Zapatero y la verdad se llevan muy mal
Hace unos meses Zapatero tuvo a bien replicar al mismísmo Jesucristo, quien había dicho que la verdad nos hace libres. El insigne leonés dijo entonces que "la libertad nos hace verdaderos". Ayer, en su discurso sobre el estado de la nación defendió la asignatura de Educación para la Ciudadanía en los siguientes términos:
También reforzamos los derechos y libertades al promover la educación para la ciudadanía en la escuela. Es una enseñanza imprescindible porque los valores y el respeto a las reglas de convivencia se conforman y fortalecen con el ejemplo de los padres pero se enseñan también y se reflexionan y ejercitan en la escuela. Si la familia es decisiva para la socialización, la escuela lo es para la ciudadanía. El aprendizaje crítico de los valores cívicos, la autoconciencia de los derechos y deberes fundamentales, el conocimiento de las instituciones democráticas son un objetivo imprescindible del proceso educativo en una sociedad de libertades y democrática. Eso pretende la educación para la ciudadanía. Una materia que solo enseña y enseña libertad. Una materia que no adoctrina, que no obliga a asumir un determinado criterio, que no impone ninguna ortodoxia; ya tuvimos bastantes décadas de ortodoxia, necesitamos décadas de libertad. Una materia crítica para que nadie entregue acríticamente a otro las decisiones sobre su estilo de vida.
Mire usted, señor Zapatero, me ha despejado todas las duda sobre lo pertinente de objetar contra la asignatura de Educación para la Ciudadanía. Mientras usted esté al frente del gobierno de España, todos los padres que no quieran ver cómo sus hijos son convertidos en cobayas de la ingeniería social de un masón radical deben de hacer uso de su derecho a la objeción de conciencia.
Un tipo que considera que la verdad y la ortodoxia son antónimas de la libertad no puede meter sus narices en la educación de nuestros hijos. Un tipo que considera que el Estado debe meterse por medio por si los padres orientan "acríticamente" a sus hijos sobre el estilo de vida que deben seguir, es un peligro para la patria potestad paterna y el derecho de los padres a educar a sus hijos según sus valores.
Zapatero desprecia la verdad, seguramente porque vive instalado en la mentira permanente. La verdad para él, si no coincide con su opinión sobre las cosas, es un personaje molesto al que hay que aplastar bajo el escudo de una supuesta libertad. Pero lo cierto es que la libertad que se basa en la mentira, y toda la cosmovisión zapateril es el fruto maduro del padre de toda mentira, no es libertad sino cadenas de opresión. La mentira no libera. La verdad sí. Y mientras España esté gobernada por este siervo de la mentira, no será un país libre.
Luis Fernando Pérez Bustamante