29.02.16

Esta es tu única gloria

El que se gloría, que se gloríe en el Señor

No se gloríe el sabio de su sabiduría, no se gloríe el fuerte de su fortaleza, no se gloríe el rico de su riqueza.

Entonces, ¿en qué puede gloriarse con verdad el hombre? ¿Dónde halla su grandeza? Quien quiera gloriarse -continúa el texto sagrado-, que se gloríe de esto: de conocerme y comprender que soy el Señor.

En esto consiste la sublimidad del hombre, su gloria y su dignidad, en conocer dónde se halla la verdadera grandeza y adherirse a ella, en buscar la gloria que procede del Señor de la gloria. Dice, en efecto, el Apóstol: El que se gloria, que se gloríe en el Señor, afirmación que se halla en aquel fragmento: Cristo ha sido hecho por Dios para nosotros sabiduría, justicia, santificación y redención; y así -como dice la Escritura- «el que se gloría, que se gloríe en el Señor».

Por tanto, lo que hemos de hacer para gloriarnos de un modo perfecto e irreprochable en el Señor es no enorgullecernos de nuestra propia justicia, sino reconocer que en verdad carecemos de ella y que lo único que nos justifica es la fe en Cristo.

En esto precisamente se gloría Pablo, en despreciar su propia justicia y en buscar la que se obtiene por la fe y que procede de Dios, para así tener íntima experiencia de Cristo, del poder de su resurrección y de la comunión en sus padecimientos, reproduciendo en sí su muerte, con la esperanza de alcanzar la resurrección de entre los muertos.

Así caen por tierra toda altivez y orgullo. El único motivo que te queda para gloriarte, oh hombre, y el único motivo de esperanza consiste en hacer morir todo lo tuyo y buscar la vida futura en Cristo; de esta vida poseemos ya las primicias, es algo ya incoado en nosotros, puesto que vivimos en la gracia y en el don de Dios.

Y es el mismo Dios el que obra en nosotros haciendo que queramos y obremos movidos por lo que a él le agrada. Y es Dios también el que, por su Espíritu, nos revela su sabiduría, la que de antemano destinó para nuestra gloria. Dios nos da fuerzas y resistencia en nuestros trabajos. He trabajado con más afán que todos -dice Pablo-, aunque no yo, sino la gracia de Dios conmigo.

Dios saca del peligro más allá de toda esperanza humana. En nuestro interior -dice también el Apóstol- pensábamos que no nos quedaba otra cosa sino la muerte. Así lo permitió Dios para que no pusiésemos nuestra confianza en nosotros mismos, sino en Dios, que resucita a los muertos. Él nos libró entonces de tan inminente peligro de muerte y nos librará también ahora. Si, en él tenemos puesta la esperanza de que nos seguirá librando.

De las Homilías de san Basilio Magno, obispo
(Homilía 20, Sobre la humildad, 3: PG 31, 530-531)

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27.02.16

Vamos a ayudar a Dios a que haga de Dios

No, no me he vuelto loco. No he caído en la herejía pelagiana o semipelagiana. No he desechado las enseñanzas de las Escrituras, especialmente las de San Pablo, ni las de grandes santos y doctores de la Iglesia como San Agustín y Santo Tomás. Simplemente señalo algo que muchos cristianos creen que pueden hacer: ayudar a Dios.

No es nueva esa idea. Cuando Yavé le dijo a Abraham que iba a ser padre siendo ya ancianos tanto él como su mujer Sara, nuestro padre en la fe decidió, por consejo precisamente de su esposa, que iba a ayudar a Dios a cumplir su promesa acostándose con una de sus criadas. De aquella unión, obviamente, no salió el hijo de la promesa. Finalmente Dios cumplió su palabra y Sara fue madre en su vejez.

Cuando Cristo anunció que iba a bajar a Jerusalén para ser crucificado, san Pedro se puso enfrente de Él y le dijo que no osara hacer tal cosa. ¿Cómo iba el Mesías a cumplir su función mesiánica dejándose matar? Había que ayudarle a entender mejor su misión. Las palabras del Señor fueron contundentes: “apártate de mí, Satanás".

Salvando las distancias, a muchos nos ha pasado algo parecido a lo largo de nuestra vida. En vez de buscar que Dios cumpla su voluntad a su modo y manera, buscamos la forma de que se cumpla según nos parece más adecuado. De hecho, en no pocas ocasiones lo que hacemos es disfrazar nuestros deseos, nuestros actos fruto de nuestra propia voluntad, con la pretensión de estar obrando para que se cumpla la voluntad divina. El santo abandono en la voluntad de Dios -que no tiene nada que ver con un quietismo estéril- no está precisamente de moda.

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26.02.16

Indignados con nuestro obispo

Carta del grupo de cristianos misericordiosos de base populista y primaveral de la diócesis de Villacantalejo:

Reunidos en el espíritu conciliar que acabó con la tiranía de siglos de Tradición opresora, manifestamos lo siguiente:

1- Desde que llegó como obispo a nuestra diócesis el camarada Jesús María Cristo Rey, las cosas han cambiado mucho. Y no como nos habría gustado.

2- Nuestro obispo no nos hace el mismo caso que nos hacían sus predecesores. Tiene le desfachatez de dejarse aconsejar por quienes piensan lo contrario que nosotros.

3- Don Jesús María está empeñado en que la fe católica debe prevalecer sobre cualquier otra consideración en la acción pastoral. Ignora así que el último concilio supuso una ruptura radical con dicha fe, abriendo las ventanas de la Iglesia para que entrara a raudales el viento de la modernidad, de la hermandad, la fraternidad y la igualdad.

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24.02.16

La carta pastoral de los obispos aragoneses como paradigma

Los obispos de las diócesis de Aragón han hecho pública una carta pastoral titulada “Iglesia en misión al servicio de nuestro pueblo de Aragón”. Independientemente de que el lector quiera leerla entera, animo a todos a hacer algo bien simple: buscar las veces que aparecen en el texto las palabras conversión, gracia y pecado.

Una vez hecha la comprobación, planteo las siguientes preguntas:

- ¿Qué tipo de evangelización es esa en la que la idea de la necesidad absoluta de, por medio de la gracia, convertirse de los pecados, está prácticamente ausente?

- ¿Qué tipo de evangelización es esa en la que se habla más del verbo evangelizar y el sustantivo evangelización que de lo que realmente significan ese verbo y ese sustantivo?

- ¿Cómo se pretende que haya vocaciones si no hay un llamado urgente a la santidad, al cambio de vida, al arrepentimiento, a la penitencia, etc?

- ¿A cuento de qué se pide que los seglares se comprometan más en la labor evangelizadora si se les priva prácticamente de toda indicación sobre cómo han de realizar dicha labor, más allá de la práctica de una labor social que puede llevar a cabo cualquiera persona de buena voluntad sin necesidad de ser cristiano?

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22.02.16

Siento algo muy parecido al miedo

No os unzáis a un mismo yugo con los infieles. Porque ¿qué tiene que ver la justicia con la iniquidad? ¿O qué tienen de común la luz y las tinieblas? ¿Y qué armonía cabe entre Cristo y Belial? ¿O qué parte tiene el creyente con el infiel? 
2 Cor 6,14-15

Ayer me acosté con la noticia de tres jesuitas chilenos alabando las uniones homosexuales. Nada extraño, por otra parte, sabiendo en lo que se ha convertido la orden religiosa fundada por San Ignacio de Loyola, que debe ser el santo más triste de todo el cielo. Hoy me despierto con la noticia del cardenal Ravasi diciendo que tenemos cosas en común con los masones. Curiosamente, a eso de las cuatro de la madrugada me he despertado y durante un tiempo de oración le rogué al Señor que acabe ya con esta locura por la que está pasando la Iglesia. Pero claro, no sabía todavía lo de ese cardenal. Mi oración era absolutamente pertinente.

Hace tiempo que vengo diciendo a algunos de mis hermanos en la fe que íbamos a ver cosas peores. Pues bien, me pregunto si no me habré quedado corto. No soy muy partidario de caer en psicosis apocalípticas y en ver el fin de los tiempos a la vuelta de la esquina, pero no puedo escapar de la sensación de que puede que estemos entrando, esta vez sí, en esa etapa previa al regreso de Cristo.

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