Hace 40 años el Papa Pablo VI aseguró que el humo de Satanás había entrado en la Iglesia. Mucho se ha especulado acerca de en qué estaría pensando el papa Montini cuando dijo esas palabras. El cardenal Virgilio Noé aseguró que hablaba de los abusos litúrgicos, pero no es descartable que el Santo Padre tuviera en mente toda la crisis post-conciliar, que tuvo un efecto nefasto a todos los niveles.
Siendo Satanás el padre de toda mentira, y siendo la herejía -una forma de mentira- uno de los instrumentos más dañinos para el bien espiritual de los fieles católicos, no hace falta ser muy osado para afirmar que mientras la heterodoxia pueda campar a sus anchas en el seno de la Iglesia, las volutas de humo malignas seguirán ejerciendo su cancerígeno efecto.
En ese sentido, las últimas semanas están siendo un claro ejemplo de lo que se puede y se debe hacer. Los obispos españoles han dejado claro que no es católica la teología de Torres Queiruga, uno de los puntales de la heterodoxia. Y si alguien cree que en Roma no están de acuerdo con la notificación de la CEE, que pruebe a preguntar. Que verá qué sorpresa se lleva. No olvidemos las palabras del Papa en la Misa Crismal, advirtiendo a los sacerdotes austriacos de que por el camino de la rebeldía no van a ningún lado.
De hecho, ha sido la propia Congregación para la Doctrina de la Fe la que ha entrado en un proceso de actividad casi febril. Ha ordenado el silencio a dos sacerdotes irlandeses, P. Tony Flannery y P. Sean Sagan, que se caracterizaban por escribir y hablar contra el magisterio. Y se acaba de hacer pública lo que es posiblemente el acto más contundente llevado a cabo por Roma contra la disidencia eclesial desde el Concilio Vaticano II. La intervención de la Conferencia de Líderes Religiosas (LCWR), en la que están integradas la mayoría de las superioras religiosas de Estados Unidos, marcará sin duda un antes y un después, sobre todo por lo que tiene de ejemplar para el resto de la Iglesia. Se acabó eso de ser religioso y estar en constante rebelión contra la Iglesia y sus enseñanzas.
Queda todavía mucho por hacer. Es tanto el daño causado por la heterodoxia doctrinal, moral y litúrgica que solo la acción decidida y constante de todos los obispos -no solo Roma- puede poner fin a la pesadilla que se ha llevado por delante el sensus fidelium en amplios sectores de los bautizados. Como dice Mons. Francisco Pérez en su magnífica y muy necesaria carta sobre los errores cometidos habitualmente en los funerales:
Jesucristo concedió su autoridad a los apóstoles y ahora el Papa y los obispos hemos de seguir confirmando en la fe católica a nuestros fieles. Atrevernos a comunicar la verdad a nuestros hermanos es la acción que mejor expresa el amor y el respeto que por ellos tenemos.
De eso se trata. De que ejerzan esa autoridad en caridad para el bien de toda la Iglesia. A los heterodoxos se les acabó el tiempo de vivir con sus mentiras en medio de aquella que es columna y baluarte de la verdad. Deben acogerse a la gracia que les lleva a la conversión -por ello debemos orar constantemente- o afrontar el hecho de que ya no tienen lugar en la Iglesia de Cristo.
Luis Fernando Pérez Bustamante