Un año sin Julio Asterio entre nosotros

Hoy se cumple un año desde que el padre Julio Asterio partió hacia la casa del Padre. Un cáncer se nos lo llevó en pocos meses. Ya en su día hablé de lo mucho que le apreciaba y de mi sensación de que en la última parte de su vida, antes incluso de que apareciera la enfermedad, se le notaba que era feliz siendo cura. No que antes no lo fuera, pero probablemente no tanto.

No olvidaré la última conversación telefónica que mantuve con él. Su voz ya anunciaba el final cercano pero se mantenía firme, con ganas de vivir. El hecho de tener fe y de saber que nuestro destino eterno está con Dios si morimos en su gracia, no implica que no deseemos apurar al máximo nuestra vida terrena. Y Julio no era una excepción.

Ruego a todos los sacerdotes que lean este blog que hoy se acuerden de él al celebrar la Eucaristía. Y pido igualmente a los laicos y religiosos no ordenados que le recordemos en nuestras oraciones.

No se me ocurre mejor homenaje desde este blog en Religión Digital, que copiar uno de sus últimos escritos de su propio blog en este portal. Contiene un mensaje que vale perfectamente para la situación que nos toca vivir hoy.

Julio, te echamos de menos. Dios te tenga en su gloria.

Luis Fernando Pérez

"¿Por qué sois tan cobardes?. ¿Aún no tenéis fe?"
25.06.06 @ 11:02:49. Archivado en El Día del Señor

"El que es de Cristo es una criatura nueva. Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado" (2 Co 5,17)

La pregunta que en el evangelio de hoy Jesús hace a sus discípulos es de esas que nos hacen bajar la cabeza con una cierta vergüenza, es como decirnos: "así que a pesar de todo lo que habéis visto todavía os falta fe…". Pero a pesar de esa recriminación de Jesús ante la falta de fe y confianza en su persona, El comprende perfectamente nuestra debilidad y siempre nos tiende esa mano que evita que nos hundamos y que genera nuestra admiración que nos hace exclamar: ¡quién es este a quien hasta el viento y las aguas obedecen!.

Nos ha tocado vivir un trozo de la historia de la humanidad en el que, quizás como en otros tiempos, se exige a la Iglesia y a los católicos gestos de valentía, de autenticidad y testimonios de plena confianza en Jesucristo. No es tiempo para intentar que llueva a gusto de todos, para intentar contentar a todos y, para ello, edulcorar el evangelio adaptándolo a nuestros propios intereses o a las modas y ritmos que marque nuestra sociedad. Es más, nos toca en muchas ocasiones ser signo de contradicción. Y todo ello requiere una especial dosis de valentía que sólo se consigue viviendo, cultivando y alimentando una fe inquebrantable en la persona de Jesucristo que nos hace confiar en que, a nuestro pesar y con nuestros defectos, Él guía nuestros pasos, estamos en sus manos y nos dirigimos a buen puerto.

No es tiempo tampoco, por mucho que se nos exija autenticidad, de alimentar actitudes de intransigencia, integrismo o dureza de corazón.
Es tiempo, y eso es lo difícil, de ser fieles y valientes en el anuncio de Jesucristo pero hacerlo siempre con la misma actitud de Jesucristo, una actitud y un estilo que destila amor, afabilidad, cordialidad y un profundo amor por el ser humano, por todo ser humano, incluso por aquellos que no querrán escuchar la verdad que nos trasmite.
Es tiempo de valentía, de confianza en que Jesucristo es el único que nos puede salvar y a su lado, por muchas tempestades que nos sacudan, no vamos a hundirnos. Es tiempo, en definitiva, de reafirmar nuestra seguridad y de experimentar que a pesar de las vicisitudes con las que la vida nos sorprende, Jesucristo nunca defrauda y a pesar de nuestras pequeñas cobardías siempre acaba evitando nuestro hundimiento.

"Pero gritaron al Señor en su angustia,
y los arrancó de la tribulación.
Apaciguó la tormenta en suave brisa,
y enmudecieron las olas del mar." (Sal 106)

Julio Asterio