San Juan Crisóstomo y la Eucaristía
Sobre el sacerdocio
L6 c.4 (Colombo,257-261; MG46,680s; Real, 113 ss)
Si tocamos el punto de que el sacerdote es el que invoca al Espíritu Santo, el que celebra aquel sacrificio tan tremendo, el que continuamente toca a Dios con sus manos y el que tiene las llaves del cielo, ¿dime, por tu vida, dónde podremos colocar a este hombre? Reflexiona tú ahora un poco cómo deben ser aquellas manos que tocan cosas tan santas; cómo debe ser aquella lengua que pronuncia tales palabras y qué alma puede haber ni más pura ni más santa que aquella que he recibir a tal Espíritu: los ángeles en este acto asisten al sacerdote; las potestades celestiales llena el santuario, cercan el altar sagrado y contemplan extasiadas la sublimidad y grandeza del Señor; tal es el asombro que a todos nos deben causar también las cosas que allí se celebran.
Sobre la traición de Judas
Homilía 1n.5s, 6 (MG 49,379-382)
Que no haya en adelante ningún Judas, ningún malo, ninguno infestado con veneno, o hablando con la boca de otras cosas o reteniendo en la mente otros pensamientos. Cristo está presente, y el mismo que preparó la mesa, ahora la adorna. Porque no es el hombre el que hace que las ofrendas lleguen a ser el cuerpo y la sangre de Cristo, sino el mismo Cristo, cruficicado por nosotros. El sacerdote asiste llenando la figura de Cristo, pronunciando aquellas palabras; pero la virtud y la gracia es de Dios. Este es mi cuerpo, dice. Esta palabra transforma las cosas ofrecidas, como aquella palabra: Creced y multiplicaos y llenad la tierra (Gen 1,28), aunque se dijo una sola vez, llena nuestra naturaleza de fuerza para procrear hijos, así esta palabra, habiendo sido dicha una sola vez, desde aquel tiempo hasta hoy y hasta la venida del Señor, obra en cada mesa en las iglesias el sacrificio perfecto.
Carta a Inocencio, obispo de Roma
(Nota histórica explicativa: San Juan Cristóstomo apela al Papa contra el conciliábulo que le había inicuamente condenado. El santo describe cómo en la tarde del 14 de abril del 404, Sábado Santo, un turba de soldados penetró violentamente en la basílica donde se estaban celebrando las solemnidades de aquel día.)
N.3s (MG 52,768ss)
…. Ni fue esto lo peor; sino que habiendo entrado los soldados donde estaban reservadas las cosas santas (algunos de los cuales, como pudimos comprobarlo, no estaban iniciados en los misterios), vieron todas las cosas que había dentro y, como sucede en estos tumultos, derramaron la santísima sangre de Cristo hasta salpicar los mantos de dichos soldados.
Homilías sobre San Juan
Homilía 47,2 (MG 59,261.267.268)
.. Muchos, pues, de los discípulos, que lo oyeron, dijeron: Duro es este lenguaje (Jn 6,60). ¿Qué quiere decir: Es duro? Aspero, difícil, trabajoso. Y, por cierto, nada de esto dijo, porque no hablaba del modo de vida, sino de la doctrina, queriendo dirigir repetidamente su fe hacia Él. ¿Que es, pues, duro este lenguaje? ¿Porque promete la vida y la resurrección? ¿Porque decía que Él bajó del cielo? ¿Porque nadie puede salvarse, si no come su sangre? ¿Esto, pregunto, es duro? ¿Quién dirá esto? ¿Luego qué puede significar: Es duro? Es difícil de entenderse, supera la flaqueza de aquéllos, es terrorífico. Pues pensaban que decía cosas muy por encima de su dignidad y de sus posibilidades. Por eso decían: ¿Quién puede oírle?; quizá como excusa propia, pues estaban ya para separarse de él…..
…. Con esto nos dio otra solución, al decir: El Espíritu es el que vivifica; las carne de nada aprovecha; esto es: conviene oír espiritualmente lo que de dice acerca de Mí, porque quien oyó carnalmente, nada gana, nada aprovecha….
… ¿Pues qúe? ¿Su carne no es carne? Sí lo es, por cierto. Entonces, ¿cómo dijo: La carne no aprovecha para nada? No lo dice por su carne, ni mucho menos, sino por los que entendieron carnalmente lo dicho. ¿Pero qué es entenderlo carnalmente? Simplemente ver lo propuesto y no pensar más. Esto es “carnalmente". Pero no conviene juzgar así lo que se ve, sino hay que ver todos los misterios con los ojos interiores. Esto es, “espiritualmente". ¿Acaso el que no come su carne y bebe su sangre tiene en sí mismo vida) ¿Pues cómo no es de ningún provecho la carne, siendo así que no podemos vivir sin ella? Ves que lo de la carne no aprovecha nada no lo dijo de su propia carne, sino del modo carnal de oír.
Tengo muchas más citas de San Juan Crisóstomo sobre la Eucaristía, pero valgan esas para que quede claro que cualquier intento de usar a ese santo para oponerse a la doctrina católica sobre esta cuestión, se da de bruces contra la realidad.
San Juan Crisóstomo creía firmemente que:
1- En la misa el pan y el vino se convierten tras las palabras del sacerdote en el cuerpo y la sangre de Cristo
2- Una vez consagrado el pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Cristo, ambos permanecen como tales aun después de la celebración del culto.
3- La misa es verdadero sacrificio. Y lo que se ofrece como sacrificio es precisamente el cuerpo y la sangre de Cristo.
Y ya de paso, respondiendo a las dudas que puedan surgir sobre la literalidad de las palabras de Cristo en Juan 6, el Crisóstomo ofrece la interpretación que la Iglesia enseñaba acerca de esos versículos.
Pax, bonum et veritas
Luis Fernando Pérez Bustamante