Satanás, Nueva Era y exorcismos
Religión Digital se hace eco hoy de la intervención del P. Francesco Bamonte, exorcista y profesor de la Pontificia Universidad Regina Apostolorum de Roma, en el 3° Congreso Nacional de Exorcistas organizado por la Archidiócesis de México entre el 16 y el 20 de julio pasado. Estamos pues ante alguien que no sólo conoce la teoría sino que le ha tocado lidiar con esa realidad tan poco "creíble" para la mentalidad moderna de la posesión demoniaca. Y es que, para qué vamos a engañarnos, son muchos los cristianos que piensan que creer en la existencia de espíritus inmundos que toman posesión de seres humanos, es un anacronismo destinado a desaparecer.
Por supuesto, el hecho de que la Escritura recoja una actividad exorcista muy importante del propio Cristo no sirve para convencerles de la veracidad de las posesiones demoniacas. Lo achacan a una elaboración teológica posterior de comunidades cristianas excesivamente crédulas ante el mundo de lo sobrenatural y preternatural. O quizás a esos condicionamientos culturales que tanto parecen limitar la inerrancia de la Escritura debido, sin duda, a una cierta incapacidad del Espíritu Santo en saltarse dichos condicionamientos a la hora de revelarnos la Palabra de Dios. Pues bien, a esos que no quieren creer en la existencia de la actividad demoniaca a estos niveles, ya les digo que mejor no sigan leyendo este post.
El padre Francesco señala diversas causas que facilitan la posesión demoniaca. Es obvio que quien se mete en una secta satanista, sobre todo si la misma es lo que pretende ser, está expuesto a ser poseído por un espíritu inmundo. Y cuando la persona quiere salir de ese mundillo, su "acompañante" no suele dejar escapar la presa. Lo que ya no es tan obvio para muchos es que el mero contacto con determinadas actividades propias de la Nueva Era y el ocultismo suele ser una puerta abierta a la entrada de un "mal amigo". Ya dice el refrán que "con quien niños se acuesta, meado se levanta". Pues bien, quien gusta de "jugar" a la ouija, hacer viajes astrales -conozco de algún caso espantoso-, practicar el espiritismo, acudir a curanderos -típico en determinado tipo de católicos poco formados- y/o valerse de todo tipo de fetiches, amuletos y demás farándula, está expuesto a ser afectado en mayor o menor medida -hay grados- por la actividad demoniaca.
Otra de las causas mencionadas por el exorcista italiano es la intervención de terceros. Es decir, no se trataría tanto de que el poseído se haya metido donde no debía, como de que algún conocido, sin duda no amigo, le haya hecho una faena. Vamos que, como quien dice, estaríamos ante "posesiones por encargo".
Ahora bien, la tercera causa que menciona don Francesco me parece una barbaridad. Dice que llegar a estar poseído "puede ser un llamado especial de Dios para que la persona ofrezca su sufrimiento en las garras del demonio por la salvación de otras almas". No oiga, no. No diga usted eso. No diga usted que Dios envía a demonios a que posean a personas para que ofrezcan su sufrimiento por la salvación de otros. Eso es una barbaridad por mucho que lo diga todo un profesor de la Pontificia Universidad Regina Apostolorum de Roma. Una cosa es que el Señor permita la actividad demoniaca y otra que haga de ella una fuente de salvación de almas vía el sacrificio voluntario de los afectados. Una cosa es que un poseído, en el a veces largo proceso de su liberación, ofrezca sus sufrimientos como los puede ofrecer, por ejemplo, un enfermo, y otra es que hacer de Dios el incitador de algunas posesiones. Además, Cristo, y luego sus discípulos, se dedicaba a echar demonios, no a pedir a los endemoniados que ofrecieran sus sufrimientos por los demás.
Todo esto me lleva a hacer la siguiente observación. Puede que sea hasta cierto punto lógico, pero lo cierto es que en el campo de los exorcistas hay demasiados personajes que ayudan poco a la credibilidad de esa actividad tan necesaria. Y precisamente una de las "estrategias" de Satanás en estos momentos es convencer al mundo de su no existencia, de que todo esto es cosa de locos, de gente excesivamente crédula y poco madura. Se trata de pasar de ver demonios hasta debajo de las piedras a negar su existencia. Y ya es triste que determinados discursos de determinados exorcistas sean más una ayuda a la estrategia del enemigo de las almas que un servicio a la Iglesia y a las víctimas de aquel que fue derrotado en la Cruz. Soy de la opinión de que cuanto menos hablen y más hagan, mejor.
Luis Fernando Pérez