecio, cuando no de odio, hacia la idea misma de España. Y todo esto se hizo con la anuencia, por no decir, complicidad, de la Corona.
Hoy recogemos lo que se sembró en la Transición y, sobre todo, en los diversos gobiernos del PSOE y del PP, que siempre han preferido llevarse bien con los enemigos de la unidad de España antes que llegar a un pacto de estado para fortalecer y garantizar esa unidad.