Yo pienso boicotear al nacional socialismo catalán

Cataluña está gobernada por un nacional-socialismo totalitario que persigue con saña a todos aquellos que osen plantarle cara. En esa región de España -habrá que preguntarse si merece la pena que lo siga siendo- los padres no tienen derecho a que sus hijos sean educados en castellano. Los comercios reciben denuncias fascistas (discúlpenme los verdaderos fascistas) si osan rotular sólo en castellano. Y ahora el gobierno totalitario retira las licencias de las cadenas de radio que hacen oposición a ese régimen, entre ellas la Cope.

La democracia no consiste sólo en votar cada cuatro años. Si la libertad de expresión es coartada, no hay democracia. Si la libertad de usar la lengua materna en el colegio es perseguida, no hay democracia. Si se instaura un régimen represor de las libertades individuales de las personas, por mucho que haya un parlamento y unas urnas que lo eligen, ese régimen no es democrático como no lo fue el nazismo alemán que llegó al poder por medio de elecciones.

La sociedad civil catalana es muy libre de aceptar todo lo que está ocurriendo. Los catalanes son muy libres de votar un gobierno totalitario, nacionalista y socialista, durante otros 40 años más. Si es lo que quieren adelante con los faroles. Pero yo soy igualmente libre para no participar de esa indignidad. Por eso, de la misma manera que por cuestión de dignidad personal quité Tele 5 de mi televisión durante un mes, como protesta ante el pago de dinero por parte de la cadena a la individua por la que Jesús Neira ha estado a punto de perder la vida, durante el mes de diciembre en mi casa no entrará un solo producto procedente de Cataluña, a menos que sea revisada la retirada de licencias de radio a las emisoras contrarias al régimen nacional-socialista liderado por el señor Montilla.

Se me dirá que pagan justos por pecadores. Sin duda hay catalanes que están igualmente indignados ante lo que está ocurriendo. Pero la verdad es que no les veo movilizarse por las calles. Y cuando lo hacen, son más bien pocos. Si yo viviera allá y constatara que es imposible el cambio, me pensaría muy seriamente el largarme a vivir a cualquier otro lugar fuera de Cataluña, donde se pueda respirar auténtica libertad. Tengo a gente muy querida allí, algunos de los cuales se van a enfadar conmigo por este artículo. Pero yo no sé quedarme cruzado de brazos. Ya está bien de pasividad ante el totalitarismo nacionalista gobernante.

No quiero olvidarme de la actitud de gran parte de la iglesia en Cataluña. Por una parte hay una pasiva complicidad con el totalitarismo gobernante. Llaman “seny” a lo que es un entreguismo total. Pero es que además, en el tema linguístico la iglesia catalana ha sido y es un instrumento de opresión, relegando al castellano a la mayor de las discriminaciones. A ver si los nuevos obispos catalanes tienen la dignidad que no han tenido sus antecesores para defender a sus fieles castellano-hablantes.

Luis Fernando Pérez