Te echamos de menos
Querido Juan Pablo II, hoy se cumplen tres años desde que nos dejaste para partir a la Casa del Padre. Pocas personas como tú encarnaron aquello que el apóstol San Pablo dijo a los filipenses:
“Me siento apremiado por las dos partes: por una parte, deseo partir y estar con Cristo, lo cual, ciertamente, es con mucho lo mejor; mas, por otra parte, quedarme en la carne es más necesario para vosotros. Y, persuadido de esto, sé que me quedaré y permaneceré con todos vosotros para progreso y gozo de vuestra fe.” (Fil 1,23-25)
Qué apóstol tan grande fuiste para todos nosotros. Cuando muchos otros se habrían abandonado sin luchar contra la enfermedad, tú te quedaste para darnos la última gran lección de tu apostolado. Una lección que no se escribía en las letras de una encíclica o una homilía, sino en la imagen viva de un anciano que cargaba con la cruz que la vida había depositado en sus hombros. Tu Vía Crucis dignificó todos los vía crucis por los que han de atravesar los ancianos y enfermos, a los que una sociedad occidental cada vez más desnaturalizada quiere ofrecer la salida “fácil” del suicidio asistido.
Para los católicos que amamos la Iglesia y nuestra fe, recordar tu ministerio entre nosotros es como escuchar lo mejor de un Beethoven o un Vivaldi siendo un melómano. El cielo recibió con tu llegada una de las mejores partituras que Dios ha escrito en el libreto de su Iglesia. Y aunque la muerte sigue siendo una barrera entre nosotros, la comunión de los santos nos permite saltarla para beneficiarnos de tu intercesión ante el trono de Dios y su Cordero, en favor de la Iglesia que tanto amaste en vida.
Juan Pablo, te seguimos queriendo. Te echamos de menos porque sabemos que no te volveremos a ver hasta el Día en que celebremos las bodas de la Iglesia con su Señor, pero aunque te fuiste, te quedaste para siempre en nuestros corazones. Ora pro nobis, Servus Servorum Dei. Ora pro nobis.
Totus tuus,
Luis Fernando Pérez Bustamante
2 comentarios
¿Un mensaje de esperanza para los cristianos? Este: en el Libro de Dios aparece 365 veces la frase “no temas”. Una para cada día del año. ¿No es suficiente alivio para el alma y para los nervios?
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