7.07.12

Ni burka ni minifalda

El obispo de Solsona vuelve a ser noticia en los medios de comunicación por hacer algo que todo buen pastor está llamado a hacer. Es decir, corregir al errado y aprovechar la ocasión para explicar la verdad de las cosas.

Al ir a confirmar a un grupo de jóvenes, el obispo vio que tres muchachas iban vestidas de forma impropia para estar en una iglesia. Pero yo iría más allá. Independientemente de si están o no en un templo, todo cristiano, hombre o mujer, debe de vestir guardando el pudor. Esto no es discutible. Forma parte de la Revelación y quienes están familiarizados con los textos patrísticos saben bien que es un tema que trataron de forma bastante “radical". No es casual que la Escritura enseñe que lo primero que notaron “raro” los primeros padres tras haber pecado es que estaban desnudos.

Es obvio que las normas sobre el pudor no son exactamente las mismas en todas las eras y en todas las civilizaciones. Pero también es cierto que los cristianos no pueden sujetarse a aquello que para el mundo está bien, cuando no está bien. Es decir, puede que hoy se vea como lo más normal el que las mujeres vayan con minifaldas y con grandes escotes, o que los hombres vayan por las playas con tangas. Pero la “normalidad” del mundo es en muchas ocasiones -por no decir todas- auténtico pecado cuando es llevada a cabo por los que somos guiados por el Espíritu Santo. Y ante la duda, ahí tenemos a la Madre y Maestra para aconsejarnos.

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4.07.12

Ante el arrepentimiento de un ex-etarra

Dios es testigo que estoy profunda y sinceramente arrepentido“. Así de claro se ha manifestado José Luis Álvarez Santacristina, alias Txelis, que fue miembro de la banda terrorista Eta. Precisamente su pertencia a la organización asesina le lleva a afirmar que es “plenamente consciente de la responsabilidad moral que ello conlleva para con las numerosas víctimas que ha generado ETA a lo largo de su historia“.

El ex-etarra asegura que trata “en la medida de lo humanamente posible compartir de algún modo el dolor generado por las graves secuelas físicas y psicológicas que han de soportar muchas víctimas y sus familiares, así como el sufrimiento perenne que arrastran cientos de familias por la trágica pérdida de su esposo/a, hijo/a, padre, madre, hermano/a, familiar, allegado o amigo/a y tengo siempre presente que es un mal irreparable

Y por último, tras pedir “públicamente perdón de todo corazón“, advierte que “la petición de perdón podría quedar desnaturalizada y perder su potente fuerza reparadora y regeneradora si se planteara solo como un requisito de cumplimiento formal“, que es exactamente lo que está ocurriendo en los últimos meses con otros presos etarras de los que no está nada claro que se hayan arrepentido de sus crímenes.

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3.07.12

Lo que Newman vio en la Iglesia de los siglos IV, V y VI

Como ya he relatado en numerosas ocasiones, uno de los instrumentos que el Señor usó para devolverme al seno de su Iglesia fue la lectura de sendos libros del Beato Henry Newman. Su “Apologia pro vita sua” y su “Ensayo sobre el desarrollo de la doctrina cristiana” (*) fueron determinantes no tanto para que dejara de ser protestante, cosa que me habría sido concedido por el Señor sin la lectura de ambas obras, sino para no quedarme dentro de alguna de las iglesias ortodoxas.

Aunque la “Apologia” fue la obra que más impactó debido a la vívida descripción de la lucha que tuvo lugar en el alma del beato inglés -yo viví algo similar pero en mucho menos tiempo-, lo cierto es que lo que más me ayudó a entender donde estaba la Iglesia del primer milenio fue el otro libro sobre el desarrollo del dogma. Dicho desarrollo -que no alteración sustancial- era una de las señales inequívocas da la presencia del Espíritu Santo en la Iglesia de Cristo. Y el mismo desapareció de las iglesias ortodoxas cuando abandonaron la comunión con el Obispo de Roma.

Quiero traer a la consideración del lector un par de párrafos de dicha obra. En ellos el beato resume brevemente lo que con anterioridad ha explicado en relación a la situación de la Iglesia en los siglos IV, V y VI y su comparación con la realidad de la Iglesia en el siglo XIX, que fue el que le tocó vivir a él:

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30.06.12

Me adhiero al juramento antimodernista

Yo, Luis Fernando Pérez Bustamante (*), abrazo y recibo firmemente todas y cada una de las verdades que la Iglesia por su magisterio, que no puede errar, ha definido, afirmado y declarado, principalmente los textos de doctrina que van directamente dirigidos contra los errores de estos tiempos.

En primer lugar, profeso que Dios, principio y fin de todas las cosas puede ser conocido y por tanto también demostrado de una manera cierta por la luz de la razón, por medio de las cosas que han sido hechas, es decir por las obras visibles de la creación, como la causa por su efecto.

En segundo lugar, admito y reconozco los argumentos externos de la revelación, es decir los hechos divinos, entre los cuales en primer lugar, los milagros y las profecías, como signos muy ciertos del origen divino de la religión cristiana. Y estos mismos argumentos, los tengo por perfectamente proporcionados a la inteligencia de todos los tiempos y de todos los hombres, incluso en el tiempo presente.

En tercer lugar, creo también con fe firme que la Iglesia, guardiana y maestra de la palabra revelada, ha sido instituida de una manera próxima y directa por Cristo en persona, verdadero e histórico, durante su vida entre nosotros, y creo que esta Iglesia esta edificada sobre Pedro, jefe de la jerarquía y sobre sus sucesores hasta el fin de los tiempos.

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29.06.12

"¡Viva el obispo que cometió adulterio!"

Debió resultar conmovedor. Al final de la Misa con motivo del 15º aniversario de la creación de la diócesis argentina de Merlo-Moreno, un fiel gritó para que todos le oyeran: “¡Viva Fernando María Bargalló!”. Y todos irrumpieron en un sentido aplauso. Seguro que se escapó alguna lagrimilla.

No en vano, la Misa se había convertido ya en un homenaje al obispo sorprendido en adulterio con una divorciada. El cardenal Bergoglio dijo de él que “trabajó para los pobres y esto le valió la persecución. Trabajó también por los ancianos y para escuchar a los chicos. Hoy tenemos a la Iglesia unida, humanitaria y misionera y venimos a dar gracias por estos 15 años caminando juntos“. De hecho, en la convocatoria previa a la Misa se había dicho que el obispo Bargalló “durante todo este tiempo, ha demostrado la calidad de su vida y corazón“.

Supongo que no es mucho pedir que se encuentre un punto de equilibrio entre la lapidación de los adúlteros y el homenaje hacia los mismos en una Misa oficiada por un cardenal. Basta tener un mero sentido de la prudencia para darse cuenta que da muy mala imagen ponerse a alabar en una celebración eucarística lo bueno que ha hecho un pastor que ha traicionado a su Señor y a su Iglesia liándose con una divorciada.

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