22.06.13

Para ser un buen obispo

En el día de ayer, a eso de las nueve de la mañana, hora española, acabé de escribir un post que empezaba de la siguiente manera:

Ahora que todo el mundo espera a saber por dónde irá la reforma de la Curia anunciada por el papa Francisco, me parece oportuno apuntar lo que el Santo Padre, y la Iglesia con él, cree que debe ser un buen candidato para ser obispo.

Finalmente decidí no publicarlo porque creí que me dejaba muchas cosas en el tintero y, sobre todo, porque me parecía un poco aventurado adelantar lo que el Papa podría querer en esa cuestión. Poco sabía entonces que el Santo Padre iba a tratar precisamente de ese tema en su encuentro con los Nuncios

Copio el resto del post y al final añado y comento lo que el Concilio Vaticano II explica sobre el papel de los obispos.

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20.06.13

Católicos y luteranos, las formas y el fondo

Como estaba anunciado, se ha publicado un documento conjunto entre católicos y luteranos con motivo del V Centenario de la reforma protestante, que tendrá lugar en el año 2017. A falta de tener en español el texto completo, parece que es un tocho de 90 páginas, lo cual no va a ayudar precisamente a su difusión masiva.

Algunos medios han destacado un par de frases del texto:

“La conciencia que está naciendo entre los luteranos y los católicos es que la lucha del siglo XVI ha terminado".

y

“Las razones para condenar mutuamente la fe de los otros han quedado en el camino".

Evidentemente la situación hoy no es la misma que la del siglo XVI. Ya no solucionamos nuestras diferencias en el campo de batalla con reyes y príncipes apoyando a cada uno de los dos bandos. Esos tiempos, Dios lo quieran, ya no volverán.

Ahora bien, eso de que no hay razones para reprobar como falsa la fe de los otros no acabo de entenderlo. Hasta donde yo sé, los luteranos no han renunciado al solafideísmo, al Sola Scriptura y el libre examen. Y no sé de ningún Papa que haya dicho recientemente que la Tradición no es una de las fuentes de la Revelación, que los dogmas marianos no son tales o que eso de venerar imágenes no está bien, que es aceptable la ordenación sacerdotal o episcopal de mujeres o de homosexuales públicos.

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18.06.13

Cuando se enseña que la Cruz fue un accidente laboral

Una de las cosas buenas que tienen las redes sociales es que te suelen enviar cosas de las que no habría manera de que te enteraras por ti mismo, por la sencilla razón de que no las buscas. Días atrás, uno de mis seguidores en Twitter (@luisperezbus), tuvo a bien comentarme su estupor al leer uno de los libros de un sacerdote y profesor jubilado de teología de la archidiócesis de Madrid, del que prefiero no dar el nombre (*) porque a estas alturas de la película ya da igual quién sea. Su caso me sirve como ejemplo para mostrar hasta qué punto en la Iglesia se ha hecho una dejación absoluta de algo tan importante como defender la sana doctrina y alejar a los falsos maestros de la formación teológica de futuros sacerdotes y de seglares.

Cito de una de las obras de ese autor:

Nosotros, en cambio, valoramos la cruz como el momento en que manifestó hasta dónde llegaba su amor (Jn 15, 13: “Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos"), pero nos atrevemos a decir -y espero que no se nos malinterprete- que la cruz, en vez de ser algo deseado por el corazón de Dios, fue un “accidente laboral". Cuando el que trabaja no toma suficientes precauciones, puede sobrevenir el accidente; y Cristo se despreocupó de sí mismo por completo.

Pero eso no quiere decir que él buscara morir. Antes de su detención rezaba diciendo: “Padre, si quieres, aparta de mi esta copa; pero no se haga mi voluntad sino la tuya” (Lc 22, 42).

Tampoco el Padre, a pesar de lo que puede parecer por el final de la petición anterior, quiso su muerte (¡ningún padre quiere que muera su hijo!). En la parábola de los viñadores homicidas (Mc 12, 1-8), que recapitula toda la historia de la salvación, se ve claramente la secreta esperanza de Dios: “Todavía le quedaba un hijo querido; les envió a éste. el último, diciendo: A mi hijo le respetarán.”

Es verdad que el Padre del Cielo no evitó la ejecución de Jesús, pero eso no significa que la deseara.

¿Les parece poco? Pues miren:

El sufrimiento no es redentor

Si es exacta nuestra convicción de que la voluntad de Jesús no fue sufrir, sino amar, y la cruz le sobrevino como simple “accidente laboral", se impone una conclusión: La redención no pudo ser por el sufrimiento, sino por el amor; aunque fuera en el sufrimiento, y en este sentido podamos decir que “sus heridas nos curaron” (Is 53. 5).

Me abstengo de replicar teológicamente, punto por punto, semejantes afirmaciones. Cualquiera que entienda de doctrina católica sabe bien lo que Cristo respondió al príncipe de los apóstoles cuando le pidió que no se dejara matar en la cruz (negritas mías):

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17.06.13

La Iglesia que ellos sueñan

Dicen que quieren una Iglesia samaritana, dialogante, abierta, acogedora, democrática, sin apenas dogmas, que regrese a sus orígenes etc.

En realidad lo que quiere es:

1- Una Iglesia que rompa con 20 siglos de Tradición. Que reciba el aplauso del mundo y no de los santos y mártires en el cielo.

2- Una Iglesia que adapte sus enseñanzas a las ideas morales dominantes en la sociedad en cada momento. Es decir, que apruebe el matrimonio homosexual, que asuma que los fieles se pueden divorciar y volver a casar, que no sea muy estricta en su condena del aborto, que acepte sin rechistar cualquier ley que emane de un parlamento independientemente de que crea que supone un ataque al bien común, que aplauda la ideología de género, etc.

3- Una Iglesia donde los pastores sean animadores sociales y poco más.

4- Una Iglesia en la que los párrocos consensúen con los fieles los cambios litúrgicos que se crean oportunos.

5- Una Iglesia en la que bajo la excusa de atender a los pobres, se arremeta contra gran parte de su corpus doctrinal.

6- Una Iglesia en la que el Papa sea como ellos desean y, de no ser así, mejor no tener Papa.

7- Una Iglesia sin Credo para que quepan en ella todos los que simplemente dicen creer en Cristo, independientemente del concepto de Cristo que se tenga.

8- Una Iglesia en la que no tengan lugar los que quieran que siga siendo lo que siempre ha sido. Es decir, caben todos menos ellos, porque si siguen dentro, lo mismo logran que se dé marcha atrás.

9- Una Iglesia en la que las prácticas piadosas de la piedad popular sean aparcadas, menospreciadas y desechadas por ser residuo de una espiritualidad medieval y oscura.

10. Una Iglesia, en definitiva, de rosquillas de Entrevías, de Tamayos, Pagolas, Forcadesas, Masiás, Boffs, Küngs, etc.

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16.06.13

Ser católico es algo más simple de lo que parece

Es habitual que aquellos que tienen un problema existencial consistente en que no aceptan el magisterio de la Iglesia, me acusan de querer echarles de ella. A decir verdad me importa relativamente poco que se me acuse de inquisitorial, fundamentalista, ultraconservador -los lefebvrianos me llaman liberal-, talibán, etc. Ya lo dijo, entre otros, San Pío Pietralcina: “El mundo os llamará fanáticos, locos y creaturas miserables; amenazarán haceros vacilar en vuestra constancia con su elocuencia engañosa“.

En realidad, todo gira alrededor de una pregunta bien sencilla: ¿en qué consiste ser católico? Mi respuesta es simple: en creer todo lo que la Iglesia enseña. Y rápidamente me repreguntarán: ¿solo en eso? ¿de verdad crees que ser católico consiste solo en adherirse a un corpus doctrinal? A lo que respondo: Obviamente NO. Ser cristiano y católico es un encuentro con Dios que va más allá de repetir el credo o de saberse “de pé a pá” el Catecismo. Pero no se puede ser católico si uno vive en constante rebeldía contra la autoridad doctrinal de la Iglesia.

Ahora soy yo el que pregunta: ¿en qué sentido puede considerarse (concretamente católicorromano) quien no cree lo que la Iglesia Católica enseña? ¿Hay alguien que me pueda defender la idea de que uno puede ser católico y no profesar la fe católica?

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