¡Qué pesados son con lo del celibato!
Ha bastado con que el nuevo Secretario de Estado, Mons. Parolin, respondiera a una pregunta sobre el celibato sacerdotal, recordando que estamos ante una cuestión no dogmática -¿es que todavía hay alguien que no sepa eso?-, para que se produzca una avalancha de titulares de prensa en todo el mundo, dando por hecho que la Iglesia va a abordar el tema.
Algunos creen que buena parte de los males que aquejan a la Iglesia se solucionaría dejando que los curas se casen. O, si se quiere, ordenando como curas a hombres casados. Bien sabemos que incluso dentro de la propia Iglesia hay curas casados. Así ocurre entre los presbíteros de rito bizantino en comunión con el Papa. Y también se han ordenado como presbíteros a anglicanos y luteranos casados que han regresado a la Iglesia. Pero lo habitual es que los sacerdotes católicos sean célibes.
Aparte de las palabras de Cristo sobre los eunucos por el Reino de los cielos, todo parte de un consejo del apóstol San Pablo: