Williamson, la excusa

No estoy en la mente y el corazón de Benedicto XVI para saber si él intuía el cirio que se iba a montar por su acto de amor paternal hacia los obispos de la FSSPX. No sé si en caso de haber conocido que Williamson había hecho unas muy desafortunadas declaraciones en noviembre pasado, habría sugerido a Fellay que le pidiera retractarse antes de proceder a la revocación de las excomuniones. Lo que sí sé es que Williamson está siendo la excusa perfecta para todos aquellos que están rebotadísimos por la decisión del Papa. A esos les importa un carajo Williamson y lo poco que él representa, no ya en la Iglesia sino incluso en la propia Fraternidad. El caso es atizar al Papa por uno de los pocos flancos que han quedado al descubierto. Poco menos que han acusado a Benedicto XVI de ser cómplice del revisionismo del obispo británico.

Una de las cosas que no se ha tenido en cuenta durante todo este proceso de aniquilación mediática antipapal es que a pesar de que Williamson negó que en los campos de concentración se gaseara a los judíos, no negó que en los mismos murieran centenares de miles de ellos. Tampoco osó decir que su muerte estaba justificada, ni dijo que Hitler fuera un alma de la caridad. Algunos dirán “¡sólo faltaba que hubiera dicho eso!", y tienen razón, pero conviene meditar en el hecho de que no es lo mismo decir que Hitler no mató en los campos de concentración a millones de judíos que ser pro-nazi, aunque todos los pro-nazis digan eso. Y como bien ha dicho el Papa en alguna ocasión, un solo hombre o mujer asesinado por el hecho de ser judío (o negro, blanco, mulato, católico, protestante o bahai) es demasiado. La maldad intrínseca del nazismo estaba en que buscaba la aniquilación total de una raza. Y no habría sido menos malo si en vez de 5-6 millones sólo hubiera conseguido eliminar a cientos de miles. Y esto lo digo, no vaya a quedar duda alguna, desde el convencimiento de que la cifra de víctimas se acerca más a los varios millones que a los cientos de miles.

El Vaticano ha pedido al obispo británico que se retracte si quiere ejercer alguna función episcopal en la Iglesia, ante lo cual él ha pedido tiempo para examinar de nuevo las evidencias históricas. Yo creo que lo mejor es que no cumpla ninguna función aunque finalmente reconozca que estaba errado en sus creencias sobre la Shoah. Y de hecho la FSSPX ya le ha retirado de la dirección del seminario que tienen en Argentina. Ese paso, junto con la expulsión de un sacerdote lefebvrista en Italia que ha soltado exabruptos sedevacantistas contra el CVII y los últimos Papas, nos dan una idea de lo bien que está haciendo las cosas monseñor Fellay, quien parece bien consciente de estar ante una oportunidad única para su Fraternidad y, nadie lo dude, para la Iglesia.

Una vez que la “excusa Williamson” pase, llegará la hora de ver cómo se desarrolla el “acoplamiento” canónico de la Fraternidad en el seno de la Iglesia. Sería deseable que Fellay parara las ordenaciones de nuevos diáconos y sacerdotes hasta que se encuentre una solución. Ese sería el gesto más contundente de su voluntad de llegar a un acuerdo. Pero, ojo, no olvidemos que a nadie interesa que la propia FSSPX sufra tales tensiones internas que llegue a romperse. Basta con que uno de los cuatro obispos decida ir por libre y llegue a ordenar como obispos a algunos sacerdotes disconformes con Fellay para que nos encontremos de nuevo casi como al principio. Si ninguno de los obispos lefebvristas cometen ese error, las posibles deserciones de elementos extremistas de la Fraternidad no perdurarán en el tiempo, pues un sacerdote no puede ordenar sacerdotes, mucho menos obispos, y es poco probable que se pongan de acuerdo con Milingo para que les haga ese “favor".

Mientras tanto, lo mejor que podemos hacer es apoyar con nuestras oraciones al Santo Padre. Su condición de alemán ha añadido sin duda más dolor a su anciano corazón por el conflicto de las últimas dos semanas. Y tampoco es que la mayoría de los obispos del mundo hayan manifestado su apoyo al Vicario de Cristo. Sólo el episcopado polaco ha dado su apoyo al Papa como colectivo. Por el contrario, ha habido algunos prelados, incluso dentro de la curia, que han demostrado que eso de la comunión con el Obispo de Roma vale para los buenos momentos pero no para las dificultades. Allá ellos y su conciencia, pero será Benedicto XVI, y no ellos, quien probablemente pase a la historia como el Papa que acabó con el cisma más serio que afrontaba la Iglesia en el paso del segundo al tercer milenio de su existencia. Quien piense que los lefebvristas eran cuatro gatos y que por ello la amenaza de cisma no era real, se olvidan de que las implicaciones reales de la doctrina de la sucesión apostólica. Esa por la cual la Iglesia no considera verdaderas iglesias a las comunidades eclesiales protestante y sí a las iglesias ortodoxas. Pedir que eso lo entiendan los medios de comunicación generalistas es quizás demasiado. Pero los que nos dedicamos a esto no podemos ignorarlo.

Luis Fernando Pérez Bustamante

PD: Hoy, 09/02/2009, sigue ejerciendo el sacerdocio y la docencia el padre Juan Masiá, sj, autor de este artículo.